Descubren que el apéndice no es un órgano inútil, tiene una importante función

​Descubren que el apéndice no es un órgano inútil, tiene una importante función

A nuestro apéndice se le venía a ver como una especie de residuo histórico, un vestigio de otro tiempo, como las dolorosas muelas del juicio o el coxis. Un maldito órgano inútil que la evolución humana no había terminado de eliminar de nuestro cuerpo. Nuestra única preocupación era que esa pequeña cosa pegada al intestino grueso no se rompiera provocándonos una inoportuna emergencia médica.

Pues bien, eso acaba de cambiar. Investigadores de la Midwestern University (EEUU) han sorprendido revelando que, en realidad, nuestro apéndice tiene un sentido, desempeña una función biológica. Han descubierto, en resumen, la razón de que todavía exista.

Aunque se catalogaba como vestigial, la comunidad científica llevaba tiempo especulando con que el apéndice pudiera ser un refugio para las bacterias intestinales “buenas”, encargadas de evitar que se propaguen infecciones. Esta idea, que solo era una hipótesis, la han conseguido confirmar los autores del estudio.

Analizando datos sobre su presencia o ausencia en 533 especies de mamíferos en los últimos 11.244 millones de años, encontraron que en los linajes en los que había aparecido era poco frecuente su desapariciónEs más, el pequeño órgano había evolucionado a mejor en al menos 29 ocasiones frente a solo 11 veces en las que había desaparecido.

“Esto sugiere que el apéndice probablemente sirve a un propósito adaptativo”, apuntaron los investigadores.

Su presencia jugaría un importante papel en el sistema inmunológico ejerciendo de apoyo para nuestras defensas. Ya se había observado que la probabilidad de sufrir colitis —una infección intestinal que produce diarrea, fiebre, vómitos y un molesto dolor abdominal— era cuatro veces mayor entre aquellos a los que se les había extirpado el apéndice que entre los que lo tenían.

“Nuestra investigación apoya la hipótesis inmune de la evolución del apéndice”, afirmaron.

Los investigadores, cuyo estudio no es concluyente hasta que otra investigación lo respalde, se enfrentan ahora al desafío de averiguar por qué las personas a las que se les ha retirado el apéndice no sufren efectos adversos a largo plazo. A pesar de que todavía no existe una respuesta firme, se sugiere que otros tejidos y órganos del cuerpo podrían —ante la extirpación— comenzar a aumentar la producción de células inmunológicas para compensar la pérdida . E n cualquier caso, parece que deberíamos plantearnos dejar de odiar al que creíamos un órgano completamente inútil.