Un purificador de 7 metros se traga la contaminación de Pekín

07124716_xl.jpg?w=604

​Un purificador de 7 metros se traga la contaminación de Pekín

Un artista holandés expone en Pekín, la capital china, una torre de siete metros de altura que aspira las partículas contaminantes del exterior.

El invierno llega a Pekín y, con él, la peor época del año en lo que a calidad del aire se refiere. A las mascarillas y los purificadores de aire domésticos se le suma ahora la propuesta del artista y diseñador holandés Daan Roosegaarde, cuyo equipo ha creado una torre de más de siete metros de altura que aspira las partículas contaminantes del exterior y libera un aire un 75 % más limpio a su alrededor. Se trata, afirman sus impulsores, del purificador más grande del mundo.

El aparato se instaló a principios de octubre en una de las plazas del distrito de arte 798 de la capital china y succiona unos 30.000 metros cúbicos de aire cada hora. Atrapa gran parte de las partículas contaminantes, incluidas las más pequeñas y dañinas para la salud, y solamente consume 1170 vatios de energía, mucho menos que los purificadores que los ciudadanos tienen en sus casas.

Visité Pekín hace tres años y desde la habitación del hotel, que estaba en la planta 32, no podía ver la calle. La imagen me entristeció muchísimo y decidí que había que hacer algo para acelerar el proceso de lucha contra la contaminación”, explicó Roosegaarde al diario español El País.

“Visité Pekín hace tres años y desde la habitación del hotel, que estaba en la planta 32, no podía ver la calle. La imagen me entristeció muchísimo y decidí que había que hacer algo para acelerar el proceso de lucha contra la contaminación del aire”, explicó Roosegaarde al diario español El País, en una entrevista publicada el jueves.

Un purificador de 7 metros se traga la contaminación de Pekín

La torre, cuyo diseño está inspirado en el de una pagoda, no tiene filtros y funciona mediante ionización positiva: un sistema de ventilación en la parte superior aspira el aire, lo almacena en una cámara donde se cargan las partículas para que se peguen en los depósitos, liberando después el aire limpio por debajo. Los residuos, una vez comprimidos a alta presión, se convierten en joyas.

“En vez de tener este polvo desagradable en los pulmones, lo puedes tener en un precioso anillo. Y además estás regalando 1000 metros cúbicos de aire limpio a la ciudad”, dijo el artista.