Estamos en al año 1722, la teoría del falso pasado y el tiempo fantasma

Estamos en al año 1722, la teoría del falso pasado y el tiempo fantasma

 


Hay quienes creen que la cultura de la conspiración es una característica infantil de Internet. Otros lo ven como una forma de antisistema, o incluso de rebelión. Pero, en verdad, es que la cultura de la conspiración es una parte muy real de la sociedad humana. Y todo el mundo participa… todo el mundo, desde el nacimiento de la sociedad humana. Puede que no todos asumamos el papel de teórico de la conspiración, pero todos hemos oído hablar y leído muchas de las teorías que circulan hoy en día, y todos tenemos una opinión personal.

El apodo de “teórico de la conspiración” trae consigo un cierto estigma, pero en verdad, todos y cada uno de nosotros merece ese título de alguna u otra manera. Por supuesto, algunas teorías son un poco más complejas que otras. Una cosa es dudar de la versión oficial del asesinato de Kennedy, y otra cosa distinta es cuestionar los conocimientos académicos de los reinos de la física, la biología, o la mismísima historia. Hay toda una comunidad conspirativa que se centra en lo que se conoce comúnmente como “historia alternativa de la humanidad”.

Esta historia alternativa engloba muchos temas, desde los antiguos astronautas, la Atlántida, la historia bíblica, la ciencia planetaria o ciertas épocas. Son muchos los teóricos de la conspiración que creen que hay momentos de nuestro pasado que ocurrieron de manera diferente a como nos la han explicado, o simplemente no ocurrió. Y es aquí donde empieza esta teoría de la conspiración. Para aquellos que vivieron durante los años de 614 a 911 d.C., un período de 297 años, nunca ocurrió. Esto se debe, a que según los historiadores alemanes Heribert Illig y Hans-Ulrich Niemitz, este periodo de tiempo nunca existió.

Un poco de historia (¿manipulada?)

Vamos a empezar por el principio … el principio del tiempo que conocemos o que nos han enseñado. Se cree que el calendario más antiguo del mundo data del año 10.000 a.C., según la Comisión Real de Monumentos Antiguos e Históricos de Escocia. El uso de las fases lunares, los cazadores y recolectores desarrolló un calendario rudimentario en los campos de Escocia para realizar un seguimiento de los meses lunares y los cambios de estación. A medida que las civilizaciones del mundo fueron evolucionando, cada uno de ellos desarrollaron sus propios calendarios individuales a base de fases lunares y temporadas de cosecha. El calendario babilónico comenzaba con un nuevo mes, cuando una luna creciente aparecía por primera vez bajo el horizonte en el cielo occidental. El calendario maya, muy estudiado y considerado uno de los más complejos, disponía de tres diferentes cuentas de tiempo que transcurren simultáneamente: el Cholq´ij (sagrado) de 13 meses con 20 días cada uno, haciendo un total de 260 días; el Haab (civil) de 365 días; y la Cuenta Larga. El calendario maya es cíclico, cada 52 años significaba un nuevo comienzo.

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Pero a medida que el Imperio Romano florecía en los últimos siglos antes de Cristo, trajeron su propio calendario que imponían a todos sus enemigos vencidos. Con la ayuda de Sosígenes, un renombrado astrónomo de Alejandría, Julio César contribuyó al desarrollo de un nuevo calendario en el año 46 a.C., basado en el calendario romano. El calendario juliano, sucesor del calendario romano y antecesor del calendario gregoriano, se basaba en 365 días al año (con un día bisiesto cada cuatro años), dividido en doce meses.

A partir del 1 de enero de año 45 a.C., el calendario juliano fue el calendario predominante en gran parte del mundo durante los próximos 1600 años, hasta que el papa Gregorio XIII instituyó el calendario gregoriano en 1582. Había tres razones para hacer esto (además de poder e influencia): hacer coincidir la celebración de la Pascua con el equinoccio de primavera; para borrar el error de los diez días acumulado durante los últimos 1600 años debido a cada año en el calendario juliano, que tenía 11 minutos y 14 segundos más que el año real; y para cambiar el año bisiesto de cada cuatro años cada 400 años (cada 4.124 años) a fin de que la acumulación de días no volviera a ocurrir. Las revisiones del papa Gregorio y el calendario gregoriano se encuentra todavía hoy en día en uso.

Una de las más grandes teorías de la conspiración

El historiador alemán Heribert Illig publicó por primera vez en 1991 que sobran 297 años en la línea temporal, por lo que no vivimos en el año 2016, más bien vivimos en el año 1719. Estos años que faltan son un simple accidente, una mala interpretación de documentos o una manipulación deliberada. Según Heribert, “el tiempo que falta” podría ser explicado debido al intercambio de los calendarios con el paso de los siglos que dieron lugar a errores de cálculo y errores humanos. Incluso después de siglos, el tiempo faltante sólo debería haber ascendido a días o meses, no a 297 años. De hecho, un simple cálculo revela que el papa Gregorio cometió un error, se acumularon trece semanas y no diez días en el calendario juliano. Esto fue claramente un error humano, pero ahora la pregunta sigue siendo, ¿y dónde se fue todo ese tiempo?

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Por su parte, Hans-Ulrich Niemitz, colega de Heribert, dijo que había varias pruebas que demostraban que desde el año 614 al 917 d.C. nunca ocurrió. La Catedral de Aquisgrán en Alemania, supuestamente construida en el año 800 d.C., tenía ciertas similitudes con la arquitectura de otras catedrales construidas 200 años después. Durante este período de tiempo, el Imperio bizantino se sometió a una reforma masiva del gobierno, sin embargo, no existen fuentes históricas de la supuesta reforma en este periodo.

Neimitz también utiliza la falta de documentación de la amplia expansión de la religión del islam por toda Persia y Europa, y la inactividad del pueblo judío durante una época de gran agitación como evidencia. Mediante la conexión de todos los puntos, Niemitz explicó que se hace evidente que 297 años no se encuentra en las historias de muchas culturas y diferentes civilizaciones. Al final de su investigación, Niemitz se hizo la siguiente pregunta: ¿Quién, cuándo, cómo y porqué 300 años de historia fue manipulada?

Pues la respuesta a esta pregunta la podemos encontrar en el emperador Otón III y su deseo de asegurarse de que su reinado ocurrió en el año 1000 para mostrar que entendía el “milenarismo cristiano”. Con el fin de hacer esto, tuvo que manipular los años para llenar el tiempo que faltaba, por lo que inventó a Carlomagno, que supuestamente vivió del año 742 al 814 d.C.

Niemitz también planteó la hipótesis, con la ayuda del famoso teólogo Peter Schreiner, que el emperador Constantino VII reescribió toda la historia bizantina y dijo a sus transcriptores que destruyeran los escritos originales. Por desgracia, y aún con todas estas evidencias, la mayoría de historiadores se niegan (o no quieren) creer en la teoría del tiempo fantasma, y para ellos todas las evidencias presentadas por Neimitz y Heribert son circunstanciales.

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Además, que, si realmente nunca ocurrieron estos 297 años, entonces habría significado que muchas figuras históricas como Carlomagno, nunca existieron y habría requerido reescribir la historia de la humanidad. Por ejemplo, la dinastía Tang, que supuestamente gobernó China desde el 618 al 907 d.C., también se encontraría en la línea de tiempo fantasma.

Todos estos datos históricos parecen demostrar que no estamos en el 2019, más bien vivimos en el año 1722. Y parece ser que los historiadores son conscientes de esto, pero no quieren revelar la verdad. Además, la conspiración va mucho más allá de lo que podemos comprender ya que si por alguna razón esta teoría fuera cierta, a saber, que más datos históricos han sido manipulados. Por lo que todo parecen indicar que la historia de la humanidad, o gran parte de ella, no tiene nada que ver con la que explican en las escuelas o universidades.