Increíble fósil nos permite conocer por primera vez la pigmentación de los dinosaurios

Fósiles

La Tierra es vieja. Inmensamente vieja. Y antes de nosotros la han ocupado miles de millones de criaturas, si no un número aún más alto.

Afortunadamente para nosotros, los huesos de los animales, en las circunstancias adecuadas, se hacen uno sólo con la roca, se vuelven eternos, inmutables. A este proceso se le conoce como fosilización y nos ha brindado toda la información del pasado que podríamos imaginar.

Lamentablemente, los tejidos blandos (como la piel, los músculos o los intestinos) se degrada aceleradamente y sólo en condiciones muy, muy particulares llega a conservarse. Así, por ejemplo, no sabemos a ciencia cierta el tamaño de Megalodón (el tiburón más grande de la Historia) porque no tenemos ni un esqueleto: los huesos de los tiburones están hechos de cartílago (tejido blando) y ninguno se ha conservado hasta la actualidad. Las estimaciones (que van de 12 a 25 metros) se hacen con base en sus dientes.

El fósil en el que se basaron para la reconstrucción

Psittacosaurus

Pero resulta que, en un golpe único de suerte, un grupo de paleontólogos del Museo de Historia Natural de Frankfurt encontró un dinosaurio que mantuvo prácticamente toda su estructura, desde los huesos hasta la piel. El Dr. Jacob Vinther, de la Universidad de Bristol, determinó que la piel tenía restos de la melanina que otrora tuviese el dinosaurio en suficiente cantidad para determinar cómo se vio cuando estaba vivo.

Así, este fósil de Psittacosaurus se convirtió en el primer dinosaurio del que no sólo conocemos el esqueleto, sino la piel y los colores.  Su reconstrucción, muy completa, podría perfectamente ser la reconstrucción más detallada de cualquier animal de más de un millón de años de antigüedad.

Dentro de las cosas que se hicieron evidentes en la investigación está el hecho de que el animal, como muchas especies en la actualidad, tenía un tono más oscuro en la parte superior del cuerpo que le ayudaba a esconderse en la sombra. Con base en esta información, los investigadores concluyeron que su hábitat era seguramente el de un entorno boscoso o con arbustos espesos.

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