Ares

En la Ilíada, Homero retrata al dios Ares como un dios que no respeta el orden correcto que debe residir en todas las cosas, no le debe fidelidad a nada ni a nadie. Ares le hizo una promesa a Atenea y a Hera de que lucharía al lado de los aqueos, pero después, arrastrado por la pasión desenfrenada, se pasa al bando contrario, el de los troyanos, cuando Afrodita se lo pide.

Diomedes fue el héroe favorito y protegido de Atenea. Eneas, hijo de Afrodita estuvo a punto de morir a manos de Diomedes, y entonces, su madre, la diosa Afrodita se incorporó al campo de batalla y tomándolo entre sus brazos intentó salvarlo y llevárselo con ella.

” Luego, el héroe, volviéndose a su carro, tomó las riendas, y arrastrado por sus caballos de cascos macizos, siguió al Tidida. Y éste perseguía a Afrodita con ardor, blandiendo el bronce mortífero, pues sabía que se trataba de una diosa débil y no era de las divinidades que toman parte en las luchas de los guerreros, como Atenea y como Enío, la destructora de ciudadelas. Y acosándola por entre la refriega tumultuosa, el hijo de Tideo dio un salto, y con su pica aguda alcanzó a la deidad, en una de sus manos delicadas. El bronce se clavó enseguida en la piel divina, y agujereó el peplo que las propias Gracias habían tejido. La sangre inmortal de la diosa corrió sutil y extraordinaria, pues los dioses dichosos, como no comen pan ni beben nuestro ardiente vino, no tienen una sangre semejante a la nuestra, ya que por algo son y se les llama dioses Inmortales.Afrodita lanzó un grito de espanto, dejando caer a su hijo; pero Febo Apolo alzoles del suelo por sí mismo y le ocultó con una nube negra para que ninguno de los conductores de carros dánaos sepultara en su pecho el bronce y le arrancase el alma.”.

Afrodita pidió ayuda a Ares, que le prestó los caballos con penachos de oro para subir al Olimpo y habló así el padre de los dioses a Afrodita: ” Hija mía, no es a ti a quien incumben los trabajos de la guerra sino al impetuoso Ares y a Atenea. No pienses, pues, mas que en las dulces alegrías de las bodas”.

” Entonces, el rey Febo Apolo dijo al impetuoso Ares: !Ares, Ares, sangriento azote de los hombres, que derribas las murallas ¿ por qué no ahuyentas de la refriega al Tidida, ese guerrero que ahora sería capaz de combatir hasta con el propio Padre Zeus? Primero hirió a Afrodita en una mano y luego se atrevió conmigo, como si él fuese un dios”. Entonces, el cruel Ares se mezcló entre los troyanos e impulsoles a combatir, tomando para ello la forma mortal. ” El furioso Ares, envuelto en una nube, iba de un lado a otro excitando a los troyanos. Obedecía así ordenes de Febo Apolo, el que empuña áurea espada, y cuyas órdenes le dió éste cuando advirtió que partía Atenea, la protectora de los dánaos”.

” Cuando Diomedes, animoso en el combate se dio cuenta de la presencia de Ares, se estremeció de horror”.

Entonces aconseja a los suyos que retrocedan ante los troyanos, ya que no deben luchar contra los dioses.

” Atenea, hija de Zeus, portador de la Égida. dejó caer al suelo de la morada paterna el peplo sutil de variado adorno que sus manos habían hecho y concluido. Y vistió la coraza de Zeus que amontona las nubes y se equipó con las armas para el lamentable combate, echándose a los hombros la horrible Égida de largas franjas que la Fuga festoneaba, y en la cual aparecían la Discordia, la Fuerza y la espantable Persecución, así como la cabeza terrible, medrosa y divina del monstruo Gorgona”.

Preparada para la batalla, montada en un carro espléndido, Hera fustigó con el látigo a los poderosos caballos y le dijo a Zeus “¿ No piensas reprimir las crueles violencias de Ares?” Zeus le contestó: “Ve y levanta contra él a la devastadora Atenea, que está acostumbrada a imponer enérgicos castigos”.

Atenea localiza en la batalla a su héroe preferido, Diomedes, y le dice que no tema a Ares ni a ninguno de los Inmortales,” pues sigo siendo para ti tu protectora”.” Ven y dirige contra Ares tus caballos de cascos macizos, hiérele y no respetes a ese furioso dios voluble e insensato que hubo una vez de prometernos a mí y a Hera que combatiría a los troyanos y socorrería a los argivos, y al presente se inclina a favor de los troyanos y olvida las promesas”.

Y así fue como quedó muy herido el dios Ares, por una pica que desgarró su hermosa piel. Diomedes lanzó una lanza que Atenea dirigió hacia el bajo vientre y luego la arrancó. ” El feroz Ares prorrumpió en un grito tan fuerte como el clamor de diez mil guerreros en refriega”. Entonces, entre nubes, ascendió y se retiró al ancho cielo.

En la Ilíada, Homero retrata al dios Ares como un dios que no respeta el orden correcto que debe residir en todas las cosas, no le debe fidelidad a nada ni a nadie. Ares le hizo una promesa a Atenea y a Hera de que lucharía al lado de los aqueos, pero después, arrastrado por la pasión desenfrenada, se pasa al bando contrario, el de los troyanos, cuando Afrodita se lo pide.

Diomedes fue el héroe favorito y protegido de Atenea. Eneas, hijo de Afrodita estuvo a punto de morir a manos de Diomedes, y entonces, su madre, la diosa Afrodita se incorporó al campo de batalla y tomándolo entre sus brazos intentó salvarlo y llevárselo con ella.

” Luego, el héroe, volviéndose a su carro, tomó las riendas, y arrastrado por sus caballos de cascos macizos, siguió al Tidida. Y éste perseguía a Afrodita con ardor, blandiendo el bronce mortífero, pues sabía que se trataba de una diosa débil y no era de las divinidades que toman parte en las luchas de los guerreros, como Atenea y como Enío, la destructora de ciudadelas. Y acosándola por entre la refriega tumultuosa, el hijo de Tideo dio un salto, y con su pica aguda alcanzó a la deidad, en una de sus manos delicadas. El bronce se clavó enseguida en la piel divina, y agujereó el peplo que las propias Gracias habían tejido. La sangre inmortal de la diosa corrió sutil y extraordinaria, pues los dioses dichosos, como no comen pan ni beben nuestro ardiente vino, no tienen una sangre semejante a la nuestra, ya que por algo son y se les llama dioses Inmortales.Afrodita lanzó un grito de espanto, dejando caer a su hijo; pero Febo Apolo alzoles del suelo por sí mismo y le ocultó con una nube negra para que ninguno de los conductores de carros dánaos sepultara en su pecho el bronce y le arrancase el alma.”.

Afrodita pidió ayuda a Ares, que le prestó los caballos con penachos de oro para subir al Olimpo y habló así el padre de los dioses a Afrodita: ” Hija mía, no es a ti a quien incumben los trabajos de la guerra sino al impetuoso Ares y a Atenea. No pienses, pues, mas que en las dulces alegrías de las bodas”.

” Entonces, el rey Febo Apolo dijo al impetuoso Ares: !Ares, Ares, sangriento azote de los hombres, que derribas las murallas ¿ por qué no ahuyentas de la refriega al Tidida, ese guerrero que ahora sería capaz de combatir hasta con el propio Padre Zeus? Primero hirió a Afrodita en una mano y luego se atrevió conmigo, como si él fuese un dios”. Entonces, el cruel Ares se mezcló entre los troyanos e impulsoles a combatir, tomando para ello la forma mortal. ” El furioso Ares, envuelto en una nube, iba de un lado a otro excitando a los troyanos. Obedecía así ordenes de Febo Apolo, el que empuña áurea espada, y cuyas órdenes le dió éste cuando advirtió que partía Atenea, la protectora de los dánaos”.

” Cuando Diomedes, animoso en el combate se dio cuenta de la presencia de Ares, se estremeció de horror”.

Entonces aconseja a los suyos que retrocedan ante los troyanos, ya que no deben luchar contra los dioses.

” Atenea, hija de Zeus, portador de la Égida. dejó caer al suelo de la morada paterna el peplo sutil de variado adorno que sus manos habían hecho y concluido. Y vistió la coraza de Zeus que amontona las nubes y se equipó con las armas para el lamentable combate, echándose a los hombros la horrible Égida de largas franjas que la Fuga festoneaba, y en la cual aparecían la Discordia, la Fuerza y la espantable Persecución, así como la cabeza terrible, medrosa y divina del monstruo Gorgona”.

Preparada para la batalla, montada en un carro espléndido, Hera fustigó con el látigo a los poderosos caballos y le dijo a Zeus “¿ No piensas reprimir las crueles violencias de Ares?” Zeus le contestó: “Ve y levanta contra él a la devastadora Atenea, que está acostumbrada a imponer enérgicos castigos”.

Atenea localiza en la batalla a su héroe preferido, Diomedes, y le dice que no tema a Ares ni a ninguno de los Inmortales,” pues sigo siendo para ti tu protectora”.” Ven y dirige contra Ares tus caballos de cascos macizos, hiérele y no respetes a ese furioso dios voluble e insensato que hubo una vez de prometernos a mí y a Hera que combatiría a los troyanos y socorrería a los argivos, y al presente se inclina a favor de los troyanos y olvida las promesas”.

Y así fue como quedó muy herido el dios Ares, por una pica que desgarró su hermosa piel. Diomedes lanzó una lanza que Atenea dirigió hacia el bajo vientre y luego la arrancó. ” El feroz Ares prorrumpió en un grito tan fuerte como el clamor de diez mil guerreros en refriega”. Entonces, entre nubes, ascendió y se retiró al ancho cielo.