El reino perdido del preste juan

No son pocos los relatos que describen ciudades utópicas o paraísos terrenales que se han venido narrando a lo largo de la historia.
Leyendas como la de la ciudad del Dorado, el continente de la Atlántida, la tierra de Lemúria o el Reino de Agartha.
En la Europa medieval tuvo gran popularidad la leyenda sobre las maravillosas tierras que se encontraban bajo los dominios del Preste Juan, de quien se decía era descendiente de los Reyes Magos de Oriente y que, siempre al servicio del cristianismo, gobernaba su reino de manera gentil y sabia. Era ‘’Rex et sacerdos’’, Rey y sacerdote.
Con las precarias condiciones de vida que se daban en la Europa del siglo XII y encontrándose a la fe cristiana en la guerra de las cruzadas, no es de extrañar que los relatos acerca del magnífico reino del Preste Juan tuvieran una fuerte acogida y que un gran número de aventureros partieran en busca de esas fantásticas tierras de las que habían oído hablar aunque nunca fueran encontradas.
El reino perdido del preste juan

¿Quién era en realidad este enigmático personaje tan popular?
En 1165 comenzaron a circular por todo el continente europeo copias de las cartas atribuidas al sacerdote regente que se tradujeron a varios idiomas y que estaban dirigidas al Papa Eugenio III, al gobernador de Bizancio Manuel I Comreus y al Emperador del Sacro Imperio Germánico Federico Barbarroja.
Una de estas misivas, la destinada al emperador bizantino, comienza del siguiente modo:
‘’El Preste Juan, por virtud y la gracia de Cristo Jesús, rey de todos los reyes cristianos y Señor de todos los hombres de la Tierra, salud y gran amor envía al muy gentil Emperador, defensor de Constantinopla. Sabed que le desea salud para que prevalezca y conquiste grandes riquezas (…) Soy Señor de los Señores y supero en toda suerte de riquezas a las que hay bajo el cielo, así como en virtud y en poder a todos los reyes del universo mundo. Setenta y dos reyes son tributarios nuestros. Cristiano devoto soy y a los cristianos pobres que, en cualquier parte de hallan bajo el imperio de Nuestra Clemencia, los protejo’’.
¿Quién era este misterioso personaje con tales pretensiones? Gobernante de una nación aislada del que algunos cronistas afirman que pudo vivir más de 500 años gozando del don de la larga vida otorgado a las más importantes figuras del antiguo testamento.
En sus cartas, el admirado sacerdote, invitaba a tan magnos dignatarios a que visitaran sus dominios, indicaba su deseo de conquistar Jerusalén, describía sus tierras y detallaba la vasta variedad de frutos que producían, afirmaba poseer como reliquia cristiana, el cuerpo momificado de Santo Tomás todavía capaz de realizar milagros y presentaba sus exuberantes palacios así como los diferentes seres sobrenaturales que habitaban el reino.
El reino perdido del preste juanEjército cristiano en las cruzadas por la Tierra Santa
En estas tierras paradisíacas no existía la pobreza ni el hambre, gozaban de una abundancia exagerada en cuanto a oro y piedras preciosas. Encontramos ríos edénicos de miel y leche, desiertos y grandes bosques habitados por todo tipo de míticas criaturas y otras razas de seres. Se describían indomables monstruos devoradores de hombres y otras bestias fieles a su gobernante como centauros o unicornios. No faltaban en este casi enciclopédico bestiario medieval, los gigantes, los cíclopes o el ave fénix. También se hacía mención a las amazonas y a diferentes razas de criaturas semihumanas.
Describía sus portentosos palacios con suelos de cristal, columnas de oro y techos recubiertos por un sinfín de piedras preciosas cuyo fulgor era tal que no hubieran tenido la necesidad de emplazar vanos en los muros que abrieran la entrada de luz al interior. Uno de estos palacios, decía, albergaba un maravilloso artefacto descrito como un espejo de grandes dimensiones que mostraba todo lo que acontecía en su reino.
El digno Preste, se afirmaba también poseedor dela fuente de la eterna juventud de la que podían gozar todos sus súbditos y manifestaba estar convencido de la existencia de un vínculo entre el oro y la longevidad, tan presente en los textos alquímicos.
Sus enigmáticas cartas, estaban plagadas de referencias alquímicas y mensajes crípticos. Simbología y numerología que se hacía patente en la gran cantidad de detalles numéricos que refería: descripciones de sus ejércitos, número de soldados, cantidad de armamentos, devenir de las batallas acontecidas, etc.
Toda Europa trataba de encontar el mágico reino
Se buscaba por todas partes el magnífico país y se intentaba dar con su misterioso gobernante pero no existen registros de que nadie hubiera sido capaz de dar con sus lindes.
En un principio se pensó que se localizaba en la India para, más tarde, pasar a creerse que se situaba en algún punto de Asia central. Los portugueses, por su parte, creyeron haberlo encontrado en Etiopía. Se intentó representar el mágico reino en varios mapas hasta que, por la imposibilidad de conseguirlo, comenzó a pensarse que podía hallarse bajo tierra.
Paraíso terrenal que revolucionó a toda Europa entre los siglos XII y XVII tal vez la descripción de un mundo intraterreno o tal vez la reminiscencia del jardín del Edén en el inconsciente colectivo.
Parece muy probable que la difusión de estas maravillosas cartas obedeciera a fines propagandísticos cristianos que, al modificar algunos antiguos mitos paganos y cristianizándolos (práctica común) se pretendiera, por ejemplo, ganar el apoyo popular en las ya emprendidas cruzadas por la Tierra Santa o quién sabe para qué otras posibles intenciones.
El reino perdido del preste juanRepresentación griega de una ciudad subterránea
Puede que el relato original albergara algo de verdad o que en realidad, todo fuera una fabulación que escondía, de manera críptica, unmensaje secreto con algún enigmático propósito.
No sabemos si tan fabuloso protagonista existió realmente pero su figura se identificó con la de Juan el Apóstol ya que muchos piensan que nunca murió a causa de lo retado en Juan 21: 21,23 refiriéndose al mismo Juan:
‘’Cuando Pedro le vio, dijo a Jesús: Señor, ¿y qué de este?
Jesús le dijo: Si quiero que él quede hasta que yo venga, ¿qué a ti? Sígueme tú.
Este dicho se extendió entonces entre los hermanos, que aquel discípulo no moriría, sino:
Si quiero que él quede hasta que yo venga, ¿qué a ti?