Jesucristo ¿El niño asesino? Evangelios apócrifos

Jesucristo ¿El niño asesino? Evangelios apócrifos

“San José con el niño Jesucristo”, Guido Reni.

Continuando con la serie sobre los evangelios apócrifos, veamos una muy particular historia de la infancia de Jesucristo relatada en “El evangelio de la infancia según Tomás”. Este evangelio apócrifo, escrito entre el 140 y el 170 d.C., es atribuido a Tomás “el israelita” y no a Tomás el discípulo de Jesús, supuesto autor de otro evangelio apócrifo llamado “El evangelio de Tomás”.

Este evangelio es uno de los raros escritos de los primeros siglos del cristianismo que nos cuenta la infancia de Jesucristo, sobre la que casi nada se sabe, hasta la discusión que sostuvo con los doctores judíos en el templo de Jerusalén cuando tenía alrededor de doce años. El episodio de la discusión en el templo, es el único elemento en común que tiene este evangelio apócrifo con los canónicos.

Sobre el contenido de este apócrifo podemos decir que nos presenta a un Jesucristo “muy humanizado”, capaz de maldecir, odiar y hasta matar en uno de sus frecuentes arrebatos de ira. Por otro lado, nos muestra también a un niño Jesucristo piadoso y erudito, capaz de resucitar personas, muchos años antes de ser bautizado y de iniciar su ministerio público.

Jesucristo “el niño asesino”

Lo que más llama la atención en este evangelio es el instinto asesino innato del pequeño Jesucristo. Aunque el evangelio trate de justificar los asesinatos del niño como consecuencia del proceso de descubrimiento de sus súper poderes, la ira asesina que lo embarga a cada momento no es comprensible. Menos aún, en un supuesto enviado de Dios que viene a la tierra a predicar la paz y el amor.

El evangelio de la infancia según Tomás III,1-3, “Y el hijo de Anás el escriba se encontraba allí, y, con una rama de sauce, dispersaba las aguas que Jesús había reunido. Y Jesús, viendo lo que ocurría, se encolerizó, y le dijo: Insensato, injusto e impío, ¿qué mal te han hecho estas fosas y estas aguas? He aquí que ahora te secarás como un árbol, y no tendrás ni raíz, ni hojas, ni fruto. E inmediatamente aquel niño se secó por entero.”

Jesucristo ¿El niño asesino? Evangelios apócrifos

“La sagrada familia del pajarito”. Bartolomé Esteban Murillo.

Peor aún, la cólera del niño Jesucristo no perdona ni a un pobre niño distraído que tuvo la mala suerte de chocarse con él.

El evangelio de la infancia según Tomás IV, 1, “Otra vez, Jesús atravesaba la aldea, y un niño que corría, chocó en su espalda. Y Jesús, irritado, exclamó: No continuarás tu camino. Y, acto seguido, el niño cayó muerto.”

Luego de esto, y como si se tratara de una secuela de la película Frankenstein, los miembros de la comunidad indignados fueron a reclamar a José por el monstruo que tenía por hijo.

El evangelio de la infancia según Tomás IV, 2, “Y los padres del niño muerto fueron a encontrar a José, y se le quejaron, diciendo: Con semejante hijo no puedes habitar con nosotros en la aldea, donde debes enseñarle a bendecir, y no a maldecir, porque mata a nuestros hijos.”

Recapitulemos, el infante Jesucristo no tendría ni siquiera ocho años y ya había asesinado a dos personas, uno se quedo seco y el otro cayo muerto. Ante tal barbarie, a José no le quedó otra salida que reprender a su hijo, sin imaginar que esto traería nefastas consecuencias a todo el vecindario.

El evangelio de la infancia según Tomás V, 1, “Y José tomó a su hijo aparte, y lo reprendió, diciendo: ¿Por qué obras así? Estas gentes sufren, y nos odian, y nos persiguen. Y Jesús respondió: Sé que las palabras que pronuncias no son tuyas. Sin embargo, me callaré a causa de ti. Pero ellos sufrirán su castigo. Y, sin demora, los que lo acusaban, quedaron ciegos.”

Jesucristo había perdonado la vida a su padre pero dejó ciegos a todos los que delataron su crimen. El pequeño hijo de José estaba en camino de convertirse en el asesino en serie más grande de la historia.

Jesucristo ¿El niño asesino? Evangelios apócrifos

La infancia de Jesucristo, Gerrit Van Honthorst.

Jesucristo, el terror de los maestros

Siempre nos ha sorprendido la vasta cultura de la que hacía alarde Jesús, a pesar de que ningún evangelio canónico nos dice dónde y con quién estudió, ni tampoco si fue un alumno aplicado, distraído, travieso o brillante. Sólo sabemos que procedía de una familia de origen humilde que no tenía acceso a la educación. A continuación, seguiremos con el relato del niño asesino, pero ahora ensañándose con sus maestros.

El evangelio de la infancia según Tomás VII, 1-2, “Y, cuando Zaqueo, el maestro de escuela, oyó al niño exponer las alegorías tan numerosas y tan grandes de la primera letra, quedó perplejo ante tal respuesta y ante tal enseñanza, y dijo a los asistentes: ¡Desventurado de mí, a qué extremo me veo reducido! Me he cubierto de vergüenza, al traer a mi escuela a este muchacho. Así, pues, hermano José, te ruego que lo lleves contigo, porque no puedo soportar la severidad de su mirada, ni penetrar el sentido de su palabra en modo alguno. Este niño no ha nacido en la tierra, es capaz de domar el fuego mismo, y quizá ha sido engendrado antes de la creación del mundo. ¿Qué vientre lo ha llevado? ¿Qué pecho lo ha nutrido? Lo ignoro. ¡Ay, amigo mío, tu hijo me pone fuera de mí, y no puedo seguir su pensamiento!”

El niño llevó a su primer maestro a la locura al humillarlo abiertamente frente a sus discípulos, a quienes terminó maldiciendo.

El evangelio de la infancia según Tomás VIII, 1,  “Y, mientras los judíos daban consejos a Zaqueo, el niño rompió a reír, y dijo: Ahora que tu aventura produce sus frutos, y que los ciegos de corazón ven, he aquí que yo vengo de lo alto para maldecirlos, y para llamarlos a lo alto, como me lo ordenó el que me ha enviado a causa de vosotros.”

Si Zaqueo, el primer maestro quedó medio loco, al segundo maestro le fue peor aún.

El evangelio de la infancia según Tomás XIV, 1-2, “Viendo José que el niño crecía en edad y en inteligencia, y no queriendo que permaneciese iletrado, lo llevó a un segundo maestro. Y este maestro dijo a José: Le enseñaré primero las letras griegas, y luego las hebraicas. Porque el maestro conocía la inteligencia del niño. Sin embargo, después de haber escrito el alfabeto, se ocupó largamente de él, y Jesús no le respondió, hasta que le advirtió:
2. Si eres verdaderamente un maestro, y conoces bien el alfabeto, dime primero el valor de Alpha y yo te diré luego el de Beta. Pero el maestro, irritado, le pegó en la cabeza. Y el niño, en su dolor, lo maldijo, y aquél cayó exánime, con la faz contra tierra.”

Jesucristo ¿El niño asesino? Evangelios apócrifos

“El buen pastor”, Bartolomé Esteban Murillo. En el cuadro se representa al niño Jesucristo como el buen pastor.

Con su tercer maestro la relación fue diferente, al menos lo dejo sano y con vida. Como bien le advirtió José al maestro, había que tener valor para enseñarle al niño Jesús.

El evangelio de la infancia según Tomás XV, 1, “Y, algún tiempo después, otro maestro que era pariente y amigo de José, le dijo: Tráeme al niño a la escuela, que quizá podré por la dulzura enseñarle las letras. Y José le contestó: Si tienes valor, hermano, llévalo contigo. Y lo llevó con temor y repugnancia, y el niño iba con placer.”

Aquí podemos preguntarnos: ¿es esta una muestra de sadismo de la parte del niño Jesús? ¿se regodea ante el temor de sus semejantes? ¿imagina acaso su próxima maldad contra su nuevo profesor?

Lo cierto es que el terrible Jesusito aceptó a su nuevo maestro y ese primer día de clases fue un alumno modelo que demostró brillantez y disciplina. Cuando su padre se enteró de esto se imaginó lo peor y pensó que el niño había vuelto a atacar.

El evangelio de la infancia según Tomás XV, 3-4, “Al oír esto, José, espantado, fue a la escuela, temiendo por la salud del profesor. Y el maestro dijo a José: Sabe, hermano, que yo he tomado al niño por discípulo, pero está lleno de sabiduría y de gracia. Condúcelo, yo te lo ruego, a tu domicilio. Y, cuando el niño hubo oído estas palabras, sonrió. y le dijo: Puesto que has hablado bien, y has dado un buen testimonio, sea por tu causa curado quien fue herido.”

Las primeras resurrecciones

El milagro último que fundamenta la fe en el cristianismo es la resurrección, la derrota de la muerte, tal y como lo hizo el propio Jesucristo después de ser crucificado. El resucitado más célebre de la historia es Lázaro, sin embargo, no fue el primero ni el más espectacular. En este evangelio, Jesús había hecho de la resurrección su milagro favorito desde niño.

El evangelio de la infancia según Tomás IX, 1-3, “Algunos días después, Jesús jugaba en una terraza, sobre lo alto de una casa, y uno de los niños que jugaba con él, cayó de la terraza, y murió. Y, Viendo esto, los demás niños huyeron, y Jesús quedó solo. Y, habiendo llegado los padres del niño muerto, acusaron a Jesús de haberlo hecho caer. (Jesús les dijo: Yo no hice tal.) Y lanzaron invectivas contra él. Mas Jesús se tiró de la terraza abajo, se detuvo cerca del cuerpo del niño caído, y gritó a gran voz, diciendo: Zenón (porque tal era su nombre), levántate, y dime: ¿Soy yo quien te hizo caer? Y, habiéndose levantado inmediatamente, el niño repuso: No, Señor, tú no me has hecho caer, sino que me has resucitado. Y los espectadores del lance quedaron conmovidos de asombro. Y los padres del niño glorificaron a Dios por el milagro cumplido, y adoraron a Jesús.”

Jesucristo ¿El niño asesino? Evangelios apócrifos

“Los niños de la concha”, Bartolomé Esteban Murillo. En el cuadro se representa al niño Jesucristo dándole de beber a San Juan.

Esta debe ser la resurrección más espectacular hecha por Jesucristo. Imagínense la cara de los padres del niño muerto cuando el pequeño Jesucristo, haciendo gala de sus súper poderes y al más puro estilo de los X-Men, se tira por la terraza y resucita al niño, probablemente no en un acto de amor o bondad sino para que declare a su favor y lo exculpe del crimen del que lo acusan. Por eso lo primero que le dice es, ¿fui yo quien te tiró?

También hubo otras resurrecciones menos complicadas y hechas sólo por amor.

El evangelio de la infancia según Tomás XVII, 1, “Más tarde, murió un niño en la vecindad, y su madre lloraba mucho. Y Jesús oyó el clamor de su gran pena y se apresuró a acudir. Y, hallando al niño muerto, le tocó el pecho, y dijo: Yo te mando, niño, que no mueras, sino que vivas, y que te quedes con tu madre. Y en seguida el niño abrió los ojos, y sonrió. Y Jesús dijo a la mujer: Tómalo, y dale leche, y acuérdate de mí.”

Como este, existen varios pasajes con sanaciones extraordinarias y resurrecciones fruto del amor y la compasión. En general, el evangelio aparte de presentar ese “carácter difícil” del futuro mesías cristiano, nos presenta más bien a alguien que de niño tuvo la difícil tarea de aprender a controlar sus deseos y frustraciones, ya que todo lo que decía o pensaba se hacía realidad.

Jesucristo ¿El niño asesino? Evangelios apócrifos

“Niño Jesús dormido”, Bartolomé Esteban Murillo.

Finalmente, este evangelio nos cuenta una tierna historia donde por primera y única vez descubrimos a un niño Jesucristo que se divierte como un ser humano normal haciendo gorriones de barro.

El evangelio de la infancia según Tomás II, 1-4,  El niño Jesús, de cinco años de edad, jugaba en el vado de un arroyo, y traía las aguas corrientes a posar, y las tornaba puras en seguida, y con una simple palabra las mandaba. Y, amasando barro, formó doce gorriones, e hizo esto un día de sábado. Y había allí otros muchos niños, que jugaban con él. Y un judío, que había notado lo que hacía Jesús, fue acto seguido, a comunicárselo a su padre José, diciéndole: He aquí que tu hijo está cerca del arroyo, y, habiendo cogido barro, ha compuesto con él doce gorriones, y ha profanado el sábado. Y José se dirigió al lugar que estaba Jesús, lo vio, y le gritó: ¿Por qué haces, en día de sábado, lo que no está permitido hacer? Pero Jesús, dando una palmada, y dirigiéndose a los gorriones, exclamó: Volad. Y los pájaros abrieron sus alas, y volaron, piando con estruendo.

Para ser honestos, Tomás “el israelita”, presunto autor del evangelio, nos presenta en esta anécdota a un niño Jesucristo tierno y humano que viola la sagrada ley judía del descanso sabatino. Parece que a pesar de todo, el niño Jesús seguía estando fuera de ley.

No quiero ni imaginarme que tipo de organización sería la Iglesia Católica si este evangelio hubiese sido incluido en la Sagrada Biblia…