La capadocia y el misterio de las ciudades subterráneas de Turquía

Las ciudades subterráneas de Capadocia

La región turca de Capadocia es conocida por sus particulares ciudades subterráneas. Parece ser que el suelo, lleno de cenizas volcánicas, era idóneo para construir hogares subterráneos… los cuales además se usaban como refugio contra invasores de las estepas de Asia Central, que periódicamente asolaban estas regiones. Centenares de ciudades subterráneas han sido descubiertas, algunas todavía están habitadas.

No se trataba de simples cuevas. La más magnífica de estas ciudades, Derinkuyu, era tan grande que se calcula que podía contener 20 mil habitantes en sus dominios subterráneos. Las impresionantes cuevas de la ciudad no dejan de sorprender a los investigadores, anonadados ante la posibilidad de que una sociedad completa se escondiera y habitara bajo tierra. Sin embargo, esto era algo ampliamente conocido en tiempos antiguos: ya el historiador griego Jenofonte describió las ciudades subterráneas en el siglo IV a. C. y era conocido por los emperadores de Bizancio que muchos de sus súbditos tenían hogares bajo tierra.

Lo interesante es la posibilidad de almacenar alimentos e incluso al ganado en estos hogares. La ciudad de Derinkuyu incluso tenía una fuente subterránea de agua de tal manera que una familia oculta, con suficiente alimento, no requería salir y podía permanecer oculta por meses.

El tamaño de la ciudad es impresionante. Está compuesta por 8 niveles que incluyen cuartos, establos, bares y hasta una iglesia. En su punto más profundo llega a estar más de 60 metros por debajo de la superficie terrestre. Se trata de una construcción de otro mundo, algo completamente increíble.

Un mundo completamente bajo tierra

Los cuartos de Deinkuyu se organizan como las celdas de un panal, unos por encima de otros, con ductos de ventilación que garantizaban que el humo de las antorchas no intoxicara a los habitantes. Así mismo, los cuartos y los niveles tenían sistemas de “compuertas”, usando grandes piedras redondas, para que siempre fuera posible bloquear la ciudad en caso de invasión: incluso si algunos niveles caían ante los enemigos, los demás podrían resistir. Sin embargo, parece ser que la estrategia de Deinkuyu funcionó, pues la ciudad, que sepamos, nunca fue conquistada.

Este reino, dominio de los verdaderos “hombres topo”, podríamos decir, siguió en uso constante hasta 1923 por las poblaciones cristianas del Imperio Otomano. En este periodo las poblaciones ortodoxas de la región, que muchas veces eran perseguidas, usaban continuamente estas ciudades como refugios, pero en 1923 Grecia y Turquía “intercambiaron” pobladores y la ciudad quedó abandonada hasta su descubrimiento en 1929.

No cabe duda de que Derinkuyu es una ciudad impresionante. Construida milenios atrás (quizás los primeros niveles datan del año 700 a. C.), fue ampliada por las comunidades cristianas del Imperio Romano que eran constantemente perseguidas por las autoridades imperiales. Durante el Imperio Bizantino se añadieron los últimos niveles, convirtiendo esta ciudad en una verdadera fortaleza subterránea.

Es interesante cómo el mito de los intraterrestres tiene al menos un ejemplo verificable de personas que verdaderamente aprovecharon el interior de la tierra para protegerse y desarrollar una sociedad al margen de los problemas del exterior. Sean o no verdad las leyendas de Agartha, o de la ciudad de Erks, lo cierto es que en Capadocia existió una sociedad verdaderamente subterránea oculta en una de las obras más magníficas y sorprendentes que ha construido la humanidad.

¿Conoces algún caso semejante al de Derinkuyu?