Slag – El demonio del Horno Sloss.

Slag - El demonio del Horno Sloss.
Uno de los túneles del horno Sloss.
El Horno Sloss es una planta industrial ubicada en la ciudad de Birmingham, Alabama; y en sus casi 90 años de operación, su producción de acero aportó la mayoría del metal usado para la construcción de los rascacielos neoyorquinos. En la actualidad, se encuentra clausurada y es considerada un patrimonio histórico.
Durante su periodo activo, de 1880 a 1872, El Horno Sloss fue sede de cientos de accidentes industriales con un alto índice de mortandad. La mayoría de los reportes son vagos y no se pueden verificar al cien por ciento, pero sí hay una lista de trabajadores que perdieron la vida en el interior del complejo industrial.
En el libro “Sloss Furnaces and the Rise of Birmingham District” de W. David Lewis, se narran decenas de estos, entre los que se incluyen:
-Un trabajador que fue prensado por una rueda mecánica al engancharse la manga de su camisa con esta.
-Un hombre que resbaló de un andamio y cayó a un contenedor de acero fundido, siendo desintegrado en segundos.
-Varios trabajadores que cayeron de las pasarelas superiores y se estrellaron en el piso.
-Víctimas achicharradas por ráfagas de vapor súper caliente.
-Dos hombres que limpiaban las paredes de un horno y que perdieron la consciencia al inhalar vapor tóxico; cayendo al metal fundido del fondo.
-Una explosión en 1888 que quemó los ojos de seis hombres.
-El colapso de un andamio que lisió a dos y mató a otros seis.
Dada la historia trágica de la fábrica, no es de sorprenderse que tenga una reputación de estar embrujada. Entre los reportes se habla no solo de apariciones espectrales, si no silbatos que soplan por sí solos, pisadas misteriosas, golpes, gritos, sombras, orbes y nieblas entre los hornos.
En el año 2003, un trabajador del sitio histórico fue enviado al hospital tras incendiarse espontáneamente y sufrir fuertes quemaduras. La víctima fue interrogada y dijo que comenzó a quemarse tras encontrarse cara a cara con una misteriosa figura en las sombras.
De estos espíritus, quizás el más aterrador es el de James Robert Wormwood, también conocido como “Slag”; un cruel capataz que hasta el día de hoy continúa rondando el sitio de su muerte.
Slag.
“Slag” era el capataz encargado del turno de la noche. Durante el verano cálido de Alabama, las temperaturas de la fundición alcanzaban más de 50 grados centígrados, por lo que la falta de sueño, el calor y la poca visibilidad producida por el vapor y el humo convertían el horno durante las noches en un infierno en la tierra donde solo los más desesperados se aventuraban a laborar.
Wormwood, un tirano enfocado en quedar bien con sus jefes; obligaba a sus empleados a acelerar la producción sin importar lo que les ocurriese. Durante su cargo, 47 hombres perdieron su vida (diez veces más que en cualquier periodo en la historia del Horno); y cientos más fueron mutilados e incapacitados por accidentes y una explosión en 1888..
Para Slag no había vacaciones o días feriados. Para él solo existía el Horno Sloss.
Pero naturalmente, todo debe llegar a un final. Y el de Slag llegó en octubre de 1906, cuando cayó al horno más grande (conocido como “La Gran Alice”) y fue desintegrado en un segundo. Oficialmente fue  un accidente, pero hay quien menciona que los trabajadores de la fundición finalmente se habían cansado de él…
De todos modos, ni siquiera la muerte pareció detener al capataz. Desde su muerte, muchos empleados de la fábrica dijeron haber sido “empujados” por manos invisibles y haber escuchado a un hombre invisible gritando “¡Vuelvan al trabajo!”.
La historia más aterradora relacionada con Slag tuvo lugar en 1971, justo la noche anterior a que Sloss cerrara sus puertas para siempre. Esa noche, el vigilante Samuel Blumenthal estaba dándole un último vistazo a la fábrica cuando se encontró cara a cara con lo que describió como un demonio que intentó hacerlo caer de las escaleras.
Blumenthal, que fue hallado al día siguiente cubierto con graves quemaduras, dijo que el demonio lo atacó a puñetazos por espacio de unos segundos; para después desaparecer en el aire. Esa noche, Blumenthal falleció en el hospital por lo terrible de sus heridas.