Un equipo internacional de astrónomos acaba de hacer público el descubrimiento de una nueva “supertierra” a solo 8 años luz de distancia de nosotros,

 

Recreación de una supertierra, en una imagen de archivo – Archivo

Se trata de una «supertierra» hallada a solo 8 años luz de nosotros, en la constelación de la Osa Mayor

Un equipo internacional de astrónomos acaba de hacer público el descubrimiento de una nueva “supertierra” a solo 8 años luz de distancia de nosotros, lo que la convierte en el tercer planeta más próximo al Sistema Solar descubierto hasta el momento. El trabajo se acaba de publicar en la revista Astronomy & Astrophysics.

El hallazgo se llevó a cabo con el espectrógrafo SOPHIE, instalado en el telescopio de 1,93 metros del Observatorio de Haute-Provence, en Francia (el mismo que permitió el descubrimiento, en 1995, del primer planeta extrasolar). En una nota hecha pública por el CNRS francés (Centro Nacional para la Investigación Científica), se explica que el nuevo planeta tiene una masa tres veces superior a la de la Tierra y orbita alrededor de la estrella GI411, situada en la constelación de la Osa Mayor.

Los investigadores están convencidos de que se trata de un mundo rocoso, como el nuestro, lo que le coloca en la reducida lista de mundos muy cercanos y similares a la Tierra, como es el caso, por ejemplo, de Próxima b.
El telescopio de 1,93 m del Observatorio de Haute-Provence, en el que se monta el espectrógrafo SOPHIE, que permitió el descubrimiento del exoplaneta Gl411b – CNRS/OHP

Los astrónomos, dirigidos por Xavier Delfosse, del Instituto de Planetología y de Astrofísica de Grenoble, se centraron en la búsqueda de planetas alrededor de “enanas rojas”, un tipo de estrellas mucho más pequeñas y menos luminosas que el Sol. Las enanas rojas constituyen cerca del 80 por ciento de las estrellas que hay en nuestra galaxia, y por lo tanto son también las más numerosas alrededor del Sistema Solar.

Además, la reducida masa de las enanas rojas, junto a su baja luminosidad, facilitan mucho la tarea de localizar a su alrededor planetas del tipo terrestre (sólidos, y no gaseosos), especialmente los que podrían estar orbitándolas en sus zonas de habitabilidad (la distancia a la estrella que permite la existencia de agua en estado líquido). Planetas en los que, por lo menos potencialmente, sería posible la vida.
“Entre las estrellas que observamos a lo largo de los años -asegura Melissa Hobson, uno de los miembros del equipo- acumulamos hasta 155 mediciones de GI411, el cuarto sistema estelar más cercano a nosotros, que se encuentra a solo 8 años luz. Al analizar detalladamente todos esos datos, nos quedó claro que había un planeta en la órbita de esa estrella”.

De hecho, al medir con gran precisión la velocidad de la estrella, el instrumento SOPHIE detectó en ella una serie de movimientos muy pequeños, causados por la masa del planeta orbitando a su alrededor. Y eso fue lo que permitió descubrir la existencia del nuevo mundo, llamado GI411b. El planeta tiene tres veces la masa de la Tierra y completa una órbita alrededor de su estrella cada 13 días. El exoplaneta, además, se encuentra extraordinariamente cerca de su estrella madre, apenas a 0,08 Unidades astronómicas, unas cinco veces más cerca de lo que Mercurio está del Sol.

Sin embargo, y debido a que la estrella GI411 es mucho más fría que el Sol (su temperatura superficial es de 3.000 grados frente a los 6.000 que reinan en la superficie solar), el planeta solo recibe 3,5 veces más calor que la Tierra. No demasiado, pero sí suficiente como para comprometer su posible habitabilidad. Los investigadores, de hecho, creen que GI411b podría tener más cosas en común con Venus que con la Tierra.

El más cercano y pequeño

Hasta el momento, el Observatorio de Haute-Provence ha conseguido descubrir ya cerca de 200 exoplanetas, pero GI411b es el más cercano y pequeño de todos ellos. Se trata, de hecho, del tercer exoplaneta más cercano a la Tierra. En palabras de Rodrigo Díaz, de la Universidad de Buenos Aires y primer firmante del estudio, “su proximidad y luminosidad lo convierten en un objetivo ideal para futuros trabajos destinados, en particular, a estudiar su ambiente”.

Esos estudios, entre ellos la caracterización de atmósferas, hoy por hoy algo casi imposible de hacer, estarán al alcance de los nuevos instrumentos que se instalarán en la próxima generación de telescopios, que está en plena construcción.

“GI411b será entonces -prosigue el investigador-, junto a Próximas b, descubierto en 2016, uno de los dos objetivos más adecuados para la caracterización directa de imágenes. Algo que nos ayudará a comprender mucho mejor el comportamiento de los planetas justo por debajo de la zona habitable”.