Avistamientos de dragones en China: ¿mito o realidad?

En el Museo Zuiryuji de Osaka, Japón, sobre un soporte acrílico especial, descansa una pieza arqueológica que es la delicia de todo visitante extranjero. Laqueado en color oro, un pequeño loong (dragón chino) yace embalsamado desde hace siglos. Según cuentan las crónicas, este loong habría sido adquirido hace 370 años por un comerciante japonés a través de un contacto en China. Lo exportó a Japón y más tarde fue comprado por el samurái Bandai Fuji, famoso coleccionista de la época. Después de su muerte, Fuji donó el dragón al Museo Zuiryuji, donde hoy puede ser apreciado por miles de personas al año.

De un metro de longitud, el loong del Museo Zuiryuji presenta el típico aspecto de un dragón chino: cuerpo de serpiente, escamas de pescado, cuernos con dos ramas como los del ciervo, barba y grandes ojos. También posee tres garras (las dos traseras más cortas), por lo que se deduce que debía tratarse de un dragón de agua. Según su tamaño, los japoneses que no dudan de la autenticidad de la pieza afirman que se trata probablemente de un loong bebé.

A pesar de la poca popularidad de la que gozan muchas antiguas leyendas, la existencia real de los loong ha sido constante tema de discusión en China a lo largo de su historia. De hecho, numerosos documentos oficiales avalan decenas de avistamientos e, incluso, contactos cercanos con estos seres. Probablemente, los registros más antiguos relacionados con la aparición de un loong sean los de la Prefectura de Yongping, de la época de la dinastía Qing.

Avistamientos de dragones en China: ¿mito o realidad?

Pequeño loong embalsamado y expuesto en el Museo Zuiryuji de Osaka, Japón.

Según dichos registros, durante el verano del año 1839 a. C. un loong cayó al río del condado de Leting. Lo rescataron con moscas por todo el cuerpo, y la población construyó rápidamente una techumbre a base de esteras para protegerlo del sol. Constantemente le rociaban el cuerpo con agua para que su piel no se secara y muriera. Tres días más tarde, durante una fuerte tormenta, el loong habría desaparecido sin dejar rastro.

Asimismo, en el año 1162 a. C., durante la dinastía Song del Sur, la documentación existente afirma que otro loong fue hallado herido en la orilla del Lago Taibai. Lleno de escamas, lucía barba, un par de cuernos y aletas en su espalda. Por la parte superior era gris, mientras que su vientre era blanco. Describen que el olor del animal podía sentirse a kilómetros de distancia. La población local una vez más lo cubrió con un techo de esteras y diversos funcionarios llevaron a cabo diferentes ceremonias y ritos. Después de una noche de tormenta, este también desapareció misteriosamente, dejando como única evidencia de su caída un profundo surco en el suelo.

Según los “Registros Tang”, en el año 874 a. C. un loong gris cayó en el Condado de Tong. Afirman que medía alrededor de 30 metros de largo, incluyendo una cola plana tan larga como la mitad del cuerpo y que su boca medía unos seis metros de longitud. También presentaba cuernos, escamas y patas ubicadas debajo del estómago, cubiertas por una especie de membrana roja. Debido a una herida en su garganta, el loong murió de forma inmediata.

Avistamientos de dragones en China: ¿mito o realidad?

Pintura sobre seda datada en el siglo V a. C. (período de los Reinos Combatientes) en la que un hombre (un mago) le pide a un dragón que vuele hasta el cielo, garantizando de este modo la paz durante un año. Museo Provincial de Hunan en Changsha. ( Public Domain )

Posteriormente, en abril del año 345 a. C., según los datos llegados hasta nuestros días, dos loong —uno blanco y uno negro— fueron avistados mientras jugaban en la zona de Longshan. El Rey Yan llevó a toda su corte hasta una distancia de alrededor de 200 pasos de donde se hallaban los loong y realizó una ceremonia de reverencia. Tras considerar la aparición de los loong como una señal celestial de buena fortuna, ordenó de inmediato una gran amnistía, una medida que no se solía tomar sin tener una razón de mucho peso. También, de acuerdo con una leyenda, durante la dinastía Han del Este, en el año 219 a. C. se erigió un templo en Wuyang después de que un dragón amarillo apareciera y permaneciese en la ciudad durante nueve días.