Turiya: El MIsterioso cuarto estado de la Conciencia.

Turiya: El MIsterioso cuarto estado de la Conciencia.

MÁS ALLÁ DE LA VIGILIA, EL SUEÑO Y EL SUEÑO PROFUNDO EXISTE UN CUARTO ESTADO: TURIYA, LA CONCIENCIA NO-DUAL QUE SUBYACE TODA EXPERIENCIA.

En su exhaustiva auto-observación, los filósofos de la India hicieron una minuciosa cartografía de la conciencia. Se ha dicho que de la misma manera que los esquimales tienen numerosas palabras para describir la nieve, en sánscrito se tiene por lo menos 16 palabras para lo que en español decimos con una sola: conciencia. Tal vez de la misma manera que los esquimales logran distinguir diferentes tonos y relaciones en la nieve por observarla detenidamente, en la India la observación de la mente y la percepción han revelado una sutil paleta de la conciencia y su capacidad de generar diversas experiencias subjetivas.

A partir de los Upanishads, los primeros grandes textos filosóficos de la humanidad, en los que los “sabios del bosque” dirigen su atención a observar el propio ser y sus procesos mentales, se mapeó un cuarto estado de conciencia que en realidad es el estado que los abarca a todos los demás. Lo llamaron simplemente “turiya”, sánscrito para “cuarto”. Este nombre tan escueto parece obedecer a que se prefiere generalmente no describirlo en términos positivos, con lenguaje que, por definición, limita, cuando turiya es lo ilimitado, lo indefinible, lo que siempre está en el fondo más allá del ruido de la mente, como el espacio base de todos los fenómenos. En el Mandukya Upanishad se dice:

No con la conciencia tornada hacia dentro [soñando], no con la conciencia tornada hacia afuera [despierto] no con la conciencia tornada en ambas direcciones, no una masa de conciencia [sueño profundo], ni consciente ni inconsciente –las personas consideran que el cuarto es invisible, inviolable, inasible, sin signos, impensable, inefable, su esencia descansando en el ser único, en la quietud de la proliferación, pacífico, auspicioso, sin dualidad (advaita)…

Los otros tres estados de conciencia que reconocieron fueron: la vigilia, el sueño (con contenido onírico) y el sueño profundo (un estado que no es considerado propiamente como inconciencia, ya que se dice que existe cierta experiencia sutil, un gozo incluso). Estos tres estados tienen diferentes manifestaciones pero dentro de ellas cabe toda la experiencia ordinaria de realidad, en la que existimos como un sujeto percibiendo objetos. Más allá y más acá de estos estados yace turiya, el estado de conciencia no dual, la conciencia que es consciente de sí misma y de todas las experiencias. El gran filósofo tántrico Abhinavagupta sugiere que turiya es igual a paradavaita, el estado supremo de no-dualidad.

El profesor de filosofía Evan Thompson, en su libro Waking, Dreaming, Being dice sobre turiya:

Este modo de conciencia es cognoscitividad pura no-dual. A diferencia de la vigilia, el sueño y el sueño profundo, la cognoscitividad pura [pure awareness] no es un estado en el sentido de una condición discreta y transitoria… es la fuente constante que subyace estos estados cambiantes, y también es un estadio de realización meditativa. Como el surtidor de la vigilia, el sueño y el sueño profundo, “el cuarto” es cognoscitividad pura definida por la cualidad de la luminosidad. Como estadio de realización meditativa, es el terreno base de la conciencia que puede atestiguar los estados cambiantes sin identificarse erróneamente con ellos como su sí mismo. Tomando prestada una imagen de Andrew Fort… la cognoscitividad pura es como ondas de radio que penetran todo el espacio, las cuales se ven oscurecidas por la constante estática de la actividad mental –pensamientos, imágenes mentales, emociones y memorias. Tomamos la estática como real y pensamos que somos esa estática, pero sólo está superpuesta sobre la onda. Cuando eliminamos la superposición o vemos a través de ella, entonces sólo queda al onda en su naturaleza verdadera.

En cierta forma turiya yace siempre inalcanzable para nosotros, ya que nos definimos como inidviduos, como egos que tienen una experiencia separada del mundo. Lo que nos dicen estas tradiciones es que estamos limitando nuestro ser al identificarnos con un modo de percepción — mayormente la percepción sujeto-objeto de una conciencia que tanto en la vigilia como en los sueños no reconoce que las apariencias no están ocurriendo haya afuera o de manera separada sino que son parte de la propia mente que no tiene fronteras fijas, sino que éstas fronteras emergen a partir del modo de percpeción. SI cambiamos nuestra forma de percibir, no sólo cambia el mundo, cambia quienes somos. Elegimos y nos aferramos a un yo y todo lo demás se vuelve inconsciente, el mundo se vuelve una masa inconsciente de objetos e incluso nuestros sueños se vuelven inconscientes en muchos casos, pero, si creemos en esta noción de turiya, en realidad no existe tal cosa como el inconsciente, no al menos de manera absoluta. Detrás de nuestro proceso de identificación con ciertas modalidades superficiales de percepción, hay un testigo que es consciente de todo; todo es su sí mismo.

En otra parte, también en el Mandukya Upanishad, se hace una interesante analogía entre los cuatro estados de conciencia y la sílaba OM, conformada por las vocales A-U-M. La sílaba OM, al igual que turiya se identifica con el Brahman (el Ser Absoluto), la fuente no dual de todo el universo. Evan Thomspon glosa el Mandukya Upanishad:

A expresa el estado despierto, un sonido áspero producido por la boca bien abierta. U expresa el estado de sueño, un sonido sutil producido con la ayuda de los labios y M expresa el sueño profundo, con labios cerrados. Reverberando en la garganta mmm vocaliza el gozo de la conciencia sin sueño del sueño profundo… El cuarto no tiene fonemas constituyentes. Podemos pensar en él como el silencio del cual todos los sonidos emergen o como la unión de los tres fonemas en una sílaba: OM, expresando la unidad de los tres estados en la única conciencia no dual.

Así que de la misma manera que detrás de todos los sonidos está el silencio, que es algo así como el potencial infinito de la manifestación sonora que es la creatividad del universo, detrás de todos los estados de conciencia individual está la conciencia no-dual, que es la unidad absoluta.

En los Shiva Sutras, el texto fundacional del tantrismo de Cachemira, en el séptimo sutra se habla de turiya. Jaideva Singh en su traducción señala que aunque en apariencia existe una diferencia en los estados de conciencia de la vigilia, el sueño y el sueño profundo, en realidad, en todos estos estados reside el cuarto estado “el cual es el brillo de la luz interna” y el cual “fluye ininterrumpidamente en todos los estados”. El cuarto estado, turiya, “es la unidad con la conciencia de Shiva… la experiencia extática de la conciencia de sí es llamada conciencia integral o conciencia no dual”. Shiva para el tantrismo de Cachemira no es un dios personal, sino que simboliza la conciencia suprema que es todas las cosas, es el experimentador de todas las experiencias subjetivas.

“El cuarto estado es la omnipresencia de la conciencia del testigo que integra y unifica los otros tres… es nuestro yo verdadero, el inmortal Atman, la conciencia incesante… es el inmutable y permanente Yo que atestigua todos nuestros cambiantes yos”, agrega Singh en su comentario al séptimo sutra.

Podemos tender un puente tántrico y mencionar que turiya es equivalente al rigpa del dzogchen tibetano, el estado prístino y natural de la conciencia, el cual es traducido a veces como gnosis primordial o, según Herbert Guenther, “intensidad extática”. Todas las tradiciones que se derivan de la filosofía de la India, incluyendo por supuesto el budismo tibetano, coinciden en que la naturaleza de la conciencia, más allá de la identificación con un individuo y una división sujeto-objeto, es dicha o gozo continuo y luminosidad sin límites. Todo lo demás cambia, todo aparece y desaparece, y sólo la conciencia, la dicha luminosa no-dual permanece. Los maestros del tantra budista como los maestros del tantra hinduista enseñan esencialmente a residir en ese estado de conciencia no-dual, todo lo demás es una práctica preliminar. Es el estado en el cual las diferencias se anulan, sueño y vigilia se tejen en un mismo continuum, meditación y no meditación, luz y vacuidad, ser y no-ser dejan de experimentarse como separados y contradictorios. El cuarto estado nos puede parecer un logro lejano del más alto yoga-tantra (y en cierta forma lo es) y, sin embargo, según enseñan estas tradiciones, no hay nada más íntimo y cercano que esto, es justamente el estado natural, no conceptual, más allá de reificación e identificación, la realidad en todo su desnudo esplendor.