Que hablan los extraterrestres?

Muchos vieron en su día la pelicula La Llegada, el film de Denis Villeneuve que ha puesto sobre la mesa qué pasaría si naves extraterrestres aterrizaran en nuestro mundo. ¿Cómo nos comunicaríamos? En este extracto del libro Aliens Ancestrales de Josep Guijarro ya se abordaba esta cuestión
Solemos dar por supuesto -fundamentalmente por culpa del cine y la ciencia ficción- que los alienígenas son telépatas, es decir, capaces de leer nuestro pensamiento y de transmitirnos el suyo; o que llevan tanto tiempo explorándonos que conocerán los entresijos del chino, el español o el inglés, por citar los tres idiomas más hablados en nuestro planeta, por ese orden. ¿Y si no fuera así? ¿Cuál sería la pauta para entendernos?
Me constaba que esta cuestión preocupaba a los científicos de la NASA desde hacía décadas. No había vuelta de hoja. Para elaborar el mensaje que lleva consigo la sonda Pioneer 10, al menos los científicos del proyecto tendrían que haberse planteado la cuestión.
La Pioneer 10 fue lanzada al espacio el 3 de marzo de 1972 rumbo a los confines del Universo, apuntando a las proximidades de las constelaciones de Tauro y Orión, con la esperanza de ser interceptada por una civilización extraterrestre. Era algo así como una botella con un mensaje lanzado al espacio por los seres humanos.
Adosada en un lateral, la nave transportaba una placa de aluminio con oro anodinado, con un diseño que permitiría a las hipotéticas civilizaciones alienígenas identificar su procedencia. Algo que -sinceramente- no sé si es bueno ya que ignoramos las verdaderas intenciones que puedan tener nuestros vecinos cósmicos, tal y como puso de relieve el célebre científico Stephen Hawking:
Algunos extraterrestres evolucionados podrían haberse convertido en nómadas y tener intención de colonizar los planetas a los que llegaran.

Con todo, y a pesar de que Carl Sagan solía decir que “el único lenguaje que compartimos con los extraterrestres es la ciencia”, el diseño de su “plaquita” tuvo algo de artístico. Muestra una mujer y un hombre desnudos, este último levantando su mano derecha en actitud de buena voluntad. El mensaje incluía un esquema de nuestro sistema solar, así como la posición del Sol en relación a una serie de púlsares, de forma que nuestra ubicación puede ser triangulada desde puntos fijos en el espacio. En la parte superior se podía ver también, el esquema de un átomo de Hidrógeno, el elemento químico más abundante del Universo.
En 1977, las sondas Voyager llevaron consigo al espacio un disco de oro titulado “Los sonidos de la Tierra” con saludos de medio centenar de lenguas habladas en nuestro planeta, sonidos de ballenas, fragmentos de grabaciones representativas, como las voces de hombres prominentes y música: desde jazz, pasando por ritmos tradicionales africanos, hasta fragmentos de las variaciones Goldberg de Bach y de las sinfonías de Beethoven. Claro que, para escucharlo, los alienígenas necesitarían de un tocadiscos que no incluía el envío. Somos así de genios. Por demás decir que esta tecnología -a pesar de que los melómanos han hecho regresar- fue descartada hace ya tiempo en pos de lo digital. ¿Tendrán los alienígenas mp3? Casi que nos entenderemos mejor telepáticamente, ¿no? (Ironía, modo on)
En serio, ¿es que ninguno de los científicos puede imaginar qué lengua hablan nuestros vecinos cósmicos? Entonces, ¿para qué escuchamos?
Si no hemos sido capaces de traducir antiguos escritos humanos -un ejemplo claro de lo que digo es el conocido Manuscrito Voynich- sin algún conocimiento de la lengua hablada que representan, qué perspectivas tenemos de ser capaces de comprender las transmisiones de radio procedentes de otros mundos, para los cuales no tenemos ninguna “Piedra Rosetta”?
Aunque poco conocido, este escenario ya se habría producido. Lo sabemos ahora gracias al abogado de Arizona Peter Gersten, que se ha especializado en demandas de la FOIA (Freedom Of Infomation Act). A través de esta ley, promulgada a raíz del escándalo Watergate, planteó una demanda a la administración norteamericana que se resolvió a su favor en 2004. Pese a todo, la todopoderosa NSA (Agencia de Seguridad Nacional) no desclasificó parte de sus archivos hasta el 21 de abril de 2011 ¡Siete años más tarde! Los documentos incluían un llamativo informe relativo a la decodificación de mensajes del “espacio exterior” en el ya lejano 1957. ¿No me crees? Yo también era escéptico.
El informe estaba firmado por el doctor Howard Campaigne y hacía referencia a la decodificación de una transmisión que habría sido captada accidentalmente mientras los norteamericanos trataban de escuchar el bip del histórico satélite Sputnik.
Y es que, el satélite ruso, disponía de dos transmisores de radio, que emitían entre los 20,007 y 40,002 MHz., cuyas señales debían proporcionar información sobre la concentración de los electrones en la ionosfera. Fue así como los norteamericanos, que seguían atentamente la señal del Sputnik, captaron la transmisión.
Cuando accedí a ellos y vi el sello “UNCLASSIFIED” estampado en el papel, un escalofrío recorrió mi espalda, como presintiendo que ya nada volvería a ser igual. En los documentos figuraba el número de la demanda presentada por Gersten, el caso #41472. En inglés, bajo el título “Inteligencia Extraterrestre” el criptógrafo Howard H. Campaigne hacía referencia nada menos que a una serie de 29 mensajes y, añadía:
“Recientemente un número de mensajes han sido recibidos desde el espacio exterior. La transmisión no fue continua sino que tiene pausas que segmentan piezas que pueden ser tomadas como unidades, que son repetidas una y otra vez.”
Me emocioné.
El Dr. Howard Campaigne fue considerado uno de los mejores criptógrafos del planeta. Comenzó su carrera durante la Segunda Guerra Mundial y fue una pieza fundamental e integral de la seguridad de Estados Unidos desde entonces. Formó parte de los servicios de inteligencia, trabajó durante años al servicio de la Naval Security Group, la Army Security Agency y la National Security Agency. En otras palabras, Campaigne era parte de la crème de la crème de la criptología mundial y, sin embargo, según explicaba, no pudo descifrar su contenido, salvo parcialmente.
Al parecer, se centró en un par de mensajes que resultaron ser ecuaciones matemáticas. Aunque los documentos de la NSA están llenos de palabras como “posiblemente”, “supuestamente” y “probablemente”, los mensajes contendrían la lista de todos los elementos de nuestra tabla periódica.
Aun suponiendo que estos documentos no constituyan la prueba irrefutable de que la NSA guarda en sus archivos “secretos extraterrestres”, sí demuestra el entusiasmo entre sus criptógrafos por escuchar y comprender señales del espacio lo que, a la postre, terminaría convirtiéndose en la génesis del proyecto SETI. Este proyecto, lamentablemente, apenas ha dado frutos. Al menos, eso es lo que nos cuentan oficialmente porque, en diciembre de 2008, un astrónomo de la organización, Ragbir Bhathal logró captar un misterioso y único pulso de luz proveniente de los alrededores de la estrella Gliese 581.
Se trata de una enana roja situada a tan sólo 20,5 años luz de la Tierra. Al otro lado de la esquina, en términos astronómicos.
Intrigado por el descubrimiento, este científico de la Universidad de Sídney siguió escrutando, durante varios meses más, los alrededores de Gliese 581. No obtuvo ninguna respuesta. De todas formas, como ocurrió en el registro del “WOW!” dejó una anotación de su puño y letra, en el papel donde se registró el pulso que rezaba: ¿Es esto ET?
Lo más llamativo es que, apenas unos meses después de que se captara la señal de radio, los astrónomos anunciaron el descubrimiento de tres planetas extrasolares alrededor de Gliese 581. Sospechoso, ¿verdad? Sobre todo porque, a partir de entonces hemos asistido a un desconcertante bombardeo de informaciones relacionadas con la exobiología, incluyendo la predicción de la NASA de hallar vida extraterrestre en 2025. ¿Acaso tratan de prepararnos para algo?
En cualquier caso, nadie sabe a ciencia cierta si en el sistema de Gliese 581 orbita una civilización avanzada pero, al menos uno de ellos, el Gliese 581g figura en la lista de planetas extrasolares con condiciones similares a la Tierra, una lista que ha sido elaborada por la NASA, dentro de la misión Kepler. Todo encaja.
La piedra Rosseta está en la prehistoria

Con todas estas evidencias -ya se han catalogado más 140 planetas extrasolares- empieza a ser urgente disponer de un manual o guía que nos prepare para entablar comunicación con posibles formas de vida llegadas de otros planetas. Para mi sorpresa, en ello se centró un libro, de distribución gratuita, titulado “Archaeology, Anthropology and Interstellar Communication” que fue editado por la Agencia Espacial Norteamericana. Sí, de nuevo la NASA.
Eché un vistazo al índice. Me llamó la atención el capítulo 4, titulado A Tale of Two Analogues.Learning at a Distance from the Ancient Greeks and Maya and the Problem of Deciphering Extraterrestrial Radio Transmissions (Una historia de dos análogos. Aprender a distancia de los antiguos griegos y mayas y el problema de descifrar Radiotransmisiones Extraterrestres) de Ben Finney y Jerry Bentley. Formulaban una pregunta que me descolocó por completo:
¿Pueden los encuentros entre civilizaciones terrestres ayudarnos a pensar en hacer contacto por radio con las civilizaciones extraterrestres?
Puedo imaginar la cara que has puesto.
Los autores analizaban la transmisión pasiva de conocimientos de una civilización a otra sin ninguna posibilidad de conversar a tiempo real, tal y como sucede cuando los arqueólogos y antropólogos descifran textos antiguos, no se referían a escritos en libros sino, más bien, a grabados en piedra, cerámica o arcilla, o en pinturas, incluso. Ellos lograban aprender de las extintas civilizaciones que los habían manufacturado.
El enfoque era prometedor y daba respuesta al planteamiento del actual director del SETI, Douglas A. Vakoch, cuando advertía en la introducción:
“Si una señal de radio fuera detectada por un experimento moderno del SETI, podríamos intuir la existencia de inteligencia, pero no podríamos entender lo que dicen. […] Para ir más allá de la mera identificación de tal inteligencia, y tener alguna posibilidad realista de entenderlo, podemos seguir el ejemplo de los investigadores que se enfrentan a retos similares en la Tierra”.
Vakoch, en este sentido, era de los que piensa que es posible comprender lo que nos dicen los alienígenas, si se imita el trabajo de los arqueólogos, quienes reconstruyen la historia de las antiguas civilizaciones a partir de vagas informaciones. En otras palabras, el arte prehistórico rupestre podría encerrar la clave para descodificar un eventual mensaje extraterrestre. La piedra Rosseta, entonces, se oculta en la prehistoria.
El eBook, de 289 páginas, desgrana en un total de dieciséis capítulos, escritos por varios colaboradores, aspectos tan interesantes como los retos semióticos de la comunicación con la inteligencia extraterrestre, el descifrado de mensajes interestelares desde una perspectiva arqueológica y antropológica, o la proyección de valores culturales a través del tiempo y el espacio.
La publicación pasó sin pena ni gloria a través de los medios convencionales. Sólo encontré un reporte del diario británico Daily Mail que titulaba en todo sensacionalista que la NASA decía que el arte rupestre era una creación extraterrestre (sic).