En coma: la extraña vida después de la muerte

Sus corazones siguen latiendo. Orinan, sus cuerpos no se descomponen y son cálidos al tacto; sus estómagos retumban, sus heridas se curan y sus tripas pueden digerir los alimentos. Pueden tener ataques cardíacos y tener fiebre. Pueden sonrojarse y sudar, incluso pueden tener bebés. Y sin embargo, de acuerdo con la mayoría de las definiciones legales y médicas, estos pacientes están completa e indiscutiblemente muertos..

Estos son los cadáveres de corazón latiente; cuerpos con muerte cerebral, con órganos funcionales y pulso. Sus costos médicos son astronómicos, y con un poco de suerte y mucha ayuda, hoy es posible que el cuerpo sobreviva durante meses o, en raros casos, décadas, aunque técnicamente esté muerto. ¿Cómo es posible? ¿Por qué sucede? ¿Y cómo saben los médicos que están realmente muertos? Por gracia de la electricidad.

Distinguir entre vivo o muerto

Identificar a los muertos nunca ha sido fácil. En la Francia del siglo XIX había treinta teorías acerca de cómo saber si alguien había fallecido, incluyendo atar pinzas a sus pezones y poner sanguijuelas en sus glúteos. En 1846, la Academia de Ciencias de París lanzó un concurso para “el mejor trabajo sobre los signos de la muerte y los medios para prevenir entierros prematuros”, y un joven médico probó su suerte.

Eugène Bouchut calculó que si el corazón de una persona había dejado de latir, seguramente estaría muerta. Sugirió usar elestetoscopio recién inventado para escuchar el latido del corazón: si el médico no oía nada durante dos minutos, el cuerpo podría ser enterrado con seguridad. Bouchut ganó el concurso y su definición de “muerte clínica”quedó establecida para ser inmortalizada en películas, libros y la sabiduría popular.

Pero un descubrimiento fortuito en la década de 1920 hizo las cosas definitivamente más confusas. Un ingeniero eléctrico de Brooklyn, Nueva York, había estado investigando por qué las personas mueren después de haber sido electrocutadas, y se preguntó si una sacudida con el voltaje adecuado también podríatraerlas de nuevo a la vida. William Kouwenhoven dedicó los siguientes 50 años a hallar una manera de que eso sucediera, lo que eventualmente llevó a la invención del desfibrilador.

Fue la primera de una avalancha de nuevas técnicas revolucionarias, incluyendo ventiladores mecánicos y tubos de alimentación, catéteres y máquinas de diálisis. Por primera vez, podías carecer de ciertas funciones corporales y aún estar vivo. Nuestra comprensión de la muerte se estaba desvaneciendo.

Más allá del coma

La invención del EEG, que puede utilizarse para identificar la actividad cerebral, dio el golpe final. Desde la invención del electroencefalograma se han producido numerosas investigaciones que han estudiado la relación entre las ondas cerebrales y los diferentes estados de conciencia. Sabemos que los diferentes patrones de ondas cerebrales se relacionan biyectivamente con diferentes estados de consciencia, tales como concentración intensa, estado de alerta (despierto), sueño profundo, sueños vívidos, somnolencia, relajación, hipnosis, estados alterados de conciencia.

A inicios de la década de 1950, médicos comenzaron a descubrir que algunos de sus pacientes, quienes previamente fueron considerados solo comatosos, no tenían, de hecho, actividad cerebral en absoluto. Habían descubierto los ‘cadáveres de corazón latiente’, personas cuyo cuerpo estaba vivo aunque sus cerebros estaban muertos.

Estos no deben ser confundidos con otros tipos de pacientes inconscientes. Un paciente en coma muestra actividad cerebral, y tiene el potencial de lograr una recuperación completa. Un estado vegetativo persistente es definitivamente más grave: en estos pacientes el cerebro superior está permanente e irremediablemente dañado, y aunque nunca tendrán otro pensamiento consciente, no están muertos. Para calificar como cadáver de corazón latiente, todo el cerebro debe estar muerto. Esto incluye el “tronco cerebral”, la masa primitiva en forma de tubo en la parte inferior del cerebro que controla funciones corporales críticas, como la respiración. Pero lo desconcertante es que nuestros otros órganos no están tan preocupados por la muerte de su ‘cuartel general’ como se podría pensar.

Alan Shewmon, neurólogo de la UCLA y crítico de la definición de muerte cerebral, identificó175 casos en los que los cuerpos de las personas sobrevivieron durante más de una semana después de ser declaradas muertas. En algunos casos, sus corazones siguieron latiendo y sus órganos funcionaron durante otros 14 años.

Volver del otro lado

En 1997, Kate Bainbridge sufrió una infección viral en el cerebro que la dejó en estado vegetativo. Los médicos que la atendieron consideraron que su situación era irreversible y que no reaccionaba a estímulos externos. Hasta que el neurocientífico Adrian Owen decidió escanear su cerebro. Durante varias semanas, analizó la actividad cerebral de Kate mediante resonancia magnética y descubrió que algunas respuestas eran iguales que las de cualquier persona sana. Si le ponían delante la foto de un familiar, por ejemplo, las regiones cerebrales de la chica se activaban de la misma forma que en cualquier otro individuo. Unos años después, Kate salió del estado vegetativo y pudo contar lo que había vivido. “La imposibilidad de comunicarse era terrible”, aseguró.

¿Existen más casos como el de Kate? La investigadora Davinia Fernández-Espejotrabaja en el Brain and Mind Institute de la Universidad de Ontario (Canadá). Su objetivo es detectar si los pacientes de este tipo están conscientes, y para ello está utilizando el electroencefalograma (EEG). Sus estudios apuntan en la misma dirección que los de Owen: un porcentaje de los pacientes en coma tiene actividad cerebral que podría ser asociada con la consciencia. “En 2011 estudiamos 19 pacientes en estado vegetativo”, explica Fernández-Espejo, “y vimos que tres de ellos tenían consciencia”. Les pedíamos que se imaginaran moviendo la mano derecha y moviendo los dedos de los pies, y la actividad cerebral de tres de ellos nos indicaba que nos estaban entendiendo. Y el seguimiento de órdenes es un criterio para demostrar que una persona está consciente”.

Biológicamente hablando, nunca ha habido un único momento de muerte; cada deceso es realmente una serie de mini-muertes, con diferentes tejidos desvaneciéndose a diferentes escalas. “Elegir una definición de muerte es esencialmente una cuestión religiosa o filosófica”, dice Robert Veatch del Instituto Kennedy de Ética.

“He estado sumido en un profundo coma durante una semana en el que viajé a otra dimensión del universo; una dimensión que nunca antes pude llegar a soñar que existiese”. Así arranca el neurocirujano de la Universidad de Harvard, Eben Alexander, su relato en primera persona sobre la vida después de la muerte, una experiencia que le ha hecho creer en la vida eterna y que recogió en un libro titulado Proof of Heaven: A Neurosurgeon’s Journey into the Afterlife –La prueba del cielo: el viaje de un neurocirujano a la vida después de la muerte-.