LOS INMORTALES DE LA HISTORIA: Saint Germain.El conde Cagliostro.Apolonio de Tyana.Fulcanelli.

LOS INMORTALES DE LA HISTORIA: Saint Germain.El conde Cagliostro.Apolonio de Tyana.Fulcanelli.

LOS INMORTALES DE LA HISTORIA.Saint Germain.El conde Cagliostro.Apolonio de Tyana.Fulcanelli.

Cuando escuchamos hablar de los inmortales inmediatamente pensamos en Sinclair el de la serie Los Inmortales. Este apellido está asociado a los inmortales pero lo cierto que esta familia existe y tiene una larga existencia de generaciones desde las cruzadas y hasta tienen una capilla fundada por un de los sinclair, fue comenzada a construir por sir William Sinclair en el año de 1446 pero su muerte en el año de 1484 interrumpió la obra hasta 14 años después. Dentro de la capilla encontramos un sin numero de simbología como un ángel con un rollo en las manos y con mirada hacia el norte.

Capilla Rosslyn
Aquí vemos unos de los tantos ángeles con pergamino en las manos

Pero ese no es el tema por ahora de este Blog.Los inmortales existen y andan entre nosotros y sólo se les revela a personas entendidas en la materia o tienen una mision sobre la tierra como ellos.Sería absurdo pensar que se es inmortal para gozar de la vida porque después de tres siglo esto sería bien aburrido.Entonces estos seres van y vienen de acuerdo a las necesidades de la evolución de los acontecimientos sobre la tierra.

Saint Germain.

Se este hombre se ha dicho un sin fin de cosas.Supuestamente nacio en el año de 1710 .El misterio que rodea al conde de Saint-Germain se vuelve aún más profundo a causa de la incertidumbre que, incluso hasta hoy, ha rodeado sus orígenes. Una versión afirma que nació en 1710 en San Germano, y que era hijo de un recaudador de impuestos. Eliphas Levi, famoso ocultista del siglo XIX, afirmaba que Saint-Germain había nacido en Lentmeritz (Bohemia) a fines del siglo XVII, y que era hijo bastardo de un noble rosacruciano. La fecha es verosímil, y estos antecedentes explicarían la fuerte inclinación del conde por el misticismo, así como sus formidables talentos… aunque no fueran propiamente «poderes» en el sentido paranormal de la palabra.
Poseía, por ejemplo, un auténtico don para los idiomas: se sabe que hablaba con fluidez francés, alemán, inglés, holandés y ruso, y él afirmaba dominar también el chino, el hindú y el persa, aunque no puede haber habido mucha gente a su alrededor con suficiente conocimiento de estos idiomas como para poner a prueba esta afirmación.Incluso se llegó a decir que los hablaba tan bien que tenia el acento de cada idioma que dominaba.Y no nega de donde lo había aprendido.Siempre en la corte de Luis XV se le escucha narrar como había conocido a María le madre de Jesus.Los comensales se quedaban con la boca abierta a ver su cara tan joven y afirmar que tenía más de trescientos años.Incluso había un imitador de Saint Germain en la corte de Luis XV, hacía reir a todos con su parodia de Saint Germain y los presente le daban unas monedas.Después que el maestro Sain Germain lo visistó una noche no se le vio más por la corte.¿Qué pasó? .La historia no cuenta nada al repecto.Pero imaginen la cara de este hombre al ver al maestro envuelto en la llama violeta.No nos extraña la carrera que pegó.
Horace Walpole escribió que el conde era un músico «maravilloso». También era un pintor «maravilloso», aunque no nos ha llegado ningún cuadro suyo. El rasgo característico de sus óleos parece haber consistido en que podía reproducir joyas que «relucían… como en la realidad».

ver en la página donde dice Saint Germain música
Esta es una de sus composiciones.

Existen muchas pruebas de que Saint-Germain era un joyero experto, aunque no de que hubiera estudiado aquel arte con el sha de Persia. Se dice que Luis XV quedó encantado cuando le reparó un diamante agrietado, y bien podría ser que pintase sus famosos cuadros de joyas con madreperla o alguna otra sustancia por el estilo.
También conocía bien todas las ramas de la química; los muchos laboratorios que instaló con dinero prestado en toda Europa estaban, aparentemente, dedicados a la producción de pigmentos y tintes mejores y más brillantes, pero también al estudio del ennoblecimiento de los metales, es decir: a la alquimia.

La famosas cantante Emma Calvé dedico esta
Fotografia en el 1887
A Saint Germain el gran quiromantico que me ha revelado
tantas verdades-

Saint-Germain poseía también reputación de curandero: además de curar al mariscal de Belle-Isle, revivió a una joven amiga de Madame de Pompadour, cuando un envenenamiento causado por setas casi la había matado.
El conde tenía fama de no comer nunca acompañado; se sentaba y bebía agua mineral mientras a su alrededor todos se atracaban, según la moda de la época. Esto sólo puede haber acrecentado su aire misterioso. Giacomo Casanova, por cierto, quedó impresionado:

«En vez de comer, habló desde el principio hasta el final de la comida y yo seguí su ejemplo, sólo en un sentido, ya que no comí sino que le escuché con la mayor atención. Puede decirse sin temor a equivocarse, que como conversador no tenía igual».

De hecho, como señaló Colin Wilson en su obra The occult (Lo oculto), lo más probable es que el conde fuera simplemente vegetariano.

El verdadero misterio que sigue rodeando la leyenda de Saint-Germain es la forma en que obtuvo sus conocimientos especializados. Y, de nuevo, la respuesta es simple: la experiencia. Los seguidores del conde en el siglo XIX insistían en que ya los poseía la primera vez que apareció en la corte francesa, hacia 1740, pero es más probable que los haya adquirido durante su larga vida; después de todo, vivió al menos hasta después de los setenta.

No todos los contemporáneos de Saint-Germain quedaban impresionados por sus talentos. Casanova, que le conoció en La Haya cuando ambos estaban allí cumpliendo misiones diplomáticas, lo consideraba un charlatán, pero pese a eso lo encontró encantador.

«Este hombre extraordinario, destinado por naturaleza a ser el rey de los impostores y los curanderos, era capaz de decir de forma simple y confiada que tenía trescientos años, que conocía el secreto de la Medicina Universal, que dominaba la Naturaleza, que podía disolver diamantes, afirmándose capaz de formar, a partir de 10 o 12 diamantes pequeños, uno de la mayor transparencia…

Todo esto, decía, era una bagatela para él. A pesar de sus jactancias, sus descaradas mentiras y sus numerosas excentricidades, no puedo decir que lo encontrara ofensivo. Pese a que yo sabía quién era, y pese a mis propios sentimientos, pensé que era un hombre asombroso…»

Y en 1777, el conde Alvensleben, embajador de Prusia en la corte de Dresde, y hombre que conocía bien a Saint-Germain, escribió:

«Es un hombre muy dotado, con una mente muy despierta pero totalmente carente de juicio, y se ha ganado su singular reputación por medio de las adulaciones más viles de que es capaz un hombre y por medio de su notable elocuencia, especialmente si uno se deja arrebatar por el entusiasmo con que se expresa. Una vanidad poco común es el resorte que domina todos sus mecanismos».
Muchas de las historias acerca de Saint-Germain que dieron lugar a estas actitudes escépticas no provienen del conde sino, como revelaron las investigaciones de Gustav Berthold Volz en los años 20, de la boca de un impostor llamado Gauve. Gauve estaba al servicio del peor enemigo de Saint-Germain, el duque de Choiseul, quien, a causa de los celos que le inspiraba el conde, no se detenía ante nada con tal de desacreditarlo. Su estratagema consistía en que Gauve, que se parecía muchísimo al conde, solía presentarse en sociedad exagerando las debilidades conocidas del conde.

Luis XVI se despide de su familia, mientras el carcelero espera para llevarlo a la guillotina. En sus diarios, la reina María Antonieta lamentaba no haber prestado atención a las advertencias, que al parecer, le había hecho Saint-Germain.

No todo el mundo cree que el conde haya muerto. Aunque en los archivos de la parroquia de Eckenförde está registrada su muerte, la leyenda de que seguía vivo nació casi inmediatamente. El último protector del conde, el príncipe Charles de Hesse-Cassel, incrementó el misterio que rodeaba a su muerte quemando todos sus papeles, «para que no fueran mal interpretados», mientras uno de sus seguidores de Hesse transmitió la noticia de que no había muerto, sino que había aparecido en París y predicho el estallido de la revolución francesa a María Antonieta… quien, en sus diarios, lamentó no haber tomado en cuenta lo que le había dicho Saint-Germain.Murió el 27 de febrero de 1784, en una pequeña ciudad alemana llamada Eckenforde, junto a las costas del Báltico.
Hizo otra aparición, observada por mucha gente, en 1785, en Wilhelmsbad, un año después de su supuesta muerte, acompañado -según se dijo- por el mago Cagliostro, el hipnotizador Anton Mesmer y el «filósofo desconocido» Louis Claude de Saint-Martin. Ya para entonces tenia 70 años cuando murió pero la fotografia de la cantante Emma Calvé señala una fecha de 1887 es decir que ya tenia 177 años. Más los trescientos años que él se atribuia entonces ha de suponer que tenía para ese entonces 477 años de edad.

En 1789 se presentó en Suecia para advertir al rey Gustavo III de un peligro, y visitó a su amiga mademoiselle d’Adhemar -quien anotó en su diario que seguía aparentando tener 46 años- y le dijo que la vería cinco veces más. Ella afirmaba que eso había sucedido, por cierto, «siempre para mi gran sorpresa». La última ocasión fue la noche anterior al asesinato del duque de Berry, en 1820.

La Leyenda Sigue Viva
El emperador Napoleón III (1808-73) estaba tan intrigado por la historia que nombró a una comisión especial para investigar la vida y los actos del enigmático conde. Los hallazgos de la comisión quedaron destruidos en el terrible incendio que arrasó el Hôtel de Ville de París en 1871, hecho que los seguidores del conde no atribuyen a la coincidencia.

Pocos años después, la Sociedad Teosófica de madame Blavatsky anunció que Saint-Germain era uno de sus «maestros ocultos» -seres inmortales cuya reserva de conocimientos secretos estaba a disposición de los adeptos con el objeto de enriquecer el mundo- junto a figuras como Cristo, Buda, Apolonio de Tiana, Christian Rosencreutz y Francis Bacon. Se dice que un grupo de teósofos se trasladó a París después de la derrota nazi, convencidos de que encontrarían al conde; pero por lo visto éste no apareció.

Sin embargo, la leyenda de esta enigmática figura sigue viva. En fecha tan reciente como enero de 1972, un parisino llamado Richard Chanfray apareció en la televisión francesa, afirmando que era el conde de Saint-Germain. Frente a las cámaras de televisión, y empleando un hornillo de camping, intentó transformar, al parecer con éxito, plomo en oro. ¿Volverá a aparecer el conde? El tiempo no hace más que incrementar el misterio que rodea a este enigmático personaje.

Richard afirma ser el Conde de Saint Germain pero para los que trabajamos con la llama voioleta y sabemos del conde jamás intentaria suicidarse aunque esto sería una pantomima porque él es inmortal entonces cómo puede quitarse la vida.
En el siglo dieciocho, apareció en la corte del rey Luis XV, un enigmático personaje Cierto día, pronunció las siguientes palabras, que Franz Graffër, consignó en sus memorias: “Desapareceré de Europa -dijo- para ir a la región del Himalaya. Allí descansaré. Tengo que descansar. Dentro de ochenta y cinco años se me volverá a ver“. Con estas palabras, en efecto, desapareció de la escena.
Pero fue en la década de los 70 del siglo veinte cuando un personaje llamado Richard Chanfray, apareció en la vida pública francesa, reafirmando ser el inmortal conde de Saint Germain. Lo cierto es que consiguió, ante las cámaras de televisión, convertir el plomo en oro, sin que aparentemente se viera truco alguno. Se hizo tremendamente conocido en toda Europa quizás muchos se preguntaran qué fue de él. ¿Sería, en verdad, inmortal tal y como afirmaba? ¿Era en realidad el verdadero conde de Saint Germain?
El 13 de agosto de 1983, el periódico español El Caso publicó en su página 14 una extensa referencia a este singular personaje. En él, se nos explica qué pasó con el supuesto conde y cuál fue su final. Para todos aquellos que nunca supieron el final de esta historia y que son seguidores de la misteriosa figura del conde más enigmático y controvertido que haya dado la historia, aquí está.
Richard Chanfray aseguraba que era inmortal. Durante muchos años tuvo a sus pies a todas las altas damas de la jet-set francesa; le hacían consultas y dictaba oráculos y vaticinios. Consiguió convencer a toda la alta sociedad de que era la reencarnación del conde de Saint-Germain. Sólo había una diferencia. El supuesto conde de Saint Germain era, presuntamente, inmortal. Richard Chanfray acabó sus días en un sórdido vehículo, embotado de barbitúricos e intoxicado, en compañía de una condesa de pacotilla.
El falso conde conoció diez años de gloria. Comenzó en 1973 su mágica carrera en un teatro de París, presentado con todos los honores. “El hombre que trasmuta el plomo en oro“, rezaban los brillantes carteles luminosos. Y, en efecto, a la vista de todos con la precisión de un brujo, Richard Chanfray consiguió convertir en oro el plomo. Cómo lo hacía, es un misterio. Ni los espectadores, ni los prestidigitadores profesionales, ni siquiera las cámaras de video que le apuntaban directamente a los dedos fueron capaces de descubrir el secreto. El truco, si lo había, se lo llevó a la tumba.
Su oscuro pasado, que sólo ha salido a la luz tras su muerte -casi tan novelesca como su vida-, comienza una oscura madrugada en la ciudad francesa de Lyon, en el año 1940. Se crió en la calle, y en la calle aprendió todo lo que más tarde habría de convertirle en el rey de los escenarios. De niño, robó, vendió periódicos, hizo un poco de todo. A los veinte años, sin estudios y harto de pasar hambre, le sacudió a una anciana con una barra de plomo para apropiarse de los pocos francos que llevaba. Seis años se pasó entre rejas, y si la calle fue su escuela, la cárcel se convirtió en su universidad. Salió de allí hecho un galán, hábil, listo y con labia, dispuesto a cualquier cosa con tal de no rozar siquiera la miseria con la punta de los dedos.
Hojeando libros antiguos, halló un personaje que valía la pena; el conde de Saint Germain, un misterioso alquimista, dueño de sí. Entre sus habilidades figuraba, en primer lugar, la capacidad de transformar el plomo en oro; además de pócimas y secretos, de quien la leyenda dice que es inmortal. Richard adoptó la personalidad del mítico conde y aprovechó el gusto de la alta sociedad por la magia y el esoterismo. En pocos meses, se hizo rico. Por su casa desfilaban los nombres más importantes de Francia; era asesor de centenares de famosos. Y, curiosamente, sus pronósticos eran bastante acertados.
En 1976 tuvo la suerte -o la desdicha- de conocer a la cantante Dalila que, por aquel entonces, vivía un verdadero paraíso de rosas y fama, en el momento cumbre de su carrera profesional. Los dos hombres que habían compartido su vida (Lucien Morisse, su marido, y Luigi Tenco, su amante) habían terminado por suicidarse de forma trágica. Cuando Dalila conoció al falso conde, se enamoró de él de inmediato, quizá para olvidar sus dos fracasos. No sabía que él iba a ser el tercer suicidio.
Según cuentan quienes le conocieron, Chanfray, Conde de Saint Germain, tenía un atractivo irresistible. De su intensa mirada emanaba un profundo magnetismo, y parecía capaz de arrastrar a cualquiera tras de sí. Entre sus habilidades figuraba, en primer lugar, la capacidad de transformar el plomo en oro, como su antecesor; además siempre que entraba en un castillo o casa antigua, demostraba palpablemente que ya había estado allí, en otro siglo. Para que no cupiese duda, señalaba la antigua distribución de la casa, tal como él la recordaba, apuntaba los lugares donde había pasadizos secretos, y señalaba con precisión dónde habían estado antes determinados objetos. Claro que todo eso lo sacaba de los archivos de las bibliotecas públicas. Pero nadie, en diez años, supo descubrir el fraude.
Sin embargo, la magia no le sirvió de nada con la cantante Dalila. “Me obligaba -cuenta ésta- a dormir con una carabina del 22 a los pies de la cama. Estaba paranoico perdido“. El 18 de junio de 1976, cuando la pareja llegaba a la casa a altas horas de la madrugada, Richard vio una luz extraña en la cocina; entró, vio a un hombre en calzoncillos sentado sobre la mesa… y disparó al estómago. “Era -cuenta Dalila- el amante de nuestra criada. Afortunadamente, no murió, pero Richard tuvo que padecer un año de prisión y darle al pobre hombre una indemnización de medio millón de francos”.
Ese fue el principio del fin de la romántica historia. Sin dinero, no había posibilidad de acceder al tren de vida que ambos estaban habituados a llevar. Richard lo intentó todo. Quiso grabar canciones, pero su segundo disco fue un fracaso; lo intentó con la pintura, y no vendió un cuadro; se pasó a la escultura de animales en metal, sin éxito. Dalila y el conde se separaron, y cada uno se vio obligado a buscarse la vida del mejor modo posible.
Sin embargo, pese a los problemas, Richard siguió siendo durante un tiempo la estrella de París y Saint Tropez. No tenía un duro, pero le invitaban a todas las fiestas, devoraban sus experimentos y esperaban con fruición sus profecías. Se hizo amante de la baronesa de Trintignan, Paula de Loos, cuyo título no tenía nada que envidiar al del conde. Era millonaria, eso sí; sabía llevar con cordura sus negocios, pero en lo del título… La falsa baronesa tenía un socio, cuyo nombre no ha sido dado a conocer, que a veces, al parecer, intentaba despistar un poco del mucho dinero que se movía. El conde, en un exceso de celo, quiso velar tanto por los intereses de su amante que no dudó en ponerle una carabina al cuello al socio de la baronesa.
Y otra vez la denuncia, el juzgado, la condena, la indemnización… La baronesa, cargada de deudas, no tuvo capital para ayudarlo, y por tercera vez en su vida el conde, el inmortal, se vio reducido a la condición de simple presidiario. La última vez que se le vio en público, en una de las lujosas fiestas en Saint Tropez, fue en junio de 1983. Había adelgazado lo indecible, y bajo los ojos, dos oscuras ojeras violáceas denotaban sus sufrimientos. El cabello se le había cubierto de canas, y la mirada vidriosa despedía una extraña luz. El 14 de julio, en un pueblo cercano a Saint Tropez, los dos nobles eligieron la muerte. Se les encontró dentro del coche, con todas las ventanas y puertas selladas, y una ingente cantidad de botes vacíos de barbitúricos. Para más seguridad, habían desprendido el tubo de la calefacción para inhalar los mortíferos gases. Cerca, una carta del conde, unas letras de despedida: “Me voy y me la llevo, porque es tan parecida a mí…”

POSIBLE VIDA DEL CONDE

* Entró en el cuerpo de un hombre del paleolítico.

* Estuvo en un faraón de la primera dinastía.

* Se encarnó en el profeta Samuel, de la tribu Leví.

* Fue San Albano, el primer santo británico, en el siglo III.

* Visitó el cuerpo del mago Merlín entre los años 1214 y 1294.

* Posteriormente, fue Roger Bácon, conocido como el “doctor Mirabillis”.

* Luego fue Christian Rósenkreutz, introduciendo la log ia Rosacruz en Europa

* En 1561 encarnó en Francis Bácon.

En 1696 (siempre según la crónica de sus seguidores), el Señor del Karma le comunicó que estaba listo para su ascensión, pero él solicitó quedar en la tierra con un cuerpo físico. Ese año adoptó el conocido nombre de Saint Germain que en el código Rosacruz significa “Santu Germanus” o sea “Hermano Santo”.