Mitologia española: el cuélebre

El cuélebre, también llamado culebre, es un ser proveniente de la mitología española, específicamente de la mitologia asturiana y de la mitología de Cantabria, que se encarga de cuidar tanto a los tesoros, como a los personajes encantados, que nunca faltan en las tantas leyendas asturianas y de Cantabria.

El cuélebre tiene forma de serpiente cubierta con escamas tan gruesas que difícilmente pueden ser atravesadas con espadas, flechas o balas, lo que lo convierte en un ser casi invencible a excepción de la garganta, un punto débil que los humanos buscan aprovechar al máximo a la hora de luchar contra este ser; asimismo, de su espalda salen dos enormes alas de murciélago (aunque algunos aseguran que son realmente de dragón). Se dice también que sus dientes son afilados lo que le da un aspecto terrorífico; tiene un aliento fétido y venenoso, además de que puede escupir fuego y azufre por la boca. Sus silbidos pueden ser escuchados a grandes distancias, lo cual, a pesar de causar terror previene a los pobladores de tener que enfrentarse a uno de estos seres, encuentro que sobra decir, la mayoría de la veces resulta fatal para el humano ya que entre los platillos favoritos del cuélebre se encuentran los humanos y los animales.

Viven en cuevas de gran profundidad, bosques o fuentes donde desafortunadamente también pueden encontrarse algunos poblados; en estos casos, para evitar que el cuélebre siembre el terror y ataque a las personas cuando tiene hambre, los pobladores acostumbran ofrendarle alimentos un pan al que llaman boroña; en el peor de los casos, este ser pide cada cierto tiempo a una virgen para comerla y a cambio, deja en paz a la población.

Los cuélebres viven cientos de años, con el tiempo sus escamas se hacen cada vez más gruesas y al no dejar de crecer, ya no tienen cabida en la tierra, así que llegado un determinado momento, se retiran a la Mar Cuajada en cuyo fondo hay tesoros celosamente resguardados por los viejos cuélebres y al que ningún hombre podrá llegar jamás.

La tradición asturiana es rica en leyendas en las que aparecen dichos seres aterrorizando a las personas, lo es también la geografía de la región, plagada de cuevas y fuentes que, como es de esperar, reciben este nombre, como es el caso de la Ramada del Cuélebre; la Cueva del Cuélebre, en Noriega; la Fuente’l Cuélebre, en Intriago, etc

El cuélebre, también llamado culebre, es un ser proveniente de la mitología española, específicamente de la mitologia asturiana y de la mitología de Cantabria, que se encarga de cuidar tanto a los tesoros, como a los personajes encantados, que nunca faltan en las tantas leyendas asturianas y de Cantabria.

El cuélebre tiene forma de serpiente cubierta con escamas tan gruesas que difícilmente pueden ser atravesadas con espadas, flechas o balas, lo que lo convierte en un ser casi invencible a excepción de la garganta, un punto débil que los humanos buscan aprovechar al máximo a la hora de luchar contra este ser; asimismo, de su espalda salen dos enormes alas de murciélago (aunque algunos aseguran que son realmente de dragón). Se dice también que sus dientes son afilados lo que le da un aspecto terrorífico; tiene un aliento fétido y venenoso, además de que puede escupir fuego y azufre por la boca. Sus silbidos pueden ser escuchados a grandes distancias, lo cual, a pesar de causar terror previene a los pobladores de tener que enfrentarse a uno de estos seres, encuentro que sobra decir, la mayoría de la veces resulta fatal para el humano ya que entre los platillos favoritos del cuélebre se encuentran los humanos y los animales.

Viven en cuevas de gran profundidad, bosques o fuentes donde desafortunadamente también pueden encontrarse algunos poblados; en estos casos, para evitar que el cuélebre siembre el terror y ataque a las personas cuando tiene hambre, los pobladores acostumbran ofrendarle alimentos un pan al que llaman boroña; en el peor de los casos, este ser pide cada cierto tiempo a una virgen para comerla y a cambio, deja en paz a la población.

Los cuélebres viven cientos de años, con el tiempo sus escamas se hacen cada vez más gruesas y al no dejar de crecer, ya no tienen cabida en la tierra, así que llegado un determinado momento, se retiran a la Mar Cuajada en cuyo fondo hay tesoros celosamente resguardados por los viejos cuélebres y al que ningún hombre podrá llegar jamás.

La tradición asturiana es rica en leyendas en las que aparecen dichos seres aterrorizando a las personas, lo es también la geografía de la región, plagada de cuevas y fuentes que, como es de esperar, reciben este nombre, como es el caso de la Ramada del Cuélebre; la Cueva del Cuélebre, en Noriega; la Fuente’l Cuélebre, en Intriago, etc