El astronauta de palenque

Eirch Von Dániken lo describe como un ser que aparece sentado e inclinado sobre unos mandos, como un astronauta en su cabina de pilotaje. El extraño ser lleva en su cabeza un casco del que salen hacía atrás dos tubos flexibles. Frente a su nariz puede verse claramente un balón de oxígeno. Con ambas manos  manipula algo parecido a unos mandos de control, la mano superior está  abierta y en posición de hacer girar un botón como para sintonizar alguna cosa con precisión, en cuanto a la mano situada en el plano inferior, pueden apreciarse cuatro de los dedos con el meñique doblado. Finalmente el talón del pie izquierdo descansa sobre un pedal de varios niveles.

He de reconocer que no comparto en su totalidad la descripción de Dániken, pero aun así,   sigo pensado que el llamado “Astronauta de Palenque”, es uno de los personajes más enigmáticos de cuantos la arqueología nos ha puesto al descubierto en los últimos siglos.

Fue un 15 de junio de 1952, cuando el arqueólogo mexicano Alberto Ruz descubría en el interior del Templo de las Inscripciones de Palenque la cámara funeraria de un rey. El templo, que está asentado sobre una pirámide escalonada de 16 metros de altura y que se encuentra en el Estado de Chiapas en México, contiene la cámara funeraria del Rey Pakal.

El Rey Pakal fue un rey maya que gobernó durante el Periodo Clásico, al ascender al trono con tan sólo 12 años. La lapida tenía unas medidas de 3.80 metros de largo, 2.20 metros de ancho y un espesor de 25 centímetros, con un peso aproximado de 5 toneladas. Y en la losa se hallan unos grabados muy particulares que han dado pie a innumerables enfrentamientos entre investigadores y arqueólogos.

Estos enfrentamientos se deben a que los grabados de la losa representan a Pakal semiacostado y manejando lo que parece ser una especie de cohete moderno. Otras teorías afirman que únicamente representa a Pakal en un altar iniciando su viaje al inframundo, ya que al parecer, los mayas creían en los tres mundos. El de arriba o cielo, el mundo de los vivos, y el inframundo o mundo de los muertos.

Interpretaciones aparte, muchos son los misterios que se ciernen sobre Pakal. Para empezar, hay que decir que para los mayas Pakal era un semidiós, además, su templo funerario es el único templo conocido de esta parte de América, en el que se ha encontrado en su interior una cripta con restos mortales, pues los mayas jamás levantaron templos en calidad de monumentos funerarios.

Según teorías oficiales, Pakal falleció a los 80 años, después de 68 años de reinado. Pero por el contrario, los restos aparecidos en el sarcófago real tras el hallazgo del Dr. Alberto Ruz, corresponden anatómicamente a una persona de unos 40 ó 50 años de edad, además de tener una talla muy por encima de la media que alcanzan los Mayas, como han señalado distintos análisis llevados a cabo por diferentes antropólogos, resaltando todos ellos que, los restos del difunto Pakal, corresponden a un varón robusto y bien proporcionado. Desde luego nada que ver con un anciano Maya octogenario.

Otro dato curiosos es que la cripta donde se encontraba la sepultura estaba llena de estalactitas y estalagmitas algo extraño para un lugar al que se le suponía entre mil y mil trescientos años de antigüedad.

Y para finalizar diremos que Pakal poseía un avanzado conocimiento astronómico, conocía las órbitas de Marte, los movimientos de la Tierra y podía predecir los eclipses lunares.

Y fue quizás fue debido a todos estos conocimientos y sus atípicas características que se difieren completamente del pueblo maya, por lo que Pakal fuera considerado como un Dios o Semi Dios.

Como sucede con tantas otras cosas “El astronauta de Palenke”  es, y seguirá siendo, todo un misterio. Al menos hasta el día en que los misterios nos sean revelados.

Considero, que el ilustre difunto no era un maya, su morfología era totalmente diferente a la de los indios. Aparentaba unos cuarenta o cincuenta años de edad.  Su talla de 1,75 metros  sobrepasaba en más de veinte centímetros  la altura media de los mayas, que era de 1,54.

Eirch Von Dániken lo describe como un ser que aparece sentado e inclinado sobre unos mandos, como un astronauta en su cabina de pilotaje. El extraño ser lleva en su cabeza un casco del que salen hacía atrás dos tubos flexibles. Frente a su nariz puede verse claramente un balón de oxígeno. Con ambas manos  manipula algo parecido a unos mandos de control, la mano superior está  abierta y en posición de hacer girar un botón como para sintonizar alguna cosa con precisión, en cuanto a la mano situada en el plano inferior, pueden apreciarse cuatro de los dedos con el meñique doblado. Finalmente el talón del pie izquierdo descansa sobre un pedal de varios niveles.

He de reconocer que no comparto en su totalidad la descripción de Dániken, pero aun así,   sigo pensado que el llamado “Astronauta de Palenque”, es uno de los personajes más enigmáticos de cuantos la arqueología nos ha puesto al descubierto en los últimos siglos.

Fue un 15 de junio de 1952, cuando el arqueólogo mexicano Alberto Ruz descubría en el interior del Templo de las Inscripciones de Palenque la cámara funeraria de un rey. El templo, que está asentado sobre una pirámide escalonada de 16 metros de altura y que se encuentra en el Estado de Chiapas en México, contiene la cámara funeraria del Rey Pakal.

El Rey Pakal fue un rey maya que gobernó durante el Periodo Clásico, al ascender al trono con tan sólo 12 años. La lapida tenía unas medidas de 3.80 metros de largo, 2.20 metros de ancho y un espesor de 25 centímetros, con un peso aproximado de 5 toneladas. Y en la losa se hallan unos grabados muy particulares que han dado pie a innumerables enfrentamientos entre investigadores y arqueólogos.

Estos enfrentamientos se deben a que los grabados de la losa representan a Pakal semiacostado y manejando lo que parece ser una especie de cohete moderno. Otras teorías afirman que únicamente representa a Pakal en un altar iniciando su viaje al inframundo, ya que al parecer, los mayas creían en los tres mundos. El de arriba o cielo, el mundo de los vivos, y el inframundo o mundo de los muertos.

Interpretaciones aparte, muchos son los misterios que se ciernen sobre Pakal. Para empezar, hay que decir que para los mayas Pakal era un semidiós, además, su templo funerario es el único templo conocido de esta parte de América, en el que se ha encontrado en su interior una cripta con restos mortales, pues los mayas jamás levantaron templos en calidad de monumentos funerarios.

Según teorías oficiales, Pakal falleció a los 80 años, después de 68 años de reinado. Pero por el contrario, los restos aparecidos en el sarcófago real tras el hallazgo del Dr. Alberto Ruz, corresponden anatómicamente a una persona de unos 40 ó 50 años de edad, además de tener una talla muy por encima de la media que alcanzan los Mayas, como han señalado distintos análisis llevados a cabo por diferentes antropólogos, resaltando todos ellos que, los restos del difunto Pakal, corresponden a un varón robusto y bien proporcionado. Desde luego nada que ver con un anciano Maya octogenario.

Otro dato curiosos es que la cripta donde se encontraba la sepultura estaba llena de estalactitas y estalagmitas algo extraño para un lugar al que se le suponía entre mil y mil trescientos años de antigüedad.

Y para finalizar diremos que Pakal poseía un avanzado conocimiento astronómico, conocía las órbitas de Marte, los movimientos de la Tierra y podía predecir los eclipses lunares.

Y fue quizás fue debido a todos estos conocimientos y sus atípicas características que se difieren completamente del pueblo maya, por lo que Pakal fuera considerado como un Dios o Semi Dios.

Como sucede con tantas otras cosas “El astronauta de Palenke”  es, y seguirá siendo, todo un misterio. Al menos hasta el día en que los misterios nos sean revelados.

Considero, que el ilustre difunto no era un maya, su morfología era totalmente diferente a la de los indios. Aparentaba unos cuarenta o cincuenta años de edad.  Su talla de 1,75 metros  sobrepasaba en más de veinte centímetros  la altura media de los mayas, que era de 1,54.