LOS ROBA GRASA

En Perú hay muchas leyendas urbanas como leyendas históricas, yo les voy a contar una…

En Perú hay muchas leyendas urbanas como leyendas históricas, yo les voy a contar una leyenda urbana, pero que se remite a la realidad, pues son hechos que sucedieron, mas o menos por los años 60 y 70 en la sierra peruana, donde los pequeños pueblos estaban alejados de las grandes ciudades y la población se dedicaba a la agricultura y el pastoreo y muchas de las personas eran ingenuas y sumisas.

Empezó a suceder algo espantoso, comenzaron a haber desapariciones entre los pobladores, primero el vecino del costado, luego la fulana de la esquina, así sucesivamente, tanto así que se podía contar que entre una familia había entre dos a tres miembros que habían desaparecido, por ser alejados estos pueblos no recibían la ayuda necesaria del estado y también le era ajeno el problema, hasta que una persona descubrió la forma como desaparecían los pobladores y hacia donde iba a parar
Una noche de tormenta un hombre llegaba cansado de laborar todo el día en la chacra, se había hecho tarde y la lluvia lo había agarrado desprevenido, con la ropa empapada y con el frio que calaba hasta los huesos aguardaba el paso pues calculaba aún una media hora para llegar a su destino, la noche le absorbía la visión y solo divisaba a dos pasos delante de el cuando de pronto sintió una presencia detrás de él, no veía nada pero sentía esa sensación, apuró el paso y la sombra también lo hacia, empezó a correr y la sombra corría hacia el, desesperado y exhausto tropezó y la sombra se le vino encima y le golpeó la cabeza.
Cuando abrió los ojos sentía sus manos maniatadas y adormecidas, aún tenia el chorro de sangre que ya se secaba en su mejilla por el golpe, estaba en una lugar semis-oscuro y a su alrededor unos murmullos y risas chillonas se entremezclaban con gemidos, intentó liberar sus manos pero apretaba fuerte la soga con el que había sido maniatado, al acomodarse y sentarse sintió el piso húmedo como fangoso y un olor rancio y podrido, repto a la luz y sintió los chillidos mas fuertes, se incorporó mareado y se dio cuenta que estaba en una cueva y que unos lamparines agónicos alumbraban dentro de la profundidad.
Al ver con mayor claridad, pues su iris se había acostumbrado a la luz de la cueva, vio algo espantoso, en la cueva colgados como ropa recién lavada habían muchos cuerpos, algunos decapitados, otros sin las extremidades, desollados, había cuerpo de niños, de jóvenes mujeres, muchos de ellos conocido, su cuerpo se crispó, mas aún al sentir el grito espantoso de una mujer que aún viva le desollaban y le quitaban pacientemente la grasa de su cuerpo, con la fuerza que le quedaba y aprovechando que no lo veían buscó la salida, pues los de adentro lo creían aun desmayado, por suerte encontró la salida y corrió y corrió y llegó a su pueblo, contó todo lo que había visto, la gente indignada se juntó, con antorchas y armadas con lo que tenían en mano llegaron a la cueva, con temor entraron, encontraron todo lo que había descrito el que escapó, los cuerpos colgados y desollados, habría mas de cien cuerpos mutilados, y el piso era un río pegajoso de sangre y resbaladizo, están los lamparines el cuerpo aún tibio de la última persona que habían desollado, pero no encontraron a nadie mas.
Mucho después se descubrió la verdad, llegó la prensa por fin la policía y personal calificado, descubrieron que los cuerpos tenían todos sus órganos menos la grasa, grasa humana, a estos hombres se les conoció posteriormente como “Pichtacos” eran desalmados enfermos que se dedicaba al tráfico de la grasa humana con fines comerciales, hasta ahora se habla de los pichtacos y quedó grabada en la mente de los peruanos como una de las tantas leyendas urbanas.