Varcolaco, el vampiro de los suicidas.

Varcolaco: el vampiro de los suicidas

El Varcolaco pertenece a una extraña raza de vampiros cuyo origen son las almas de los suicidas y de aquellos infortunados que mueren sin ser bautizados.

El Varcolaco suele adquirir el aspecto de un perro, una rana, un gato o una elusiva araña. Son especialmente peligrosos durante las noches de de San Andrés y San Jorge. Ningún especialista ha logrado echar luz sobre estas fechas.

Se cree que los Varcolacos pueden morder sin dejar marcas visibles sobre la piel de sus víctimas, lo cual resulta una ventaja estratégica, tanto para el vampiro como para su huésped, ya que de ese modo no deberá ofrecer explicaciones acerca de mordidas y moretones en regiones geográficas cuyo acceso está limitado a los amantes.

Para matar al vampiro Varcolaco se debe quitarle el corazón y partirlo en dos, luego ensartarle un clavo ardiente en la frente y poner una cucharada de cal debajo de su lengua.

A la luz de estas operaciones más bien dificultosas, muchos investigadores aconsejan dejar en paz a los Varcolacos, ya que matarlos resulta más enojoso que lidiar con las consecuencias de sus ataques.

Para evitar que alguien se convierta en este vampiro se recomienda una rápida acción preventiva.

Antes del entierro se debe untar grasa de cerdo (sacrificado en el día de San Ignacio) sobre el cadáver del suicida. En cambio, si el réprobo es una mujer se recomienda clavarle una cruz de hierro sobre el pecho izquierdo y a continuación enterrarla boca abajo.

Estas operaciones previenen el advenimiento del Varcolaco, aunque pueden resultar notablemente difíciles de explicar ante un juez escéptico.

Varcolaco, el vampiro de los suicidas.

Varcolaco: el vampiro de los suicidas

Varcolaco, el vampiro de los suicidas.

El Varcolaco pertenece a una extraña raza de vampiros cuyo origen son las almas de los suicidas y de aquellos infortunados que mueren sin ser bautizados.

El Varcolaco suele adquirir el aspecto de un perro, una rana, un gato o una elusiva araña. Son especialmente peligrosos durante las noches de de San Andrés y San Jorge. Ningún especialista ha logrado echar luz sobre estas fechas.

Se cree que los Varcolacos pueden morder sin dejar marcas visibles sobre la piel de sus víctimas, lo cual resulta una ventaja estratégica, tanto para el vampiro como para su huésped, ya que de ese modo no deberá ofrecer explicaciones acerca de mordidas y moretones en regiones geográficas cuyo acceso está limitado a los amantes.

Para matar al vampiro Varcolaco se debe quitarle el corazón y partirlo en dos, luego ensartarle un clavo ardiente en la frente y poner una cucharada de cal debajo de su lengua.

A la luz de estas operaciones más bien dificultosas, muchos investigadores aconsejan dejar en paz a los Varcolacos, ya que matarlos resulta más enojoso que lidiar con las consecuencias de sus ataques.

Para evitar que alguien se convierta en este vampiro se recomienda una rápida acción preventiva.

Antes del entierro se debe untar grasa de cerdo (sacrificado en el día de San Ignacio) sobre el cadáver del suicida. En cambio, si el réprobo es una mujer se recomienda clavarle una cruz de hierro sobre el pecho izquierdo y a continuación enterrarla boca abajo.

Estas operaciones previenen el advenimiento del Varcolaco, aunque pueden resultar notablemente difíciles de explicar ante un juez escéptico.