La leyenda de los ocho soles

Según nos cuenta una antigua leyenda de Laos, una vez la Tierra estuvo iluminada no por uno, sino por ocho soles a la vez, provocando un calor insoportable en la tierra que secaba los campos y deslumbraba a quienes se atrevían a mirar al cielo. Una vez que los hombres lograron ponerse de acuerdo, convinieron que ocho soles eran demasiado para un solo mundo, por lo que deberían deshacerse de siete de ellos. Pero.. ¿cómo harían tal cosa?

Tras mucho pensarlo los hombres tomaron la decisión de que lo mejor sería asustar a los soles, para que el miedo les hiciese apagarse. Y fue así que pidieron la ayuda de un maestro con el arco, quien disparó una flecha en dirección a uno de los soles, que se apagó al instante: ante su sorpresa, la idea había funcionado. El arquero continuó disparando flechas a los soles restantes, pero en su emoción disparó también al octavo sol, dejando al mundo en las más oscuras tinieblas.

Durante un tiempo, los hombres tuvieron que vivir en la oscuridad, pero la tan necesaria luz no era suficiente para mantener los cultivos y la falta de luz provocaba la tristeza, la melancolía y la desesperación. Era necesario lograr recuperar uno de los soles, pero éstos tenían miedo de los hombres, así que sería muy complicado hacerlo personalmente. Tras una nueva reunión se decidió recurrir a la ayuda de los animales.

La vaca trató de llamar a uno de los soles con su mugido, pero nada ocurrió, después llegó el tigre con idéntico resultado tras un largo rato de rugidos. Algo distinto sucedió con el búho, una pálida esfera surgió en el cielo ante su llamada, y desde entonces existió la Luna, aunque su luz era mucho menos que suficiente.

Cuando llegó el turno del gallo todo cambió. Ante su poderoso y constante canto apareció primero una pálida luz en el horizonte, que se fue extendiendo sobre la tierra mientras uno de los soles se alzaba en el cielo, iluminando cada rincón del mundo. Por eso cada mañana el gallo canta hasta que el Sol regresa para iluminar y calentar el mundo.

La leyenda de los ocho soles

La leyenda de los ocho soles

Según nos cuenta una antigua leyenda de Laos, una vez la Tierra estuvo iluminada no por uno, sino por ocho soles a la vez, provocando un calor insoportable en la tierra que secaba los campos y deslumbraba a quienes se atrevían a mirar al cielo. Una vez que los hombres lograron ponerse de acuerdo, convinieron que ocho soles eran demasiado para un solo mundo, por lo que deberían deshacerse de siete de ellos. Pero.. ¿cómo harían tal cosa?

Tras mucho pensarlo los hombres tomaron la decisión de que lo mejor sería asustar a los soles, para que el miedo les hiciese apagarse. Y fue así que pidieron la ayuda de un maestro con el arco, quien disparó una flecha en dirección a uno de los soles, que se apagó al instante: ante su sorpresa, la idea había funcionado. El arquero continuó disparando flechas a los soles restantes, pero en su emoción disparó también al octavo sol, dejando al mundo en las más oscuras tinieblas.

Durante un tiempo, los hombres tuvieron que vivir en la oscuridad, pero la tan necesaria luz no era suficiente para mantener los cultivos y la falta de luz provocaba la tristeza, la melancolía y la desesperación. Era necesario lograr recuperar uno de los soles, pero éstos tenían miedo de los hombres, así que sería muy complicado hacerlo personalmente. Tras una nueva reunión se decidió recurrir a la ayuda de los animales.

La vaca trató de llamar a uno de los soles con su mugido, pero nada ocurrió, después llegó el tigre con idéntico resultado tras un largo rato de rugidos. Algo distinto sucedió con el búho, una pálida esfera surgió en el cielo ante su llamada, y desde entonces existió la Luna, aunque su luz era mucho menos que suficiente.

Cuando llegó el turno del gallo todo cambió. Ante su poderoso y constante canto apareció primero una pálida luz en el horizonte, que se fue extendiendo sobre la tierra mientras uno de los soles se alzaba en el cielo, iluminando cada rincón del mundo. Por eso cada mañana el gallo canta hasta que el Sol regresa para iluminar y calentar el mundo.