La leyenda del monstruo del castillo Glamis.

Ilustración basada en historias de la familia Bowes-Lyon.
El castillo de Glamis, en Escocia, es un punto histórico y famoso gracias a la obra de Macbeth, de William Shakespeare. En el trabajo del dramaturgo, es en Glamis donde Macbeth mata a Duncan en el año 1040; mientras que históricamente fue donde un grupo de asesinos acabó con el Rey Malcolm II en 1034 y también el hogar de la Reina Isabel II, la Reina Madre y el lugar de nacimiento de la princesa Margaret.
Pero lo que pocos saben, es que el castillo también fue hogar de un ser legendario conocido como el Monstruo de Glamis. 
De acuerdo con las leyendas del lugar, el Monstruo era el heredero deforme de la familia Bowes-Lyon, nacido en 1800 y muerto (sorprendentemente) en 1921. Su deformidad le daba el aspecto de un huevo gigantesco, con brazos y piernas pequeñas; pero una fuerza y maldad descomunales. Es un secreto familiar, el cual supuestamente solo se le dice a los herederos masculinos de la familia Bowes-Lyon al llegar a la mayoría de edad.
La tradición oral del lugar dicen que la existencia de la criatura solo son conocidas por cuatro hombres a la vez, en concreto el Conde de Strathmore, su heredero directo, el abogado de la familia y el encargado del estado de Glamis. Al llegar a los veintiún años, el heredero de la familia recibe el conocimiento de la existencia del ser, y se le muestran los restos de la criatura. 
En una ocasión, una Lady Strathmore escuchó los rumores del Monstruo, así que se acercó cautelosamente al encargado del estado y le preguntó por el secreto; a lo que el hombre le respondió ominosamente que “no debía saber la verdad, pues si lo hiciera no podría volver a vivir tranquila”.
La carta de la Señora Bond.
En 1912, el autor Elliott O’Donnell escribe en su libro ‘Scottish Ghost Stories’ (Historias de fantasmas de Escocia) sobre los contenidos de una carta que había recibido de una supuesta señora Bond; quien pasó tiempo en el castillo Glamis y tuvo un encuentro con el ser. 
La carta reza lo siguiente:
“Han pasado muchos años desde que estuve en Glamis. De hecho, era apenas una niña cuando llegué por primera vez a la villa. Pero pese a mi corta edad, no era nerviosa o imaginativa; me inclinaba a creer en lo que era cierto y práctico.
Así que cuando mis amigos exclamaron sorpresa por que permanecería en Glamis, diciendo que el lugar estaba embrujado; estallé en risotadas por lo ridículo que me parecía, y les respondí que no existían tales cosas como fantasmas o hadas.”
Esa noche, la señora Bond apenas comenzaba a dormirse cuando tuvo una vívida y horripilante experiencia con un ser sobrenatural, como describía en su carta: 

“Lento, muy lento, la cosa, lo que fuese, tomó forma. Piernas – Deformes, grotescas, piernas humanas. Un cuerpo – Peludo y jorobado. Brazos – Largos y como patas de araña, con dedos torcidos y nudosos. Una cabeza – Grande y bestial, cubierta por una masa retorcida de pelo gris que colgaba sobre su frente protuberante y orejas puntiagudas como una parodia horrible de rizos.
El rostro – y aquí se confirmaron mis peores expectaticas – era grande y blanco, similar al de un cerdo y con expresión malévola; una combinación diabólica de todos los rasgos atroces y animales, pero con la intención decidida de un psicópata.
Permanecí boquiabierta mientras la criatura se alzaba sobre sus ancas en la misma forma que un simio, y me miraba terriblemente. Entonces avanzó hacia adelante, rodó y se desplomó como una grotesca tortuga, regodeándose en la calidez de los rayos de sol que se filtraban por mi ventana al amanecer.
En este momento la puerta se abrió y alguien entró a la habitación. Hubo un grito que despertó al castillo, un alarido de algo que parecía no animal ni humano, algo molesto.
Ya no veía a la cosa, pero mi mente me llevó a asociar el gemido con la bestia.”
Hay quienes describen al monstruo como
un ser ovoide parecido a Humpty Dumpty.
Ilustración basada en historias de la familia Bowes-Lyon.
El castillo de Glamis, en Escocia, es un punto histórico y famoso gracias a la obra de Macbeth, de William Shakespeare. En el trabajo del dramaturgo, es en Glamis donde Macbeth mata a Duncan en el año 1040; mientras que históricamente fue donde un grupo de asesinos acabó con el Rey Malcolm II en 1034 y también el hogar de la Reina Isabel II, la Reina Madre y el lugar de nacimiento de la princesa Margaret.
Pero lo que pocos saben, es que el castillo también fue hogar de un ser legendario conocido como el Monstruo de Glamis.
De acuerdo con las leyendas del lugar, el Monstruo era el heredero deforme de la familia Bowes-Lyon, nacido en 1800 y muerto (sorprendentemente) en 1921. Su deformidad le daba el aspecto de un huevo gigantesco, con brazos y piernas pequeñas; pero una fuerza y maldad descomunales. Es un secreto familiar, el cual supuestamente solo se le dice a los herederos masculinos de la familia Bowes-Lyon al llegar a la mayoría de edad.
La tradición oral del lugar dicen que la existencia de la criatura solo son conocidas por cuatro hombres a la vez, en concreto el Conde de Strathmore, su heredero directo, el abogado de la familia y el encargado del estado de Glamis. Al llegar a los veintiún años, el heredero de la familia recibe el conocimiento de la existencia del ser, y se le muestran los restos de la criatura.
En una ocasión, una Lady Strathmore escuchó los rumores del Monstruo, así que se acercó cautelosamente al encargado del estado y le preguntó por el secreto; a lo que el hombre le respondió ominosamente que “no debía saber la verdad, pues si lo hiciera no podría volver a vivir tranquila”.
La carta de la Señora Bond.
En 1912, el autor Elliott O’Donnell escribe en su libro ‘Scottish Ghost Stories’ (Historias de fantasmas de Escocia) sobre los contenidos de una carta que había recibido de una supuesta señora Bond; quien pasó tiempo en el castillo Glamis y tuvo un encuentro con el ser.
La carta reza lo siguiente:
“Han pasado muchos años desde que estuve en Glamis. De hecho, era apenas una niña cuando llegué por primera vez a la villa. Pero pese a mi corta edad, no era nerviosa o imaginativa; me inclinaba a creer en lo que era cierto y práctico.
Así que cuando mis amigos exclamaron sorpresa por que permanecería en Glamis, diciendo que el lugar estaba embrujado; estallé en risotadas por lo ridículo que me parecía, y les respondí que no existían tales cosas como fantasmas o hadas.”
Esa noche, la señora Bond apenas comenzaba a dormirse cuando tuvo una vívida y horripilante experiencia con un ser sobrenatural, como describía en su carta:
 
“Lento, muy lento, la cosa, lo que fuese, tomó forma. Piernas – Deformes, grotescas, piernas humanas. Un cuerpo – Peludo y jorobado. Brazos – Largos y como patas de araña, con dedos torcidos y nudosos. Una cabeza – Grande y bestial, cubierta por una masa retorcida de pelo gris que colgaba sobre su frente protuberante y orejas puntiagudas como una parodia horrible de rizos.
El rostro – y aquí se confirmaron mis peores expectaticas – era grande y blanco, similar al de un cerdo y con expresión malévola; una combinación diabólica de todos los rasgos atroces y animales, pero con la intención decidida de un psicópata.
Permanecí boquiabierta mientras la criatura se alzaba sobre sus ancas en la misma forma que un simio, y me miraba terriblemente. Entonces avanzó hacia adelante, rodó y se desplomó como una grotesca tortuga, regodeándose en la calidez de los rayos de sol que se filtraban por mi ventana al amanecer.
En este momento la puerta se abrió y alguien entró a la habitación. Hubo un grito que despertó al castillo, un alarido de algo que parecía no animal ni humano, algo molesto.
Ya no veía a la cosa, pero mi mente me llevó a asociar el gemido con la bestia.”
Hay quienes describen al monstruo como
un ser ovoide parecido a Humpty Dumpty.