Los átomos poseen conciencia e inteligencia

Los medios de comunicación, las más influyentes instituciones educativas y los grandes poderes políticos y económicos proyectan una visión materialista y mecanicista de la realidad que impregna el mundo desde hace al menos doscientos años. Las ciencias se asientan en dichas bases mecanicistas y la mayoría de las personas están convencidas de que el universo es como una inmensa máquina que se rige por unas leyes estables, y que los astrofísicos solo tienen que comprender cómo funciona ese mecanismo para desentrañar todos los misterios del cosmos. Como si fueran aprendices de relojeros desmontando relojes para comprender su mecanismo. Y eso empieza por las partículas subatómicas, moléculas, bacterias, átomos

Sin embargo, con el surgimiento de la física cuántica a principios del siglo XX, los científicos demostraron que tal visión de la realidad es absolutamente errónea, puesto que la base de la materia, las partículas subatómicas, en realidad no tienen forma física y no se encuentran en ningún lugar concreto. Existen de algún modo que desconocemos como una especie de fuerza que impregna todo el universo, pero se transforman al mismo tiempo en partículas presentes en un lugar concreto del tiempo y del espacio ¡solo cuando alguna clase de conciencia observa la realidad! Es aparentemente incomprensible, pero así funciona el cosmos, tal como se ha demostrado en laboratorio con el experimento de la doble rendija (AÑO/CERO, 353). Los más importantes físicos de la historia, como Albert Einstein (1879-1955), Max Planck (1858-1947), Ervin Schrödinguer (1887-1961), Niels Bohr (1885- 1962) o Werner Heisenberg (1901-1976) no se cansaron de repetir que la clave para entender el universo es comprender qué es la conciencia.

El propio Einstein, que durante buena parte de su vida se resistió a aceptar las bases de la cuántica –«Dios no juega a los dados»–, no tuvo otro remedio que aceptar que sí juega y que además parece que los tiene trucados. «Me gustaría pensar que cuando no miro a la Luna aún sigue ahí», dijo, echando de menos un paradigma pasado en el que todo estaba claro y que la física cuántica «mató» definitivamente con su absoluto relativismo. Einstein, a su pesar, se vio obligado a aceptar que la cuántica ofrecía una visión certera del funcionamiento de la materia, que además se había demostrado en laboratorio.

Los átomos poseen conciencia

En el siglo XIX, la teoría mecanicista también fue desafiada por una corriente científica conocida como vitalismo, según la cual los organismos son más que máquinas, puesto que están impregnados por una fuerza vital.

El vitalismo era deudor del viejo punto de vista que defendía que todos los seres vivos estaban organizados por almas. El vitalismo evolucionó hacia una filosofía del organismo que trata a la naturaleza como algo vivo, también incluyendo a las moléculas, átomos e incluso a las partículas subatómicas. Desde este punto de vista, cualquier organismo posee cierto grado de conciencia e inteligencia, y la suma de organismos crea estructuras biológicas cada vez más complejas con mayor grado de conciencia e inteligencia. Así, las partículas subatómicas (como neutrones, protones y electrones que constituyen el átomo) poseerían un determinado nivel de conciencia, y a mayor complejidad biológica –átomos que conforman moléculas, que constituyen a su vez los «ladrillos» de humanos, animales y plantas–, mayor inteligencia y conciencia.

En la actualidad, los científicos y filósofos que siguen las tesis vitalistas prefieren referirse a pampsiquismo. Eso no significa que contemplen a los átomos como entidades conscientes igual que lo somos los humanos o los animales, sino que solo algunos aspectos de la conciencia estarían presentes incluso en los sistemas físicos más simples. En 2006, el Journal of Conciousness Studies –la revista científica más prestigiosa de todas las centradas en el estudio de la conciencia– publicó un número especial titulado ¿El materialismo implica pampsiquismo? El artículo principal era de Galen John Strawson –catedrático de Filosofía que enseñó en universidades como las de Oxford, Princeton o Texas–, y a continuación diecisiete filósofos y científicos discutían sobre las teorías expuestas por Strawson. Éste defendía en el citado artículo científico que las formas más complejas de conciencia emergen de las menos complejas, pero incluso éstas poseen cierto grado de conciencia. Strawson no sugiere que una mesa presente alguna clase de conciencia, pero está convencido de que sus átomos sí podrían tenerla.

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