Guerra del Agua: el factible futuro conflicto mundial

Mientras 750 millones de personas nacen sin acceso al agua, diferentes 2 millones fallecen por el mismo inconveniente. El escenario estimado para el año 2030 nos señala que, la cercana guerra mundial será por el líquido vital…

En zonas que van desde Caracas hasta Amán, se acumulan miles y miles de litros de agua en recipientes de plástico ya que el suministro de agua potable no es constante y, una vez se corta, los ciudadanos no conocen cuándo volverán a ver el líquido fluir por las tuberías.

En Jordania, las mezquitas dan charlas sobre la importancia de ahorrar hasta la última gota. Las tierras se riegan con agua salada por la necesidad, lo que conlleva a daños permanentes en iguales.

conforme a las estimaciones, una persona Jordania apenas usa 90 metros cúbicos de agua al año, siendo uno de los más bajos del mundo. Solamente un 3% de lo que consume una persona en un país como Estados Unidos.

La sequía y la sobrepoblación es uno de las causas principales de la escasez de agua.

Debido a su situación geográfica, Jordania jamás contó con abundante agua, pero en el pasado les bastaba para cubrir a su población.

Pero la migración ha creado la escasez. Desde la llegada de los primeros refugiados palestinos, a los que le siguieron libaneses, iraquíes y sirios que huían de las guerras, sumado a las tensiones en el interior de su territorio con los mismos refugiados y los jordanos, la situación se agrava cada día.

Si a esto se le suma que la tasa de fertilidad de la doncella es de 3.8 niños, el inconveniente es enorme. De hecho, de acuerdo a los investigadores, las reservas de agua que se tenían previstas para el 2035 se consumieron en 2015.

Prácticamente no hay recursos y el río Jordán, el singular río navegable, está completamente contaminado. Los acuíferos más importantes están vacíos y la edificación de presas en Siria provocó que disminuyera el cauce de los ríos.

Un escenario apocalíptico

El escenario que se nos aproxima es apocalíptico.

Lo que ocurre en Jordania no es un suceso aislado. Lo mismo ocurre en el Nilo y las presas etíopes o al Mekong, en Asia.

En China, el 35% de sus pozos se secaron y varios ríos más importantes están completamente contaminados. De hecho, el consumo de agua podría considerarse riesgoso para los residentes y, casi con seguridad, no es el singular país con este inconveniente.

Este es un escenario que podría prever todos los contratiempos a los que podría enfrentarse la sociedad con una escasez de agua.

Aunque parezca a un escenario de película, la realidad es que este inconveniente ni siquiera es un escenario futuro; es uno actual. 750 millones de personas no tienen acceso a agua potable, sumado a más de 2 millones de muertes al año por falta de la misma.

Y, según la Organización Meteorológica Mundial, en 2025, dos de cada tres personas sufrirían restricciones en su suministro de agua y, de acuerdo a las Naciones Unidas, en el 2050 una de cada cuatro personas en el planeta viviría en un país sin agua.

Demasiado que corregir

El tratamiento de aguas es una solución pero es más difícil de lo que parece.

El 97% del agua en el planeta es salada. Una inmensa cantidad de agua dulce se encuentra retenida en los glaciares, acuíferos subterráneos y en los polos. Lo que convierte su explotación en algo complicado.

Y si a todo eso le sumamos el cambio climático, las cosas se complican más. Como ejemplo, se estima que la distribución de las precipitaciones cambie radicalmente en los próximos años. En algunas zonas llovería muy en diferentes habrían sequías prolongadas.

La economía tampoco está preparada para gestionar este recurso, todo lo contario. El agua es necesaria para todo. La industria, sobre todo los sectores agrícolas y ganaderos precisan enormes cantidades de agua solo para subsistir.

Según el Foro Económico Mundial, para el 2030 la demanda de agua crecerá un 40% debido al incremento del pueblo, por lo que se espera que la crisis del vital líquido se agrave y derive en una crisis económica.

Pero hay soluciones, el inconveniente es que implementarlas globalmente no es facil.

Los investigadores se localizan desarrollando tapas de botellas con filtros nanométricos que limpian el agua de cualquier virus, bacteria o suciedad, haciéndola potable.

Otra solución es la desalinización del agua. Quizás la más comprendida, pero que no la convierte en la más práctica.

Transformar el agua salada en dulce es un proceso en el que se revierte la ósmosis natural, lo cual requiere grandes cantidades de energía.

Por esa razón, para que verdaderamente sea una alternativa, se necesita la creación de energía limpia y económica. Aunque una solución más sencillo sería administrar todos los recursos de una forma más sostenible.

En pocas palabras, disminuir la contaminación, promover la reutilización, cambiar los hábitos de consumo, dominar la natalidad y mejorar los equipos de conservación y captación del agua.

El inconveniente es que todo lo mencionado requiere dinero, y demasiado. Desgraciadamente los naciones que más sufren de esta crisis no lo tienen. De hecho, desde el año 2000 solo Estados Unidos ha invertido dinero en planes vinculados con la conservación del agua.

Un recurso que puede generar conflictos

El tratamiento de aguas es una solución pero es más difícil de lo que parece.

Tal cual como ocurrió con el petróleo, el agua poco a poco se va convirtiendo en un recurso de valor incalculable en el siglo XXI.

Por esa razón la explotación de acuíferos se está convirtiendo en un negocio lleno de tensiones en todo el planeta.

La ONU ha revelado que, al menos, hay 300 zonas del mundo donde hay conflictos alrededor del agua y los propios servicios de inteligencia estadounidenses no descartan que, en un futuro, la crisis de la misma pudiera dar lugar a conflictos bélicos y el nacimiento de nuevas células terroristas.

De hecho, el estado islámico ha usado en los últimos años a los ríos y presas sirias e iraquíes para obtener más poder, llegando inclusive a atacar infraestructuras hídricas en ambos naciones. Por eso se estima que el agua poco a poco se convertirá en el recurso de más valor en el siglo XXI.

Un escenario apocalíptico que nos recuerda a grandes historias de ciencia ficción distópicas, pero que nos lleva a pensar hasta donde seremos capaces de llegar ¿Es necesario que el agua escasee y comiencen conflictos armados para darnos cuenta hacia donde estamos llevando al planeta?

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