La Sincronicidad de la Naturaleza

Los ejemplos de sincronicidad en la naturaleza son tan frecuentes que los consideramos normales. Sin embargo, si afinamos la mirada para que observe lo que parece casi imposible, el concepto de sincronicidad comenzará a cobrar sentido. Por ejemplo, mira hacia el cielo en un día de verano y espera a que aparezca una parvada. Al igual que los peces del cardumen que mencioné antes, todas las aves vuelan en formación; cuando cambian de dirección, todas ejecutan los mismos movimientos sincrónicamente. Una parvada puede constar de cientos de individuos y, sin embargo, cada uno se mueve en armonía con todos los demás sin que haya un líder. Cambian de dirección en un instante; todas las aves modifican su curso, exactamente en el mismo momento, y lo hacen a la perfección. Jamás vemos que choquen entre sí en pleno vuelo. Se elevan, giran y descienden de tal manera que parecen un organismo, como si estuvieran recibiendo instrucciones y todos obedecieran al instante.

¿Cómo es posible?
No hay tiempo suficiente para ningún intercambio de información, por lo que cualquier correlación de actividad . entre las aves debe ocurrir de manera no circunscrita. Los físicos han trabajado durante años para descubrir las propiedades que guían los movimientos de las aves, pero hasta ahora han fracasado.
La complejidad y precisión absoluta del comportamiento de estos animales, invariablemente los deja boquiabiertos.

Los ingenieros han estudiado los movimientos de las aves, con la intención de descubrir principios que puedan solucionar los embotellamientos.

Si pudieran utilizar el mecanismo sensorial de las aves y crear a partir de éste pautas para el diseño de carreteras o automóviles, tal vez no volvería a haber accidentes de tránsito. Sabríamos con anticipación qué van a hacer todos los demás autos que están en el camino, en todo momento. Sin embargo, este proyecto nunca tendrá éxito, pues no se puede trasladar al mundo mecánico.
La comunicación instantánea que vemos comúnmente en parvadas y cardúmenes proviene del nivel espiritual, de la inteligencia no circunscrita y organizadora que reside en el ámbito virtual.

El resultado es la sincronicidad: seres totalmente sintonizados con el entorno y con todos los demás, bailando al ritmo del cosmos.

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