Vuelven los potergeist

Turza Wilka es una pequeña población que se encuentra a unos 200 kilómetros de Varsovia. Pertenece a la provincia de Działdowo, y si por algo se caracteriza es por la tranquilidad que suele reinar en el lugar. Así al menos era hasta que hace exactamente tres meses se desató el infierno en la casa de la familia Pokropski. Y es que la violencia de los sucesos paranormales ha sido tan extraordinaria que Krystyna Pokropski, su esposo Kazimierz, los gemelos Adam y Ewa, y la más pequeña, Martyna, pese a que su situación económica no es precisamente buena, se han visto obligados a abandonar el hogar en el que han vivido los últimos quince años. En declaraciones al periodista Szymon Wyrostek, la madre, Krystyna, afirmaba horrorizada que «debe ser una maldición. En nuestro piso, de manera espontánea, las baterías, cuchillos y candados flotan en el aire (…). Me escapé con mi esposo y los niños en medio de la noche. Incluso la intervención de nuestro párroco no ayudó». De hecho no sólo es que no ayudara; es que además fue agredido por los objetos que como si unas manos invisibles los manejaran, salieron despedidos hacia él. Precisamente esto ha sido argumento más que suficiente para que el sacerdote se haya convencido de que no se trataba de un fraude, y para que la familia haya sido acogida durante días por la ONG ligada a la Iglesia «Caritas».

Pero, ¿cómo empezó todo? Siguiendo el hilo argumental de una de las principales testigos, los sucesos extraños comenzaron «cuando compramos el sofá cama de nuestros vecinos. Todo estuvo bien el primer día y la tarde. Sin embargo, durante la noche unas sartenes viejas cayeron de las estanterías por sí mismas. Mi esposo las volvió a poner en la estantería y nos fuimos a la cama. Entonces oímos perfectamente cómo alguien llamaba a la puerta, al otro lado de la habitación. En un principio no dimos importancia, pero al cabo de unos minutos los ruidos aumentaron y nos despertaron». Cabe decir que al otro lado de la puerta no había nadie. Fue el comienzo de un supuesto poltergeist que fue cobrando más y más fuerza conforme pasaban la horas: «Cuando los juguetes, monedas y herramientas afiladas como cuchillos o tenedores comenzaron a volar por el piso, nos aterrorizamos. Esta situación provocó un gran impacto en nosotros y nuestros hijos, a tal extremo que nuestra hija de 12 años –Martyna– no ha ido a la escuela en una semana», afirma Krystyna.

Fue entonces cuando decidieron acudir a la parroquia de Turza Wielka, para ver al padre Miroslaw Culepa. Y éste, al atender al relato de sus vecinos, decidió acudir a la casa, «se sentó en el sofá, y de repente un candado “volador” lo golpeó por encima de la cabeza, causando que su bonete –gorro cuadrado usado por el clero católico– se cayera». A continuación marcharon a la aldea cercana de Płowęż, ya sí con el objetivo de acudir al consejo del exorcista local. Y éste decidió a la casa: «Fuimos con el exorcista, pero no ayudó demasiado. Los objetos seguían volando, incluso cuando los reporteros de los medios se presentaron en casa porque la noticia ya se había extendido», asegura Krystyna. Para el alcalde, señor Marek Waskowiak, pese a que «no lo he visto con mis propios ojos, hay un poder siniestro en ese piso».

Buscando explicación se ha pensado en un antiguo propietario del inmueble, el señor Stern, de origen alemán, asesinado allí por soldados rusos. Sea como fuere, lo cierto es que Martyna, de 12 años, tuvo que ser hospitalizada durante dos días a consecuencia de la ansiedad que le estaban provocando los fenómenos, y en ese tiempo, cesaron. Por eso se ve una influencia directa e inconsciente entre la pequeña y el suceso. «Porque sea lo que sea parece que quiere alejarlos de allí. Una de las estampas más aterradoras se produjo en el cuarto de baño… Aparecieron dos cuchillos cruzados sobre el inodoro», afirma la mujer. Marek Waskowiak, el alcalde,  afirma que la «familia está desesperada, no saben qué hacer, y su única esperanza es el exorcista».

Deja una respuesta