Un Enigma Ovni En El Mar De Noruega

Un barco pesquero español, el Piñeiro Correa, partió de las ricas aguas pesqueras de Massachusetts hacia el mar de Noruega.

Inscrito en el puerto de O Morrazo en Galicia, esquina noroeste de España, el capitán Álvaro Otero nunca olvidaría el día en que su rutina se vio interrumpida por algo que recordaría como una de las experiencias más extrañas que le había brindado el mar: la fecha era el 12 de septiembre. 1977, y el Piñeiro Correa ya había llegado a las Islas Feroe.

El ingeniero de la nave Manuel Carballo recuerda que el capitán convocó a la tripulación al puente a las 21:00 horas para presenciar un fenómeno extraordinario: una estructura que se asemeja a “un gran paraguas lleno de luces inexplicables, con una luz muy brillante en su punta más alta, emitiendo husillos redondeados de color que se desvaneció al caer al océano “.

El ingeniero -que hizo una entrada en su diario personal- dijo al periodista Juan Calvo del diario O Faro de Vigo en una entrevista de 2009 que “los colores eran muy difíciles de describir” y que la luz principal “se apagó después de estar visible durante 20 minutos.”

El ingeniero recordó además que era una noche clara con luna llena y clima templado para esa latitud, pero que estalló una tormenta en el momento en que se extinguió el fenómeno.

A lo largo de toda la experiencia, la tripulación del pesquero se mantuvo en calma, contemplando el extraño fenómeno sin ningún temor. Quizás no pudieron sentir la creciente inquietud del capitán al darse cuenta de que el desconocido fenómeno luminoso se dirigía hacia ellos.

El capitán Otero ordenó a su segundo al mando que pusiera el Piñeiro Correa en piloto automático, y luego ordenó a la tripulación bajar a cubierta una vez más. “Mi propio recuerdo”, dijo Otero al reportero de O Faro de Vigo, “es similar al de Carballo, pero recuerdo que había un rayo de luz central que descendía directamente hacia el mar”.

Los otros testigos del hecho, cuyos nombres aparecen en el artículo del periódico, mantuvieron un tácito pacto de silencio entre ellos, pues sabían que el fenómeno que habían visto con sus propios ojos era atípico.

El artículo destaca que al regresar a su puerto base al final de la temporada de pesca del calamar, la tripulación se puso en contacto con los instructores de astronomía y navegación de la Escuela Náutica Pesquera de Vigo para consultas.

Los instructores les mostraron una serie de posibles fenómenos registrados en el mar, pero ninguna de las diapositivas y fotos coincidía con lo que habían presenciado en las Islas Feroe. No había a bordo del Piñeiro Correa ni cámara fotográfica ni de cine con la que pudieran haber captado el fenómeno para la posteridad. Los tripulantes siguen convencidos de que vieron “algo extraterrestre”.

Pero lo desconocido apareció para perseguir al pesquero: el Piñeiro Correa fue vendido y rebautizado Cisne Blanco (White Swan), encontrándose en aguas chilenas muchos años después. Jesús Piñero, el único tripulante que queda a bordo de la dotación del viejo barco, ahora como contramaestre, recuerda una noche en la que llamaron a la tripulación al puente.

“Había algo suspendido sobre el mar con luces muy grandes. De repente se desvaneció y dejó una estela detrás de él. No fue una locura colectiva o una historia marítima. Cuarenta tripulantes se quedaron allí, presenciando lo que hoy en día se considera un objeto volador no identificado “.

La creencia en la existencia de una base OVNI (o punto de materialización) en el Mar de Noruega, y otra en el Báltico, ha persistido durante décadas. En abril de 1988, un portavoz de la Armada sueca mencionó que su país había detectado al menos dos docenas de “submarinos misteriosos”, un término cortés para los objetos submarinos no identificados.

A fines de la década de 1950, un hombre llamado Lorentz Jonson presuntamente presenció un objeto con forma de cigarro, de cincuenta metros de largo, con ojos de buey y luces rojizas, que arrojaba objetos alados más pequeños que se zambulleron rápidamente en las aguas del Namsenfjorden (al norte de la ciudad de Trondheim).

La OTAN se enfrentaría a los objetos desconocidos que acechan el Mar de Noruega solo unos años después del incidente de Namsenfjorden.

En febrero de 1963, una fragata de la Royal Navy en maniobras en esas latitudes detectó un contacto inusual en su radar: un objeto que medía 30 metros de ancho a una altura de 32 000 pies. No se obtuvo confirmación visual, pero los operadores de radar observaron con asombro cómo sus instrumentos mostraban que el objeto descendía abruptamente hacia la superficie del océano.

Una de las historias más conocidas sobre la presencia de ovnis en el mar de Noruega implica la detección en 1972 de un objeto misterioso en el fondo de un fiordo y procedió a forzarlo a salir a la superficie.

En una maniobra que duró tres días, en la que participaron docenas de barcos de superficie noruegos y de la OTAN, se arrojaron cargas de profundidad a las aguas heladas, con la esperanza de poner fin al misterioso objeto.

El asombroso resultado de esta acción fue que todos los sistemas electrónicos a bordo de la nave de superficie fueron inexplicablemente “inutilizados”. Con el rostro enrojecido, los noruegos admitieron que la USO se les había escapado.

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