El Cofre o Joyero de Damasco – leyenda árabe

Existe una leyenda que fue muy famosa en el mundo árabe,
tanto así que el mismo Saladino busco en la época de su lucha contra los
cruzados cristianos un joyero, reliquia de una antigua leyenda árabe, sin
embargo se dice que los cristianos creyeron que lo que buscaba Saladino era el cáliz
de Cristo una reliquia adorada por los cristianos, pero veamos más de esta
antigua leyenda árabe.

Una antigua leyenda árabe de más de 2000 años cuenta que en
esas regiones ocurrió una historia trágica de amor. La ciudad de damasco había sido
conquistada por el rey Rezin, sin embargo en unos pocos años después de usar la
corona quedo viudo, este rey era recto, digno y justo, pues también en su mente
una de las cosas más importantes para él era su amada hija Faghira.

Faghira era considerada la más bella flor de los jardines
del palacio, su rostro nunca había sido visto por ojos de ningún varón, pero se
filtró el rumor que poseía inigualable belleza y que la luz de sus ojos podía ablandar
el corazón más duro logrando incluso que las flores se marchitaran por la
envidia.

Sin embargo los tiempos de paz suelen ser fugaces pues la
hermosa y pacifica damasco fue invadida por Asiria quien tenía un rey de carácter
egoísta e intransigente, humillo al mismo rey de damasco en la reunión para
mediar pacíficamente sobre el destino de la ciudad para no llegar a la guerra.

Sin embargo el rey de Asiria no escucho razones, en modo de
burla le dijo a Rezin que la única forma de que el dejaría damasco era si se
llevaba a su hija Faghira a su harem y ni siquiera como esposa sino como una
simple concubina.

En Rezin se encendió la ira, deseando acabar con el rey
asirio ahí mismo, sin embargo comprendía que esto solo acabaría en la destrucción
total. ¿Tenía opción? Tal vez no, sin embargo se negó rotundamente pues nadie mancillaría
la virtud de su querida princesa.

Pero lo que el rey Rezin desconocía era que la princesa también
tenía sus secretos, pues en varias ocasiones la princesa escapaba de las
miradas de palacio y acompañada de algunas doncellas se disfrazaba de campesina
y recorría las calles de la bella Damasco, aprendiendo no solo de la ciudad
sino también por la misma gente que mostraban un cariño sincero al rey por el increíble
benefactor que era con su pueblo.

Pero en un mercado unos viajeros ajenos de la ciudad,
acosaron a la joven princesa y a sus acompañantes en una de sus escapadas, la
arrinconaron e insultaron con palabras sucias que nunca había ella escuchado, amenazándola
con quitarle las virtudes que toda doncella tiene.

Hicieron lo que decía la ley del Corán en busca de la ayuda
de alguna persona buena, empezaron a gritar y gritar cada vez más alto, para
evitar que estos hombres acabaran lo que habían comenzado.

Es así que un joven soldado del palacio escucho los gritos y
fue de inmediatamente a prestar ayuda encontrándose con ese pérfido escenario,
en el enfrentamiento termino matando a uno de los agresores y dejando heridos a
los otros.

Mientras comprobaba que todas estuvieran bien, reconoció a
una de las doncellas acompañantes de la princesa, observando al grupo y
comprobando el rostro de todas, el único que no reconoció fue el bello rostro
de la que las demás muchachas protegían, llegando a la conclusión que no era
otra que la princesa Faghira.

Paso dos cosas, primero comprobó que no era mentira lo que
se contaba de ella, pues la belleza de su rostro no tenía igual, lo segundo fue
que el mismo sintió que si ella le hubiese dicho en ese momento que fuera su
esclavo, a la luz de esos ojos hubiera tirado su dignidad de guerrero, para ser
un cordero ante su presencia.

Todo este escenario cambio cuando llegaron al palacio, el
rey estaba furioso, pues había llegado rumores de que Damasco podía ser atacada
y sumado al hecho que no sabía dónde se encontraba su hija solo derivo en un severo
castigo mandándola a la torre de sus habitaciones y a estar encerrada bajo
siete candados.

Pero esos candados no lograron aprisionar los sentimientos
del joven soldado que quedó prendado ante la belleza de la princesa, por ese
motivo desde esa noche lograba incluir en la charola que la sirvienta llevaba a
la princesa con sus alimentos, jazmines blancos bajo las servilletas.

De esta forma poco a poco logro encontrar una manera de
comunicarse y llevarle recados a la bella Faghira, por su lado la princesa no sabía
que pensar, pues ella recibió las notas y no sabía si responder o siquiera
conservar alguna de ellas. Sin embargo poco a poco las bellas palabras, poesías
representadas en una fina caligrafía lograron embelesar su joven corazón y no
pudo dejar de corresponder a tan romántico asedio.

De esta manera fue que se inició una comunicación entre dos jóvenes
enamorados que al pasar de los días intercambiaban notas cada vez más dulces,
tiernas y amorosas, los corazones jóvenes en estos casos solo entienden que
desean tener a la otra persona enfrente en un ardiente deseo del corazón para
demostrarle en un profundo abrazo todo lo que uno siente.

En este hermoso idilio es cuando ocurre la declaración de
guerra de Asiria hacia Damasco, el joven soldado  fue llamado a la tropa donde iba a servir
para defender su patria, la princesa se enteró y se lleno de desesperación, escribió
una misiva a su amado entre lágrimas para confirmar en una respuesta que
efectivamente esa podría ser la última vez que ellos se escribieran.

La princesa sabía que Damasco no podía ganar pues era un
pueblo pacífico y no poseía un gran arsenal de armas, por ese motivo supo que
no habría armadura ni escudo que pudiera proteger a su joven amado. ¿O tal vez
si?

Recordó que en el centro del salón de armas del palacio había
un escudo antiguo, así que ordeno a sus sirvientas que le llevaran 5 cosas, el
escudo de la armería, un punzón de cerrajero, un martillo, una aguja y una
navaja muy afilada.

Las doncellas no sabían que pensar ante tan extraño pedido asustándose,
solo de pensar en entregarle una navaja, pues creían que la pena por su amado
la llevaría a tomar la más horrible determinación al final.

Pero tanto fue la insistencia de la princesa y tan tristes
sus suplicas que hicieron lo que ella les pedía, al amanecer Faghira desenredo
la trenza de su largo cabello que a pesar de no ser rubio, tenía la coloración de
las mies maduras en el atardecer, tomando la navaja corto su cabello al ras y
luego se cubrió con un velo.

Con el punzón y el martillo Faghira repujo el pesado metal golpeándolo
indefinidamente logrando abrir numerosos hoyitos en toda la superficie del
escudo. En la aguja Faghira ensarto su cabello varias veces y empezó a pasarlo
por los agujeros que había hecho bordando, entramando logrando que poco a poco
se lograra ver, hermosos jazmines hechos con cabello.

Toda la noche trabajo la hermosa princesa soportando el
enorme peso del escudo mientras trabajaba sin descanso, mientras poco a poco de
sus manos emanaba sangre por los raspones de la elaborada actividad que estaba
realizando. Al final cuando despunto el alba el escudo parecía otro.

Infinidad de hilos que parecían ser de oro adornaban el
pesado escudo formando la flor de donde proviene su nombre, Jazmín. Así es que
con ayuda de las doncellas Faghira se cubrió de pies a cabeza con un velo y salió
de sus habitaciones hasta llegar a la barraca del soldado quien se preparaba
para partir al frente.

El Joven soldado se alarmo no solo por el inminente castigo
que recibirían por este encuentro sino por la poca protección que la joven tenía
en esa zona ante un posible enfrentamiento en batalla, pero ella le recordó que
tal vez era la última vez que se verían y que quería tener el recuerdo de sus
ojos en su mente al igual que él y también que estaba ahí para llevarle un
regalo.

Le entrego el pesado escudo embellecido con su trabajo y el conoció
el color de los hilos que lo adornaban y entendió el sacrificio que ella había hecho
agradeciéndole en silencio por el gran amor que le mostraba.

En su cultura existen fuertes leyes sobre ciertos actos pero
el corazón a veces sobrepasa las leyes de los hombres y no pudieron detenerse así
es que se encontraron en un fuerte y largo abrazo, un acto que los unía
sellando sus destinos y entregándose el uno al otro para siempre, en esta vida
y en el mas allá.

Des pues desde la soledad de su torre Faghira vio como  el ejercito de Damasco partía a la batalla y reconoció
el escudo de su amado por los destellos dorados que este desprendía.

La historia es mencionada incluso en la biblia (2da Reyes
16:9) Asiria arraso Damasco y la familia real menor fue desterrada a la región de
kir, el rey Rezin fue asesinado y Faghira dada por muerta pero escondida por
sus familiares.

La princesa no se llevó casi nada en el apuro, pero en su
pecho estaban envueltas en un pañuelo la correspondencia con su amado, sin
embargo los años pasaron, Damasco era ahora provincia de Asiria y del hermoso
reino pacifico solo existía en el recuerdo. Su único consuelo era la espera por
alguna noticia de su amado pero de los que partieron hacia la guerra ninguno volvió.

Con el tiempo Faghira dejo de esperarlo y se entregó a una
vida monótona y triste dedicándose al bordado para poder comer acompañada
siempre por sus fieles doncellas que solo conocían el servirle a su princesa y
no conocían más familia que ella..

Sin embargo una tarde un mensajero toco a la puerta de su
casa y tenía un misterioso paquete dirigido a ella, al abrirlo descubrió que
era un joyero de madera con tapa de metal, pero ¿de quién?

Ella hace muchos años había dejado de usar joyas que pudiera
guardar en un joyero, ¿Quién le daría esa clase de presente?

La caja del joyero no tenía nada de novedoso, pero su tapa sí
que tenía una belleza sin igual, de una belleza única, que maravilloso artista habría
realizado semejante trabajo de orfebrería, sin embargo la sorpresa dejaría muda
a Faghira al darse cuenta que lo que tenía en sus manos era un pedazo del
escudo que le había regalado a su amado para protegerse y el delicado trabajo
de hilos de oro, no era otra cosa que el bordado de su propio cabello.

Cuando se repuso, llena de sentimientos encontrados abrió el
joyero pero en lugar de joyas encontró un pergamino en el que entre exaltación y
lágrimas reconoció la bella caligrafía y la dulce manera de expresarse de su
amado soldado.

“No he muerto…,… he partido hacia tierras lejanas para
mantener a salvo mi vida y la tuya”.

Le contaba que el nuevo rey de damasco se había enterado de
alguna manera de sus amores y que no llego a tragarse el cuento de su muerte,
por ese motivo lo más probable era que el rey aun la estuviera buscando y si él
se encaminara podría ponerla en peligro llevando los malvados apetitos de ese
ser cruel.

Le conto que el escudo que le regalo le salvo la vida cien
veces y que en un último enfrentamiento se partió en siete pedazos, uno de
ellos fue el que el uso como tapa del joyero que ella tenía en sus manos para
que supiera que él vivía y que nunca se había olvidado de su amor ni el
sacrificio que ella hizo por él.

Una y otra vez Faghira leyó la carta mientras las lágrimas
se derramaban de su rostro, pero no eran lágrimas tristes sino de felicidad, la
carta también le pedía paciencia, que si Allah quiere, algún día estarían juntos
pero por ahora era imposible. Sin embargo el encontraría la manera de hacerle
llegar pequeñas muestras de que seguía con vida para darle pistas de donde se
encontraba.

Faghira finalmente tomo en su pecho el pañuelo que envolvía las
correspondencias de su amado y las guardo todas en el joyero. Desde ahí, cada
cierto tiempo ella recibía pequeños trozos de lienzos egipcios, plumas de
abejaruco africano, un peine de nácar de china, pequeñas muestras de que el seguía
vivo, teniéndola siempre presente esperando el momento para verse.

Cada nuevo regalo ella lo guardaba en el joyero, convirtiéndolo
en su tesoro más preciado, incluso en una ocasión cuando el dueño de la casa
donde estaban pidió el alquiler, algunos de sus hombres tomaron el joyero
pensando encontrar algo de valor, pero fue defendido de tal manera que todas
fueron arrojadas a la calle mientras ella defendía lo que era suyo.

Pero el tiempo no perdona y los años seguían pasando, el
joyero se iba llenando de cartas, notas y suvenires que ya no aplacaban el corazón
de la que fuera princesa de Damasco. Cada noche antes de dormir pensaba “mientras
yo siga viva y tu sigas vivo, la esperanza de volver a abrazarnos, no morirá jamás”.

Es así que un día después de varios meses sin saber nada,
Faghira recibió un pequeñísimo paquete, dentro un elefante de bronce bellamente
trabajado estaba adornado con flores que adornaban su cabeza y patas y en la
frente llevaba un gran loto.

Faghira supo por el recuerdo de las ilustraciones que vio en
la biblioteca de lo que antes fuera su palacio, que ese tipo de adorno se
encuentra en  Indostán o como ahora se
conoce a la India. También se dio cuenta que no podía seguir esperando a que
las canas comenzaran a aparecer en su cabeza, por ese motivo decidió que partiría
a encontrarlo antes de que partiera de Indostán.

Faghira no llevo equipaje, solo su joyero, lleno de
ilusiones, de amor, de esperanzas.

Largo fue la travesía y por la necesidad, uno a uno faghira
tuvo que vender los recuerdos que su amado le enviara para poder comer, para
poder beber, para poder pagar su viaje. Todos esos objetos eran muy importantes
para ella pero más importante era la urgencia de llegar de una vez donde estaba
su amor para poder a ser uno con él.

Pero llego tarde, al llegar solo se enteró que él había partido
hace poco tiempo.

Grande fue su decepción, se dio cuenta que si hubiera
tardado menos podría haberlo encontrado y así partir juntos hacia donde el
tuviera que ir, ahora sola, sin hogar, sin dinero, Faghira se refugió en una
casa donde hacía de lava platos a cambio de un poco de comida, eso era mientras
decidía que hacer.

El ama de la casa le dijo “que hermoso joyero, ¡Véndemelo!
Te pagare bien y podrás volver a tu país y hacer un negocio que te permita
vivir cómodamente y nunca más vestir harapos”

Pero Faghira retiro amablemente el joyero de las manos de su
ama y desistió del ofrecimiento, era lo único que tenía en esta vida, lo único que
era completamente suyo, lo único que tenia de el, no podía cambiarlo por
dinero, no podía desprenderse de el a cambio de una vida más cómoda.

Varias veces el ama le dijo que se lo venda y siempre
Faghira se negaba.

En un momento un mensajero entro a la cocina buscándola le
dio una nueva pista.

Faghira supo que debía seguir su camino por que su amor seguía
con vida, pendiente de ella, esperando por ella y ella iría donde el estuviera
hasta que lo encontrara.

Llenando siempre su joyero de nuevas esperanzas e ilusiones
pero más que nada de todo el amor del que era posible a pesar de la distancia y
las vicisitudes. Porque algo tenía muy claro, mientras hay vida hay esperanza y
mientras hay amor… todo es posible…

Las imágenes que se muestran fueron encontradas en la red,
tienen sus propios autores y/o dueños, solo se han colocado como información y guía
del tema que estamos tratando.

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Existe una leyenda que fue muy famosa en el mundo árabe,
tanto así que el mismo Saladino busco en la época de su lucha contra los
cruzados cristianos un joyero, reliquia de una antigua leyenda árabe, sin
embargo se dice que los cristianos creyeron que lo que buscaba Saladino era el cáliz
de Cristo una reliquia adorada por los cristianos, pero veamos más de esta
antigua leyenda árabe.

Una antigua leyenda árabe de más de 2000 años cuenta que en
esas regiones ocurrió una historia trágica de amor. La ciudad de damasco había sido
conquistada por el rey Rezin, sin embargo en unos pocos años después de usar la
corona quedo viudo, este rey era recto, digno y justo, pues también en su mente
una de las cosas más importantes para él era su amada hija Faghira.

Faghira era considerada la más bella flor de los jardines
del palacio, su rostro nunca había sido visto por ojos de ningún varón, pero se
filtró el rumor que poseía inigualable belleza y que la luz de sus ojos podía ablandar
el corazón más duro logrando incluso que las flores se marchitaran por la
envidia.

Sin embargo los tiempos de paz suelen ser fugaces pues la
hermosa y pacifica damasco fue invadida por Asiria quien tenía un rey de carácter
egoísta e intransigente, humillo al mismo rey de damasco en la reunión para
mediar pacíficamente sobre el destino de la ciudad para no llegar a la guerra.

Sin embargo el rey de Asiria no escucho razones, en modo de
burla le dijo a Rezin que la única forma de que el dejaría damasco era si se
llevaba a su hija Faghira a su harem y ni siquiera como esposa sino como una
simple concubina.

En Rezin se encendió la ira, deseando acabar con el rey
asirio ahí mismo, sin embargo comprendía que esto solo acabaría en la destrucción
total. ¿Tenía opción? Tal vez no, sin embargo se negó rotundamente pues nadie mancillaría
la virtud de su querida princesa.

Pero lo que el rey Rezin desconocía era que la princesa también
tenía sus secretos, pues en varias ocasiones la princesa escapaba de las
miradas de palacio y acompañada de algunas doncellas se disfrazaba de campesina
y recorría las calles de la bella Damasco, aprendiendo no solo de la ciudad
sino también por la misma gente que mostraban un cariño sincero al rey por el increíble
benefactor que era con su pueblo.

Pero en un mercado unos viajeros ajenos de la ciudad,
acosaron a la joven princesa y a sus acompañantes en una de sus escapadas, la
arrinconaron e insultaron con palabras sucias que nunca había ella escuchado, amenazándola
con quitarle las virtudes que toda doncella tiene.

Hicieron lo que decía la ley del Corán en busca de la ayuda
de alguna persona buena, empezaron a gritar y gritar cada vez más alto, para
evitar que estos hombres acabaran lo que habían comenzado.

Es así que un joven soldado del palacio escucho los gritos y
fue de inmediatamente a prestar ayuda encontrándose con ese pérfido escenario,
en el enfrentamiento termino matando a uno de los agresores y dejando heridos a
los otros.

Mientras comprobaba que todas estuvieran bien, reconoció a
una de las doncellas acompañantes de la princesa, observando al grupo y
comprobando el rostro de todas, el único que no reconoció fue el bello rostro
de la que las demás muchachas protegían, llegando a la conclusión que no era
otra que la princesa Faghira.

Paso dos cosas, primero comprobó que no era mentira lo que
se contaba de ella, pues la belleza de su rostro no tenía igual, lo segundo fue
que el mismo sintió que si ella le hubiese dicho en ese momento que fuera su
esclavo, a la luz de esos ojos hubiera tirado su dignidad de guerrero, para ser
un cordero ante su presencia.

Todo este escenario cambio cuando llegaron al palacio, el
rey estaba furioso, pues había llegado rumores de que Damasco podía ser atacada
y sumado al hecho que no sabía dónde se encontraba su hija solo derivo en un severo
castigo mandándola a la torre de sus habitaciones y a estar encerrada bajo
siete candados.

Pero esos candados no lograron aprisionar los sentimientos
del joven soldado que quedó prendado ante la belleza de la princesa, por ese
motivo desde esa noche lograba incluir en la charola que la sirvienta llevaba a
la princesa con sus alimentos, jazmines blancos bajo las servilletas.

De esta forma poco a poco logro encontrar una manera de
comunicarse y llevarle recados a la bella Faghira, por su lado la princesa no sabía
que pensar, pues ella recibió las notas y no sabía si responder o siquiera
conservar alguna de ellas. Sin embargo poco a poco las bellas palabras, poesías
representadas en una fina caligrafía lograron embelesar su joven corazón y no
pudo dejar de corresponder a tan romántico asedio.

De esta manera fue que se inició una comunicación entre dos jóvenes
enamorados que al pasar de los días intercambiaban notas cada vez más dulces,
tiernas y amorosas, los corazones jóvenes en estos casos solo entienden que
desean tener a la otra persona enfrente en un ardiente deseo del corazón para
demostrarle en un profundo abrazo todo lo que uno siente.

En este hermoso idilio es cuando ocurre la declaración de
guerra de Asiria hacia Damasco, el joven soldado  fue llamado a la tropa donde iba a servir
para defender su patria, la princesa se enteró y se lleno de desesperación, escribió
una misiva a su amado entre lágrimas para confirmar en una respuesta que
efectivamente esa podría ser la última vez que ellos se escribieran.

La princesa sabía que Damasco no podía ganar pues era un
pueblo pacífico y no poseía un gran arsenal de armas, por ese motivo supo que
no habría armadura ni escudo que pudiera proteger a su joven amado. ¿O tal vez
si?

Recordó que en el centro del salón de armas del palacio había
un escudo antiguo, así que ordeno a sus sirvientas que le llevaran 5 cosas, el
escudo de la armería, un punzón de cerrajero, un martillo, una aguja y una
navaja muy afilada.

Las doncellas no sabían que pensar ante tan extraño pedido asustándose,
solo de pensar en entregarle una navaja, pues creían que la pena por su amado
la llevaría a tomar la más horrible determinación al final.

Pero tanto fue la insistencia de la princesa y tan tristes
sus suplicas que hicieron lo que ella les pedía, al amanecer Faghira desenredo
la trenza de su largo cabello que a pesar de no ser rubio, tenía la coloración de
las mies maduras en el atardecer, tomando la navaja corto su cabello al ras y
luego se cubrió con un velo.

Con el punzón y el martillo Faghira repujo el pesado metal golpeándolo
indefinidamente logrando abrir numerosos hoyitos en toda la superficie del
escudo. En la aguja Faghira ensarto su cabello varias veces y empezó a pasarlo
por los agujeros que había hecho bordando, entramando logrando que poco a poco
se lograra ver, hermosos jazmines hechos con cabello.

Toda la noche trabajo la hermosa princesa soportando el
enorme peso del escudo mientras trabajaba sin descanso, mientras poco a poco de
sus manos emanaba sangre por los raspones de la elaborada actividad que estaba
realizando. Al final cuando despunto el alba el escudo parecía otro.

Infinidad de hilos que parecían ser de oro adornaban el
pesado escudo formando la flor de donde proviene su nombre, Jazmín. Así es que
con ayuda de las doncellas Faghira se cubrió de pies a cabeza con un velo y salió
de sus habitaciones hasta llegar a la barraca del soldado quien se preparaba
para partir al frente.

El Joven soldado se alarmo no solo por el inminente castigo
que recibirían por este encuentro sino por la poca protección que la joven tenía
en esa zona ante un posible enfrentamiento en batalla, pero ella le recordó que
tal vez era la última vez que se verían y que quería tener el recuerdo de sus
ojos en su mente al igual que él y también que estaba ahí para llevarle un
regalo.

Le entrego el pesado escudo embellecido con su trabajo y el conoció
el color de los hilos que lo adornaban y entendió el sacrificio que ella había hecho
agradeciéndole en silencio por el gran amor que le mostraba.

En su cultura existen fuertes leyes sobre ciertos actos pero
el corazón a veces sobrepasa las leyes de los hombres y no pudieron detenerse así
es que se encontraron en un fuerte y largo abrazo, un acto que los unía
sellando sus destinos y entregándose el uno al otro para siempre, en esta vida
y en el mas allá.

Des pues desde la soledad de su torre Faghira vio como  el ejercito de Damasco partía a la batalla y reconoció
el escudo de su amado por los destellos dorados que este desprendía.

La historia es mencionada incluso en la biblia (2da Reyes
16:9) Asiria arraso Damasco y la familia real menor fue desterrada a la región de
kir, el rey Rezin fue asesinado y Faghira dada por muerta pero escondida por
sus familiares.

La princesa no se llevó casi nada en el apuro, pero en su
pecho estaban envueltas en un pañuelo la correspondencia con su amado, sin
embargo los años pasaron, Damasco era ahora provincia de Asiria y del hermoso
reino pacifico solo existía en el recuerdo. Su único consuelo era la espera por
alguna noticia de su amado pero de los que partieron hacia la guerra ninguno volvió.

Con el tiempo Faghira dejo de esperarlo y se entregó a una
vida monótona y triste dedicándose al bordado para poder comer acompañada
siempre por sus fieles doncellas que solo conocían el servirle a su princesa y
no conocían más familia que ella..

Sin embargo una tarde un mensajero toco a la puerta de su
casa y tenía un misterioso paquete dirigido a ella, al abrirlo descubrió que
era un joyero de madera con tapa de metal, pero ¿de quién?

Ella hace muchos años había dejado de usar joyas que pudiera
guardar en un joyero, ¿Quién le daría esa clase de presente?

La caja del joyero no tenía nada de novedoso, pero su tapa sí
que tenía una belleza sin igual, de una belleza única, que maravilloso artista habría
realizado semejante trabajo de orfebrería, sin embargo la sorpresa dejaría muda
a Faghira al darse cuenta que lo que tenía en sus manos era un pedazo del
escudo que le había regalado a su amado para protegerse y el delicado trabajo
de hilos de oro, no era otra cosa que el bordado de su propio cabello.

Cuando se repuso, llena de sentimientos encontrados abrió el
joyero pero en lugar de joyas encontró un pergamino en el que entre exaltación y
lágrimas reconoció la bella caligrafía y la dulce manera de expresarse de su
amado soldado.

“No he muerto…,… he partido hacia tierras lejanas para
mantener a salvo mi vida y la tuya”.

Le contaba que el nuevo rey de damasco se había enterado de
alguna manera de sus amores y que no llego a tragarse el cuento de su muerte,
por ese motivo lo más probable era que el rey aun la estuviera buscando y si él
se encaminara podría ponerla en peligro llevando los malvados apetitos de ese
ser cruel.

Le conto que el escudo que le regalo le salvo la vida cien
veces y que en un último enfrentamiento se partió en siete pedazos, uno de
ellos fue el que el uso como tapa del joyero que ella tenía en sus manos para
que supiera que él vivía y que nunca se había olvidado de su amor ni el
sacrificio que ella hizo por él.

Una y otra vez Faghira leyó la carta mientras las lágrimas
se derramaban de su rostro, pero no eran lágrimas tristes sino de felicidad, la
carta también le pedía paciencia, que si Allah quiere, algún día estarían juntos
pero por ahora era imposible. Sin embargo el encontraría la manera de hacerle
llegar pequeñas muestras de que seguía con vida para darle pistas de donde se
encontraba.

Faghira finalmente tomo en su pecho el pañuelo que envolvía las
correspondencias de su amado y las guardo todas en el joyero. Desde ahí, cada
cierto tiempo ella recibía pequeños trozos de lienzos egipcios, plumas de
abejaruco africano, un peine de nácar de china, pequeñas muestras de que el seguía
vivo, teniéndola siempre presente esperando el momento para verse.

Cada nuevo regalo ella lo guardaba en el joyero, convirtiéndolo
en su tesoro más preciado, incluso en una ocasión cuando el dueño de la casa
donde estaban pidió el alquiler, algunos de sus hombres tomaron el joyero
pensando encontrar algo de valor, pero fue defendido de tal manera que todas
fueron arrojadas a la calle mientras ella defendía lo que era suyo.

Pero el tiempo no perdona y los años seguían pasando, el
joyero se iba llenando de cartas, notas y suvenires que ya no aplacaban el corazón
de la que fuera princesa de Damasco. Cada noche antes de dormir pensaba “mientras
yo siga viva y tu sigas vivo, la esperanza de volver a abrazarnos, no morirá jamás”.

Es así que un día después de varios meses sin saber nada,
Faghira recibió un pequeñísimo paquete, dentro un elefante de bronce bellamente
trabajado estaba adornado con flores que adornaban su cabeza y patas y en la
frente llevaba un gran loto.

Faghira supo por el recuerdo de las ilustraciones que vio en
la biblioteca de lo que antes fuera su palacio, que ese tipo de adorno se
encuentra en  Indostán o como ahora se
conoce a la India. También se dio cuenta que no podía seguir esperando a que
las canas comenzaran a aparecer en su cabeza, por ese motivo decidió que partiría
a encontrarlo antes de que partiera de Indostán.

Faghira no llevo equipaje, solo su joyero, lleno de
ilusiones, de amor, de esperanzas.

Largo fue la travesía y por la necesidad, uno a uno faghira
tuvo que vender los recuerdos que su amado le enviara para poder comer, para
poder beber, para poder pagar su viaje. Todos esos objetos eran muy importantes
para ella pero más importante era la urgencia de llegar de una vez donde estaba
su amor para poder a ser uno con él.

Pero llego tarde, al llegar solo se enteró que él había partido
hace poco tiempo.

Grande fue su decepción, se dio cuenta que si hubiera
tardado menos podría haberlo encontrado y así partir juntos hacia donde el
tuviera que ir, ahora sola, sin hogar, sin dinero, Faghira se refugió en una
casa donde hacía de lava platos a cambio de un poco de comida, eso era mientras
decidía que hacer.

El ama de la casa le dijo “que hermoso joyero, ¡Véndemelo!
Te pagare bien y podrás volver a tu país y hacer un negocio que te permita
vivir cómodamente y nunca más vestir harapos”

Pero Faghira retiro amablemente el joyero de las manos de su
ama y desistió del ofrecimiento, era lo único que tenía en esta vida, lo único que
era completamente suyo, lo único que tenia de el, no podía cambiarlo por
dinero, no podía desprenderse de el a cambio de una vida más cómoda.

Varias veces el ama le dijo que se lo venda y siempre
Faghira se negaba.

En un momento un mensajero entro a la cocina buscándola le
dio una nueva pista.

Faghira supo que debía seguir su camino por que su amor seguía
con vida, pendiente de ella, esperando por ella y ella iría donde el estuviera
hasta que lo encontrara.

Llenando siempre su joyero de nuevas esperanzas e ilusiones
pero más que nada de todo el amor del que era posible a pesar de la distancia y
las vicisitudes. Porque algo tenía muy claro, mientras hay vida hay esperanza y
mientras hay amor… todo es posible…

Las imágenes que se muestran fueron encontradas en la red,
tienen sus propios autores y/o dueños, solo se han colocado como información y guía
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