LA ATLÁNTIDA Y EL CONTINENTE AMERICANO

 

LA ATLÁNTIDA Y EL CONTINENTE AMERICANO

(Observación: esta es la novena y última parte de la investigación de David Pratt sobre el continente americano y cuyo inicio lo pueden encontrar aquí, y le agradezco enormemente a Nicolás por haber traducido un artículo tan grande pero a la vez tan cautivante de leer.)

ÍNDICE

  1.   La Atlántida y la antigüedad americana
  2.   El origen del Océano Atlántico
  3.   Migraciones
  4.   Esqueletos humanos y artefactos
  5.   Gigantes

1 – LA ATLÁNTIDA Y LA ANTIGÜEDAD AMERICANA

La corteza continental y oceánica se levanta y hunde con frecuencia.

Se sabe que grandes extensiones de los continentes actuales han estado periódicamente debajo del mar durante el transcurso del tiempo geológico, debido a que un 90% de todas las rocas sedimentarias que los componen muestran rastros que ellas se encontraban bajo el agua, y también existe evidencia extensa (y cada vez más en aumento) de que grandes regiones oceánicas fueron tierra firme en diferentes épocas pasadas.

El Océano Pacífico pudo haberse formado principalmente desde fines del Jurásico al Mioceno, mientras que el Océano Atlántico pudo haberse formado desde las postrimerías del Cretácico a fines del Eoceno, y el Océano Índico durante el Paleoceno y Eoceno.

(Ver el capítulo “Comparación entre la escala de tiempo geológica y esotérica” [link] para comparar las fechas correspondientes científicas y teosóficas)

Y esto se asemeja bastante a las enseñanzas teosóficas sobre la sumersión de Lemuria hacia fines del Mesozoico y comienzos del Cenozoico, y al hundimiento de la Atlántida en la primera mitad del Cenozoico (1).

 

Placas tectónicas

Este mapa de placas tectónicas muestra cómo aparecía el mundo supuestamente a finales del Cretácico (hace 90 millones de años) otorgando una indicación aproximada sobre las áreas de los continentes actuales que en ese entonces permanecían cubiertos por mares poco profundos.

Y un gran error en este grafico es que se ilustran los continentes del Atlántico más cerca uno de otro, ya que este gráfico se encuentra basado en las nociones obsoletas de “las placas tectónicas” en movimiento y en la teoría de la deriva continental (2).

En cambio en este vínculo (link) puede verse un mapa similar hace 80 millones de años, cuando incluso áreas más extensas de América se encontraban bajo el mar.

 

En su sentido más amplio, el concepto de “Atlántida” se refiere en la Teosofía a todas las masas de tierra que existían durante la era de la humanidad atlante (o sea la cuarta raza raíz), la cual tuvo su apogeo a comienzos del Terciario, mientras que en una acepción más específica el nombre hace mención al sistema continental centrado en lo que es ahora el océano que lleva su nombre durante ese periodo atlante.

La Atlántida ya comenzaba a hundirse a comienzos del Terciario y una gran parte se había sumergido hacia fines del Mioceno.

2 – EL ORIGEN DEL OCÉANO ATLÁNTICO

La tectónica de placas asegura que el Océano Atlántico se formó debido a que las “placas” de Norteamérica y Sudamérica se separaron de las “placas” de Eurasia y África.

Supuestamente, el Océano Atlántico Norte comenzó a abrirse a comienzos del Jurásico, pero Sudamérica no se distanció completamente de África hasta los inicios del Cretácico (unos 50 millones de años más tarde), y desde entonces los continentes unidos al principio se separaron hipotéticamente cada vez más mientras que rotaban en diversas extensiones.

Al tiempo que esta teoría es cuestionada por una gran cantidad de evidencia geológica, este escenario no logra explicar el hecho paleontológico de que las afinidades faunísticas tienden a incrementarse y reducirse alternativamente, lo que requiere conexiones terrestres repetidas entre África y Sudamérica y entre Europa y Norteamérica.

Esta animación muestra la fragmentación de Pangea y la apertura del Atlántico según la teoría de la tectónica de placas.

Existe creciente evidencia que respalda la teoría alternativa de que una buena parte del Atlántico actual había sido tierra en diferentes periodos pasados y que la moderna cuenca de este océano (que consiste en un canal relativamente angosto en forma de S) se originó por el hundimiento progresivo de antiguas áreas continentales, y es así que el geólogo ruso Vladimir Beloussov llama a este proceso “basificación” u “oceanización de la corteza continental” (1).

Diagrama de formaciones minerales y rocas continentales muy antiguas (más remotas que la supuesta “apertura” del Atlántico) descubiertas hasta ahora en el océano mencionado (2).

 

Todos estos hallazgos son “anómalos” en el contexto de la tectónica de placas, ¡aunque más anormal es dicha hipótesis!

Y de esta manera, los datos modernos reivindican la opinión sostenida por muchos geólogos en el siglo XIX e inicios del XX.

Por ejemplo, sobre la base de información proveniente de la geología y la paleontología estratigráficas, J.W. Gregory y H. Von Ihering afirmaban que el Océano Atlántico se formó por sucesivas subsidiencias de antiguas masas terrestres (3), aseverando que el principal hundimiento comenzó en el Cretácico superior y fue completado posteriormente al Mioceno.

Esquema del antiguo sistema continental Atlántico por J.W. Gregory desde comienzos hasta mediados del Terciario (lo blanco corresponde a la tierra y lo sombreado corresponde al mar).

Y es más probable que la teoría Gregory e Ihering esté más cerca de la verdad que la caprichosa concepción de la tectónica de placas que considera un Océano Atlántico expandiéndose constantemente y desprovisto de cualquier masa terrestre importante.

Respecto de las similitudes en la estructura y los movimientos de tierra en las costas opuestas del Atlántico (sobre lo cual los partidarios de la deriva continental desde Wegener en adelante han puesto tanto énfasis), Gregory escribe:

« Las semejanzas son más conspicuas entre Terranova y las partes australes de las Islas Británicas, entre las cadenas de Antillas y del Mediterráneo, y entre el sur de África y las partes opuestas de Sudamérica, y estos parecidos no son mayores a los que se encuentran a lo largo de las cadenas montañosas de Eurasia a distancias separadas análogas.

Las diferencias en detalle entre Terranova e Irlanda, Sudamérica y Sudáfrica, y entre Venezuela y los Montes Atlas, son tan prominentes que estas regiones deben haber estado muy apartadas, aunque sufrieron las mismas vicisitudes geográficas generales.

Los parecidos se deben a las áreas que pertenecieron al mismo cinturón tectónico, pero las diferencias son suficientes para demostrar que dichos sectores estaban situados en porciones distantes del cinturón. » (4)

Y de forma similar, Helena Blavatsky asevera que las similitudes en la estructura geológica, los fósiles y la vida marina de las costas atlánticas opuestas en ciertos periodos se deben al hecho de que:

« En distantes eras prehistóricas hubo un continente que se extendía desde la costa de Venezuela, a lo largo del Océano Atlántico, hacia las Islas Canarias y el norte de África, y desde Terranova hasta cerca de las costas de Francia. » (5)

3 – MIGRACIONES

Cuando el sector principal de Atlántida comenzó a hundirse, los colonizadores de este continente migraron a nuevas tierras que se alzaban al este, oeste y sur, las que se convirtieron en las Américas, África, partes de Asia y los presentes países europeos, extendiéndose desde los Montes Urales de Rusia a las Islas Británicas e incluso más hacia el oeste en periodos previos (1).

Europa fue el último continente en emerger mientras que las porciones de ambas Américas son mucho más antiguas (2).

Poseidonis era un remanente del sector oriental de la Atlántida de la que sucumbió una gran parte poco tiempo después del surgimiento de América (3).

Hace millones de años algunos migrantes se desplazaron hacia Asia Central, la cual se convertiría en la cuna de la presente y quinta raza raíz indoeuropea o aria, y se han radiado una serie de oleadas migratorias desde esa región durante el último millón de años (4).

Se dice que los habitantes de Europa de fines del Terciario y del Cuaternario han sido ramificaciones de reservorios atlantes y afroaltlantes puros (5).

Por su parte, Blavatsky afirma que los implementos de pedernal hallados en estratos del Mioceno en Thenay (Francia) y los huesos de ballena localizados en Italia que muestran marcas de cortes y que apuntan a la existencia de humanos en el Plioceno, son el trabajo de estos colonizadores quienes eran los resabios de una raza antaño gloriosa y cuyo ciclo había ido en declive desde inicios del Terciario (6).

Pero la ciencia oficial rechaza estos hallazgos arqueológicos porque según la teoría darwinista, en esa época los homínidos fabricantes de herramientas no habían todavía evolucionado lo suficiente (y esto lo detallo en el apartado siguiente).

En cambio la Teosofía afirma que Egipto fue colonizado por inmigrantes atlantes durante largo tiempo antes del hundimiento de la isla de Poseidonis y algunos de ellos viajaron a las tierras recientemente formadas de Abisinia (Etiopía) y a las tierras que se situaban justo al norte.

Hace unos 400’000 años, una parte de estos colonizadores se desplazó en dirección a Egipto, y entre 80’000 a 100’000 años atrás hubo otra llegada atlante (o más bien ario-atlante) desde Poseidonis a esa comarca africana, y fue esta oleada la que construyó la Gran Pirámide hace unos 70’000 u 80’000 años atrás (7).

En el caso de América del Norte, Central y del Sur, Gottfried de Purucker sostiene que:

« Estas tierras fueron pobladas por diferentes migraciones desde varias partes de la Atlántida, tanto del lado atlántico como del pacífico, y los desplazamientos provenientes de éste último sector hacia América fueron quizás algo mayores. » (8)

Y este proceso continuó por millones de años, por lo que no sería sorprendente encontrar restos humanos antiguos supuestamente “imposibles” en algunos sectores del Nuevo Mundo.

4 – ESQUELETOS HUMANOS Y ARTEFACTOS

Según la teoría darwinista convencional, los humanos modernos evolucionaron de homínidos protohumanos, quienes a su vez se originaron de predecesores similares a monos en África durante finales del Plioceno y comienzos del Pleistoceno.

Pero la evidencia presentada en apoyo de esta teoría es en realidad una selección cuidadosamente editada de la evidencia total disponible, ya que existen abundantes pruebas (en la forma de herramientas de piedra, huesos con incisiones y remanentes de esqueleto) que sugieren que los humanos del tipo moderno existieron en el Plioceno, Mioceno e incluso en las etapas iniciales del Terciario, o sea millones de años antes de que aparecieran nuestros supuestos ancestros simiescos (1).

Sin embargo esta evidencia es ignorada o descartada por los antropólogos ortodoxos, quienes exigen evidencias para contradecir sus teorías consentidas y que calcen con estándares mucho más altos en lugar de solicitar pruebas que las respalden.

Ahora bien, de acuerdo a la Teosofía, las primeras civilizaciones humanas fueron resultado de los últimos lemurianos hacia finales del Mesozoico, y en vez de ser nuestros ancestros, en realidad los monos antropoides son el producto del cruzamiento entre ciertos reservorios atlantes y simios; y a su vez éstos se originaron de una mezcla mucho anterior entre lemurianos y un linaje animal (2).

Y en los párrafos que siguen se citan brevemente algunas de las evidencias que apoyan la tesis de una presencia humana antigua en América.

Pero antes de mencionarlas, debo de precisar que Alex Hrdlicka (fallecido en 1943) del Instituto Smithsoniano fue un instigador clave para llevar a cabo esfuerzos tendientes a desacreditar algunos hallazgos, ya que estaba convencido que los humanos habían llegado a América sólo hace unos pocos miles de años.

1) En 1896, trabajadores que excavaban un muelle seco en Buenos Aires hallaron un cráneo humano en una formación del Pleistoceno temprano que se piensa data de al menos 1 a 1.5 millones de años. Pero debido a que era similar a las calaveras humanas modernas, muchos científicos concluyeron que debía de tener una fecha más reciente y que de alguna forma quedó incluido en dicha formación.

2) En 1970, un arqueólogo de un museo brasileño encontró una tapa de cráneo fósil con paredes muy finas y arcos superciliares excepcionalmente pesados que recordaban al Homo erectus y proveniente de una caverna en la región de Lagoa Santa (Brasil).

Ahora bien, la presencia de homínidos con características Homo erectus en ese país durante el pasado es altamente anómala, pues se supone que dicha especie apareció hace 2 millones de años y se extinguió hace unos 300’000 o quizá más tarde. Y misteriosamente la pieza desapareció del museo brasileño luego de ser sometida a análisis (3).

(Lo que me hace suponer que los darwinistas la hicieron desaparecer para así evitar que esa prueba pusiera en controversia su teoría evolutiva.)

3) En 1887, Florentino Ameghino descubrió fogones aparentemente artificiales, herramientas primitivas de pedernal, huesos esculpidos y una espina dorsal semejante a la de un humano moderno en estratos del Plioceno de 3 a 5 millones de años en el Monte Hermosa, Argentina, y también realizó hallazgos similares en estratos del Mioceno de entre 5 a 25 millones de años (4).

4) De 1912 a 1914, Carlos Ameghino localizó una serie de implementos líticos, incluyendo bolas arrojadizas e indicios de chimeneas en estratos del Plioceno tardío de entre 2 a 3 millones de años en Miramar, en la costa de Argentina. Y también encontró una punta de flecha lítica firmemente adherida en el hueso femoral de una especie pliocénica de toxodon (que es un animal ya extinto).

Punta lítica de flecha firmemente adherida en el fémur de una especie pliocénica de toxodon.

 

5) En 1913 su colaborador Lorenzo Parodi descubrió una bola de piedra en un acantilado del Plioceno en Miramar, por lo que decidió dejarla en el sector e invitó a varios científicos, incluyendo el etnógrafo Eric Boman (un ardiente crítico de los hallazgos) para atestiguar la extracción del implemento. Y un segundo instrumento esférico de roca fue encontrado más tarde en el mismo sitio, seguido por otro artefacto 200 metros más adelante.

Confundido, Boman sólo pudo insinuar en su informe que el propio Lorenzo ¡había puesto los implementos!

6) En 1921, Parodi descubrió un fragmento de mandíbula fósil completamente humana en la misma formación de Miramar (5).

7) En 1889, una figura femenina de arcilla de unos 4 cm de largo fue encontrada en un pozo perforado al nivel de una superficie de tierra sepultada, a 91 m de profundidad, en Nampa, Idaho (EEUU).

Las partes de la figurilla que se veían terminadas evidenciaban una hábil artesanía y la capa en que se halló el objeto data de la etapa plio-pleistocénica, alrededor de 2 millones de años atrás.

Nunca se pudieron probar las afirmaciones de que el descubrimiento fuera un fraude y que el objeto constituyera un juguete elaborado por los indígenas locales (6).

Figurilla encontrada en Nampa, Idaho.

8) Durante los días de la Fiebre del Oro en California, a comienzos de la década de 1850, unos mineros descubrieron varios huesos humanos anatómicamente modernos e implementos de piedra avanzados en pozos de minas hundidos a gran profundidad en depósitos de grava áurea cubiertos por espesos cursos de lava, y dichos reservorios localizados bajo el magma fueron fechados con una antigüedad de entre 9 a 55 millones de años.

9) En 1880, J.D. Whitney, el geólogo estatal de California, publicó una extensa revisión de avanzadas herramientas de piedra encontradas en las minas de oro californianas y toda la evidencia reunida por Whitney indicaba que los objetos no podrían haber ingresado desde otros niveles.

Los implementos, que incluían puntas de lanza, morteros de piedra y pilones, fueron localizados a profundidad en yacimientos minerales bajo capas de lava espesas y no intervenidas.

Así, Whitney concluyó que habían existido humanos similares a los actuales durante tiempos muy antiguos en Norteamérica. No obstante, W.H. Homes del Instituto Smithsoniano reaccionó diciendo:

–       “Quizás si el profesor Whitney hubiera apreciado totalmente la historia de la evolución humana como se entiende hoy, habría dudado de anunciar las conclusiones formuladas, a pesar del impresionante conjunto de testimonios al que se enfrentaba.”

En otras palabras, si los hechos no están de acuerdo con la teoría predilecta, entonces tales evidencias, incluso si es un “impresionante conjunto” de ellas, deberían de ser descartadas completamente (7).

(Y esta costumbre que tienen los científicos ortodoxos de descartar toda evidencia que ponga en duda sus creencias ya establecidas, lo constato muy seguido.)

Mortero y pilón descubiertos en un túnel minero excavado en depósitos del Terciario (33-55 millones de años de antigüedad) bajo la Table Mountain, en el condado de Tuolumne, California.

10) Durante 1886, en el Condado de Calaveras y en las mismas montañas de Sierra Nevada de California, el propietario de una mina encontró un cráneo humano altamente fosilizado en una capa pre-pliocénica de grava a 40 m bajo la superficie (8).

Las opiniones sobre su autenticidad variaron, pero algunos científicos opinaron que un examen cuidadoso demostró que estaba incrustado con arena y grava provenientes del sitio y sus cavidades permanecían rellenas con el mismo material.

Y como se mencionó anteriormente, se descubrieron grandes números de implementos de piedra en depósitos cercanos y con una antigüedad similar, y asimismo fueron halladas otras osamentas humanas en la misma región, datadas de entre 9 a 55 millones de años.

Sir Arthur Keith estableció que:

« El cráneo de Calaveras no puede ser ignorado y constituye el ‘fantasma’ que acecha al estudiante de los primeros humanos (…) poniendo a prueba las creencias más poderosas de todo experto llegando casi a un punto de quiebre. »

El cráneo de Calaveras

11) En 2003 se localizaron huellas de humanos, aves y animales en el lecho seco del lago Valsequillo, el cual se encuentra cerca de la ciudad de Puebla, en México.

Originalmente se dijo que tenían 41’500 años de antigüedad, basándose en la edad de radiocarbono para trozos de conchas desde una capa superior a los vestigios.

Pero en 2005 se asignó una edad de 1,3 millones de años a la capa de ceniza volcánica que contenía las huellas en base a la datación radiométrica (Ar-Ar) y paleomagnética, lo que hizo que muchos científicos concluyeran que posiblemente ninguno de los rastros podría pertenecer a humanos modernos, aunque algunos pensaron que corresponderían a un hombre-mono antiguo, tal como el Homo erectus (9).

Huellas de Valsequillo en México.

12) Y también se encontraron huellas recientemente en una formación del Mioceno cerca del lago Titicaca en Bolivia. Una de ellas tiene 29.5 cm de largo y pudo haber pertenecido a un humano de 1.7 m de alto (10).

5 – GIGANTES

Los científicos rechazan firmemente la idea de que alguna vez hayan existido razas de gigantes, e insisten que nuestros antepasados eran criaturas primitivas simiescas bastante más pequeñas.

Pero por otra parte, muchas leyendas y tradiciones alrededor del mundo aseguran que hubo razas de gigantes en el pasado, y la Teosofía concuerda con esto aseverando que tal y como muchas especies modernas de animales y plantas tuvieron ancestros gigantes, también fue el caso para la especie humana.

Se dice que durante su apogeo hace varios millones de años, los atlantes eran enormes, exhibiendo una altura de hasta 8.2 m (aunque se precisa que probablemente hubo “gigantes” y “enanos” relativos en todas las eras). Y desde entonces, poco a poco los humanos han declinado en altura, y hace alrededor de 500’000 años muchos individuos no tenían más de 3 ó 4 m (1).

Helena Blavatsky aseguraba que las ruinas megalíticas de todo el mundo, incluyendo las de Stonehenge en Inglaterra, Carnac en Bretaña y aquéllas a lo largo de América fueron el trabajo de gigantes, y una tradición americana menciona también de que seres colosales habían invadido América tan pronto como se había alzado de las olas. E igualmente existen leyendas, por ejemplo, sobre la enorme pirámide de Cholula en México y las estructuras más antiguas de Tihuanaco en Bolivia que fueron construidas por una raza ciclópea (2).

Y en efecto, se ha descubierto un sorprendente número de esqueletos humanos gigantes y algunos de ellos alcanzan alturas de 4.6 m ó más. Aunque en muchos casos, se desconocen las localizaciones actuales de los restos y faltan muchos detalles sobre estas osamentas y las circunstancias de su descubrimiento, incluyendo las indicaciones a su posible edad.

A continuación se exponen varios ejemplos de tales hallazgos en el continente americano:

 

1) Durante la exploración de montículos norteamericanos en el siglo XIX y comienzos del XX, se recuperaron cientos de huesos y restos de humanos gigantes, principalmente de 2.1 a 2.4 m de altura, pero a veces con una estatura de hasta 3.1 m (3).

La versión oficial es que sólo eran casos aislados de gigantismo entre los indígenas, pero algunos de los esqueletos semejaban haber pertenecido a una raza extinta y no aborigen, al tiempo que muchas tribus locales tienen tradiciones sobre seres muy altos que una vez ocuparon esa región.

Y en el caso de otros entierros, los remanentes óseos parecían ser inusualmente antiguos y se convertían en polvo cuando eran expuestos a la atmósfera.

Desafortunadamente en algunos de estos hallazgos estuvieron implicados científicos del Instituto Smithsoniano… y muchos de los huesos fueron enviados a otro lugar desde el gran museo, por lo que nunca más han sido vistos.

2) Un montículo de piedra con más de 21 m de diámetro fue explorado cerca de Brewersville, Indiana, en 1879 y en su interior se encontraron varios esqueletos, y al menos uno de ellos tenía más de 2.9 m de alto (4).

3) En 1925, mientras excavaban en un montículo indígena de Walkerton, Indiana, un grupo de investigadores aficionados desenterró los esqueletos de ocho humanos prehistóricos, cuyas alturas variaban entre 2.4 a 2.7 m. Y todos ellos llevaban sólidas armaduras de cobre, pero desafortunadamente la evidencia fue dispersada y se perdió su rastro (5).

4) En 1833, soldados que cavaban un foso para construir un almacén de pólvora en Lompock Rancho, California, se estaban abriendo camino por una capa de grava cementada cuando de repente dieron con el esqueleto de un hombre de aproximadamente 3.7 m de alto, rodeado por conchas esculpidas, grandes hachas de piedra y bloques de porfirio cubiertos con símbolos ininteligibles.

El enorme ser tenía filas dobles de dientes superiores e inferiores (lo cual es una característica comúnmente reportada en estos hallazgos y que también se menciona en las tradiciones antiguas).

Y cuando los indígenas locales comenzaron a darle un significado religioso a estas osamentas y los artefactos que lo rodeaban, las autoridades les ordenaron a los militares que volvieran a tapar el foso en secreto.

5) En la isla Santa Rosa, fuera de la costa de California, también se extrajeron remanentes de un hombre gigante con filas dobles de dientes (6).

6) Otro esqueleto humano en mal estado, que según testigos medía alrededor de 3.3 m, fue desenterrado por trabajadores mientras araban un viñedo en East Wheeling, Virginia del Oeste, en noviembre de 1856 (7).

7) Se han descubierto huesos y artefactos enormes en el área de Lovelock-Winnemucca de Nevada.

En febrero y junio de 1931, se encontraron dos esqueletos en el lecho del lago Humboldt cerca de la Cueva de Lovelock. El primero de ellos tenía 2.6 m de largo, envuelto en una tela cubierta de goma, y el segundo era de casi 3.1 m de longitud, según el artículo del periódico local Review Miner fechado del 19 de junio de 1931.

El 29 de septiembre de 1939, el Review Miner reportaba el descubrimiento de un esqueleto de 2.3 m en un rancho cercano al pueblo, y coincidentemente los indígenas paiute de la región mencionan en sus leyendas acerca de una raza ciclópea de cabellos rojizos que llegaron al área en embarcaciones, aparentemente cuando ésta era un mar interior (8).

8) De acuerdo a un recorte de prensa de 1926 datado en Nayarit, México, los capitanes D.W. Page y F.W. Devalda descubrieron los huesos de varios individuos gigantes que promediaban más de 3.1 m en altura (9), y las leyendas que circulan en el área sostienen que vinieron desde Ecuador.

9) En 1929, Dean Byron Cummings de la Universidad de Arizona y un científico del gobierno mexicano encontraron tres esqueletos enormes pertenecientes a dos hombres y una mujer de al menos 2.4 m de alto y niños de 1.8 m, pero su trabajo fue interrumpido por los yaquis locales quienes destruyeron algunos de los restos.

10) Algunos informes de 1923 desde Casas Grandes, México, anunciaban el hallazgo de varios esqueletos de “indios” de 4.6 m de estatura, dispuestos lado a lado con vasijas de piedras preciosas.

11) Otro artículo en el New York Herald Tribune del 21 de junio de 1925 aseguraba que un grupo de mineros había hallado osamentas de 3.1 a 3.7 m de alto, con pies de 46 a 51 cm de largo, cerca de Sisoguiche, en México.

12) En 1938, cerca de Tepic, México, se localizó una serie de montículos sepulcrales muy antiguos que contenían siete esqueletos de hombres y mujeres de entre 2.4 a 2.7 m de alto bajo delgados bloques de piedra.

Las tumbas contenían alfarería similar a la griega y con un patrón serpenteante, pero en la que no se utilizó metal.

13) En 1928 y al interior de una caverna en Manta, Ecuador, se hallaron huesos humanos con más de 2.4 m de altura y las inmensas estalagmitas testificaron la remota edad de los restos.

Durante 1938, fueron extraídos más remanentes de hombres y mujeres gigantes de al menos 2.4 m de altura en el mismo país (10).

14) En una ocasión, el zoólogo Ivan T. Sanderson recibió la carta de un ingeniero que durante la Segunda Guerra Mundial se encontraba en la isla Shemya de las Aleutianas al sur del Estrecho de Behring.

Mientras demolían un grupo de cerros para construir una pista de aterrizaje, los trabajadores desenterraron piezas óseas que parecían corresponder a humanos extremadamente grandes (el relato más tarde fue confirmado por otra persona de la unidad).

Muchos de los cráneos gigantes medían entre 56 y 61 cm desde la base a la coronilla, mientras que un cráneo adulto normalmente tiene unos 20 cm.

El Instituto Smithsoniano aparentemente tomó posesión de los restos, pero nunca más se oyó de ellos otra vez, y Sanderson se preguntaba:

“¿Es que acaso esta gente es incapaz de emprender una reescritura de todos los textos?” (11)

* * * * * * * *

Con unas contadas excepciones (12), los posibles artefactos humanos encontrados en estratos del Terciario y más antiguos tienden a estar fabricados en piedra, y hasta la fecha no se han descubierto otros utensilios que provean evidencia concluyente sobre civilizaciones tecnológicamente avanzadas en pasadas eras geológicas, lo cual es común dado el poder destructivo de los elementos y los muchos cambios climáticos severos y eventos cataclísmicos que han tenido lugar.

Sin embargo, es muy probable que espere ser descubierta una gran parte de los artilugios elaborados por civilizaciones perdidas, y ojalá sea por aquéllas personas capaces y dispuestas a reconocerlos por lo que son.

Se dice que la Hermandad de los maestros transhimaláyicos posee vastas bibliotecas subterráneas y bodegas en las cuales preservan no solamente los registros históricos y trabajos literarios de civilizaciones antiguas, sino que también guardan ejemplos de sus invenciones, manualidades y los esqueletos de sus habitantes, incluyendo a los gigantes de la Atlántida (13).

Y también se afirma que dichos registros serán presentados en el momento apropiado, presumiblemente en una época donde la mentalidad esté más abierta y receptiva.