La cronica del médico enviado al manicomio por incentivar el lavado de manos en 1847

Lavarse las manos es una práctica común la actualidad por sus diversos beneficios para la salud. ninguna persona duda de que gérmenes y bacterias son eliminados cuando enjuagamos nuestras manos con agua y jabón. Actualmente bien, hace unos 200 años el panorama en materia de asepsia era muy distinto, inclusive en los primitivos centros de atención médica.

Las circunstancias de los hospitales en materia de salubridad

Anteriormente de que investigadores como Louis Pasteur y Joseph Lister confirmaran la hipotesis de los gérmenes como causantes de las infecciones, incontables personas perdieron la vida por la carencia de asepsia hospitalaria. En la Europa de la década de 1840, era más seguro para una chica dar a luz en la calle que en un centro de salud.

La terrible realidad de las salas hospitalarias de aquel por lo tanto era vista como lo más normal del planeta. Camas con manchas de sangre y moho, almohadas y colchones infectados de piojos, y el piso cubierto de aserrín para absorber la sangre y los fluidos corporales. Ni hablar del olor que desprendían habitaciones y pabellones, sin citar la sala de autopsias.

Como es de suponer, todo el personal médico de por lo tanto estimaba aquella situación como un ambiente propio para atender pacientes de todo tipo. Era común que, después de examinar y diseccionar cadáveres, los médicos pasaran a la sala de parto sin siquiera lavarse las manos o cambiarse de ropa.

Ignaz Semmelweis y su llegada al hospital de Viena

Ignaz Philipp Semmelweis vino al mundo el 1 de julio de 1818 en Taban, un barrio hoy en dia forma parte de Budapest, Hungría. Para 1837 empezó a investigar derecho en la Universidad de Viena, pero un año mas tarde se cambió a medicina.

Terminó su doctorado en medicina en 1844 para despues especializarse en obstetricia y aceptar un puesto como médico ayudante en la Primera Clínica Obstétrica del Hospital Maternal de Viena. Fue allí donde Semmelweis hizo una de los descubrimientos más importantes para el adelanto de la ciencia médica.

Ignaz Philipp Semmelweis. (Wikimedia Commons)

Comienzan las observaciones

Entretanto realizaba sus labores en el Hospital Maternal, este doctor húngaro vió algunas diferencias entre dos salas obstétricas. Una de ellas era atendida por parteras o matronas, mientras que la otra recibía la asistencia de alumnos masculinos de medicina. Esta última sala poseía una tasa de mortalidad 3 veces más elevada que la primera.

Las mujeres en trabajo de parto eran sobre todo vulnerables a tener una muerte prematura, sobre todo si habían soportado un desgarre vaginal o tenían heridas abiertas. Semmelweis quería comprender por qué había una desigualdad tan grande de decesos entre las dos salas de obstetricia, siendo que ambas implementaban los mismos procedimientos.

Cuando una chica moría de fiebre infantil, un sacerdote católico visitaba la sala y tocaba una campanilla en señal de duelo. Semmelweis determinó que el estridente sonido de la campana aterrorizaba a las demás parturientas, provocándoles fiebre y al final, la muerte. Por lo tanto cogió medidas para que el sacerdote no visitara más las salas, pero la tasa de mortalidad seguía sin presentar variación alguna.

Ignaz Philipp Semmelweis. (Wikimedia Commons / Pixabay)

Una muerte que resolvió el enigma

En el año 1847, un compañero de Semmelweis murió mas tarde de cortarse una mano durante una práctica de autopsia. Este detalle encendió las alarmas del doctor, quien estableció una relación entre la manipulación de cadáveres y el deceso de las mujeres en trabajo de parto.

asimismo, los doctores que atendían la sala de parto donde fallecían más mujeres además solían practicar autopsias, mientras que las matronas solo se dedicaban a atender a las parturientas. Una razón más para que Semmelweis concluyera que la falta de higiene pudiera ser el motivo de tantos fallecimientos.

Lavarse las manos

El Dr. Semmelweis incentivó el lavado de manos (Public domain).

Fue por lo tanto cuando Semmelweis decidió instalar un depósito de agua con cal clorada para que los doctores se lavaran las manos anteriormente de atender a pacientes vivos. Para su sorpresa, la tasa de mortalidad descendió de un 18% a solamente un 2%, confirmando que sus confirmaciones tenían fundamento.

Con todo, Semmelweis no podía aclarar con precision cuál era la relación entre la manipulación de cadáveres y las muertes de mujeres embarazadas. Esta y diferentes razones llevaron a bastantes médicos a rechazar sus sugerencias, y hasta acusarlo de haberse vuelto loco.

Tristemente, el grandioso hallazgo de Semmelweis fue ignorado por diversos años, y el doctor empezó a sufrir de contratiempos mentales hasta que al final fue recluido en un manicomio, donde murió. en cambio, la actualidad es considerado el padre de la asepsia médica y lleva el título de «El salvador de las madres».

No entra duda que Semmelweis hizo un vasto aporte que ha salvado múltiples vidas, y que en estos tiempos de pandemia le agradecemos infinitamente.

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