Los enigmas de la Catedral de Chartres

La Catedral de la Asunción de Nuestra Señora, es una iglesia catedralicia de culto católico bajo la advocación de Nuestra Señora en la ciudad de Chartres, en el departamento de Eure y Loir, en Francia, a unos 80 km al suroeste de la capital, París. Asimismo es la sede de la Diócesis de Chartres, en la Archidiócesis de Tours. En 1979 fue declarada Patrimonio cultural de la Humanidad por la Unesco.

La primera iglesia de que se tiene constancia se construyó alrededor del año 360. Esta desapareció en un incendio hacia 740 o 750 durante el saqueo de los visigodos de Hunaldo, duque de Aquitania. Una segunda catedral es destruida por los piratas normandos al mando de Hastings el 12 de junio de 858, el obispo Gisleberto reconstruyó y amplió esta iglesia. De esta queda una capilla que forma parte de la actual cripta. En esta época es cuando la catedral recibe la reliquia de la virgen, que aumentó la importancia del lugar. El 5 de agosto de 962 la iglesia de Gisleberto vuelve a ser destruida durante la guerra que enfrentó a Ricardo I, duque de Normandía con Teobaldo I de Blois, conde de Chartres. Se reconstruye parcialmente. En 1020 otro incendio destruye la catedral, tras lo cual el obispo Fulberto de Chartres inicia la construcción de la cripta de una nueva catedral románica.

El culto a la Virgen en la catedral deriva al antiguo culto druídico a la Diosa Madre.

Entrando en La cripta

Debajo de la catedral, existe un pozo dotado de especiales virtudes y de un gran valor mágico, desciende desde la cripta 33 metros de profundidad. Este número coincide sorprendemente con el número 33 tan renombrado en la geometría sagrada y en cultos como la masonería. 

La cripta de Chartres es enorme, la más grande de Francia y una de las mayores de la cristiandad tras San Pedro de Roma y la Catedral de Canterbury. Aquí se pueden apreciar los restos de construcciones anteriores sobre los que se asienta la actual catedral que conforman dos criptas concéntricas. Los restos de la iglesia edificada en tiempos carolingios conforman la base del coro y la girola. Se han realizado excavaciones que muestran restos que se remontan a la época romana. La cripta conserva frescos del siglo XII, además de otras piezas expuestas.

En este lugar, se exhibe una reproducción de una imagen de la Virgen destruida durante la Revolución; Notre Dame Sous-Terre (Nuestra Señora del Subsuelo), una virgen negra, tal vez una figura precristiana atribuida a la Virgen. En una capilla de la cabecera se encuentra el pozo de los Saints-Forts, nombre que se deriva del latín locus fortis o sitio fuerte. Según la tradición en 858, durante el saqueo de la ciudad por parte de los normandos, fueron arrojados a este pozo las reliquias de San Altin y San Eodaldo, evangelizadores de la ciudad en el siglo III.

¿Qué es una Virgenes negras?

¿Acaso un arquetipo atemporal de la Diosa Madre o de la antigua Semíramis reencarnada a través de los tiempos en múltiples formas, nombres, culturas y escenarios?

El origen de estas imágenes se explica como la adopción por parte del culto popular cristiano en sus primeros siglos de elementos iconográficos y atributos de antiguas deidades femeninas de la fertilidad, cuyos rostros se realizaban en marfil y cuyo culto estaba extendido por todo el Imperio romano tardío, tales como Isis, Cibeles y Artemisa. Debido a ello pueden encontrarse ejemplos de estas vírgenes por toda Europa. Philippe Walter, de la Universidad de Grenoble III, se inclina por un origen celta —hadas y la mujer salvaje conocida como «la Sarracena»— algunas de cuyas características habrían sido retenidas en la figura y ritos que rodean a las vírgenes negras, luego de la evangelización de Europa.

La veneración a las vírgenes negras tiene también numerosos ejemplos en América, impulsada por la conquista española. Allí las vírgenes negras del Viejo Mundo surgidas del sincretismo religioso cristiano-pagano atravesarían en algunos casos una identificación con deidades femeninas amerindias o africanas como Pachamama o Yemayá.

Por otra parte, se ha visto que al restaurar y limpiar muchas de las imágenes resultaba que el color que tenían, se debía a la pátina que cogían con los años por exposiciones ambientales en las iglesias.

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