Caso Aurora: la tumba del extraterrestre

Caso Aurora: la tumba del extraterrestre

El pueblo de Aurora, en el norte de Texas, Estados Unidos, es un lugar sin ningún atractivo, en donde parece haberse detenido el tiempo. La ciudad más cercana, Dallas, se encuentra a unos 30 kilómetros al este y al noroeste limita con las playas del Golfo de México. El mayor negocio de todo el pueblo se encuentra en la estación de servicio y pocas veces suele estar abierto. Sin embargo, todos los veranos gran cantidad de turistas norteamericanos llegan atraídos por una misteriosa historia. Los turistas no buscan vacaciones ni diversión sino restos de un humanoide extraterrestre que cierto día cayó con su nave del espacio exterior.

El cuerpo encontrado era de un humanoide de corta estatura y delgado.

Hace muchos años atrás, según algunas crónicas, una enorme nave cayó del cielo y se impactó en el pueblo. Encontraron al piloto muerto y lo enterraron. Desde entonces muchos grupos de investigadores de OVNIs llegan a Aurora con el fin de encontrar el cadáver o lo que quede de él. Hacen un amplio recorrido por donde se supone que cayera la nave y analizan las tumbas que se encuentran en el cementerio, con la ilusión de rescatar algún pequeño hueso que haya sobrevivido al paso del tiempo.

Los habitantes del pueblo sonríen ante la ingenuidad de los turistas que llegan con la idea de obtener un «souvenir». Casi todo el pueblo opina que la historia del extraterrestre no es más que una broma. Pero, al mismo tiempo, admiten que la historia está fundamentada en un hecho que puede tener algo de cierto.

En el año 1897, la gente del lugar reportaba gran cantidad de avistamientos de objetos extraños sobre el cielo. Por ese tiempo, algunos texanos dijeron haber visto un vehículo que tenía forma de cigarro con luces, que surcaba el cielo a baja altura.

Obviamente, en esa época los avistamientos de ovnis no tenían mayor importancia en el pueblo de Aurora. Sin embargo, el 9 de abril de 1897, se reportó que un objeto volador no identificado había descendido a gran velocidad desde el cielo, explotando en el centro del pueblo. El extraño suceso fue cubierto por el periodista F.E. Hayden, para el periódico de Dallas, quien fue informado, a su vez, por un residente de Aurora llamado T.J. Weems. El reportaje mencionaba que el aparato colisionado fue observado y verificado por numerosos testigos.

Hayden escribió que el objeto era un ovni que impactó en la propiedad de J.S. Proctor, juez del pueblo texano.

También, Weems afirmó que la explosión iluminó el pueblo como si fuese de día y esparció gran cantidad de fragmentos a lo largo de tres acres. También añadió que el cuerpo de su tripulante estaba carbonizado y no era de este mundo. El cuerpo era pequeño y delgado. Los hombres de la comunidad se encargaron de dar cristiana sepultura al cadáver en el cementerio de Aurora.

Se hizo una lápida y en ella se grabó un objeto con forma de cigarro para distinguir y recordar lo acontecido.

El 9 de abril de 1897 se reportó la explosión de un ovni en el centro del pueblo.

Los habitantes de Aurora, en la actualidad, piensan que quizá sea probable que aquella historia haya ocurrido, pero dudan cuando se les pregunta si fue verdad que un ser extraterrestre fue enterrado en el lugar. Creen que aquello que se estrelló en el centro del poblado fue simplemente un meteorito y que Weems y el periodista Hayden crearon toda la fantasía.

La opinión local se basa en la investigación que el Dr. Alfred Krause llevó a cabo con el fin de encontrar algo que pudiera ser considerado como extraterrestre, pero lo único que encontró fue una placa que tenía inscrito el año de 1932, y que el piloto considerado como viajero a bordo de la nave, fue realmente un hombre llamado Carr que falleció de fiebre amarilla.

Los verdaderos creyentes tienen su propia versión. Algunos afirman que se han encontrado extraños residuos metálicos en el sitio en que la nave hizo impacto. Una de esas piezas era de aluminio puro, asegurando que esto no puede ser considerado como pieza moderna, ya que dicho metal no era muy común en 1897.

En el siglo pasado, la teoría de la nave estrellada fue apoyada por el único hombre con vida que recordaba el acontecimiento, Charles Stevens, quien entonces era un niño. El afirma que su padre vio algo que cayó en la propiedad del juez Proctor y que «habían encontrado los cadáveres de dos o tres hombres…»

Nadie supo más nada sobre el asunto; años después la lápida fue robada del cementerio y el lugar que ésta habitaba se fue perdiendo con el paso del tiempo.

De haber sido esta historia verdad, tal vez los restos de este humanoide hoy descansen en paz, lejos de la gente que aún se acerca a Aurora en busca de sus huesos.