Las investigaciones realizadas por el científico ruso Peter P. Gariaev y otros colegas del Instituto de Control de las Ciencias–organismo de laAcademia Rusa de Ciencias de Moscú- revelando cómo nuestro ADN se expresa a través de ondas electromagnéticas que marcan las funciones de nuestros cromosomas y su posible reprogramación ha entrado en una fase de auténtica ciencia ficción: la creación de una vacuna de ondas para luchar contra enfermedades tan graves como el SIDA o el cáncer. En pocos años podría ser realidad este nuevo método terapéutico capaz de alterar los “lenguajes” de onda que los virus usan durante el contacto con la superficie de una célula y su genoma.
Hablar de las investigaciones de Peter P. Gariaev es hacerlo de temas que ni siquiera la literatura de ciencia ficción había previsto por lo que no es de extrañar que sus trabajos despierten el escepticismo de médicos, científicos e investigadores. Aunque teniendo en cuenta lo mucho y rápido que evoluciona la ciencia quienes más humildes debieran mostrarse ante su propia ignorancia son precisamente los más intransigentes con las nuevas ideas y descubrimientos. Es como si cansados de remar por las aguas del conocimiento y la investigación decidieran bajar a la orilla y trataran de negar a quienes quieren seguir río abajo el derecho a hacerlo con el argumento de que más allá de lo que ya han aprendido no existe nada.
Ciertamente, para adentrarse en las propuestas del científico ruso Peter Gariaev -director del Instituto de Biología y Medicina por Ondas de Moscú y miembro de la Academia Rusa de Ciencias Naturales, de la Academia Rusa de Ingenierías y Medicina y de la Academia de Ciencias de Nueva York– es preciso estar dispuesto a romper muchos esquemas porque sus teorías sobre el ADN y el genoma humano transitan ciertamente por aguas bravas. De sobresalto en sobresalto, el viaje resulta sorprendente. A veces, es cierto, cuesta entender la ruta por donde se transita pero la solidez de las investigaciones sobre las que Gariaev se sustenta nos permiten entrever un mundo bien diferente y sorprendente al final del recorrido.
EL ADN, EMISOR Y RECEPTOR DE INFORMACIÓN
Según Gariaev (vea lo publicado en el nº 67 de la revista) nuestro ADN funciona como un bioordenador capaz de recoger y transmitir información de su entorno a través de ondas cargadas de información a partir de las cuales pueden modificarse los patrones de comportamiento de las células. Según sus investigaciones y resumiendo lo que escribimos en nuestro anterior artículo:
1) La evolución ha creado en los biosistemas -organismos vivos- “textos genéticos” articulados de acuerdo a patrones semejantes al conjunto de normas y reglas subyacentes en todas las lenguas humanas en los que los nucleótidos del ADN, dotados de frecuencias cargadas de información, juegan el papel de caracteres. Y a partir de esos “textos genéticos” se van conformando los distintos procesos orgánicos, Siendo pues el ser humano, en definitiva, un “bello discurso” de la Naturaleza.
2) El aparato cromosómico actúa como antena de recepción y transmisión de “textos genéticos”, los descifra, los codifica y los reenvía.
3) Y aun más, los cromosomas de los organismos multicelulares constituyen en forma replegada una puerta holográfica (capaz de reproducir la imagen de todo el organismo en cada una de su partes) abierta al espacio y al tiempo a partir de la cual pueden crear el contexto donde se despliegan los textos genéticos.
Las moléculas de ADN -incluido en los cromosomas- poseen una dualidad materia-onda que es similar al dualismo de las partículas elementales. De acuerdo con lo cual el ADN codifica un organismo a través de la materia del ADN… pero también a partir de la información presente en las funciones de onda de ese mismo ADN.
La evolución de sociedad sería similar a la morfogénesis de un organismo. Los libros, bibliotecas, películas, memoria de ordenador y el lenguaje de las personas son, al final, análogos funcionales de un aparato cromosomático celular. Siendo el objetivo de esos cromosomas controlar la creación de espacio para el desarrollo de la sociedad (casas, caminos, combustible, telefonía, Internet…) y establecer relaciones funcionales y estructurales entre las personas dentro de él… pero lo que hace viable la vida es la información transmitida en forma de onda. Así, una película que muestra un modelo ideal de estructura social y las distintas relaciones entre personas es de naturaleza material. Sin embargo, usa estructuras de onda para hacer llegar la información (la luz, el sonido, el discurso, la idea, la imagen…). Y ese es el mismo método que los cromosomas aplican produciendo campos para crear el espacio para el organismo y, al tiempo controlar la información para el correcto desarrollo de las funciones metabólicas usando, en particular, métodos de cuasi-lenguaje.
Gariaev explica que en el curso de la evolución los biosistemas han producido sus propios “textos genéticos” y un genoma bioordenador como un cuasi-sujeto inteligente que “lee y entiende” estos textos a su nivel. Los textos humanos naturales (no importa el idioma que sea) y los “textos genéticos” presentan similares características matemático-lingüísticas y entrópico-estadísticos lo que los convierte en herederos del primer lenguaje universal, el que rige a nivel de onda en el genoma donde los nucleótidos realizan la función que nosotros asignamos a las letras.
La base de todo este complejo proceso de intercambio de “textos” a partir de ondas-información está, según comprobaron Gariaev y sus colegas, en la naturaleza vibracional del ADN que se expresa a través de ondas solitónicas, ondas que pueden almacenar información durante mucho tiempo y son capaces de propagarse sin deformarse a grandes distancias en medios no lineales. “El ADN cromosómico en los sistemas vivos -explica Gariaev- tiene atributos de onda que nos llevan a una dimensión desconocida. El ‘muy conocido’ código genético es tan sólo la parte del código referida a la síntesis de proteínas… y nada más. Pero los cromosomas trabajan como ordenadores solitónicos holográficos bajo la influencia de radiaciones láser endógenas del ADN”.
Pues bien, las ondas solitónicas del ADN tendrían dos tipos conectados de memoria. El primero involucra la capacidad de los sistemas no lineales para recordar los procesos básicos de supervivencia a través del uso y conservación de la energía. Los cristales líquidos del ADN, dentro de la estructura del cromosoma, forman un sistema no lineal de este tipo. La segunda memoria es la del ADN total en un organismo. Tal memoria es un aspecto no localizado del genoma. Es cuasi-holográfica/fractal y tiene que ver, como es el caso de cualquier holograma o fractal, con la propiedad fundamental del biosistema de restaurar el todo a partir de una parte, propiedad bien conocida que subyace en el crecimiento de las plantas dañadas o la regeneración de la cola de un lagarto.
Esta claro que según estos planteamientos el estudio del modelo científico occidental sobre el genoma se encuentra en una primera etapa de reconocimiento de las letras del alfabeto y aunque algunos quieran deducir de las palabras que pueden formar que ya saben cómo se hilvana el discurso la realidad es bien distinta. Para poder crear un texto no bastan las letras, es preciso aplicar las leyes de la sintaxis, la lógica y la gramática que, a nivel biológico, vienen regidas por las habilidades cuasi-conscientes del genoma como bien las definió V. V. Nalimov en “Spontaneity of consciousness. Probability theory of senses and a man’s semantic architectonics”.
EL GENOMA
Muchos biólogos y genetistas -no sólo los médicos- son proclives a considerar estos nuevos conceptos de organización del genoma como sumamente complicados. Sin embargo, el embrión de estas investigaciones se encuentra en los investigadores rusos A. G. Gurwitch, V. N. Beklemishev y A. A. Lyubitchev quienes iniciaron ya el desarrollo de esta ciencia a finales de los años 20 del pasado siglo XX aunque en Occidente tales estudios se hayan prácticamente ignorado (es obvio que el Muro de Berlín sirvió no sólo para aislar a decenas de millones de personas sino también para impedir conocer, en buena medida, lo que se hacía al otro lado ocultándolo de los circuitos habituales del conocimiento científico).
El genoma es pues algo más que la suma de genes codificadores de proteínas. De alguna forma opera como un láser de multiondas moduladas por amplitud, fase, frecuencia y polarización. Es más, según los investigadores rusos también es probable que el genoma sea un emisor de ondas de radio de un espectro de ancho de bandas de señales polarizadas de radio, tal y como establecen además de Gariaev, G. G. Tertyshniy yA. Leonova en su trabajo “Radio wave spectroscopy of local photons: exit to quantum non-local bioinformational processes”.
El genoma es además un holograma múltiple dinámico que puede producir luz e imágenes de onda que lleva a cabo -como decíamos- las funciones de dirección del biosistema a través de señales electromagnéticas de organización espacio temporal.
Y, finalmente, el genoma es una forma de cuasi-texto que posee elementos de no-localización cuántica que puede, sin ningún tipo de retraso, leerse en los billones de células para usar la información recibida como un programa de control para las funciones vivientes y la organización estructural.
De todo lo anterior se deriva que el código genético y otras informaciones transportadas a través de las ondas pueden registrarse y grabarse en el nivel de polarización de sus fotones y son -no localmente (por todas partes y en ningún tiempo)- transferidas a lo largo del espacio entero de un biosistema a través de parámetros de polarización.
Por muy difícil de creer que resulte todo lo dicho se trata del resultado de experimentos e investigaciones expuestos en publicaciones y congresos internacionales con títulos tan sugerentes como “The quantum non-locality of genomes as a main factor of the morthogenesis of biosystems”, “Genome holographic and quantum non-locality” o“Theoretical and clinical aspects of bioresonance and multiresonance therapy application”.
“Todo esto sugiere–afirma Gariaev- que es necesario modificar nuestra estrategia en la búsqueda de cura para el Sida y el Cáncer dado que los acercamientos tradicionales para resolver este problema cada vez se parecen más al deseo de obtener una buena cosecha buena tras haber plantado las semillas en un camino de asfalto. La nueva estrategia tiene que estar basada en las investigaciones fundamentales de la dualidad materia-onda y los atributos de cuasi-discurso de los sistemas genómicos de nivel superior”.
APROVECHAMIENTO TERAPÉUTICO CONTRA EL CÁNCER Y EL SIDA
Esta apasionante formulación teórica apoyada en la experimentación científica supone una compleja vía para el tratamiento de enfermedades como el Sida o el cáncer y la posibilidad de obtener en un futuro no muy lejano una “vacuna de ondas” capaz de alterar el proceso patológico en beneficio del paciente. Para los investigadores rusos involucrados en estos trabajos si la sociedad científica no se esfuerza en entender las funciones de onda de los genes se corre el riesgo de que finalmente estas enfermedades terminen por destruir la sociedad o causen en ella un daño irreversible. “En nuestra opinión -afirma Gariaev- todos los esfuerzos por producir una vacuna material u otras drogas para luchar contra el VIH o el virus de la influenza fallarán. Los virus cambian continuamente su composición enterrando de esa manera todos los esfuerzos de inmunólogos y otros científicos comprometidos en el desarrollo de la vacuna. Los esfuerzos por bloquear ciertas fases de la morfogénesis del virus químicamente son ineficaces y sólo sirven para envenenar a los organismos humanos. Existen varias hipótesis pero cada una de ellas representa simplemente, como mucho, un pedazo de la realidad. De ahí proceden las dificultades teóricas y biológicas para interpretar el VIH y los procesos cancerosos. Y el precio que estamos pagando por esa equivocación son los errores que surgen en el tratamiento de estas enfermedades. Ambas patologías afectan negativamente la parte más vital en cualquier sistema biológico: su aparato genético, el autoconocimiento del organismo. Y esa es la paradoja: parecemos saber bastante de los cromosomas y del ADN, ya se han encontrado los oncogenes, el genoma del VIH se ha estudiado y parece claro cómo esas estructuras informacionales funcionan en los cromosomas. El código genético y las principales operaciones ribosómicas también parecen haber sido investigados en detalle. Pero, por alguna razón, toda esa información no es suficiente para desarrollar métodos universales para una intervención exitosa contra el cáncer y VIH”.
Cabe añadir que según los planteamientos expresados por Gariaev en su trabajo “The Wave, Probabilistic and Linguistic Representations of Cancer and VIH” los “lenguajes” de onda que los virus usan durante el contacto con la superficie de una célula y su genoma son sus partes más vulnerables. Los virus usan estos “idiomas” para entrar en el espacio semántico de una célula y engañarla. Después de eso se reprograman, se reproducen y, finalmente, sobreviven. Lo que los investigadores plantean es que también es probable que las células sean capaces de engañar a los virus creando un tipo de “inmunidad de onda”. Para explicar este equilibrio recurren al ejemplo del virus de la influenza. Cuando la circulación de la sangre en los capilares de la mucosa de la nariz se enfría cambia la temperatura de los cristales líquidos en los cromosomas de las células sanguíneas. Al mismo tiempo, los programas de onda protectores quedan deteriorados y como resultado de la brecha de información el virus de la influenza comienza a reproducirse. Como contestación se produce una reacción compensatoria del organismo con una subida de la temperatura. “En nuestra opinión –escribe Gariaev- esta reacción busca producir ruido, borrar completamente los programas de onda que el virus necesita para atacar el espacio semántico de onda del organismo y así matar un número creciente de sus células. Los campos acústicos del genoma vírico podrían actuar como bioprogramas de onda. Es sólo un ejemplo de los procesos de onda en la relación entre el virus de la influenza y el organismo humano. Relaciones similares existen entre el VIH y las células humanas, y se presentan los mismos problemas sobre cómo encontrar un lugar para desembarcar correctamente en la superficie de una célula e iniciar la replicación viral hasta reproducirse como un patógeno”.
UNA VACUNA DE ONDAS INFORMATIVAS
A partir de este análisis Gariaev no duda en señalar como puntos débiles de los programas de onda del VIH los siguientes momentos:
-La búsqueda y reconocimiento del virus de VIH del lugar de desembarco en la célula.
-La investigación y reconocimiento del programa de onda del ADN viral por el ADN de la célula atacada.
-La búsqueda y reconocimiento mutuo de las proteínas de ambos.
Ahora bien cualquiera de esos pasos está sujeto a un proceso de interferencia de la naturaleza de onda previa a la materialización de los mismos. “Cualquier violación de cualquier pequeña resonancia de señal de onda en esta tríada –escribe Gariaev- produce la pérdida de capacidad infecciosa del VIH y otros virus. Algo que la Naturaleza hace, por ejemplo, elevando la temperatura del organismo. Bueno, pues de manera similar al desarrollado por la Naturaleza es posible diseñar una simple vacuna de ondas contra el VIH y otros virus y bacterias. Para lo cual nuestra meta es estudiar el “alfabeto” y “la gramática” de “los idiomas” de onda de los genomas de los virus. Y los primeros pasos ya se han dado. Ya se ha desarrollado un láser capaz de leer información genético-metabólica de onda. Sin embargo, la investigación en este campo es bastante difícil debido a la dificultad intrínseca de avanzar en el campo del entendimiento material de la información genética y metabólica.”
La herramienta básica que permitirá controlar las ondas que marcan las funciones de los cromosomas y su reprogramación por secuencias de nucleótidos de VIHs y oncogenes está ya diseñada y probada: un láser capaz de capturar los procesos de señales cuánticas que tienen lugar en los cromosomas. Increíble… pero cierto según Gariaev. “El espectroscopio PLRW (ondas de radio láser polarizadas) –escribe el investigador ruso- es la base de la grabación de la información de onda sobre cristales láser, el fenómeno que nosotros hemos descubierto. Hemos conseguido grabar información mesomórfica especialmente preparada de matrices de ADN, transmitirla en forma de onda a una distancia de un metro e introducirla en otros biosistemas receptores. Como biosistema receptor nosotros tomamos semillas de plantas. Precisamente usando este fenómeno efectuamos una reparación de las ondas de un genoma de semillas radiactivamente dañadas de Athalianarecogidas en el área de la central nuclear de Chernóbil en 1987 y comprobamos cambios drásticos en el tallo y fenotipo del tubérculo en la segunda generación de la planta Solanum. Estas influencias biológicas son la evidencia de que la información genética puede existir en forma de campos electromagnéticos.”
Usando precisamente el láser espectroscópico los investigadores rusos consiguieron demostrar cambios drásticos en la actuación acústica de los cristales líquidos del ADN in vitro a temperaturas de 40-41° C en el caso del virus de la influenza. Y según explican Grazyna Fosar y Franz Bludorf en su libro Vernetzte Intelligenz -en el que se ocupan ampliamente de las investigaciones de Gariaev- llegaron incluso a capturar patrones de información de un ADN y lo implantaron en otro reprogramando así las células de éste De esa manera consiguieron ¡transformar embriones de rana en embriones de salamandra!
Pero los obstáculos a superar son todavía grandes. “Los problemas técnicos también existen –reconoce Gariaev- . El láser que nosotros usamos genera sólo fotones rojos mientras el aparato cromosomático de los seres humanos y los virus usa un espectro ancho de radiación coherente de 250 nm a 800 nm. Por consiguiente, es necesario diseñar láseres que funcionen en toda la banda del espectro del área visible. Este objetivo es técnicamente factible pero supone que son necesarias inversiones muy significativas para lograrlo. La vacuna de onda es una realidad. Esta vacuna sería no-invasiva y no sería medioambientalmente dañina dado que afecta sólo a un área estrecha de las relaciones de señal de onda entre un virus y una célula”.
La realidad es que en estos momentos los problemas de financiación están afectando seriamente los trabajos de decodificación de los lenguajes de onda de los virus y oncogenes, y como consecuencia el desarrollo de la vacuna de ondas.
Es lamentable la cortedad de miras de quienes manejan los fondos públicos y privados. Mientras, Peter Gariaev nos deja dos avisos. El primero referido a las dos plagas que afectan a la humanidad. “Si no acabamos de entender –afirma- las funciones de onda de los genes es posible que enfermedades como el cáncer y VIH destruyan nuestra sociedad o, por lo menos, la causen un daño irreversible”. El segundo está relacionado con los alimentos transgénicos: “Un número creciente de organismos transgénicos artificiales amenaza con una degeneración global y rápida de todas las criaturas de la Tierra. El resultado de las manipulaciones genéticamente diseñadas con la introducción de moléculas de ADN extrañas está generando un caos semántico en los cromosomas y un caos metabólico en todos los biosistemas, incluidos los seres humanos”.
¿Escucharán estas advertencias quienes deben hacerlo? La verdad, lo dudamos…
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