Los espejos: ¿Portales al Más Allá y a otras dimensiones? Una historia llena de misterios

Los espejos: ¿Portales al Más Allá y a otras dimensiones? Una historia llena de misterios

No se sabe con seguridad cuándo apareció el espejo –la superficie pulida y plana en la que al incidir la luz, ésta se refleja siguiendo las leyes de la reflexión- en la vida del hombre, pero se encuentra desde la más remota antigüedad: los utensilios de tocador y objeto manual fueron muy usados en las civilizaciones egipcia, griega, etrusca y romana, siendo elaborados con metal bruñido, generalmente cobre, plata o bronce. Sin embargo, una cosa sí es cierta: desde que los seres humanos se vieron por primera vez a sí mismos en un espejo, ha existido una gran fascinación y misterio en lo que se refiere a estas superficies reflectantes, las cuales han sido sindicadas por algunos como portales hacia otras dimensiones y como poderosos artefactos con poderes de invocación y capaces de atraer espíritus y almas.

Algunas culturas antiguas creían que los espejos reflejaban el alma o la “sombra del alma”, pudiendo mostrar la verdadera naturaleza de la persona que estaba siendo reflejada, lo que alimentó las leyendas sobre los vampiros y los demonios que no se reflejaban en los cristales, ya que éstos no tenían alma que reflejar (la ausencia del reflejo revelaba su verdadera naturaleza diabólica), mientras que algunas civilizaciones creían que a través de ellos se podía invocar a los muertos.

Para la tradición judía era importante cubrir todos los espejos en una casa donde alguien había muerto, mientras la familia realizaba el período de luto de siete días, pues se creía que si los espejos no estaban cubiertos el espíritu del difunto podía quedar atrapado en alguno de estos objetos, quedando imposibilitado de pasar a la otra vida. En otras culturas los espejos se cubrían por la noche mientras la gente dormía en sus casas, para asegurarse de que el alma del soñador no quedara atrapada en uno de ellos. Para la cultura oriental, en tanto, los espejos estaban dotados de un gran poder místico, ya que se los consideraba capaces de espantar a los espíritus malignos, reflejando y multiplicando la fuerza de la energía que ronda un área (el principio básico del feng shui), alejando las malas energías. Los espejos también representaban para ellos una ofrenda al mundo espiritual y por ello eran colocados en tumbas imperiales. En la cultura serbocroata, por su parte, a veces un espejo era enterrado con el muerto, para evitar que su alma deambulara y protegerlo de los malos espíritus.

Los espejos son considerados por algunos expertos en temas paranormales como portales dimensionales, es decir, como un punto de entrada y salida de energía espiritual; los espejos serían algo así como agujeros, aperturas o “ventanas” de campos de energía que rodean a los reinos espirituales y dimensionales. Por ello, algunas entidades como los espíritus podrían deslizarse a través de las aberturas de los espejos en el plano físico, lo que implicaría también que los espíritus más negativos también podrían acceder a estos portales, debido a que la capa astral más cercana al plano físico está lleno de los denominados bajos astrales (una zona intangible, de otro plano de la existencia, donde se mueven seres negros, entes también llamados ‘bajos astrales’ y que, al ser invocados, traen siempre dolor, malestar y sensaciones y sentimientos no deseados).

Los espejos, desde épocas remotas, ocuparon un papel muy importante dentro de las leyendas y mitologías en las comunidades, pueblos y países. Y son tan populares que se han mencionado en famosos libros y películas. El escritor inglés Lewis Carroll, por ejemplo, desarrolló magistralmente la idea del espejo como entrada a un mundo inverso en la segunda parte de las aventuras de Alicia. El espejo también fue objeto frecuente de consulta, pues se le consideraba capaz de mostrar sucesos y objetos distantes en el tiempo o el espacio. En el tradicional cuento de Blancanieves, por ejemplo, el espejo tiene la facultad de hablar y responde a las preguntas que le formula la malvada madrastra.

El autor británico J. R. R. Tolkien retomó con su célebre “espejo de Galadriel” la tradición del espejo capaz de mostrar el futuro, mientras que en la novela “Harry Potter y la piedra filosofal”, de J. K. Rowling, apareció el espejo de Oesed (“Deseo” leído a la inversa), que no reflejaba la imagen de quien lo contemplaba, sino sus deseos más profundos.

Por su capacidad para duplicar la realidad los espejos y otras superficies reflectantes fueron, desde tiempos inmemoriales, una de las herramientas más simples y eficaces para el desarrollo de las habilidades psíquicas, la magia y la adivinación. Numerosas culturas antiguas utilizaron el espejo para observar el futuro, responder preguntas, resolver problemas, encontrar objetos perdidos y personas, e identificar o encontrar a ladrones y delincuentes. Una de las herramientas más utilizadas por los adivinos, magos y arúspices fue el espejo -en latín, “speculum”-, pudiendo ser cualquier objeto con una superficie reflectante (el espejo más antiguo y más común es el agua). Los adivinos, por lo general, fijaban la vista en la superficie hasta que entraban en trance y experimentaban visiones.

Los primeros adivinos árabes utilizaron sus propias miniaturas pulidas de cristal y en la antigua Grecia las brujas de Tesalia escribían sus oráculos con sangre humana en los espejos (se cuenta que enseñaron a Pitágoras a adivinar sosteniendo un espejo en dirección hacia la luna). Los romanos creían que si un espejo se rompía, las almas que contenía se liberaban y provocaban siete años de mala suerte. Más tarde, en la época medieval, los adeptos a las ciencias ocultas usaron los espejos, cuencos de agua, piedras pulidas y cristales, ya que se creía que las imágenes formadas en estas superficies reflectantes eran causadas por Dios o por los malvados demonios que habían quedado atrapados allí por la magia. El célebre vidente francés Michel de Nostradamus utilizaba para hacer sus predicciones una taza o cuenco de agua, cuyo interior estaba pintado de negro, sobre un trípode de bronce. Con una varita, tocaba el agua para luego mirar la taza hasta tener las visiones. John Dee, el mago de la reina Isabel I de Inglaterra, en tanto, utilizaba un huevo de cristal y un espejo de obsidiana negra, que en la actualidad se exhibe en el Museo Británico de Londres (los espejos muy bruñidos y pintados de negro en el lado convexo se consideraban excelentes instrumentos para desarrollar la clarividencia, de forma similar al uso de una bola de cristal).

Pese a que estas prácticas adivinatorias fueron perseguidas por la Iglesia, las crónicas nos hablan de muchos reyes o príncipes que intentaron adivinar el porvenir recurriendo a este método. Catalina de Médicis y Enrique IV, por ejemplo, tenían espejos mágicos a los que consultaban con frecuencia, mientras que Alberto Magno y Cornelio Agrippa hacían predicciones valiéndose de un espejo, así como el médico, alquimista y ocultista Cagliostro. En 1326, el papa Juan XXII amenazó con la excomunión a los que practicaban la catoptromancia o arte de adivinar a través de los espejos, pues era una creencia muy extendida que los demonios encontraban a veces refugio en estos objetos. Un procedimiento habitual entre los adivinos consistía en sumergir un espejo de metal en el agua y, según se viera el reflejo -desfigurado o claramente definido-, se auguraba si una persona iba a vivir mucho o a morir prematuramente. El médico alemán Anton Mesmer disponía, por su parte, de una cubeta de madera negra en la cual la reina María Antonieta habría visto reflejado en sus turbias aguas todo el desenlace de la Revolución Francesa, incluyendo la muerte de sus amigos, del Rey de Francia Luis XVI y de ella misma.

El espejo -como símbolo de la imaginación o de la conciencia, ya que tiene la capacidad de reproducir los reflejos del mundo visible en su realidad formal- se relaciona con el simbolismo del agua reflejante y el mito de Narciso (el joven hermoso que se enamoró de su propia imagen reflejada en una fuente y, en una contemplación absorta, incapaz de apartarse de su imagen, acabó arrojándose a las aguas). El espejo mágico aparece con frecuencia en leyendas y cuentos infantiles convertido en un artefacto capaz de proyectar imágenes que ocurrieron en el pasado o que ocurrirán en el futuro, o simplemente ver en el presente lo que está sucediendo a mucha distancia. Además de su conexión con el agua, los espejos también se relacionan con la Luna, precisamente por su condición reflejante y pasiva, pues reciben las imágenes como la Luna la luz solar. Por ello, se creía que los mejores espejos eran aquellos que se construían con plata, metal consagrado a la Luna y del que los antiguos creían que era producido por los propios rayos de ésta. El cristal, en tanto, como parte integrante de los espejos, se une a su simbolismo de auto luminosidad, de visión interior perfecta y de pureza (en la Alquimia el cristal simboliza la perfección espiritual).

Fenómenos paranormales relacionados con los espejos

El espejo empezó a ser usado como mueble de habitación en el siglo XVI, época en que se presentó con un marco elegante y pie artístico, ocupando un lugar distinguido en el salón como objeto movible y de dimensiones reducidas. Hacia fines del siglo XVII las fábricas venecianas comenzaron a construir espejos de gran tamaño y, desde entonces, sirven como objetos singularmente decorativos en los salones, en los que ocupan un lugar destacado. Los espejos modernos, en tanto, consisten de una delgada capa de plata o aluminio depositado sobre una plancha de vidrio, la cual protege el metal y hace al espejo más duradero.

Los estudiosos en temas ocultos postulan que dentro de los espejos se desarrolla otro mundo, como si fuese el nuestro, pero de una manera invertida, y que son eficaces portales que nos comunican con el Más Allá, o hacia otro mundo similar al nuestro, pero donde nada es lo que parece. Y no son extraños los relatos de personas que afirman haber visto reflejados en ellos a seres que en realidad no estaban allí o a familiares que recién habían fallecido y se presentaban a modo de despedida.

Los fenómenos paranormales reportados en relación con los espejos -cuya energía parece ser a veces más negativa que benigna- varían. La manifestación más frecuente que puede ocurrir al otro lado del espejo es la formación de imágenes de individuos o entidades que no sean las propias personas que ocupan la habitación; o la aparición de rostros -normalmente humanos- en la superficie reflectante, aunque también se han informado casos de la aparición de entidades derechamente ominosas y diabólicas.

La actividad paranormal de los espejos también incluye la presencia de sombras –delgadas o gruesas, derechas o torcidas, tanto de forma humana como animal- saliendo y entrando de ellos, fenómeno que tendría una relación directa con los espejos embrujados. También se han reportado otros fenómenos como puntos fríos, voces, extraños ruidos y olores relacionados con la actividad poltergeist, además de la presencia de niebla, formas reconocibles y brumas cambiantes entrando y saliendo de ellos.

Los psíquicos afirman que la visualización de un espejo por la noche, a la luz de la velas, pueden conllevar muchos peligros, pues según los mitos y las leyendas el espejo mostrará no sólo tu reflejo, sino que también el de las supuestas entidades paranormales que habitan en el hogar, ya sean fantasmas, almas en pena y demonios, además de eventuales presagios de muerte, incluida la propia.

Algunos aseguran que si una persona, de noche y en una habitación totalmente a oscuras, se para enfrente de un espejo con una vela o dos, mirando atenta y fijamente su reflejo, identificando correctamente todos los detalles de su cara, concentrándose en la imagen, sin pensar en nada, podrá apreciar que el reflejo del espejo, poco a poco, comenzará a marcar ciertas facciones que en un principio la persona no identificará como suyas. Llegado a este punto, la persona comprobará poco a poco que la persona que está viendo en el reflejo del espejo es otra. Según algunos, lo que se sucede en este caso es que la mente identifica una imagen que primero se identifica con la persona, imagen que poco a poco se va diluyendo, dejando al subconsciente trabajar y ver un lado nuestro que nosotros no podemos ver. Algunos relatos aseguran que personas que han hecho este “experimento” se han visto a sí mismos, pero de una edad avanzada.

Los expertos han dado varios consejos en lo que respecta a los espejos en las casas. Debido a su supuesta capacidad de captar espíritus o “capturar” almas, aconsejan retirarlos de una habitación donde se encuentra una persona agónica o enferma, así como moverlos con frecuencia por las diferentes zonas de la estancia, para no ser usados como portales (los espejos con un soporte sólido colocados en la misma posición durante un largo periodo de tiempo son más propensos, según algunos, a convertirse en portales espirituales por presuntas entidades sobrenaturales).

Para la gran mayoría de la gente los espejos son sólo útiles artículos de tocador donde nos vemos reflejamos y esperamos ver algo que nos guste, pero para algunos son poderosos artefactos espirituales, cuyo uso incorrecto podría aparejar algo peligroso y poderoso. Por ello, si alguien se para frente a un espejo y experimenta un extraño e inexplicable escalofrío recorriendo su cuerpo, no se aconseja tomarse el asunto a la ligera, pues nunca se sabe quién o qué cosa o entidad podría estar mirándole desde el otro lado de la superficie reflectante.