Eamonn Kerins: «Si existe planetas más avanzados que el nuestro, quizá ya conocen todo encima nuestra»

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Eamonn Kerins es un astrofísico en la Jodrell Bank Centre for Astrophysics en la University of Manchester. Él codirige la encuesta SPEARNET que está investigando atmósferas exoplanetarias y es el codirector del Exoplanet Science Working Group para la misión Euclid de la ESA.

Hace poco, Kerins ha brindado una entrevista a Nat Geo, donde el asunto central fue la vida alienigena y la probabilidad de que esta exista y sea inteligente. Los datos brindados por el astrónomo son asombrosas. observemos.

Llevamos años intentando de localizar evidencias de la presencia de vida inteligente más allá de la Tierra. ¿Por qué hasta actualmente no lo hemos conseguido? Tal vez estamos apuntando mal. Es lo que plantea el astrofísico Eamonn Kerins, investigador en exoplanetas y apasionado en la búsqueda de culturas extraterrestres. Este es un extracto de una entrevista a objetivo de la publicación de uno de sus últimos investigaciones.

Si hay tantas probabilidades de localizar vida inteligente más allá de la Tierra, ¿por qué hasta actualmente no hemos dado con ninguna pista? Es lo que se preguntó el astrofísico Eamonn Kerins, creador de un reciente ensayo en el que plantea un reciente modelo de búsqueda de culturas extraterrestres a partir de la hipotesis de juegos. Su planteamiento supone un reciente paso en el interior del proyecto de búsqueda de vida inteligente alienigena SETI (acrónimo del inglés search for extra terrestrial intelligence) pero vuelve a plantear la misma duda ¿hay alguien de verdad ahí fuera? ¿Hay alguna posibilidad real de contactar con culturas extraterrestres? Aprovechamos la publicación de su investigación para conversar con él sobre de nuestro imparable anhelo por conocer quién anda ahí fuera.

Representación artística de una puesta de diversos soles. Se trata del mundo HD 18875, de un tamaño parecido al de Júpiter, el cual orbita en el sistema estelar triple HD 188753, a “solo” 149 años luz de separación en la constelación del Cisne. Crédito: NASA / JPL-Caltech

National Geographic: En primer sitio, ¿qué es la paradoja SETI? ¿Por que será tan improbable que dos culturas contacten entre ellos?

Eamonn Kerins: La paradoja de SETI es la inquietud de que la búsqueda de civilización inteligente alienigena está condenada a fallar a menos que una civilización inteligente además participe del envío de mensajes a una civilización alienigena (Messaging Extraterrestrial Intelligence, METI, por sus iniciales en inglés).

Varios investigadores avisan del peligro de mandar mensajes a posibles culturas alienigenas que puedan ser mucho más avanzadas que nosotros, mientras diferentes afirman que si este temor es compartido por diferentes culturas extraterrestres, nuestros esfuerzos por localizar vida inteligente más allá de la Tierra serían en vano, pues todos escucharían pero nadie daría el paso de mandar un mensaje.

NG: Usted propone usar la hipotesis de juegos para localizar equipos estelares en los que puedan localizarse mundos potencialmente habitables. ¿En qué consiste este planteamiento?

EK: Hay una rama de la hipotesis de juegos que se ocupa de los juegos cooperativos entre participantes que no pueden comunicarse entre ellos. El Premio Nobel de economía Thomas Schelling, estratega de la Guerra Fría, nos ofrece una muestra muy ilustrativo. Imagina dos personas que no conocen entre ellos y no se les permite contactar entre ellos. A ambos se les ofrece una gran suma de dinero si consiguen conocerse en algún lugar de la Metrópoli de Nueva York en un día en concreto. No se les da ni una hora ni un sitio para hallarse. ¿Cómo pueden conseguirlo? Parece una misión imposible. Pero resulta que hay una forma de conseguirlo: continuamente y cuando sus elecciones no sean aleatorias. Deben de intentar pensar sobre lo que quizá hará la otra persona. La mejor estrategia es, pues, elegir un lugar de encuentro habitual (como ejemplo, el vestíbulo de la estación Grand Central o en la entrada del Empire State Building) y una hora de reunión habitual (como ejemplo, al mediodía). Los ensayos han comprobado que esta clase de enfoques no comunicativos pero cooperativos poseen un éxito indudable.

En lo que corresponde a la búsqueda de vida inteligente, el primer paso es darnos cuenta de que se trata de un juego entre dos jugadores, no solamente nosotros. Para tener éxito, las culturas en ambos extremos de la galaxia deben estar en disposición de querer establecer contacto. conociendo esto, podemos proceder de forma parecido al ejemplo de los insolitos que se localizan en Nueva York, con la esperanza de que diferentes culturas puedan realizar igual para maximizar mutuamente nuestra oportunidad de contacto.

El plan, por lo tanto, es que tendriamos que enfocar nuestros objetivos hacia aquellos mundos que no solamente sean habitables, sino que además se encuentren posibilidades de que hayan culturas con una tecnología parecido o mejor que la nuestra y que puedan haber sacado nuestra misma conclusión. Si ambas culturas conocen que son mutuamente detectables, y ambas poseen interés por establecer contacto, ambas poseen incentivos para dar el paso, aumentando así las posibilidades de éxito.

“Tendriamos que enfocar nuestros objetivos hacia aquellos mundos que no solamente sean habitables, sino que además se encuentren posibilidades de que hayan culturas con una tecnología parecido o mejor que la nuestra”.

NG: Según tu ensayo, tendriamos que empezar a rastrear culturas alienigenas que se encuentren en la llamada elíptica de la Tierra.

EK: Uno de los procedimientos más sencillos pero eficaces para localizar mundos es lo que se denomina el “procedimiento de tránsito”. Varios mundos orbitan directamente frente a su estrella anfitriona vista desde la Tierra: esto es, la zona de tránsito. Cuando esto sucede, detectamos que la luz de la estrella varía cada vez que el mundo orbita alrededor suyo. O, mejor incluso, podemos obtener información sobre la química de su atmósfera, y es que los mundos en movimiento proporcionan información sobre su tamaño, composición interna, temperatura y química. Igual que sucede con nuestro mundo, podríamos rastrear evidencias de la presencia de agentes contaminantes en diferentes mundos, tecnofirmas que nos proporcionarán pruebas científicas de la presencia de vida inteligente. Todo eso sencillamente observando un mundo que pasa frente a su estrella. Y del mismo modo que nosotros podemos ver los equipos planetarios en la zona de tránsito de la Tierra, ellos nos pueden ver a nosotros.

Nuestro sol, al lado con la mayor parte de los astros de nuestros vecinos de la galaxia, se localizan en el interior del plano de la galaxia – un área en forma de disco en la que además se localizan los brazos espirales de la Vía Láctea-. El plano orbital de la Tierra está inclinada en relación al plano galáctico unos 60 grados. En el transcurso de la dirección donde el plano orbital de la Tierra se encuentra con el plano galáctico hay una concentración relativamente alta de estrellas que se localizan en la llamada zona de tránsito de la Tierra. Esa es una buena dirección en la que empezar a rastrear vida inteligente.

NG: Si existe dos culturas interesadas en establecer contacto, ¿cómo decidir quién transmite y quién escucha?

EK: Tal vez ambos deberían realizar ambas cosas, pero debemos eludir la situación en la que ninguno transmite y los dos esperan una señal del otro. Hay que tener en narra que, de establecerse un contacto, este no será bidireccional. Las colosales distancias entre estrellas pueden causar que la señal tarde centenares, inclusive miles de años, en ser recibidas. Sería como mandar un mensaje en una botella. No esperas una contestación, solo estás dejando que los demás sepan que no están solos.

El plan detrás de la detectabilidad mutua es que la civilización que tenga más evidencias de la presencia de la otra debería estar más incentivada para transmitir una señal. Pero ambas partes precisan saberlo. Los mundos en movimiento nos dan datos sobre ello. Cuando un mundo transita sobre su estrella podemos localizar cómo la mayoría de la radiación de la estrella es bloqueada cuando el mundo pasa por delante de ella. Esto controla la cantidad de información que otra civilización puede recoger de la señal encima del potencial de vida en el mundo. Si ambos mundos son visibles entre ellos, ambas culturas pueden conocer quién tiene la mejor señal. Da igual si una civilización tiene telescopios u otra tecnología mucho mejores. La localización de vida alienigena requiere cooperación mutua, así pues ambas partes deben considerar que la civilización en el otro extremo podría estar menos avanzada, con lo que emplearán procedimientos básicos para establecer comunicación. Es como cuando nos comunicamos con un niño: lo hacemos de una forma distinta a la que empleamos cuando nos dirigimos a un adulto. Una estrategia SETI mutua fundada en información básica, que inclusive culturas tan sencillos como nosotros podemos comprender, tiene la la mejor oportunidad de recompensar a ambas partes. La decisión de transmitir o escuchar será distinta en cada suceso. Es posible que decidamos hablar con unos y oír a diferentes.

“Si existe planetas más avanzados que el nuestro, quizá ya lo sabrán todo encima nuestra”.

(Public domain)

NG: Desde llegar al punto de vista de la hipotesis de juegos, si creemos que una civilización alienigena quizá no quiera contactarnos… ¿Por qué poseemos que ser nosotros los que demos el primer paso?¿No es muy arriesgado?

EK: Desde una perspectiva de hipotesis de juegos aplicada a mundos en movimiento, mi artículo muestra que en verdad no es muy necesario que nos dediquemos a mandar una señal cualquiera. Nuestro sol es más reluciente que la mayor parte de los astros, y hasta actualmente hemos hallado que la mayor parte de los mundos con temperaturas y tamaños semejantes a la Tierra se halla en torno de estrellas más tenues y de menor masa, que son mucho más habituales que estrellas como la nuestra. Nuestra señal de tránsito será más obvia para culturas en estos planetas de lo que su señal será para nosotros. Lo bueno es que, si además usan una lógica de hipotesis de juegos parecido, ellos además lo sabrán. Si no desean contactarnos, por lo tanto permanecerán ocultos, por lo menos hasta el instante en que obtengamos evidencias de su presencia, tal vez a través de su atmósfera. Pero si son tan entusiastas como nosotros para establecer contacto, existe un mayor incentivo para ellos que para nosotros, pues las evidencias de nuestra presencia son más evidentes que las suyas en relación a nuestro mundo.

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El asunto de si debemos o no mandar un mensaje a cualquier civilización es una buena duda. En mi opinión, no debe contestarla solo la comunidad científica. Personalmente no estoy de acuerdo con el planteamiento de Stephen Hawking, quien en su día manifestó que no tendriamos que mandar señales que prueben nuestra presencia, pues no conocemos a qué amenaza nos enfrentamos. Este argumento ignora el hecho de que en el transcurso de toda nuestra presencia ya hemos estado enviando señales: sin ir más lejos, los agentes contaminantes de nuestra atmósfera. Si existe planetas más avanzados que el nuestro, quizá ya lo sabrán todo encima nuestra. Quizás no tengan la capacidad o la voluntad de visitarnos. O tal vez sencillamente no hay. Lo bueno de la búsqueda SETI es que podemos empezar a contestar si hay vida inteligente, si es más habitual de lo que pensamos o si estamos solos en el cosmos. La contestación a estas cuestiones nos dirá tanto sobre la vida ahí fuera como de nosotros mismos.

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