Los aterradores fantasmas del viejo hospital de Chuquicamata: Casos y testimonios inexplicables

Los aterradores fantasmas del viejo hospital de Chuquicamata: Casos y testimonios inexplicables

Era el año 1960 en Chile, y en el lugar desértico donde se encuentra la mina de cobre a tajo abierto más grande del mundo, un hospital abría sus puertas. Ese 21 de agosto de aquel año, el hospital Roy H. Glover, entró en funcionamiento en Chuquicamata; un moderno recinto para la época, que reemplazó al antiguo construido de madera tipo colonial americana, que había quedado obsoleto a su reducido espacio físico y su poca capacidad para atender a las personas y las distintas especialidades médicas.

El nombre del nuevo hospital, era un en homenaje al  vicepresidente de la compañía minera “The Anaconda Company” (la empresa propietaria del mineral a través de “Chile Exploration Company”). El nuevo recinto médico contaba con 300 habitaciones, distribuidas en cinco pisos de altura y dos subterráneos (los conocidos pisos G y B), teniendo una especialidad básica por piso, más un pensionado.

Junto a ellos, un Pabellón de Operaciones, Salas de Parto, Laboratorio, Rayos X y Scanner (el primero que hubo en el país) entre otras tantas dependencias, que rápidamente lo convirtieron en el mejor y más moderno centro hospitalario de Chile, superando incluso a los hospitales de Santiago.

El nuevo hospital de Chuquicamata funcionó durante 41 años, llegando a ser considerado como el mejor hospital de todo Sudamérica. Sin embargo, CODELCO decretó su cierre definitivo y su entierro bajo ripio. El recinto quedó convertido en un gigantesco y fantasmagórico elefante blanco a medio sepultar en la mitad del desierto.

Desde entonces que el lugar ha sido escenario de numerosos avistamientos de fantasmas y espectros, tanto por parte del propio personal que trabajaba en el antiguo hospital, como también de los trabajadores de la empresa a cargo de su demolición.

El fantasma más celebre del Hospital Roy H. Glover de Chuquicamata es, sin duda, el “pequeño Sebastián”; un niño que sufría de una enfermedad respiratoria terminal que supuestamente fue abandonado por su madre en este recinto, porque no tenía los recursos económicos para atenderlo en su casa. Así, el hospital se hizo cargo del niño, quien falleció prematuramente antes de cumplir los seis años.

Se dice que el pequeño, gracias a su alegre carácter, se había ganado el cariño de todos los funcionarios del establecimiento hospitalario, por lo que su inesperado deceso fue un golpe duro para todos.

Luego de la muerte de Sebastián, el personal del hospital afirmaba que durante la noche podía ver al fantasma del niño caminando por los largos y oscuros pasillos, sin mencionar que a veces se oían inexplicablemente pasos y risas de niño, como si el pequeño aún jugara en los corredores.

Pero no solo el personal del hospital sentía su presencia; también se contaba que los camiones de extracción que pasaban cerca del hospital, evitaban mirar a las ventanas del recinto, porque según ellos el “pequeño Sebastián” se aparecía y los saludaba.

Cuando comenzó el proceso de demolición, algunos trabajadores de la empresa a cargo de la labor relataron a la prensa local que una vez, durante una noche, tomaron la decisión de volver al hospital porque vieron una luz encendida en un piso superior, ya que temían haber dejado a alguna persona encerrada después de los trabajos.

“Cuando ingresamos al centro asistencial y nos paramos justo frente a la puerta del ascensor, vimos cómo éste comenzó a bajar, lentamente, prendiendo uno por uno los números de los cinco pisos. “Ah claro, se quedó un trabajador”, pensamos,  y ahí nos quedamos esperando el ascensor, el cual llegó, sí, por supuesto, pero cuando se abrieron las puertas nos dimos cuenta que estaba vacío, pues no había ni una sola persona en su interior. La puerta del ascensor se abrió sola delante de nuestros ojos, como invitándonos a entrar. No gracias, dijimos, y nos fuimos, algunos de nosotros muertos de miedo”.

Reporteros del periódico “La Estrella del Loa”, interesados por comprobar la verosimilitud de la historia del niño fantasma del hospital de Chuquicamata, llegaron al lugar y lo inspeccionaron de cabo a rabo.

Lo terrorífico es que cuando sacaron una fotografía al frontis del hospital, comprobaron con espanto que el rostro de un niño aparecía claramente en la ventana del cuarto piso del hospital. “Ese niño es travieso como él solo, a veces saluda desde las ventanas a los choferes de los camiones de extracción, algunos de los cuales, por lo que sé, tratan de no mirar hacia ese sector. También, cuando funcionaban, le gustaba jugar con los ascensores, los cuales subían y bajaban, y abrían y cerraban sus puertas sin que nadie los hubiera activado”, relató otro testigo.

Otro espectro famoso del hospital Roy H. Glover es la llamada “enfermera fantasma”, que correspondía al espectro de una enfermera que falleció después de trabajar durante décadas en este lugar. Después de su muerte, se aseguraba que la funcionaria seguía realizando sus labores de enfermera en calidad de espectro, manifestándose muy seguido frente al personal médico del hospital e incluso frente a los pacientes hospitalizados. Algunos testigos aseguran incluso que después de la construcción del “Hospital Del Cobre del Dr. Salvador Allende” en Calama (Hospital que reemplazó al Hospital Roy H. Glover) esta enfermera continuó apareciéndose durante algún tiempo en el nuevo establecimiento.

El investigador de fenómenos paranormales loíno Manuel Cubillos, entrevistado por el diario “La estrella de Antofagasta”, afirmó que las fotografías de espíritus que deambulaban por el ex hospital de Chuquicamata Roy H. Glover correspondían a almas que habían quedado atrapadas en el “limbo”.

“No hay que olvidar que los hospitales en general son siempre la antesala de la muerte. Un paciente entra y nunca sabe si va a salir vivo o muerto y ya se va creando un ambiente de incertidumbre. Ahora, cuando esto ocurre en los hospitales, generalmente hay personas que fallecen en forma trágica; cuando la persona deja de existir violentamente contra su voluntad queda siempre en el lugar y va a deambular por mucho tiempo. Aunque en el caso particular del hospital Roy H. Glover, el edificio esté actualmente sepultado por miles de toneladas de material, las almas continuarán ahí y se dejarán ver en un momento porque están arraigados sentimentalmente con el lugar, y por eso permanecen allí “.

La monolítica estructura del viejo hospital Roy H. Glover todavía se yergue, como un animal prehistórico sepultado, en la parte alta de Chuquicamata. Y los que se atreven a sortear la seguridad del desértico lugar y adentrarse en sus añosas ruinas de concreto y oscuros laberintos, aseguran que allí todavía pueden constatarse una serie de hechos aterradores e inexplicables.