¿Son los moáis enterrados en la isla de Pascua más antiguos que el resto?

Recientes análisis han determinado que la tierra y los sedimentos bajo los cuales se encontraban algunas de estas estatuas «cayeron» desde arriba naturalmente y no fueron puestos allí deliberadamente para sepultarlas, protegerlas o darles soporte. De ser así, unos pocos cientos de años de erosión no bastarían para crear tal escenario… Los moáis enterrados, necesariamente, serían mucho más antiguos… pero ¿cuánto más? ¿Quiénes los construyeron realmente?

Hasta ahora la mayoría de los moáis de la isla de Pascua aparecían con el torso y la cabeza descubierta. Otros parecían ser únicamente una cabeza. La cuestión es que hasta hace apenas unos años a nadie se le había ocurrido que las cabezas de los moáis pudieran ser estatuas enterradas hasta el cuello. La mayoría de los documentales sobre la isla y los datos empíricos sobre las misteriosas figuras que se ofrecían al público, obviaban esta cuestión.

Amnesia arqueológica

Por increíble que pueda resultar, esto ya se sabía desde 1914. En concreto, fueron Katherine y William Scoresby Routledge los que inicialmente expusieron los diagramas de los primeros torsos y dieron a conocer el hecho que las cabezas contenían un cuerpo bajo tierra. Sin embargo, no fue hasta el año 2012 cuando este hecho comenzó a tener más publicidad y comenzaron las excavaciones para liberar de su prisión a los moáis enterrados hasta el cuello, algunos llegando a estar a 8 metros de profundidad.

¿Cómo es posible que no se haya comenzado con las excavaciones de semejante descubrimiento si era un hecho que ya se conocía desde hace casi un siglo? ¿Tan poco interés revelaba para la comunidad científica un hallazgo de semejante envergadura?

El meollo de la cuestión, según los investigadores más heterodoxos, es que las profundidades a la que estaban sepultadas muchas de estas estatuas monolíticas no se correspondía con la fecha en que la historia oficial nos dice que fueron erigidas (entre el 600 d.C y el 1600 d.C.). Para que tal erosión tenga lugar de forma natural, la antigüedad debería estar entre los 10.000 y 15.000 años, lo que nos coloca en la misma época en que se cree sucedió un cataclismo global —registrado por otras construcciones ancestrales como el santuario de Göbekli Tepe en Turquía—.

Veamos la opinión de un geólogo al respecto.

Bajo el ojo geológico

Los moáis enterrados se distinguen de aquellos «en pie» (o arrodillados) sobre la superficie de la isla por ser de mayor tamaño y tener petroglifos grabados en sus torsos. Este último detalle ya nos lleva a deducir que no pudieron ser enterrados deliberadamente, dado que no tendrían sentido los tallados. Además, si sumamos lo antedicho a un análisis geológico de los sedimentos de los monolitos enterrados, la conclusión ineludible es que en esta isla existió una civilización antiquísima de la que no nos hablan los libros de historia.

Según nos relata el geólogo estadounidense Robert Schoch, quien visitó la isla en 2010 y plasmó sus investigaciones en el libro Forgotten Civilization: The Role of Solar Outbursts in Our Past and Future, existen diferentes niveles de desgaste y erosión entre los moáis, lo que apuntaría «a discrepancias mayores en cuanto a sus edades».

Robert Schoch junto a su esposa Catherine Ulissey durante la visita a la isla de Pascua.

«Algunos están enterrados en más de 6 metros de sedimentos. Tal nivel de sedimentación puede suceder rápidamente, por ejemplo, si tuvo lugar un alud catastrófico o un gran tsunami azotó la isla. Sin embargo, no pude encontrar ninguna evidencia que avalara estos escenarios —además que los aludes o tsunamis hubieran tirado las estatuas—. En su lugar, y a la luz de mi criterio profesional como geólogo, los sedimentos alrededor de ciertos moáis sugieren una antigüedad más extrema de la que la mayoría de los arqueólogos convencionales e historiadores están dispuestos a aceptar», señala Schoch.

Otro punto a discriminar es la litología (el tipo de roca). Los moáis primigenios han sido trabajados finamente en el duro basalto, mientras que los posteriores, en comparación, fueron esculpidos a partir de la toba volcánica.

Existe un moái de basalto (actualmente alojado en el museo de la isla de Pascua) que se diferencia del resto por su singular forma: tiene cabeza alargada y pechos bien definidos. Un moái primigenio femenino, mientras que la mayoría son masculinos.

Asimismo, los pocos moáis de basalto fueron encontrados en niveles estratográficos más profundos, bajo otros moáis y bajo plataformas donde en tiempos posteriores fueron erigidas otras estatuas, o bien fueron (re)utilizados para otras estructuras. Esto indica claramente que son los más antiguos en toda la isla.

Canteras sumergidas

Otro puzle mayor, que es directamente aplicable a la cronología y edad de los moáis, es el hecho de que varias de estas estatuas aún se encuentran «acostadas», expuestas y parcialmente esculpidas en sus canteras de origen. Pero he aquí que estas canteras solo pueden responder por los moáis fabricados a partir de la toba volcánica; aquellas desde las cuales los moáis de basalto fueron creados jamás han sido localizadas, a pesar del pequeño tamaño de la isla.

«Basado en la geología de la isla de Pascua, espero que cualquier depósito de basalto adecuado esté en la sección estratográfica más baja, tanto que quizás llegue a estar bajo el nivel del mar», explica Schoch.

Esto quiere decir que las canteras de donde surgieron los moáis de basalto pueden estar bajo el mar… pero… ¿cómo puede ser esto posible? Es difícil de concebir que los antiguos isleños trabajaran la roca bajo el agua —y una roca que no es tan fácil de cortar como aquella de origen volcánico—.

El moái Hoa hakananai, en basalto, en exhibición en el Museo Británico. Fue extraído en 1868 del interior de una estructura en Orongo, donde había sido reutilizado. Su espalda presenta señales de haber sido parcialmente tallada en un periodo posterior al que fue creada la estatua original (Van Tilburg 2007).

«Si aceptamos la idea de que estas “canteras perdidas” están bajo el mar ahora, entonces debemos considerar que los moáis de basalto son extremadamente antiguos, pues fueron cortados y extraídos cuando el nivel del mar era inferior», añade Schoch.

Y con «extremadamente antiguos», el geólogo se refiere al final de la última glaciación (¡hace 12.000 años!), cuando el nivel del mar comenzó a incrementarse dramáticamente pudiendo, en teoría, inundar las presuntas «canteras perdidas».

«De ser [las canteras] localizadas en la costa bajo el mar, su profundidad y configuración geológica nos permitirá saber su antigüedad y seguramente desencadenará una revolución mayor en lo que sabemos acerca de la edad, origen, importancia y sofisticación de la cultura de la isla de Pascua», señala Schoch.

Cantera en el cráter volcánico Rano Raraku, isla de Pascua.

Y si piensan que este tema de las canteras sumergidas se trata solo de la elucubración de un geólogo heterodoxo, están equivocados. Se dice que cuando el famoso explorador francés Jacques-Yves Cousteau (1910-1997) visitó la isla, un equipo de buzos detectó agujeros o cavidades de aspecto sospechosamente rectangular cerca de la costa. ¿Acaso eran los vestigios de las ancestrales canteras de basalto?

¿Isla de gigantes?

Una fascinante leyenda de la isla de Pascua relata que uno de sus fundadores, el rey Hotu-Matua, provino de una tierra llamada Hiva que se habría hundido lentamente bajo el mar (Mazidre, 1968). Si decidimos darle crédito, ¿era gente huyendo de los efectos de la última glaciación? ¿Llegaron a una isla que en ese entonces era más grande y prominente? Dicho escenario es, sin duda, compatible con la noción de las canteras —actualmente— submarinas.

Otra leyenda local —una de las más conocidas—, apunta a que la isla fue «descubierta» y colonizada por dos «razas» en tiempos anteriores al contacto con los europeos: los Hanau Eepe y los Hanau Momoko. Estos nombres han sido traducidos respectivamente como los «Orejas Largas» (refiriéndose presuntamente al lóbulo artificialmente distendido, como el de los moáis) y los «Orejas Cortas». También se ha sugerido que estos términos remiten a seres altos y robustos por un lado (¿gigantes?) versus seres de contextura normal por el otro.

De acuerdo a algunas tradiciones e interpretaciones, los Hanau Eepe también se caracterizaban por tener un tono de piel más blanco e incluso cabello rojo, al contrario de los más morenos Hanau Momoko.

Moái siendo desenterrado. Crédito: EISP.org

Fueron los Hanau Eepe quienes importaron a la isla de Pascua la técnica para esculpir moáis y otras artes de la civilización, y generalmente dominaron —y hasta esclavizaron— a los Hanau Momoko.

Esta situación se acabó cuando los subyugados se rebelaron ante sus amos, librando una épica batalla que terminó con la vida de los poderosos Hanau Eepe.

¿Eran los «gigantes» Hanau Eepe sobrevivientes de la Atlántida que esparcieron su «sabiduría» por todo el globo acaso? ¿Explicaría esto las coincidencias arquitectónicas entre el muro de Ahu Vinapu en la isla de Pascua y los de Cusco en Perú?

Izquierda: Ahu Vinapu, isla de Pascua. Derecha: Muro inca en Cusco.