¿Cómo de rara puede ser la vida en el universo?

Por MuyInteresante
Uno de los ejercicios más fantásticos de especulación científica se lo debemos al heterodoxo astrónomo Fred Hoyle. En un intrigante novela de ficción, La nube negra, Hoyle imaginó que a la Tierra se acercaba una gigantesca nube interestelar capaz de pensar y moverse conscientemente. En ella, sus procesos vitales dependían de la fuerza electromagnética (como los nuestros) y su actividad nerviosa se propagaba por la nube en forma de ondas de radio. El “cerebro” no era otra cosa que sistemas moleculares capaces de crecer en complejidad cuando la nube lo deseaba. Débiles corrientes electromagnéticas discurrían entre estas moléculas de modo que, conceptualmente, su cerebro trabajaba de manera muy similar al nuestro. La excursión de la nube a nuestro Sistema Solar respondía a un motivo bien biológico: reabastecerse de energía, cosa que hacía absorbiendo grandes cantidades de luz estelar. Al acercarse, la nube encuentra que sobre la superficie del tercer planeta existen seres inteligentes capaces de contactar con ella gracias a sus radiotelescopios.
La Nube Negra de Hoyle, un organismo vivo con una edad de 500 millones de años, tan grande como la órbita de Venus y con una masa del orden de la de Júpiter, nos muestra la dificultad que representa imaginarnos formas de vida “exótica”. Podemos imaginarnos un ser de estas características, pero sabemos que no puede surgir de la nada; necesita de una cierta evolución, de muchos pasos previos. Una nube negra ciertamente puede existir, pero cómo pudo llegar a hacerlo es un misterio aún más oscuro.
De todos modos, su existencia es más que improbable. La densidad de materia es tan baja en las nubes interestelares (un átomo por centímetro cúbico) que las interacciones entre las moléculas, ineludibles para la vida, suceden a una lentitud exasperante. La temperatura también juega en su contra. A pesar de que existen nubes con una temperatura suficiente para la aparición de vida (entre -50 a 80 ºC), la mayoría son demasiado frías (-250 a -200 ºC). Es más, las nubes que responderían mejor a los criterios de Hoyle, las más densas, tienden a ser las más frías, de modo que se contrarresta una mayor densidad con una velocidad de movimiento de los átomos más baja. A pesar de todo, el físico lituano Arvydas Tamulis y sus colegas han propuesto que esta vida nebular podría tomar la forma de una nube molecular de computación cuántica que absorbería energía magnética y luminosa de estrellas y planetas, procesaría la información como si fuera un ordenador cuántico y se movería por el espacio usando la presión que ejerce la radiación estelar.