La teoría del bosque oscuro o porque no delatar nuestra posición en la galaxia

Borrador automático
 Actualmente estamos buscando vida inteligente de varias formas. La más importante es la detección de señales de radio provenientes del espacio.
Desde 1960, con el Project Ozma, y posteriormente con el proyecto SETI (1985) se ha intentado detectar señales extraterrestres mediante potentes radiotelescopios, presuponiendo que cualquier civilización inteligente habrá desarrollado el poder para transmitir ondas de radio, tal como lo hemos estado haciendo nosotros desde hace unos 120 años.
Actualmente no hemos obtenido resultados, por lo que los científicos están planteando cambiar de estrategia: en vez de intentar detectar señales extraterrestres, quieren enviar mensajes al espacio con nuestra localización, avisando de que estamos aquí, algo que podría ser contraproducente como veremos más adelante.
Borrador automático
Casi 3.500 planetas extrasolares descubiertos
El 6 de octubre de 1995 se anunció el descubrimiento del primer planeta extrasolar descubierto por la humanidad, ’51 Pegasi b’, denominado informalmente como ‘Belerofonte’.
Aquello supuso en enorme avance para la astronomía y para los que defendían la existencia de vida extraterrestre.
Desde entonces la especie humana ha descubierto 3.453 planetas extrasolares en 2.577 sistemas estelares. Lamentablemente aún no tenemos la tecnología suficiente para saber si hay vida en alguno de ellos, aunque investigaciones recientes intentan averiguar esto mediante el estudio de la composición química de sus atmósferas para determinar si hay actividad biológica.
 
17.000 millones de planetas, según la NASA
Según estimaciones recientes de la NASA, nuestra galaxia tiene 17.000 millones de planetas, una cifra difícil de imaginar para mente humana.
Aunque solo un 0,01% de ellos tuviese vida, estaríamos hablando de un millón setecientos mil planetas con vida.
Y aunque solo un 1% de ellos tuviese vida inteligente, estaríamos rodeados por 17.000 civilizaciones. Y eso solo en nuestra galaxia.
Entonces, ¿por qué no hemos descubierto todavía ninguna civilización extraterrestre, o porqué ellos no han contactado todavía con nosotros?
Existen bastantes teorías sobre el por qué esto no ha pasado. Una de ellas es que los extraterrestres en realidad sí están tratando de contactar con nosotros todo el tiempo, pero nosotros no estamos escuchando correctamente porque no nos damos cuenta de cuál es el método de comunicación más efectivo.
Otra teoría es que hay muchas civilizaciones, pero estas son más avanzadas que nosotros y se están peleando continuamente entre sí, estando demasiado ocupadas como para molestarse en comunicarse con seres inferiores.
O que las civilizaciones inteligentes permanecen pequeñas o se estancan luchando contra ellas mismas, no alcanzando nunca el nivel tecnológico necesario para poder contactar con otras inteligencias.
También podríamos pensar que aún contando con que estamos rodeados de unas 17.000 civilizaciones inteligentes, el espacio entre ellas es tan grande que no merece la pena realizar ningún contacto.
O incluso que las que sí tienen capacidad de contacto han evolucionado tanto que no están interesadas en nosotros, igual que nosotros no estaríamos interesados en contactar con las bacterias de un charco.
 
La teoría del ‘bosque oscuro’
Si algún día los alienígenas vinieran a la Tierra, significaría que ellos son muchos más avanzados tecnológicamente que los humanos, lo que provocaría un choque de civilizaciones tal, que seríamos absorbidos o eliminados, como cuando los españoles colonizaron América.
Pero existe otro postulado de lo más interesante, el denominado la teoría del “bosque oscuro”. 
Este postulado parte de dos suposiciones: La primera es que el objetivo más importante de toda civilización es su supervivencia. 
Y la segunda es que toda civilización que sea capaz de viajar por el espacio tenderá a crecer y expandirse, aunque teniendo en cuenta que los recursos de la galaxia son limitados.
Si se parte de ahí, hagamos un experimento mental y supongamos que dos civilizaciones se descubren, bien porque hayan detectado señales de radio de la otra o por cualquier otro medio. En ese caso estas civilizaciones pueden hacer dos cosas: no hacer nada o intentar contactar de alguna forma.


Temor a ser destruidas
Ahora simplifiquemos al máximo qué tipo de civilizaciones pueden ser: hostiles o amigables.

La civilización hostil atacará a siempre que descubra otra civilización. La civilización amistosa solo atacará cuando esté amenazada.

Si hay comunicación entre ambas civilizaciones, como en el espacio la comunicación está limitada por la velocidad de la luz, no pueden estar seguras de si el ataque está en curso mientras se están comunicando.

Así que lo más práctico es no contactar.

Esta teoría del “Bosque oscuro” nos dice que sí existen civilizaciones inteligentes, pero no hemos encontrado ninguna porque estas se ocultan por temor a ser destruidas.

Es por eso que haríamos bien en no mandar señales al espacio con nuestra posición, como pretenden hacer ahora nuestros astrónomos.

Según esta teoría el universo es como un bosque oscuro, sin luna. 

Toda civilización es un cazador con un arma. Caminan silenciosamente por el bosque intentando no ser descubiertos. Deben ser muy cuidadosos y hacer todo lo posible para no hacer ruido, porque saben que hay muchísimos cazadores por ahí. 

Y si uno descubre a otro, no importa si parece bueno o malo, joven o viejo… lo único que puede hacer es matarlo para asegurar su propia existencia. 

En este bosque, los otros son una amenaza eterna. Cualquiera que revele su ubicación será destruido.

Pero no seamos alarmistas, esto es solo una teoría de tantas.

¿Quién sabe si no existe una federación de planetas, al estilo de las películas de Star Trek?.

Civilizaciones que llegan a acuerdos mutuos de defensa, por los que si alguien intenta ser un cazador oscuro, toda la federación contraataca.

De todas formas, estoy de acuerdo con lo que dice el escritor Kim Stanley Robinson: la humanidad no debería derrochar sus recursos en intentar viajar a otras estrellas, debería comenzar expandiéndose primero por nuestro sistema solar.

Hay muchísimo espacio para colonizar: la Luna, Marte, el cinturón de asteroides, las lunas de Júpiter y Saturno, y muchos sitios más.

Puede que algún día contactemos con otra civilización y no pase nada, pero ¿por qué arriesgarse?

Nos jugamos mucho y no merece la pena.