Los tres motores que necesitamos para conquistar el sistema solar y las estrellas

EL FUTURO DE LA HUMANIDAD

Los tres motores que necesitamos para conquistar el sistema solar y las estrellas

Este vídeo de la fundación Limitless Space Institute muestra los tres tipos de motores que necesitamos desarrollar para colonizar Marte, el sistema solar y otros sistemas estelares 

Necesitamos colonizar otros mundos cuanto antes para que la humanidad pueda sobrevivir a cualquier evento de extinción en la Tierra. Pero, como apuntan los expertos y por mucho que se empeñe Elon Musk, colonizar Marte será extremadamente difícil con la tecnología de motores químicos actuales. Más allá del planeta rojo, será imposible. Hay que acelerar la velocidad de nuestras naves espaciales, como muestra este fantástico vídeo:

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En el vídeo se explican los tres motores que necesitamos para colonizar la Luna, Marte, otros planetas del sistema solar y mundos en otros sistemas estelares, como Próxima Centauri, en diferentes plazos de tiempo, tanto para su ejecución como para la duración del viaje.

Los límites de la física conocida

El primero es el motor de propulsión de fisión nuclear, que nos permitirá rebajar los tiempos de viaje a Marte de ocho a sólo tres meses. La teoría para fabricar estos motores es más que conocida y tenemos la tecnología necesaria para fabricarlos. Ponerlos en marcha es sólo cuestión de dedicar el presupuesto (que no es extraordinario) diseñar el proyecto y ejecutarlo.

Tanto el Pentágono como la NASA están trabajando en estos sistemas ahora mismo. China está también trabajando frenéticamente en un motor de iones conectado a un generador nuclear capaz de llegar a los 50 megavatios de potencia y más allá. Aún así, estos motores con tecnología de fisión nuclear todavía serían demasiado lentos y tardarían más de dos años en llegar a Saturno, uno de los sistemas con lunas que podrían albergar colonias humanas. 

Imagen de una nave con motores de iones alimentados con reactores de fisión nuclear

Los motores de fusión nos permitirían llegar a Marte en sólo 30 días o menos. Estos sistemas están algo más lejos que los motores de fisión. Aunque la teoría está demostrada gracias a nuestro conocimiento actual de la física, la tecnología para construirlos todavía está en desarrollo. La buena noticia es que hay universidades y compañías que ya están trabajando activamente en hacerlos realidad en menos de dos décadas

Render de una nave con motore de fusión

Finalmente están los motores “breakthrough”, aquellos que desafían las leyes de la física conocida y podrían llevarnos a otras estrellas — como Próxima Centauri — en cuestión de meses. Es el sueño en lo que lleva trabajando toda su vida el Dr. Harold “Sonny” White, un ex-ingeniero del grupo de propulsión avanzada NASA Eagleworks (que también es el narrador del vídeo).

Según White — al que podéis ver explicando todo esto en la conferencia bajo estas líneas — la única manera de conseguir viajar a otras estrellas es usando un motor con una tecnología propulsora que ahora mismo no podemos imaginar porque no tenemos el conocimiento necesario.

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El equipo de White trabaja ahora para DARPA, el brazo de investigación del Pentágono, en la exploración de nuevos propulsores. De ese trabajo salió la detección de la primera burbuja de curvatura que demuestra de manera práctica que esta tecnología de viaje más rápido que la luz es posible, aunque por ahora esté muy lejos de convertirse en una nave espacial real.

Imaginación sin límite

White pertenece al Limitless Space Institute (LSI), la institución sin ánimo de lucro que produjo el vídeo (realizado por el artista digital sueco Erik Wernquist, autor de cortos electrizantes como Wanderers y Crashing Into Saturn).

La misión del LSI es “inspirar y educar a la próxima generación para que viaje más allá de nuestro sistema solar y apoyar la investigación y el desarrollo de las tecnologías necesarias”. Su objetivo final, afirman, es conseguir lanzar una misión tripulada a Próxima Centauri antes del final de este siglo, algo que recuerda a lo que propuso John F. Kennedy al congreso de los EEUU en 1961 pero a otra escala.

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La misión del LSI es increíblemente ambiciosa. Igual que lo fue el proyecto Apolo. Como dijo Kennedy en el famoso discurso sobre estas líneas, en la Universidad de Rice, tenían que ir a la Luna y volver usando tecnología inexistente — como los circuitos integrados — y materiales impensables en aquel entonces. Pero lo hicieron.

Beneficios en la Tierra

La actividad del LSI, financiando proyectos en distintas universidades y pagando la formación de futuros ingenieros con mentes brillantes, tendrá beneficios más allá de ese posible “breakthrough” que revolucionará la humanidad.

Es en parte una labor de fe, como también dijo Kennedy cuando explicó la inversión que debería hacer cada americano, 50 céntimos a la semana o 4,6 dólares ajustados a la inflación. No hay garantías de que los proyectos financiados por el LSI vayan a tener éxito igual que no había garantías cuando EEUU decidió poner un ser humano en la Luna antes de que acabara la década de los sesenta. 

EEUU no sabía qué beneficios iba a traer aquella inversión que los americanos iban a realizar para el proyecto Apolo. Como se demostró más tarde, Apolo trajo un boom tecnológico sin precedentes del que todavía está viviendo los Estados Unidos, con logros que resultaron en industrias de billones de dólares, desde los microprocesadores a los teléfonos móviles pasando por nuevos materiales o avances médicos inimaginables en la época. LSI saben que, al soportar la investigación y el desarrollo de tecnologías avanzadas que ahora mismo pueden parecer ciencia ficción, se llegarán a conseguir cosas impensables independientemente de que alguno de los estudios que financien resulte en un motor capaz de llevarnos a Próxima Centauri en poco menos de seis meses.

En definitiva, pase lo que pase, ganaremos todos.

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