Hoy en día los cohetes cuentan con propulsores que disparan en dirección opuesta a la que se desea viajar. Su marcha requiere combustible que se lleva a borde y eso, a su vez, añade más carga a las naves.
Dicha propulsión es utilizada por la nave espacial Voyager 1, lanzada en 1977. Tras 38 años, el aparato finalmente salió del Sistema Solar y vuela a una velocidad de unos 61 mil km por hora o menos de 0.006 por ciento de la velocidad de luz.
«Eso sugiere que con la propulsión actual nunca alcanzaremos las estrellas cercanas. En su lugar, debemos aplicar nuevas estrategias radicales», continúa Lubin.
La tecnología láser quitaría el combustible de las naves y las aceleraría en un 26 por ciento de la velocidad de la luz, una velocidad relativa. De este modo, una pequeña sonda espacial podría llegar a Marte en solo 30 minutos. Un viaje a la estrella más cercana, la Alfa Centauri, tomaría unos 20 años.
«No existe ninguna razón conocida por la que no podamos hacer esto», señala el físico.
Además, el mecanismo se podría utilizar para protegernos de los asteroides y la basura espacial.
Sin embargo, si logran construir los propulsores fotónicos, enfrentarían otro problema: no saben frenar a tales velocidades. Así que el proyecto necesita más investigación antes de que se pueda considerar la luz de láser en los programas espaciales.
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