Exocinturones de Clarke: astrónomos buscan señales de civilizaciones tecnológicas avanzadas

Exocinturones de Clarke: astrónomos buscan señales de civilizaciones tecnológicas avanzadas

Exocinturones de Clarke: astrónomos buscan señales de civilizaciones tecnológicas avanzadas

 

Satélites extraterrestres de la Vía Láctea
Exocinturones de Clarke: astrónomos buscan señales de civilizaciones tecnológicas avanzadas
Exocinturones de Clarke: astrónomos buscan señales de civilizaciones tecnológicas avanzadas
Exocinturones de Clarke: astrónomos buscan señales de civilizaciones tecnológicas avanzadas
Un nuevo estudio publicado en el Astrophysical Journal por Héctor Socas-Navarro, investigador del IAC, examina la posibilidad de detectar hipotéticos satélites artificiales que orbitan alrededor de otros mundos. Socas propone un nuevo tecnomarcador, que se caracteriza por el hecho de que podría ser producido por la tecnología actual en la Tierra. Hay una región en el espacio alrededor de planetas llamada “Cinturón de Clarke”, en honor a Arthur C. Clarke, quien en 1945 publicó un artículo sobre el uso de órbitas geoestacionarias para telecomunicaciones.
Por primera vez en la historia, la comunidad científica tiene esperanzas de que encontrar vida en otras partes del universo se convierta en realidad en un futuro no muy lejano. Esto se debe, en parte, a la nueva generación de telescopios gigantes, actualmente en fase de planificación, con los cuales los astrónomos esperan realizar análisis detallados de las atmósferas de los planetas más allá del sistema solar. Por esta razón, los investigadores están haciendo esfuerzos para investigar la evidencia de biomarcadores de vida en estos planetas.
Sin embargo, parece mucho menos probable encontrar civilizaciones inteligentes o capacidad tecnológica. Para empezar, los investigadores carecen de “marcadores técnicos”, los análogos de los biomarcadores, que revelen la presencia de la tecnología. Desde la década de 1980, ha habido búsquedas de señales de radio de otras civilizaciones, hasta ahora sin éxito. Esto no es sorprendente ya que las emisiones de radio de una sociedad como la nuestra no serían detectables a distancias interestelares a menos que se enfocaran deliberadamente en la dirección del receptor. En la literatura científica, ha habido propuestas para buscar los marcadores técnicos, por ejemplo, las llamadas “Esferas Dyson”, megaestructuras artificiales hipotéticas construidas alrededor de una estrella para recoger su luz y así suministrar la energía de una civilización mucho más avanzada que la nuestra.
La publicación presenta una variedad de simulaciones de “exocinturones de Clarke” para investigar la posible huella que dejarían a la luz de la estrella madre a medida que el planeta transita por su disco. Las condiciones óptimas para observarlas se encuentran para los planetas en órbita alrededor de estrellas enanas rojas, que también son los mejores lugares para buscar exoplanetas en general.
El artículo publicado en el Astrophysical Journal describe cómo estos cinturones artificiales se pueden distinguir de los anillos naturales. Usando esta técnica, los proyectos actuales y las misiones espaciales diseñadas para detectar exoplanetas y sus lunas y anillos también podrían usarse para detectar este marcador. “Tenemos que mantener los ojos abiertos, por si detectamos tales rastros en los datos”, dice Héctor Socas.
El cinturón de Clarke de la Tierra, que consiste en satélites geoestacionarios y geosincrónicos, no es lo suficientemente denso como para ser detectado a distancias interestelares, al menos con nuestras capacidades de observación actuales. Alrededor de dos tercios de los satélites existentes se encuentran en la región denominada “órbita baja”, lo que significa que los primeros cientos de kilómetros sobre la Tierra, donde los desechos espaciales ya son un problema importante.
La órbita del cinturón de Clarke está a 36.000 km sobre la Tierra, y actualmente está mucho menos poblada, pero el artículo muestra que en las últimas décadas, la densidad de satélites en estas órbitas ha estado creciendo exponencialmente. Si esta tasa continúa, nuestro cinturón de Clarke sería detectable desde otras estrellas para el año 2200.
La velocidad podría incluso acelerarse si el costo de acceso a estas órbitas fuera menor, por ejemplo, con los nuevos cohetes reutilizables o mediante la construcción de un futuro ascensor espacial. O podría ralentizarse si los avances tecnológicos conducen a otras prioridades. En cualquier caso, hay un debate activo sobre si la humanidad debería enviar mensajes al espacio o si deberíamos escuchar discretamente sin revelar nuestra presencia. “En este contexto, el aumento exponencial de nuestra población de satélites podría convertirse en una señal que nos delata, nos guste o no. Este es un punto que debe tenerse en cuenta en este debate”, dice Socas.
Ante la pregunta de si algún día descubriremos un exocinturón de Clarke y, por lo tanto, si encontraremos una civilización extraterrestre, el investigador dice: “Parece improbable, pero no cuesta nada mirar. Es como si alguien le diera un boleto de lotería. Sabes que es muy poco probable que ganes, pero como lo tienes, puedes verificar el resultado, por las dudas”.