Las principales deidades de la mitología indígena brasileña

 

 En el momento de la llegada de los colonos europeos, los más de mil indígenas que aquí habitaban ya contaban con un rico y variado panteón de deidades, todas en estrecha relación con las fuerzas de la naturaleza.
 Además de los tupí y los guaraníes, los dos grupos más importantes, los yanomami, los guacamayos y decenas de pueblos más, dejaron un legado mitológico que hoy sigue vivo entre los más de 450.000 indígenas que habitan nuestro territorio.
 Conoce algunas de estas deidades:
 Dioses tupi-guaraníes
 TUPA
 Llamado “El Espíritu del Trueno”, Tupã es el gran creador de los cielos, la tierra y los mares, así como del mundo animal y vegetal.  Además de enseñar a los hombres sobre la agricultura, la artesanía y la caza, les dio a los chamanes el conocimiento de las plantas medicinales y los rituales mágicos de curación.
 JACI
 Es la diosa de la luna y guardiana de la noche.  Protectora de los amantes y de la reproducción, una de sus funciones es despertar el anhelo en los corazones de guerreros y cazadores, acelerando el regreso a sus esposas.  Hija de Tupã, Jaci es la hermana-esposa de Guaraci, el dios sol.
 GUARACI
 Hijo de Tupã, el dios sol ayudó a su padre en la creación de todos los seres vivos.  Hermano y esposo de Jaci, la diosa de la Luna, Guaraci es el guardián de las criaturas durante el día.  En el paso de la noche al día, el encuentro entre Jaci y Guaraci, las esposas piden protección para los maridos que van de cacería.
 CEUCI
 Protectora de las cosechas y de las viviendas indígenas, Ceuci fue comparada por los colonos católicos con la Virgen María, por haber dado a luz de manera milagrosa: su hijo, Jurupari, espíritu guía y guardián, nació del fruto del cucura-purumã (árbol que representa el bien y el mal en la mitología tupi).
 ANHANGÁ
 Enemigo de Tupã, Anhangá es el dios de las regiones infernales, un espíritu errante que puede tomar la forma de varios animales de la selva.  A pesar de ser considerado protector de los animales y de los cazadores, se le asocia con el mal.  Si se le aparece a alguien, es señal de desgracia y mal augurio.
 SUMAR
 Responsable de mantener leyes y reglas, Sumé también trajo conocimientos como la cocción de la yuca y sus aplicaciones.  Debido a la desobediencia de los indígenas, Sumé un día se fue, caminando sobre el Océano Atlántico, prometiendo volver a disciplinar a los indígenas.
 Deidades de otras tribus
 AKUANDUBA
 Es una deidad de los indios Arara, de la cuenca del Xingu, en Pará.  Estricto, Akuanduba tocó su flauta para poner orden en el mundo.  Un día, por la desobediencia humana, fueron arrojados al agua.  Los pocos sobrevivientes tuvieron que aprender desde cero cómo continuar con la vida.
 YORIXIRIAMORI
 Es un personaje del mito del “árbol cantor” de los yanomamis.  Con su hermoso canto, Yorixiriamori dejó encantadas a las mujeres, lo que terminó despertando la envidia de los hombres, quienes intentaron matarlo.  El dios huyó en forma de pájaro, y el árbol cantor desapareció de la tierra.
 YEBÁ BËLÓ
 La “mujer que apareció de la nada” es la figura principal del mito de la creación de los indios Desanas, del alto Río Negro (frontera Brasil-Colombia).  De su morada iluminada de cuarzo, Yebá Bëló creó todo el Universo y del ipadu (hoja de coca) que masticaba, emergen los seres humanos.
 WANADI
 Dios de los Iecuanas, pueblo de la frontera Brasil-Venezuela, Wanadi creó tres seres para generar el mundo.  Sin embargo, los dos primeros se equivocaron y terminaron creando una criatura deforme, que representa el lado malo de la vida (hambre, enfermedad, muerte).  Correspondía al tercer ser completar con éxito el acto de la creación.
 El principio y el final de todo.
 Para los arauetés, desde el medio Xingu (PA), un esposo indignado creó el mundo:
 Entristecido por un insulto de su esposa, el dios Aranãmi comienza a cantar y tocar su cascabel.  Con esto crea la planta baja y tres niveles más: dos celestes y uno subterráneo, con un río y sus islas.  Algunos hombres ascienden al primer nivel celestial y se convierten en seres divinos.  Otros se elevan aún más alto, pasando a vivir en la segunda capa, el Cielo Rojo.
 Entonces el suelo se rompe.  Los hombres caen al río subterráneo y casi todos son devorados por una piraña gigante y un caimán.  Los que escapan se quedan en las islas.  Cuando un habitante de las islas muere, su alma se divide en dos espíritus: uno vaga por la tierra por un tiempo;  el otro está en la primera capa celeste, en contacto con los dioses.
 Según el mito, un día se romperá la capa celestial.  A partir de entonces, los seres humanos y los divinos se mezclarán y no habrá diferencia entre el mundo de los muertos y el mundo de los vivos.

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