Leyenda celta: la Tierra de la Eterna Juventud (Tír na nÓg)

Una de las más hermosas leyendas celtas del Ciclo Feniano es la de la Tierra de la Eterna Juventud (Tír na nÓg). Un día, junto al lago, el hijo del líder de la Fianna, Finn mac Cumhall, el joven Oisín (u Ossian), conoció a una hermosa muchacha de largos cabellos rubios, que se acercó a él a lomos de un caballo blanco. Se llamaba Niamh (o Niav), era la hija del rey de Tír na nÓg y había salido del reino en busca de marido. Oisín cayó perdidamente enamorado de ella. Niamh le invitó a montar en su corcel y juntos volaron sobre los campos hasta desaparecer camino de Tír na nÓg. Y allí fueron felices para siempre… ¿o no?

Ciertamente Oisín fue muy feliz con su esposa en aquel paraíso donde el tiempo se había detenido. Muy feliz hasta que la nostalgia le hizo volver en pensar en su tierra, en su familia, en su clan. En contra de la voluntad de Niamh, el guerrero decidió volver a Irlanda a ver a su padre, a quien tanto echaba de menos. Al final, su esposa, que no pudo disuadirle, le dio un consejo, que no desmontara nunca del caballo en que iba a emprender el viaje, que no pisara nunca suelo irlandés si quería volver a sus brazos de nuevo.

El viaje de Oisín fue terrible: el país había cambiado, la fortaleza de su padre se encontraba en ruinas,… ¿Qué ha pasado? Los campesinos le dan noticias de que Finn mac Cumhall había muerto y la Fianna había desaparecido… ¡hace ya 300 años! Ese era el tiempo que había transcurrido en Irlanda mientras Oisín disfrutaba de la tierra de la juventud.
Pero la fatalidad hizo que, al pretender ayudar a unos hombres a apartar una piedra del camino, se le rompiera la brida y Oisín cayera de la montura. En cuestión de segundos, el caballo se desvaneció y nuestro héroe quedó convertido en un hombre viejísimo, que murió al instante.

Dicen que las historias irlandesas siempre acaban mal. Quizá porque la felicidad eterna resulta aburrida y los irlandeses echen de menos la sal y la pimienta de una buena pelea…

«Is fada an bóthar nach mbíonn casadh ann».

(Proverbio irlandés: Es un largo camino el que no tiene vuelta).

 

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