El precio de la tecnología moderna

Conocemos actualmente que la naturaleza de la vida es de orden eléctrico. La Ciencia ha establecido que todas las células vivas son de naturaleza eléctrica.

El funcionamiento de la célula y el sistema nervioso de todo ser vivo está basado en la existencia de corriente directa y energía pulsada. Sin esta energía, no existe la vida. Cada célula posee una carga eléctrica positiva en su núcleo y una carga eléctrica negativa en su membrana externa.

La polarización positivo-negativa permite el funcionamiento saludable y ordenado de cada célula. Cuando las células realizan sus funciones normales, la carga electromagnética se va consumiendo. El cuerpo intenta recuperar la energía gastada tomándola del cerebro, a través del sistema nervioso para recargar las células y fortalecer su campo magnético.

El Dr. Kyoichi Nakagawa, autoridad mundial en campos magnéticos y en sus efectos terapéuticos sobre la vida humana, ha declarado que la continua pérdida de campo magnético que sufre la Tierra, en combinación con el excesivo campo eléctrico creado por los aparatos electrónicos, es la responsable de un gran número de enfermedades. Dichos aparatos emiten radiaciones electromagnéticas, cuyos efectos sobre la salud humana se hacen presentes por la acumulación de sus emisiones. Cuando dichas emisiones de radiación alcanzan determinada potencia o una persona las ha recibido en forma sostenida durante mucho tiempo, pueden desencadenar algunas enfermedades, tales como la fatiga crónica, las anemias, algunos trastornos del sistema neuroinmunológico y otras de mayor gravedad.

La rigidez en hombros y en vértebras cervicales, ciertas tensiones en la zona lumbar, dolor pectoral sin etiología definida, dolor de cabeza y pesadez, mareos, insomnio sin causa aparente, constipación, cansancio indefinido, son algunos de los malestares más comunes cuyo origen se cataloga dentro de los síndromes por carencia de campo magnético.

De acuerdo a estudios recientes realizados con células humanas in vitro, sometidas a radiaciones electromagnéticas, se comprobó el aumento de la división celular. Enfermedades tales como el cáncer y el mal de Alzheimer (envejecimiento de las células nerviosas) pueden ser favorecidas o disparadas por tales radiaciones.

Las personas que se encuentran frente a la computadora durante muchas horas pueden ser víctimas del “mal de las computadoras”, entre cuyos síntomas se encuentran las molestias visuales, las cefaleas, dolores articulares e irritabilidad en el carácter.

Desde el punto de vista del equilibrio iónico, la acumulación de iones positivos, generados por los campos eléctricos emitidos por los aparatos domésticos, produce un aumento en la secreción de serotonina (neurohormona), que es transportada hacia los tejidos. La excesiva concentración de serotonina en sangre provoca trastornos del carácter, insomnio, pérdida de la memoria de corto plazo e incapacidad para la concentración. El balance iónico adecuado favorece la calidad de vida en general, retrasa el envejecimiento, anula ciertos disparadores de los estados alérgicos y reduce el riesgo de hipertensión arterial.
Si consideramos que en el sector industrial, se admite que las radiaciones de algunos artefactos pueden afectar a otros y se toman medidas inteligentes para evitar la interacción nociva de las mismas (medición del campo radiactivo emitido por los aparatos, cumplimiento de normas de compatibilidad electromagnética), podríamos también aplicar estas precauciones al campo electromagnético humano.

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