La vez que un ovni «tan grande como un campo de fútbol» voló sobre Gran Canaria

La vez que un ovni «tan grande como un campo de fútbol» voló sobre Gran Canaria

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Una enorme figura, capaz de cubrir un campo de fútbol entero, se meció por el aeropuerto sin producir ningún ruido, deslizándose tranquilamente tal como si fuera una simple hoja de papel.

El tema de los ovnis parece estar de vuelta, causando curiosidad entre la gente y generando discusión en parlamentos y cafeterías. Esto llama mi atención porque el interés por estas antiguas incógnitas se ha reactivado tan rápido.

Con un carácter escéptico, me pregunto por qué el tema de los ovnis está recibiendo tanta atención en este momento, si no se había dado especial importancia a este tema durante muchas décadas. No puedo ocultar mi entusiasmo al ver cómo ahora la NASA y el Pentágono están colaborando para realizar varios estudios sobre el asunto y mientras tanto, el Ministerio de Defensa británico desclasificó varias fotos que anteriormente habían sido denunciadas como parte de una teoría conspirativa.

La divulgación de temas relacionados con el ámbito militar recibe un gran impulso gracias a la toma de consciencia sobre la relevancia que estos asuntos tienen para las diferentes naciones. Esto ha permitido a algunos testigos acontecimientos ponerse la voz sobre lo sucedido y contarlo en público. El caso más destacado es el de Santiago H.R., que durante mucho tiempo trabajó en el Aeropuerto de Gran Canaria, una estructura cercana a la Base Militar de Gando, en la que siempre guardó silencio acerca de varios aspectos.

Después de retirarse, Santiago decidió hacer una declaración pública sobre algo que le había sucedido cuando tenía 17 años y únicamente había empezado a trabajar. Él vio cómo un objeto gigantesco pasaba en el aeropuerto sin emitir sonido alguno, moviéndose con la ligereza de una pluma. Está convencido de que aquello no fue hecho por humanos y se pregunta si otros pudieron compartir la misma experiencia que tuvo él.

Sucedió alguna vez durante una noche de primavera, en el año 1974.

En sus recuerdos, el hombre ilustra su pasado con emoción mientras explica que trabajaba en el turno nocturno, desde las 11 de la noche hasta las 7 de la mañana. Encontró poco personal pues se encargaban de limpiar los aviones. Siempre esperaban a que llegara un Súper DC8 de Aviaco al aeropuerto para acabar la jornada. Por ello, comentó haberse desplazado un poco hacia la pista para respirar y tomar un cigarro aproximadamente a la 1:30 am.

Mientras apuntaba al horizonte, vio un destello que quizás era provocado por el aparato en camino.

Un testigo presencial comentó cómo había estado observando una luz brillante que apareció al frente de la Montaña El Lazareto. Esta luz se encendía y apagaba a su alrededor también en la Montaña del Burrero, separadas por kilómetros de mar. Esto le llamó mucho la atención, ya que no podían ser dos aviones entrando al mismo tiempo, cuando solo habían esperado uno.

Una noche, antes de que sucediera lo insospechado, se produjo en El Lazareto y El Burrero un suceso muy particular: el encendido y apagado de la luz ocurrió cuatro veces con la misma intensidad. Esto tuvo un efecto poderoso sobre el espectador que observaba sin entender bien al principio lo que significaba aquello. Sin embargo, pronto descubriría cómo esta situación premonitoria iba a tener un profundo impacto en su vida.

Santiago rememoró el momento en que presenció un extraño fenómeno en La Puntilla, al sur del aeropuerto. El testigo cuenta que vio una luz desplazándose por encima de la plataforma aérea y descubrió un objeto circular enorme y oscuro con luces rojas colocadas estratégicamente alrededor de su perímetro. Estas se mantuvieron a 5 metros de distancia entre sí, además de dos “X” formadas por tubos incandescentes a los lados del disco volador. Perduró la parálisis durante 2 ó 3 segundos, abarcando aproximadamente el tamaño de un campo futbolero.

El testigo (a la izquierda) mostrando un dibujo de lo que vio al autor de este artículo.

-¿Se detuvo al llegar a su altura? ¿Notó calor, escuchó algo procedente de esa estructura?

«Así es. Se paró unos segundos junto a mí, y tuve la sensación de que me observaba, como si me estuviera escaneando, pero es sólo mi impresión. Los tubos laterales que formaban las dobles X parecían salidos del fuego, estaban incandescentes, aunque yo no sentía calor ni escuché sonido alguno. Aquello no parecía tener motores».

-¿Y que ocurrió a continuación?

«Tras esa breve parada siguió moviéndose en la misma dirección y velocidad, unos 20 km por hora, y al llegar a unos pequeños arbustos situados en lo que llamamos aeropuerto viejo, giró levemente y se marchó, lo perdí de vista».

-Una cosa que llama la atención es la calma que mantuvo ante la observación de algo tan enorme, próximo y extraño…

«No me asusté, estaba tranquilo, como si aquello, de alguna manera, me generase ese estado de serenidad. Eso sí, a raíz de la experiencia me empezaron a lagrimear los ojos, sentí como un pequeño quemor que duró tres días, con escalofríos. Como era un chico joven no le di más importancia, ya que además con el paso del tiempo se me fue pasando y, de la noche a la mañana, fue como si me olvidase de todo lo ocurrido».

-Ya es extraño olvidarse de un objeto que, de acuerdo con lo que dice, podía tener perfectamente 90 metros de largo por 15 o 20 de ancho…

«No es que no lo recordarse, sino que no tenía ansiedad por contarlo, decidí no hacerlo y no me sentía preocupado por ello. Nunca lo he olvidado y guardé silencio por no meterme en líos en el trabajo, ya que estaba en una instalación sensible, y también porque no sentía la necesidad de hacerlo. No comenté nada con ningún compañero, ni siquiera con el que también lo vio».

-¿Hubo otro testigo?

«Al menos que yo sepa, uno más. Al perderse de vista el objeto, detrás de mi, desde aproximadamente 20 metros de distancia de donde yo estaba, vino un compañero de trabajo caminando que se llamaba Manuel. Él trabajaba para Iberia en el edificio, en el traslado de los equipajes, y salió del recinto y vino directo hacia donde yo estaba y únicamente me preguntó si yo había visto lo mismo que él. Le dije que sí, se dio media vuelta y se marchó. Nunca volvimos a mencionar el tema. Con lo grande que era aquello tenía que alertar a algún radar, o haber sido visto por otras personas, aunque volando sin ruido y de esa forma tan suave, entendería que pasara desapercibido en toda la isla».

-Insisto, Santiago. El objeto sorprende, pero también ese peculiar silencio, dado que la tendencia es a contarlo, a comentarlo en los días posteriores.

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