
Las erupciones estelares pueden hacer inhabitables a planetas en órbita a la estrella que las emite. ¿Podrían tener también la capacidad de propiciar las condiciones aptas para la vida en los mundos donde se dejan sentir sus efectos? ¿Las erupciones del Sol contribuyeron a preparar en la Tierra el escenario en el que apareció la vida? Una investigación ha profundizado en estas cuestiones, buscando respuestas.
Para desentrañar el origen de la vida en la Tierra, muchos científicos intentan explicar cómo se formaron los aminoácidos, la materia prima a partir de la cual se forman las proteínas y toda la vida celular. La propuesta más conocida se originó a finales del siglo XIX, cuando diversos científicos especularon con la posibilidad de que la vida hubiera comenzado en un “pequeño estanque caliente”: una “sopa” de sustancias químicas, energizadas por relámpagos, calor solar y otras fuentes de energía, que podían mezclarse en cantidades concentradas para conformar moléculas orgánicas.
En 1953, Stanley Miller, de la Universidad de Chicago, intentó recrear estas condiciones primigenias en el laboratorio. Miller llenó una cámara cerrada con metano, amoniaco, agua e hidrógeno molecular (gases que se cree que predominaban en la atmósfera primitiva de la Tierra) y provocó repetidamente una chispa eléctrica para simular un relámpago. Una semana después, Miller y su colega Harold Urey analizaron el contenido de la cámara y descubrieron que se habían formado 20 aminoácidos diferentes.
Pero los últimos 70 años han complicado esta interpretación. Ahora se cree que el amoníaco (NH3) y el metano (CH4) eran mucho menos abundantes; en su lugar, el aire de la Tierra estaba lleno de dióxido de carbono (CO2) y nitrógeno molecular (N2), que requieren más energía para descomponerse. Estos gases aún pueden producir aminoácidos, pero en cantidades muy reducidas.
Recreación artística de la Tierra primitiva. (Ilustración: NASA)
En busca de fuentes de energía alternativas, algunos científicos apuntaron a las ondas de choque de los meteoritos. Otros invocaron la radiación ultravioleta solar. El equipo de Kensei Kobayashi, de la Universidad Nacional de Yokohama en Japón, y Vladimir Airapetian, del Centro Goddard de Vuelos Espaciales de la NASA en Estados Unidos, utilizaron datos recogidos por la misión Kepler de la NASA, y presentaron un nuevo candidato: las partículas energéticas de nuestro Sol.
Unos experimentos realizados por el equipo muestran cómo las partículas solares, al chocar con los gases de la atmósfera primitiva de la Tierra, pueden formar aminoácidos y ácidos carboxílicos, los componentes básicos de las proteínas y la vida orgánica. En otras palabras, los resultados del nuevo estudio indican que hay muchas probabilidades de que los primeros componentes básicos de la vida en la Tierra se formaran gracias a erupciones de nuestro Sol.
El estudio se titula “Formation of Amino Acids and Carboxylic Acids in Weakly Reducing Planetary Atmospheres by Solar Energetic Particles from the Young Sun”. Y se ha publicado en la revista académica Life. (Fuente: NCYT de Amazings)
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