Miel en las pirámides
Los arqueólogos han realizado impresionantes hallazgos de miel antigua en tumbas egipcias, algunas de las cuales tienen más de 3.000 años de antigüedad. Uno de los descubrimientos más célebres se llevó a cabo en la tumba de Tutankamón, donde Howard Carter encontró un tarro sellado de miel durante sus excavaciones en 1922. Para sorpresa de muchos, esta miel aún era comestible gracias a sus extraordinarias propiedades. Su bajo contenido de agua, alto nivel de azúcar y la presencia de peróxido de hidrógeno, producido por una enzima del estómago de las abejas, crean un ambiente hostil para bacterias y microorganismos. Estos factores son responsables de la notable durabilidad de la miel, que puede conservarse durante milenios.
La miel en el antiguo Egipto no solo se valoraba por su uso culinario, sino también por sus propiedades medicinales; a menudo se empleaba en remedios para cortar, quemaduras e infecciones. Considerada una sustancia divina, se creía que las lágrimas del dios solar Ra se manifestaban en ella, y frecuentemente se ofrecía a las deidades. La presencia de miel en las tumbas simbolizaba su importancia tanto en la vida como en el más allá, ya que se pensaba que era crucial para el viaje del difunto. Estos hallazgos no solo destacan las avanzadas prácticas apícolas de los antiguos egipcios, sino que también ofrecen una fascinante visión de sus creencias culturales y religiosas.
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