Apocalípticas Profecías de la Salette y Fátima ¿Porque el Vaticano teme tanto a estas profecía? ¿Vaticano esta el anticristo?

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Podrá sorprender a primera vista que relacionemos las apariciones de La Salette y de Fátima con profecías de carácter apocalíptico, con sucesos relativos a los últimos tiempos. Pues bien éste será nuestro cometido, mostrar como las apariciones de la Salette y de Fátima (reconocidas por la Iglesia) son eminentemente apocalípticas y cobran su pleno significado y valor dentro del contexto apocalíptico al cual se refieren. De otro modo quedan como relegadas, o mal enfocadas perdiendo la luz que nos vienen a dar para tiempos difíciles y decisivos como el nuestro, tiempos realmente apocalípticos, pero llenos de esperanza al saber que el retorno glorioso de Cristo Rey está próximo.

Hablar del apocalipsis no es fácil, sobre todo cuando este tema ha sido desgraciadamente mal llevado por exégesis que oscurecen el camino para llegar a luz de la verdad, a la luz de la Revelación, que el Apocalipsis encierra hasta en su misma terminología pues no otra cosa significa su nombre que el de revelación, o sea afloración de algo oculto, velado. En definitiva el término Apocalipsis encierra el sentido de una verdad velada que ha sido revelada a los hombres, revelación que consiste en la manifestación (aparición o parusía) de Cristo Jesús en gloria y majestad al fin de los tiempos cuando venga a juzgar a los vivos y a los muertos por su aparición y por su reino, tal como confiesa San Pablo en su segunda epístola a Timoteo 4,1 cuyo texto en latín (para mayor precisión) dice así: «Testificor coram Deo, et Iesu Christo, qui judicaturus est vivos et mortuos, per advéntum ipsíus, et regnum eius».

El tema central del Apocalipsis como Revelación gira sobre la Parusía de Jesucristo al fin de los tiempos, o sea la gloriosa venida de Jesús al mundo, tal como finaliza el Apocalipsis implorando: «Ven Señor Jesús».

En mayo de 2000, el Vaticano finalmente reveló la tan esperada “tercera profecía” de Fátima . Para algunos, fue un alivio y para otros una decepción anticlimática.

La profecía de Fátima

El “milagro en Fátima” es posiblemente la aparición más conocida de la Santísima Madre . Su presencia a tres niños pastores en Portugal en 1917 estuvo, según muchos testigos, acompañada de varios eventos inexplicables, incluida una visión compartida del sol bailando y moviéndose erráticamente en el cielo.

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Durante sus muchas apariciones a los niños, “Nuestra Señora” les otorgó tres profecías . Las dos primeras fueron reveladas por Lucia dos Santos, la mayor de las tres niñas después de que las escribió a principios de la década de 1940, pero la tercera y última profecía no se revelaría hasta 1960. Bueno, 1960 vino y se fue, y la tercera La profecía no fue revelada porque el Vaticano dijo que el mundo no estaba listo para ello. Esta renuencia a divulgar el secreto condujo a la especulación entre los fieles de que contenía información sobre nuestro futuro que fue tan horrible que el Papa no se atrevió a revelarla. Tal vez predijo una guerra nuclear o el fin del mundo.

La primera profecía

En la primera profecía, a los niños se les mostró una visión aterradora del infierno y se les dijo que es “donde van las almas de los pobres pecadores”. Luego se les dijo que la guerra mundial que se estaba produciendo, lo que ahora llamamos la Primera Guerra Mundial, terminaría pronto. “La guerra va a terminar”, citó Lucía a la Santísima Madre, “pero si la gente no deja de ofender a Dios, estallará una peor durante el reinado de Pío XI. Cuando vea una noche iluminada por una luz desconocida Sepa que esta es la gran señal que le dio Dios de que Él está a punto de castigar al mundo por sus crímenes, mediante la guerra, el hambre y las persecuciones de la Iglesia y del Santo Padre “.

¿Se hizo realidad esta profecía?

La Primera Guerra Mundial efectivamente terminó y fue seguida por una guerra peor, la Segunda Guerra Mundial. Pero recuerde que Lucía reveló esta profecía por escrito durante 1940, después de que la Segunda Guerra Mundial ya había comenzado. Además, es interesante que Pío XI sea ​​nombrado en la profecía. Cuando la aparición de Nuestra Señora supuestamente hizo la profecía en 1917, Benedicto XV fue Papa. Pío XI se convirtió en Papa en 1922. Así que, o bien Nuestra Señora también predijo el nombre del futuro Papa, que reinó hasta 1939, o Lucía hizo una profecía que se cumplió.

¿Qué pasa con el signo de “una noche iluminada por una luz desconocida” antes del estallido de la guerra? Según las Profecías de Fátima , el 25 de enero de 1938, una notable muestra de aurora boreal fue visible en toda Europa, el año anterior al comienzo de la Segunda Guerra Mundial.

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La luz era tan brillante que la gente entró en pánico.

Esta exhibición de luces del norte podría haber iluminado la noche de una manera espectacular, pero incluso en 1917 la aurora boreal no era una “luz desconocida”. Además, nuevamente, Lucía reveló esta profecía después del hecho.

La segunda profecía

“Cuando veas una noche iluminada por una luz desconocida, debes saber que esta es la gran señal que Dios te ha dado y que está a punto de castigar al mundo. Para evitarlo, acudiré a pedir la consagración de Rusia a Mi Corazón Inmaculado. y la Comunión de reparación los primeros sábados [de cada mes]. Si se atiende a Mis solicitudes, Rusia se convertirá y habrá paz; de lo contrario, ella difundirá sus errores por todo el mundo, causando guerras y persecuciones de La Iglesia. La buena voluntad será martirizada, el Santo Padre tendrá mucho que sufrir, varias naciones serán aniquiladas “.

Muchos creyentes afirman que esta profecía prevé la propagación del comunismo por parte de Rusia, que se convirtió en la Unión Soviética. Las guerras, por supuesto, se pelearon para detener la propagación del comunismo. Luego, en 1984, el papa Juan Pablo II consagró la Unión Soviética. Posteriormente, en 1991, la Unión Soviética se desintegró en 15 países separados, pero difícilmente se puede decir que Rusia haya sufrido una conversión religiosa.

Cuando se llega a esto, la exactitud de las dos primeras profecías de Fátima se basa en la fe. Los escépticos pueden hacer grandes agujeros mientras que los creyentes los sostienen como prueba de que el Cielo tiene un gran interés en la vida en la Tierra. ¿Y qué de la tercera profecía?

EL TERCER SECRETO: SU CONTENIDO

 

Es sabido que en realidad hay un solo y mismo mensaje en tres partes tal como lo manifiesta Sor Lucía en su tercera Memoria, es decir que hay un solo secreto en tres partes, dos de las cuales fueron reveladas y otra no, llamada comúnmente 3er Secreto de Fátima. «¿Qué es el secreto? (se pregunta Sor Lucía) Me parece que lo puedo decir:, pues ya tengo licencia del cielo. Los representantes de Dios en la tierra me han autorizado a ello… Ahora bien, el secreto consta de tres cosas distintas, de las cuales voy a revelar dos. La primera fué, pues, la visión del infierno. (…) visteis el infierno a donde van las almas de los pobres pecadores; para salvarlas, Dios quiere establecer en el mundo la devoción a mi Inmaculado Corazón» (Op. cit. p. 103). Las tres cosas que conforman el secreto son la visión del infierno, la devoción al Inmaculado Corazón (a quien se le debe consagrar Rusia) y la tercera: el famoso tercer Secreto. Tal como dice la nota 4 de dicha edición: «Adviértase que se trata de un único secreto, que consta de tres partes. Aquí revela las dos primeras. La tercera fue escrita a finales del año 1943 y encuéntrase hoy guardada en los Archivos Vaticanos.» (p.112).

En su Cuarta Memoria, Sor Lucía nos da la clave del contenido del 3er Secreto, pudiéndose hoy discernirlo por su contexto y por las declaraciones y actitudes de Sor Lucía a otras personas.
El 3er secreto comienza con las palabras reveladas por Sor Lucía en su famosa cuarta Memoria: «En Portugal se conservará siempre el dogma5 de la Fe, etc.» (p. 165). El final del secreto lo constituyen las palabras: «Por fin Mi Inmaculado Corazón triunfará» tan conocidas por todos, desde la redacción de la tercera Memoria en 1941, si bien Sor Lucía al redactar en su cuarta Memoria de 1941 las primeras palabras con que se inicia el tercer Secreto, no las coloca en su lugar lógico.
A este respecto sírvanos de apoyo lo que dice el Hermano François de Marie des Anges que resume en un solo tomo, «Fátima, Joie Intime, Evénement Mondial», Ed. La Contre -Réforme Catholique 1993, la
5 En la traducción española dice doctrina, pero el manuscrito emplea el término dogma excelente obra del Hermano Michel de la Sainte Trinité en 3 tomos 1986: «En su cuarta Memoria, descubriendo discretamente la primera frase del tercer secreto, Sor Lucía no la sitúa en su lugar lógico. La añade al final de todo el secreto, mientras que su lugar real está entre la segunda parte y la conclusión general» (Nota 1 p. 399).
Todo el contexto del tercer Secreto es el siguiente: «Habéis visto el infierno, a donde van las almas de los pobres pecadores; para salvarlas, Dios quiere establecer en el mundo la devoción a mi inmaculado Corazón. Si hicieran lo que os voy a decir, se salvarán muchas almas y tendrán paz. La guerra va a acabar. Pero si no dejan de ofender a Dios, en el reinado de Pío XI comenzará otra peor. Cuando veáis una noche alumbrada por una luz desconocida, sabed que es la gran señal que Dios os da, de que va a castigar al mundo por sus crímenes por medio de la guerra del hambre y de persecuciones a la Iglesia y al Santo Padre. Para impedirla, vendré a pedir la consagración de Rusia a mi Inmaculado Corazón, y la comunión reparadora de los primeros sábados. Si atendieran mis peticiones, Rusia se convertirá y habrá paz, si no, esparcirá sus errores por el mundo, promoviendo guerras y persecuciones a la Iglesia. Los buenos serán martirizados, el Santo Padre tendrá que sufrir mucho, varias naciones serán aniquiladas. Por fín, mi Inmaculado Corazón triunfará. El Santo Padre me consagrará a Rusia, que se convertirá y será concedido al mundo algún tiempo de paz. En Portugal se conservará siempre el dogma de la Fe, etc. Esto no se lo digáis a nadie. A Francisco, si podéis decírselo» (Ibid. p.165).
Según el contexto del 3er Secreto (3ra parte de un mismo y único secreto que consta de 3 partes) tenemos el primer indicio que señala el dogma de la Fe, esto está claramente y es explícitamente expresado. Al decir Sor Lucía que: «En Portugal se conservará siempre el dogma de la Fe», quiere decir que la fe será el objeto de una pérdida casi total señalando a Portugal como una excepción singular (una gracia especial). Portugal en contraste con el resto del mundo, conservará la fe, mientras que por lógica consecuencia el resto de las naciones caerán en la pérdida de la misma. Esto significa que salvo Portugal, las demás naciones caerán en la más espantosa de las Apostasías. La pérdida de la Fe o su abandono es una Apostasía, ni más ni menos.

Con esto sólo se vislumbra el carácter trágico y verdaderamente apocalíptico del contenido del 3er Secreto, el cual gira en esencia sobre la crisis de Fe, sobre la pérdida de la Fe en el mundo, en las Naciones. Salvo Portugal nos encontramos ante la Apostasía de las Naciones Gentiles, tal como la profetizan para los últimos tiempos, próximos a la Parusía (segunda venida de Cristo Rey en Gloria y Majestad), las Sagradas Escrituras. No puede ser mas Apocalíptico, entonces, el 3er Secreto de Fátima. De aquí, la visión del infierno, una multitud que se pierde y condena por la pérdida de la fe, del dogma de la fe, atacado en su raíz y fundamento por la Nueva Teología, por el Modernismo, por el Ecumenismo. Y como tabla de salvación la Devoción al Inmaculado Corazón, a través del rezo cotidiano del Santo Rosario y de la práctica de los primeros sábados de cada mes con intención reparadora al corazón desecho de Nuestra Madre del Cielo.

Si se medita bien, Sor Lucía sin querer ha revelado en substancia el 3er Secreto, si bien no es esta su misión como más adelante veremos. Por una pequeña frase deslizada y vista en el contexto actual del Mundo y de la Iglesia desmantelada, despojada de la Tradición, del culto, de la liturgia verdadera y de la doctrina católica, resulta evidente que el 3er secreto apunta en substancia a todo esto. Y sobre todo con la clara alusión que: «todo será más claro a partir de 1960» como Sor Lucía lo manifestó al Cardenal Ottaviani.

Si a alguien puede parecerle que exageramos forzando el texto sirva recordar que Sor Lucía manifestó al entonces Obispo de Leira-Fátima (el ordinario del lugar) su superior en la Jerarquía oficial, que no era necesario escribir el 3er Secreto, pues en cierta forma ya lo había dicho. Oigamos al Hermano François: «Así conocemos en lo sucesivo la primera frase del último secreto. Es seguro que Sor Lucía ha incluido este añadido con la intención expresa de dejar traslucir, de manera velada, el contenido esencial del tercer secreto. En 1943, ella declara un día a Mons. da Silva que no era absolutamente necesario que redactara el texto del tercer secreto ‘porque, en cierta manera, lo había dicho’. Esta pequeña frase nos suministra efectivamente la clave.

De acuerdo al contexto general del secreto que tiene de un extremo al otro una envergadura mundial, Portugal no puede ser citado aquí, sino como el caso particular notable haciendo contraste con la situación general de la Iglesia que debe ser el objeto de la tercera parte del Secreto. Una promesa, que parece dirigirse de suyo a un país cristiano, implica forzosamente que otras naciones, otras partes de la Iglesia, perderán la fe. El último Secreto de Nuestra Señora no anunciaría, por tanto más castigos materiales, sino que profetizaría acontecimientos de otro orden: un castigo espiritual» (Fátima… p. 399).

FÁTIMA Y LAS SAGRADAS ESCRITURAS

Las Sagradas Escrituras (La Palabra de Dios) viene a sostener el Mensaje de Fátima, con respecto al obscurecimiento y pérdida de la fe en los últimos tiempos de los pueblos gentiles, de la Gran Apostasía de las Naciones Gentiles, antes de que toque la hora del Señor y de su Reino.

Dice Nuestro Señor refiriéndose a su Parusia «Mas cuando viniere el Hijo del hombre, ¿pensáis que hallará fe en la tierra? (Lc. 18,8).

Comentando este versículo en la Nota 8 Mons. Straubinger señala: «Obliga a una detenida meditación este impresionante anuncio que hace Cristo, no obstante haber prometido su asistencia a la Iglesia hasta la consumación del siglo. Es el gran misterio que San Pablo llama de iniquidad y de apostasía (2 Test. 2) y que el mismo Señor describe muchas veces, principalmente en su gran discurso escatológico». Además en una nota anterior en la cual alude a la Segunda Venida, Mons. Straubinger hace ver la semejanza de los tiempos de Noé con la de la Parusía, dice: «Antes de este acontecimiento se presentarán muchos falsos profetas y será general el descreimiento y la burla como en los tiempos de Noé y de Lot (Gén. 7,7, 19, 25, 2 Pedr, 3,3 ss). No cabe duda que nuestros tiempos se parecen en muchos puntos a lo predicho por el Señor (Lc. 18,8)» (Nota 24 de Lc. 17).

La Gran Tribulación, tal como nunca se ha visto jamás, causa de la Universal Apostasía, viene a coincidir con Fátima. Nuestro Señor en su famoso discurso escatológico (esjatológico como bien señala el P. Castellani, pues escatos significa excremento o pornográfico, mientras que esjatos significa último), bien dice advirtiendo: «Guardaos que no os engañe alguno. Porque vendrán muchos en mi nombre, y dirán: Yo soy el Cristo y a muchos engañarán. Y también oiréis guerras, y rumores de guerra. Mirad que no os turbéis. Porque conviene que todo esto suceda, mas aún no es el fín porque se levantará gente contra gente, y reino contra reino, y habrá pestilencia, y hambre, y terremotos por los lugares. Y todas estas cosas principios son de los dolores. Entonces os entregarán a la tribulación, y os matarán y seréis aborrecidos de todas las gentes por causa de mi nombre. Y muchos entonces serán escandalizados, y se entregarán unos a otros, y se aborrecerán entre sí. Y se levantarán muchos falsos profetas, y engañarán a muchos. Y porque se multiplicará la iniquidad, se resfriará la caridad de muchos. Mas el que perseverare hasta el final, éste será salvo. Y será predicado este Evangelio del reino por todo el mundo, en testimonio a todas las gentes y entonces vendrá el fin. Por tanto. cuando viereis que la abominación de la desolación, que fué dicha por el profeta Daniel, está en lugar Santo, el que lee entienda, entonces los que estén en la Judea, huyan a los montes, y el que en el tejado, no descienda a tomar alguna cosa de su casa, y el que en el campo, no vuelva a tomar su túnica. Mas ay de las preñadas, y de las que crían en aquellos días! Rogad, pues, que vuestra huída no suceda en invierno, o en sábado. Porque habrá entonces grande tribulación, cual no fué desde el principio del mundo hasta ahora, ni será. Y si no fuesen abreviados aquellos días ninguna carne sería salva, mas por los escogidos aquellos días serán abreviados.» (Mt. 24, 4-22).

La Gran Tribulación anunciada por Cristo, después de las guerras rumores de guerras y terremotos, causada por los falsos profetas, invocando a Cristo (su autoridad) o hablando en su nombre (Jerarquía de la Iglesia, sus ministros y prelados) engañaran a muchos, sobre todo como acontece a partir del Concilio Vaticano II, cuyos albores datan alrededor de los años 1960; concuerda con Fátima que señala la crisis de Fe, la Apostasía Universal de las Naciones, sólo conservándose de algún modo el dogma y la doctrina de la fe en Portugal, en flagrante contraste con el resto de las Naciones Apóstatas. Todo lo cual será más claro a partir de 1960, según Sor Lucía. Pues, siendo interrogada por el Card. Ottaviani, cuando aún no sabía cual era su contenido, así se lo expresó: «El Card. Otavianni, pro-prefecto del Santo Oficio, se dirigía al Carmelo Santa Teresa, en Coimbra, el 17 de mayo de 1955 e interrogaba a Sor Lucía sobre el tercer Secreto. ‘EL mensaje no debía ser abierto antes de 1960, decía en su conferencia de 1967, pregunté a Sor Lucía: ¿Por qué esa fecha? Y ella me respondió: Por que, entonces, será más claro (mais claro)’.» (Fátima… p.290).

Ahora bien, téngase en cuenta como bien dice el Hermano Michel en su magnifica obra «Toute la Verite sur Fatima», resumida por el Hermano François de Marie des Anges, que «la única razón que puede hacer más clara una profecía a partir de una fecha determinada es el inicio de su realización» (Fátima… p. 396).
Fátima es una profecía eminentemente Apocalíptica, concuerda con las profecías públicas de la Iglesia contenidas en la Santa Biblia. Fátima habla de guerras, de la 1ra guerra Mundial que acabará pronto, pero que habrá otra peor (la 2da guerra mundial) como castigo por no escuchar la voz del cielo, por no hacer caso de lo pedido en Fátima por la Virgen; es más, habrá una señal: una luz desconocida (la famosa llamada aurora boreal de la noche del 25-26 de enero de 1938) como indicio infalible del castigo divino por la sordera de los hombres, en especial de la Jerarquía de la Iglesia que no consagró a Rusia al Inmaculado Corazón, tal como se lo manifestó Nuestra Señora en la aparición de Tuy (España) el 13 de junio de 1929: «Ha llegado el momento en que Dios pide al Santo Padre que haga, en unión con todos los Obispos del mundo, la consagración de Rusia a mi Inmaculado Corazón, prometiendo salvarla por este medio(…) más tarde por medio de una comunicación íntima, Nuestra Señora, me dijo, quejándose: No han querido atender mi petición… Rusia habrá ya esparcido sus errores por todo el mundo, provocando guerras, persecuciones a la Iglesia: el Santo Padre tendrá que sufrir mucho» (Memorias… p198).

La Segunda Guerra Mundial fué la consecuencia de esto, y la señal del castigo, la luz extraña de la noche del 25-26 de enero de 1938. Pero la cosa no para aquí, estos son castigos materiales que se continuarán con guerras que no han cesado durante casi todo el siglo XX, hay más, Fátima lo dice, la Iglesia será perseguida, el Papa tendrá mucho que sufrir (no se sabe si por las persecuciones o por no haber realizado a tiempo la consagración, o por ambas cosas), pues ni Pío XI, ni Pío XII, desde antes de la II Guerra Mundial cumplieron con la petición. La Virgen de Fátima dijo bien claro: «La guerra va a acabar, pero si no dejan de ofender a Dios, en el reinado de Pío XI comenzará otra peor. Cuando véais una noche alumbrada por una luz desconocida6, sabed que es la gran señal que Dios os da de que va a castigar al mundo por sus crímenes por medio de la guerra, del hambre y de persecuciones a la Iglesia y al Santo Padre» (Memorias… p. 165). Es un hecho que Rusia ha esparcido sus errores por el mundo, promoviendo guerras y persecuciones a la Iglesia. El comunismo es una doctrina atea, antievangélica es en suma el viejo ideal judaíco del Paraiso en la tierra, es el humanismo ateo de la civilización tecnocrática, personalista y totalitaria, una verdadera Satanocracia, para lo cual se amalgamarán el comunismo (capitalismo totalitario) con el capitalismo liberal, al servicio de un nuevo Orden Mundial dirigido por el Poder Oculto.

Al respecto el venerable Padre Meinvielle nos da una gran luz: «Hemos de decirlo claramente. En el mundo de hoy, así como existe una Iglesia sobrenatural fundada por Jesucristo, que busca la salvación eterna del hombre, existe también un Poder Oculto de hombres que tratan de establecer una ciudad materialista, atea y satánica que procure la perdición eterna del hombre. (…) Este Poder Oculto, que opera desde hace siglos, trabaja hoy en forma acelerada para el dominio universal y total del mundo. Sus planes están muy adelantados. Y después del comunismo y del capitalismo quiere implantar la ciudad tecnocrática de la sinarquía» (La Iglesia y el Mundo Moderno, Ed. Theoria Buenos Aires, 1966, p. 208-209).
Es más, «para la sinarquía ya ha pasado la era del capitalismo y del comunismo. Viene la era de una civilización socialista tecnocrática.» (Ibid. p.211).
«En la creación de esta ciudad personalista y totalitaria aunan sus esfuerzos, liberales, socialistas y comunistas, y en su erección también se alínean los maritainistas» (Meinvielle, Crítica de la Concepción de Maritain sobre la Persona Humana, Ed. Nuestro Tiempo Buenos.Aires. 1948, p. 376).

Después de las dos partes reveladas del Secreto de Fátima que hablan del infierno eterno y de los castigos materiales, viene la tercera parte que habla del castigo espiritual: la pérdida de la fe, la Gran Apostasía Universal de las Naciones, quedando Portugal como contraste en medio de las demás Naciones sumergidas en las tinieblas del error y la confusión doctrinal más espantosa, lo cual está en plena consonancia con las Escrituras.
La frase con la cual comienza el 3er Secreto: «En Portugal se conservará siempre el dogma de la Fe», implica forzosamente que las demás Naciones perderán la fe, incluso Roma (Estado Vaticano) tal como lo afirma a su vez Nuestra Señora en La Salette. Esto no es otra cosa que la Gran Apostasía anunciada en las Escrituras para el fin de los tiempos, lo cual es una profecía eminentemente apocalíptica.
La Salette y Fátima están señalando con el dedo la Apostasía Universal de las Naciones Gentiles, gran castigo espiritual en primer orden. Se trata entonces de la Gran Tribulación por la pérdida de la fe y la Gran Confusión Doctrinal que hará caer en el error a los buenos (los que conservan la buena doctrina) si los tiempos no son acortados. Se trata de la Abominación de la desolación en lugar santo, la Iglesia despojada de su verdadero culto, ultrajada por su clero y jerarquía docente. Roma vuelta a su antiguo error cobijando todas las religiones, que convertida en Cátedra del error y la mentira abraza a todas las falsas religiones bajo un falso y herético Ecumenismo. San Jerónimo en su comentario a Mt. 24 dice que: «Por la abominación de la desolación se puede también entender el dogma corrompido. Cuando lo veamos establecido en lugar santo, esto es en la Iglesia, y presentarse como Dios, debemos huir de Judea hacia las montañas, es decir, dejar la letra que mata y la perfidia judaica para acercarnos a los montes eternos de donde Dios irradia su admirable luz». (Brev. Rom. Pars Autum. Dom. XXIV In III Noct. Lec IX).
Son muy elocuentes estas palabras de San Jerónimo, nos advierte contra la perversión judaica que vuelta cátedra (introducida) en la Iglesia lleva a la corrupción del dogma de la fe tal como Fátima lo anuncia teniendo que ir a las alturas de la verdad eterna (los principios inmutables) desde donde Dios nos ilumina con la verdad, de lo contrario quedaremos presos de la letra que mata, pues «debemos mas bien sembrar en el campo espiritual de las Escrituras para cosechar los frutos» de la luz y la verdad, como más adelante indica San Jerónimo.

En concordancia con esto, Orígenes expone que en las Escrituras «se halla con frecuencia el Anticristo, que es la predicación falsa, y los que esto entienden, huyen desde Judea de la letra a los elevados montes de la verdad». (Catena Aurea, In Mat. cap. 24.).
El pseudo profeta y los falsos apóstoles son según Santo Tomás, los que predican lo contrario a la fe: «diseminan una falsa doctrina, una doctrina herética, no proponen la palabra del Señor, sino que inventan una falsa doctrina». (Opus Omnia t.IV. Mandonet Parisiis 1927 p.178, Contra Imp. Dei Cult. et Relig.)

El poder sacerdotal corrompido es, según el P. Bertina S.J. tal como dice en su comentario al Apocalipsis, la bestia segunda que sale de la tierra: «La segunda bestia es el poder sacerdotal…» (La Sagrada Escritura. Nuevo Testamento t. III BAC Madrid 1962 p. 714).
Lo peor es que la segunda bestia tiene apariencia de cordero significada por los dos cuernos que a su vez representan el poder episcopal. «La actividad específica de la segunda bestia está rodeada de un nimbo religioso. La finalidad de su obrar consisten en propagar el culto de la primera bestia… La actuación portentosa de la segunda bestia consigue… inducir a la falsa doctrina religiosa, con todas sus terribles consecuencias a las masas admiradas, en provecho de la primera bestia.» (Ibid. p. 720 – 721).

Cornelio a Lapide en su comentario al Apocalipsis dice respecto a los dos cuernos: «Estos dos cuernos serán especies de una mansedumbre y santidad simulada, para parecerse al Cordero… Los dos cuernos representan la dignidad Episcopal sea la mitra misma (porque es bicorne) o ya sea por las infulas. Parece pues, que este pseudo profeta será algún obispo apostata y simulador de la religión, traidor del honor Eclesiástico.» (Com. Apoc. cap XIII).
En suma, como se ve, se trata del Misterio de Iniquidad que se manifestará plenamente cuando se manifieste el Anticristo.
Según Mons. Straubinger: «La apostasía disfrazada es para el Apóstol de los Gentiles el misterio de la iniquidad, del cual habla en 2 Tes. 2,7, para abrirnos los ojos sobre los espíritus que nos engañan bajo forma de piedad y aparatosa religiosidad, incluso apariciones». (Espiritualidad Bíblica, Ed. Plantin Buenos.Aires. 1949 p.27).

«Pues todo falso profeta tiene dos cuernos como el cordero (Apoc. 13,11), es decir, la apariencia exterior de Cristo, y sólo pueden descubrirlo los que son capaces de apreciar espiritualmente lo que es o no es palabra de Cristo» (Ibid. p.29).
Como hace ver el P. Castellani: «La Religión será adulterada, sus dogmas vacíados… La Gran Apostasía será a la vez una grande, la más grande herejía. ¿Qué es lo que puede corromper a la Iglesia? Lo mismo que corrompió a la Sinagoga, el Fariseismo.» (El Apokalypsis Ed. Paulinas Buenos.Aires. 1963, p.153).
La religión será ultrajada y pisoteada reducida a su mínima expresión y como dice el P. Castellani, pisotear no es eliminar: «el cristianismo será adulterado» (Ibid. p. 152). El Anticristo se beneficiará del cristianismo adulterado y además: «Reducirá a la Iglesia a su extrema tribulación, al tiempo que fomentará una falsa Iglesia.» (Ibid. p. 199).
Las Sagradas Escrituras confirman lo dicho respecto a la apostasía de los últimos tiempos: «Has de saber que en los últimos días sobrevendrán tiempos difíciles» (2 Tim. 3,1). «En posteriores tiempos habrá quienes apostatarán de la fe, prestando oídos a espíritus de engaño y a doctrinas de demonios» (1 Tim. 4,1).
«Primero debe venir la apostasía y hacerse manifiesto el hombre de iniquidad, el hijo de perdición; el adversario, el que se ensalza sobre todo lo que se llama Dios o sagrado, hasta sentarse el mismo en el templo de Dios (2 Tes. 2,3-4).
Mons. Straubinger expone en suma, con tino y sabiduría: «el misterio de iniquidad, que culminará en el Anticristo y su triunfo sobre todos los que creerán a la mentira por no haber aceptado el misterio de la sabiduría (1 Cor. 2,7), ya está operando desde el principio, en forma subrepticia de cizaña mezclada con el trigo y de peces malos entre la red (Mat. 13, 47 s), a causa del dominio adquirido por Satanás sobre Adán, y mantenido sobre todos sus descendientes que no aprovechan plenamente la redención de Cristo. Es, no solo el gran misterio de la existencia del pecado y del mal en el mundo, no obstante la omnipotente bondad de Dios, sino principalmente. y en singular, ese misterio de la apostasía, que llevará al triunfo del Anticristo sobre sus santos (Apoc. 13,7), a la falta de fe en la tierra (Mat. 24, 24; Luc. 18,8), y, en una palabra, a la aparente victoria del diablo y aparente derrota del Redentor hasta que El venga a triunfar gloriosamente en los misterios más adelante señalados para el fin» (Nota nº 6, 2 Tes. 2,6).

Por esto nosotros debemos a pesar de todas las tribulaciones presentes y futuras mantenernos en una santa esperanza, tal como nos exhorta San Pedro: «Tened, pues, paciencia hermanos, hasta la Parusia del Señor… tened paciencia: confirmad vuestros corazones, porque la Parusia del Señor está cerca» (Sant. 5,7,8). Y como dice Nuestra Señora de Fátima «Por fin, mi Inmaculado Corazón triunfará».
No nos dejemos engañar con los falsos profetas del progreso de la nueva civilización humanista, (gnósticopersonalista) que enarbola la dignidad y libertad bajo las apariencias de verdad. El falso ecumenismo postconciliar tiene sus profetas con grandes carismas. Juan Pablo II con su encíclica «Ut Unum Sint» (sobre el empeño ecuménico) se convierte en la cabeza visible que presagia la parodia más espectacular de una Nueva Era (civilización del amor y la unidad) sin dogmas que dividan, convirtiéndose en el principal enemigo de Cristo Rey, y de su Reino, pues lo tergiversa e invierte.

La civilización del Amor de Juan Pablo II está condenada por San Pío X en Notre Charge Apostolique: «Y ahora, penetrados de la más viva tristeza- Nos preguntamos, venerables hermanos, en qué ha quedado convertido el catolicismo del Sillon. Desgraciadamente, el que daba en otro tiempo tan bellas esperanzas, este río límpido e impetuoso, ha sido captado en su marcha por los enemigos modernos de la Iglesia y no forma ya en adelante más que un miserable afluente del gran movimiento de apostasía, organizado, en todos los países, para el establecimiento de una Iglesia universal que no tendrá ni dogmas, ni jerarquía, ni regla para el espíritu, ni freno para las pasiones,7 y que, so pretexto de libertad y de dignidad humana, consagrará en el mundo, si pudiera triunfar, el reino legal de la astucia y de la fuerza y la opresión de los débiles, de los que sufren y trabajan». (Doctrina Pontificia, II Documentos Políticos, BAC Madrid, 1958, p. 419).
El carácter profético de Juan Pablo II, y el carisma que tiene son innegables, su error está en que no cuenta con Cristo para realizar la Gran Promesa: «Ut unum sint», a fin de que también sean uno formando un sólo rebaño bajo un solo pastor. Juan Pablo II con todo su Ecumenismo instalado paladinamente por el Concilio Vaticano II, es el mayor y más grande de los tergiversadores de las profecías apocalípticas del Reinado de Cristo, del Reino de María, del Reino de los Sagrados Corazones de Jesús y María, donde Cristo reinará sobre todas las Naciones, sobre todos los pueblos, no sólo de derecho, sino también de hecho, no solo espiritualmente sino social y prácticamente. Verdadera Nueva Era, antagónica a la Nueva Era (New Age) donde se amalgaman todas las creencias bajo el concepto gnóstico-cabalístico de Dios, en una síntesis diabólica, en un sincretismo sacrílego y blasfemo, tal como se puede ver en la contratapa de una de sus múltiples publicaciones: «Un mensaje para toda la Humanidad. La energía del amor es el poder para crear un mundo nuevo y mejor. La virgen María explica cómo vivir más plenamente conscientes de nuestra existencia y objetivos terrenales y cómo prepararnos para reencontrar el mundo espiritual tras la muerte física. Mi ruego para todo el mundo es que inicie una transformación sea cual sea el concepto de Dios que tenga cada uno…»7 (Annie Kirkwood, El Mensaje de la Virgen al Mundo, Ed. Robin Book, Barcelona 1995).
Esto concuerda con la civilización del Amor pregonado por Juan Pablo II y su famoso Totus tuus. No nos dejemos engañar, los lazos del Maligno se aunan, la gran síntesis se realiza, cultural y religiosamente el sincretismo sinárquico está muy avanzado y la Iglesia está dentro de sus garras de modo incondicional a partir del Vaticano II, que más que un Concilio, fue un conciliábulo donde el Humo de Satanás campeó por doquier.
7 El subrayado es nuestro.

Como bien dice el insigne P. Julio Meinvielle respecto al programa de la Sinarquía y la civilización satanocrática: «Este programa tiene por objeto crear una cultura global que se mueva en torno a una ‘Iglesia Universal’ la cual daría una unidad esotérica a los grandes grupos religiosos humanos, el cristianismo, el judaísmo, el hinduísmo. Se haría una especie de federalismo religioso una igualdad de todas las creencias bajo la forma de un pluralismo fraternal,…» (La Iglesia… p. 211).
Esta es la actividad frenética que Juan Pablo II con su Ecumenismo de Asis se encaminó a cumplir. No lo olvidemos, la civilización Satanocrática es ecumenico-gnostico-personalista. Es pluralista, democrática y tecnológico-socialista: «El orden cultural es la sal de la democracia sinárquica, es decir, del pueblo recibiendo las enseñanzas, sometido al dirigismo del espíritu en el marco del pluralismo canalizado, expresión social de la realidad profunda del hombre universal y del ‘devenir del ser’. En ese pluralismo, el hombre individual libera lo que él comporta de ‘misterio y de divinidad en devenir’. De aquí procede en el movimiento sinárquico la ‘primacía de lo espiritual’ pero de un espiritual que no tiene otro contenido que la universalidad del humanismo elevado a la altura de una religión común. (…) Fácil es advertir que en este programa cultural, que gira en torno al ‘Hombre Universal’, la Iglesia pierde su personalidad pública de ‘Luz de los Pueblos’ y queda reducida, cuando mucho, a una de las tantas creencias pluralistas colocadas al servicio de aquel ‘Hombre Universal’.(…) Esta adoración del hombre no puede consistir sino en una adoración a Satán. En una civilización satanocrática. Existe una perfecta coherencia entre los planes del poder oculto y el camino que llevan las relaciones de la Iglesia y el Mundo.» (Ibid. p. 212-213).
En esto converge toda la actividad de la Jerarquía oficial de la Iglesia y de su representante Máximo, Juan Pablo II.

No nos sorprenda que la Iglesia quede desplazada obscurecida, relegada. El famoso teólogo español Domingo Soto advirtió algo parecido cuando en un pasaje traído y comentado por el P. Castellani, se refiere al eclipse de la Iglesia y a la pérdida de la fe: «Porque cuando vuelva el Hijo del Hombre ¿Creéis que encontrará fe sobre la tierra? porque fe habrá, aunque sean pocos y perseguidos, en los últimos tiempos. Pero la fe en este sentido significa la fe organizada, es decir la Iglesia. La Iglesia -dice el teólogo Domingo Soto- ‘será quitada del medio’. Ese tiempo no se si está cerca o lejos.» (Catecismo para adultos, Ed. Grupo Patria Grande Buenos Aires, 1979, p.36).
Tengamos presente que la cultura humanista, con su ideal de libertad y dignidad de la persona humana, con sus derechos del hombre, o en términos de Maritain, la civilización cristiana pluralista, el humanismo integral, la Nueva Cristiandad, la Nueva Democracia, son las armas ideológicas del Anticristo tal como nos advierte Mons. Straubinger: «Las armas del Anticristo son falsas ideologías y doctrinas que Satanás, ‘el príncipe de este mundo’, va introduciendo desde ahora bajo etiquetas de cultura, progreso y aún de virtudes humanas que matan la fe, y gracias a los medios que la técnica moderna le da para monopolizar la opinión pública» (Nota nº 6, 2 Tes. 2,6).

Una de las declaraciones más importantes de Sor Lucía es la conversación mantenida con el Padre Agustín Fuentes el 26 de Diciembre 1957 quien se preparaba para ser postulador de la causa de beatificación de Jacinta y Francisco, y que hizo pública en una conferencia de regreso a Méjico el 22 de mayo de 1958 a las hermanas misioneras del Sagrado Corazón y de Nuestra Señora de Guadalupe: «Padre, la Santísima Virgen esta muy triste, porque nadie hace caso de su Mensaje, ni los buenos, ni los malos. Los buenos continúan su camino, pero sin hacer caso del Mensaje. Los malos, no viendo caer sobre ellos actualmente el castigo de Dios, continúan su vida de pecado sin preocuparse del Mensaje. Pero créame, Padre, Dios va a castigar el mundo y será de una manera terrible. El castigo de Dios es inminente. Qué falta, Padre, para 1960 y que sucederá entonces?… No puedo dar otros detalles porque es todavía un secreto. Unicamente el Santo Padre y Monseñor el obispo de Leira podrían saberlo, por voluntad de la Santísima Virgen, pero ellos no han querido para no ser influidos. Es esta la tercera parte del mensaje de Nuestra Señora que permanecerá secreta hasta la fecha de 1960. (…) el demonio está a punto de librar una batalla decisiva con la Virgen.(…) no esperemos que venga de Roma un llamado a la penitencia de parte del Santo Padre para el mundo entero, no esperemos tampoco que venga de nuestros obispos en sus diócesis, ni tampoco de la congregaciones religiosas. No, Nuestro Señor ha utilizado antes muchas veces estos medios y el mundo no ha hecho caso. Por esto, ahora, es preciso que cada uno de nosotros comience el mismo su propia reforma espiritual, cada uno debe salvar no solamente su alma, sino también todas las almas que Dios ha dispuesto sobre su camino. Padre, la Santísima Virgen no me ha dicho que estamos en los últimos tiempos del mundo, pero me lo ha hecho saber por tres motivos: el primero porque me ha dicho que el demonio está a punto de librar una batalla decisiva con la Virgen, y una batalla decisiva es una batalla final donde se sabrá de qué lado está la victoria, y de cual la derrota. (…) El segundo porque ha dicho, tanto a mis primos como a mí misma, que Dios daba los dos últimos remedios al mundo: el santo Rosario y la devoción al corazón Inmaculado de María y estos siendo los dos últimos remedios, significa que no hay otros. Y el tercero, porque siempre en los planes de la Divina Providencia, cuando Dios va a castigar el mundo, agota primero todos los otros recursos. Ahora bien, cuando ha visto que el mundo no hace caso ninguno, entonces como diríamos en nuestra forma imperfecta de hablar, El nos ofrece con cierto temor el último medio de salvación, su Santísima Madre. Pues si despreciamos y rechazamos este último medio, no tendríamos ya el perdón del Cielo, porque habremos cometido un pecado que el Evangelio llama pecado contra el Espíritu Santo, que consiste en rechazar abiertamente, con todo conocimiento y voluntad, la salvación que se nos ofrece. Dos medios para salvar el mundo -me decía Sor Lucía- la oración y el sacrificio (…). Luego el Santo Rosario. Mire, Padre, la Santísima Virgen, en estos últimos tiempos que vivimos, ha dado una eficacia nueva al rezo del Santo Rosario. De tal suerte que no hay ningún problema, por difícil que sea, temporal o sobre todo espiritual, concerniente a la vida personal de cada uno de nosotros, de nuestras familias, de las familias del mundo o de las comunidades religiosas, o bien de la vida de los pueblos y de las naciones, no hay ningún problema, digo, por difícil que sea, que no podamos resolver por la oración del Santo Rosario. Con el Santo Rosario nosotros nos salvaremos , nos santificaremos, consolaremos a Nuestro Señor y obtendremos la salvación de muchas almas, En resumidas cuentas, la devoción al Corazón Inmaculado de María, nuestra Santísima Madre, considerada como la sede de la clemencia de la bondad y del perdón, como la puerta segura para entrar en el Cielo(…).» (Fátima… p. 283-284-285).

Dada la importancia y trascendencia de este texto conviene dar la garantía de su autenticidad. En primer lugar tenemos que: «el P. Alonso, encargado por Mons. Venancio de la edición crítica de los documentos referentes a Fátima, comienza adoptando sobre este punto la versión oficial. ‘Hay que notar, -dice en Septiembre de 1971 durante la sesión de la Sociedad Francesa de estudios mariales-, que ciertas revelaciones hechas por la prensa sobre Sor Lucía no pueden atribuírsele, por ejemplo las que han difundido el P. Fuentes y el P. Lombardi’. Ahora bien, cinco años más tarde, el experto oficial sostenía una posición totalmente diferente puesto que declaró: ‘Eso que dice el Padre Fuentes en el texto auténtico de su conferencia a la comunidad religiosa mejicana corresponde ciertamente en lo esencial a lo que había oído de Sor Lucía durante su visita del 26 de diciembre de 1957. Pues, aunque mezcladas de consideraciones oratorias de partes del predicador aunque arregladas literalmente, estos textos no dicen nada que Sor Lucía no dice en sus numerosos escritos dados al público.’ Si el Padre Alonso ha cambiado así de parecer, es porque entre tanto, por sus trabajos, ha tenido la ocasión de entrevistarse con Sor Lucía.» (Fátima… p. 286-287).
Y en la nota al pie de página tenemos que «El P. Kondor que ha sucedido al P. Fuentes y que desde 1961, ha tenido a veces la ocasión de conversar con Sor Lucía, reconoce también ahora que las declaraciones de la vidente referidas por el P. Fuentes eran auténticas. El 7 de agosto de 1990, declaró, en efecto a nuestro amigo, M. David Boyce: `El P. Fuentes fué censurado por sus indiscreciones.’ No es significativo que el P. Kondor haya dicho ‘por sus indiscreciones’ y no ‘por sus fabulaciones’?» (Fátima… p.287). Como sería lo lógico de ser puras invenciones suyas.

DECLARACIONES Y ACTITUDES DE QUIENES LEYERON EL TERCER SECRETO

Las declaraciones y actitudes de quienes leyeron el tercer Secreto vienen a confirmar todo lo expuesto en cuanto a lo substancial del tercer Secreto.

Quienes leyeron el tercer Secreto? Desgraciadamente ni Mons. da Silva (primera instancia directa en la jerarquía a quien correspondía el tercer Secreto) ni Pío XII leyeron el secreto, no quisieron en resumidas cuentas enfrentarse con su contenido, dejando pasar el tiempo, quizás esperando a 1960, pero ambos fueron arrebatados antes, el primero en 1957 y el otro en 1958.
Sor Lucía cuya misión era transmitir el mensaje a la jerarquía de la Iglesia y no el publicarlo al mundo, hizo prometer ante la desidia de Mons. da Silva que fuese abierto en 1960, para que el mundo lo supiera, pues es la Jerarquía y no Sor Lucía, quien tiene el deber de publicar al mundo el tercer Secreto. Y esto en razón del contenido que concierne directamente a las autoridades de la Iglesia.

Como bien dice el Hermano Michel: «El 17 de junio de 1944, cuando Mons. da Silva toma posesión del sobre conteniendo la tercera parte del Secreto, habría podido leer enseguida el mensaje y luego darlo a conocer en la medida que lo hubiese juzgado bueno.(….) Desde 1945, se previó que si Mons. da Silva llegaba a morir el precioso documento pasaría al Cardenal Cerejeira8 patriarca de Lisboa. El tercer Secreto, contrariamente a eso que se afirma después, no estaba pues, ni exclusivamente, ni tampoco explícitamente destinado al Santo Padre. Al igual que las dos primeras partes del Secreto, con las que forma un todo, fué confiado a la Iglesia, y en primer lugar a los representantes de la jerarquía portuguesa, a quienes correspondía informarse y darlo a conocer» (Fátima… p. 289). Y como es lógico pensar, Sor Lucía desearía que el Papa lo supiera lo más pronto posible, y por eso quería hablar personalmente con el Papa, para exponerle el tercer Secreto y «como finalmente Sor Lucía no pudo conversar con Pío XII, desde 1946 fue convenido entre Sor Lucía y Mons. da Silva que el último Secreto sería divulgado en 1960» (Fátima… p. 290). Sor Lucía que sabía que el mensaje del 3er Secreto debía ser publicado por la Jerarquía Oficial de la Iglesia, se asegura por una promesa, prácticamente exigida, a su Obispo, para tener la garantía de que realmente fuese así, ante el rechazo de leer el mensaje por parte de Mons. da Silva, «Mencionaremos primero el testimonio decisivo del canonigo Galamba: ‘Cuando el señor Obispo rechaza abrirlo, Lucía le hace prometer que será abierto definitivamente y leído al mundo cuando ella muera, o en 1960, según sea lo primero que acontezca’» (Fátima… p.290). Es evidente que Sor Lucía no quería morir sin que al menos se de a conocer el 3er Secreto, pero como no es ésta su misión, si no la misión, el deber y la responsabilidad de la Jerarquía de la Iglesia, ella está reducida al más doloroso de los silencios, ante el eclipse de la Iglesia, sobre el cual Fátima viene a advertirnos.

Sor Lucía ha dicho que su misión no es la de ser profeta, es decir, la de divulgar al mundo el 3er Secreto, pues en cuanto a esto es una humilde y pobre mensajera ante la Iglesia y sus representantes, ella es la pobre campesina carmelita que hizo de intermediaria entre el Mensaje del Cielo y la Jerarquía de la Iglesia. Su misión es advertir sobre el grave peligro de la condenación de las almas y de establecer la devoción al Inmaculado Corazón de María como último recurso de salvación en estos tiempos Apocalipticos para el mundo y la Iglesia; por esto, conviene decirlo de paso, no importa que ahora sor Lucía se contradiga, o le hagan creer o pensar algo distinto por presión contínua de la misma Jerarquía de la Iglesia y de modo especial por el mismo Vaticano sobre tal o cual cosa, etc, reduciendo incluso al máximo sus visitas y (8 El Cardenal Cerejeira era conciente que en 1960 se debía revelar al público el tercer Secreto: «El 7 de Septiembre de 1946, en Brasil durante la clausura del Congreso Marial de Campinas, el cardenal Cerejeira hizo la siguiente declaración: ‘Por las dos partes ya reveladas del secreto – la tercera no ha sido todavía comunicada, pero está redactada en una carta sellada con cera y será abierta en 1960-, sabemos suficientemente para concluir que la salvación del mundo, en esta hora extraordinaria de la historia, ha sido confiada al Corazón Inmaculado de María’.» (Fátima… p. 290).) entrevistas, haciendo pensar que está casi prisionera en su propio convento por orden de Roma, pudiéndo sólo visitarla unos pocos familiares, viejos conocidos y los Cardenales; pues toda otra visita requiere el permiso expreso de Roma. Así como Roma silencia el 3er Secreto es lógico que trate de silenciar al máximo a Sor Lucía. Es lógico pensar que se la adoctrine sutilmente según los propósitos de la curia Vaticana y del mismo Juan Pablo II para que diga cosas no tan disconformes a la actuación del Sumo Pontifice, con respecto a la consagración de Rusia y a la revelación del 3er Secreto, por ejemplo. En realidad poco importa, pues lo dicho anteriormente dicho está y es suficiente para saber a que atenernos.

Por esto tampoco debe inquietarnos demasiado algunas respuestas de Sor Lucía en la entrevista con el Cardenal Padiyara el 11 de Octubre de 1992 acompañado de Mons. Michaelappa, del P. Pacheco y de Carlos Evaristo, quien asistió como intérprete, siendo además historiador y periodista, y que publicó la entrevista en «Duas Horas com a Irma Lucia» con todas las garantías de la autenticidad en 1994.
De otra parte conviene tener también en cuenta que Sor Lucía puede decir una cosa a instancias de sus superiores, que parece decir Nuestra Señora sin que en realidad lo haya dicho; lo cual es muy significativo para hacerse una idea del carácter de Sor Lucía el cual queda reflejado en una respuesta suya al P. Umberto Pascuale: «Respondiendo a su pregunta esclarezco: Nuestra Señora de Fátima en su pedido sólo se refiere a la consagración de Rusia. En la carta que escribí al Santo Padre Pío XII, por indicación del confesor, pedí la consagración del mundo con mención explícita de Rusia» (Fátima…. p.393). Conviene precisar referente a la misión de Sor Lucía que ella dijo claramente ante el reproche de su silencio: «Puede ser, Exmo y Rev.mo Sr. Obispo, que a alguien le debía haber manifestado todas esas cosas hace mucho tiempo,(…) Así hubiese sido, si Dios me hubiese querido en el mundo como profeta. Pero creo que esa no fué la intención de Dios, al darme a conocer todas esas cosas. Si así hubiese sido, pienso que, en 1917, cuando me mandó guardar silencio —orden que fué confirmada por medio de los que lo representaban,— me hubiera mandado hablar.» (Mensaje… p. 110).

Y en la nota nº 22 de la tercera Memoria se lee: «La hermana Lucía ha tenido varias veces que defenderse de no haber comunicado antes muchas de sus cosas. Pero, la culpa no la tenía ella; sino sus superiores, quienes por prudencia, no las dieron a conocer antes» (Mensaje… p.113).
La misión de Sor Lucía queda bien demarcada cuando Nuestra Señora manifiesta que pronto irán al cielo Jacinta y Francisco mientras que Lucía se quedará algún tiempo más. «Sí, a Jacinta y a Francisco los llevaré pronto, pero tú te quedas aquí algún tiempo más. Jesús quiere servirse de tí para hacerme conocer y amar. El quiere establecer en el mundo la devoción a mi Inmcaculado Corazón. A quien la abrace, prometo la salvación y serán queridas de Dios estas almas como flores puestas por mí para adornar su trono» (Mensaje… p. 195). Sor Lucía mensajera del Corazón Inmaculado, esa es su misión.
Por esto no teme Sor Lucía ninguna pena del purgatorio por haber guardado silencio respecto al 3er Secreto, cuando el canónigo Galamba decía: «Mándele, Sr. Obispo que escriba todo, sí todo. ¡Que ha de dar muchos vuelcos en el purgatorio por haber callado tanto!» Sor Lucía responde. «En cuanto a eso, no tengo el menor recelo del purgatorio» (Mensaje… p.148).
En 1941 cuando Sor Lucía escribe su cuarta Memoria, todavía no le era permitido revelar a la Jerarquía de la Iglesia el 3er Secreto: «Comienzo, pues, mi nuevo trabajo y cumpliré las órdenes de V.E. Reverendísima y los deseos del Sr. Dr. Galamba. Exceptuando la parte del secreto que, por ahora, no me es permitido revelar, diré todo. Advertidamente no dejaré nada» (Mensaje… p. 149). Sólo cuando Sor Lucía tiene licencia del cielo para revelar el 3er Secreto, lo hace saber y espera recibir la orden formal del Obispo, pues es un mensaje que tiene formalmente por destinatario a la Jerarquía oficial de la Iglesia. Así se explica porque no accedió a decir o escribir nada sin la orden formal (oficial) en nombre de Dios, del representante oficial inmediato de la Iglesia (el Obispo del lugar). A este respecto es muy esclarecedor lo acontecido durante la entrevista de Mons. da Silva y el Canonigo Galamba, con Sor Lucía durante el verano de 1943, en el Asilo Fonseca en Valença do Minho: «De pronto el canónigo Galamba le pregunta: ‘Por qué no revela la tercera parte del Secreto de Nuestra Señora? Puede usted quizás decirlo ahora?’ Entonces- Lucía haciendo un gesto con la cabeza hacia Mons. da Silva: ‘Ahora, si Monseñor lo quiere, puedo decirlo’… ‘Monseñor, Sor Lucía dice que si Ud. quiere, ella puede revelar ahora la tercera parte del Secreto’ … ‘No quiero hacer nada para eso, no quiero mezclarme en ello’ – ‘Ah, que lástima! contesta el Canónigo Galamba. Dígale al menos que lo escriba sobre un papel que le entregará en un sobre sellado’… El 15 de Septiembre, el Obispo se dirige solo a Tuy y conversando con la vidente en la enfermería, no le da la orden formal, en nombre de Dios, para redactar el tercer Secreto, sino que expresa únicamente un vago deseo. De suerte que Sor Lucía fué embargada por una angustia terrible, pues, a fin de cuentas, Mons da Silva le pedía obedecer a sus inspiraciones: ‘Me parece que escribir, explicaba, es de algún modo revelarlo, y no tengo aún la autorización de Nuestro Señor para hacerlo. De todos modos, como estoy acostumbrada a ver la voluntad de Dios en mis superiores, considero la obediencia y no sé qué hacer. Prefiero una orden formal sobre la cual me pueda apoyar delante de Dios y que me permita decirle con seguridad: me lo han ordenado Señor. Pero esas palabras: ‘Si la Sor lo quiere’ me turban y me dejan perpleja Sor Lucía esperaba pues, una orden expresa de su Obispo. He ahí lo importante.» (Fátima… p. 269-270).

Podría pensarse que hay una contradicción en lo que dice Sor Lucía al canónigo «si Mons. lo quiere, puedo decirlo» de una parte, y de otra al decirle a Mons. «no tengo aún autorización de Nuestro Señor». La contradicción es aparente, pues Sor Lucía sí podía decirlo, pero a condición de que el obispo (la Jerarquía) se lo pidiera expresa y formalmente en nombre de la Iglesia, lo cual hace Sor Lucía con sencillez y humildad exponiéndole la dificultad en revelarlo sin una orden formal de parte suya.
Finalmente a mediados de Octubre de 1943 Mons. da Silva le da la orden que Sor Lucía reclamaba. Despúes de algunas dificultades redacta el 3er Secreto fortalecida por la aparición de la Virgen el 2 de Enero de 1944 en Tuy. El 9 de Enero de 1944 avisa a Mons. da Silva que está escrito lo que le había mandado.
Por orden de Roma en 1957 el sobre es enviado al Vaticano, Mons. Venancio secretario de Mons. da Silva pide hacer una copia del original que se conserve en Portugal, pero no lo logra, sólo pudo observar a tras luz el sobre conteniendo el otro sobre con el mensaje que estaba escrito en una pequeña hoja de papel. (Cfr. Fátima… 291).
El tercer Secreto lo leyó Juan XXIII, su confesor Mons. Cavagna, su secretario privado, Mons. Capovilla, un traductor portugués de la Secretaría de Estado Mons. Tavares. Después el Papa lo hace leer al Cardenal Ottaviani, prefecto del Santo Oficio. (Cfr. Fátima… p.295).
Juan XXIII manifestó en agosto de 1959 después de haber leído el 3er Secreto: «Esto no concierne a los años de mi pontificado» (Fátima… p.298). Estas palabras son muy significativas y reveladoras para quien está en la pista. Sólo acontecimientos de carácter apocalíptico pudieron hacer pensar que lo profetizado no podía tener ahora lugar. Al igual que la hora de la muerte todo el mundo la deja para más adelante, no piensa que puede ser ya, ahora. Lo mismo con todo lo relativo al Apocalipsis: La Gran Apostasía, la abominación de la desolación en lugar santo, el pseudo profeta con apariencia de Cristo (Cordero) pero tan bestia como su homólogo la bestia del mar, etc. Es decir que sobre los últimos tiempos y la parusia nunca pensamos que pueda ser en estos tiempos sino más lejanos y cuanto más, mejor.
El tercer Secreto, no es una simple invitación a la oración y a la penitencia, ni trata de catástrofes materiales (guerras, destrucción, etc.) ésto ya está contenido en la segunda parte del secreto, el cual tiene tres. Sí, tres partes que forman un todo armónico pero que son 3 cosas distintas (Cfr. Fátima… p398).

Es por su contenido Apocalíptico que Roma no a querido revelar el 3er Secreto, en el cual esta involucrada también la Iglesia con esta crisis de Fe. La jerarquía oficial de la Iglesia esta comprometida en el 3er Secreto, esta es la razón por la cual en ultima instancia no se revela el 3er Secreto, sobre todo hoy, pues señala con el dedo la crisis de Fe de la cual es responsable Vaticano II y Juan Pablo II quien sigue la misma línea.
Las palabras de Juan XXIII por sí solas revelan el carácter profético del 3er Secreto, que están en armonía con todo el aspecto apocalíptico del tema.
El Cardenal Cerejeira hace una interesante reflexión al respecto muy bien comentada por el Hermano Michel: «No se trata tampoco de profecías de felicidad: el tercer Secreto de Fátima no se aviene ciertamente con las opiniones llenas de optimismo del Papa Juan XXIII anunciando que el Concilio será ‘un nuevo pentecostes’, ‘una nueva primavera de la Iglesia’, si hubiera sido esto, él mismo o sus sucesores nos lo habrían revelado. ‘Si hubiese sido alegre, decía el Cardenal Cerejeira al Padre Caillon, nos lo hubieran dicho. Puesto que no nos dicen nada, es porque es triste’». (Fátima… p. 397).
El Cardenal Ottaviani queriendo salvaguardar la imagen del Papa, en ese entonces Pablo VI, justificando la no divulgación del 3er Secreto, nos indica sin quererlo que el Papa está concernido y le atañe directamente. En su alocución del 11 de febrero de 1967 declara que el 3er Secreto «estaba destinado al Santo Padre». «Destinado explícita y exclusivamente al Papa? Ciertamente no,» dice el Hermano Michel, pues «si el último secreto hubiera estado destinado al Papa únicamente, Sor Lucia lo hubiera dicho desde 1944». (Fátima.. p. 402). Además no se lo hubiera entregado a Mons. da Silva como destinatario con poder de leerlo y divulgarlo, ni le hubiera hecho prometer que debía revelarlo en 1960 (fecha límite).
Lo importante es que el Card. Ottaviani «nos hace saber que es soberanamente importante para el Papa. Probablemente porque se trata de él. Seguramente es esta verdad que dió al Cardenal, o más bien al Papa Pablo VI, la idea de salir del apuro pretendiendo que el último secreto esta estrictamente reservado al Santo Padre». (Fátima… p. 402).
Sin embargo el 15 de diciembre de 1960 el Card. Ottaviani hace una alusión a la apostasía moderna en una alocución a los miembros de la Academia Marial Internacional, que pareciera tener mucho que ver con el 3er Secreto: «Basta dar un rápido golpe de vista sobre lo que pasa en este momento en el mundo, para reconocer que sin la intervención de la Madre de todas las misericordias junto al Todopoderoso, el mundo peligraría nuevamente de volverse pagano, con un paganismo más deplorable que el primero, porque está agravado por la apostasía.» (Fátima… p. 417).
No exageramos de ningún modo si involucramos al Papa en el 3er Secreto, es evidente que si «En Portugal se conservará siempre el dogma de la Fe» es porque en las otras partes el dogma de la Fe no se conservará, incluida Roma. Además ¿cómo se perderá el dogma de la Fe sin que la Jerarquía oficial de la Iglesia no haya de algún modo sido culpable, sin que el mismo Papa no desfallezca en su deber custodiando santamente y exponiendo fielmente el depósito de la Fe? ¿Cómo el dogma de la Fe se perderá sin que haya habido desfallecimiento de aquel cuyo cargo principal consiste precisamente en conservar intacto el deposito de la Fe en el seno de la Iglesia?». (Fátima… p. 403).
Al respecto el perito oficial de Fátima (el fatimólogo más versado), el P. Alonso dice: «Es, pues, enteramente probable que el texto del tercer Secreto haga alusión concreta a la crisis de la Fe en la Iglesia y a la negligencia de los pastores mismos. Habla también de luchas intestinas en el seno de la misma Iglesia y de graves negligencias pastorales de la alta jerarquía, de deficiencias de la alta jerarquía de la Iglesia». (Fátima… p. 403).

Sor Lucia nos advierte, recordémoslo, diciéndole al P. Fuentes: «No esperemos que venga de Roma un llamado a la penitencia de parte del Santo Padre para el mundo entero, ni esperemos tampoco que venga de nuestros obispos en sus diócesis, ni tampoco de las congregaciones religiosas. No…». (Fátima… p. 404)
La situación no puede ser más confusa y caótica como en los tiempos de la primera venida del Señor; el rebaño abandonado sin pastores. Lo cual será semejante en su Parusía (Segunda Venida).
Pablo VI leyó también el 3er Secreto: «Pablo VI, escribe Mons. Loris Capovilla, pide informaciones respecto a este documento, y no me acuerdo si fue en julio de 1963 o algunos meses después». (Fátima… p329). «En 1971, el obispo de Leira Mons. Venancio, atestigua que Pablo VI conocía el tercer Secreto». (Fátima… p. 329), pero sin decir públicamente nada, salvo evasivas.
Pablo VI menciona algunos temas mencionados en el 3er Secreto, pero con el fin de disipar cualquier sospecha sobre su contenido. Poniendo así el dedo en la llaga durante una conversación con un periodista milanés en el otoño de 1965: «El Concilio esta a punto de demostrar que al lado de una crisis de la Fe en el mundo, no hay una, afortunadamente, crisis en la Iglesia. Los temas más graves, tales como el de la libertad religiosa, han sido debatidos con amor por la Iglesia. La formación de dos corrientes, progresista y no progresista, como dicen, no pone jamás en cuestión la fidelidad a la Iglesia. Todos discuten por el bien de la Iglesia y no vemos producirse defección ni signos inquietantes de luchas intestinas». (Fátima… p. 417).
Sin embargo conviene recordar que dijo: «La Iglesia se encuentra en una hora de inquietud, de autocrítica, diríamos de auto destrucción» (Discurso 7/dic/1968). «Por cual fisura el humo de Satanás ha entrado en el templo de Dios» (Discurso 29/jun/1972).
Juan Pablo II lo lee pero sin hacer caso: «Antes de dirigirse a Fátima, Juan Pablo II leyó la tercera parte del secreto y consulta a un prelado portugués de Roma a fin de que le traduzca con todos los matices de ese dialecto portugués»: (Fátima… p. 355).
El peligro de la apostasía es mencionado por Juan Pablo II en su primera peregrinación a Fátima en 1982 cuando dice: «Las sociedades amenazadas por la apostasía, amenazadas por la degradación moral9» (Fátima… p. 419).
El Cardenal Ratzinger es otra de las personas que leyó el 3er Secreto y resulta interesante pues ha dicho algunas cosas muy importantes que vienen a corroborar lo que hemos dicho, sobre el 3er Secreto y la crisis de Fe. En agosto de 1984 el Card. Ratzinger en sus declaraciones a Vittorio Messori «afirmaba que en el tercer Secreto de Fátima, del que tuvo conocimiento, había trazos de los peligros que recaen sobre la Fe y la vida cristiana, por consiguiente sobre el mundo» (Fátima… p. 401)
Al periodista que le pregunta por qué no se ha revelado el 3er Secreto el Cardenal Ratzinger responde: «Porque según el criterio de los Papas, no añade nada distinto a todo eso que un cristiano debe saber de la Revelación: un llamado radical a la conversión, la gravedad absoluta de la historia, los peligros que recaen sobre la Fe y la vida cristiana y en consecuencia sobre el mundo. Después la importancia de los últimos tiempos […]. Pero las cosas contenidas en este tercer secreto corresponden a eso que anuncia la Escritura…» (Fátima… p. 412).
(9 Doc. Cath.., 1982, p. 541.)

LA SALETTE PROFECÍA APOCALÍPTICA

Por revelación de la Virgen del cielo en el año 1846, se predijeron cosas relativas a la Iglesia y la Fe en un futuro, no muy lejano, que son una verdadera y real profecía, para nuestra edificación.

El contenido de lo que dice y anuncia la Santísima Virgen en La Salette es no sólo sorprendente en cuanto a la gravedad de lo que dice, sino también inimaginable desde el punto de vista doctrinal como imposible a primera vista; nos referimos a las palabras tremendas, que dicen «Roma perderá la fe y será la sede del Anticristo». No se puede decir en verdad nada más grave y trágico para la Iglesia y el fiel católico, lo cual hace pensar en acontecimientos de orden apocalíptico y no solo en una simple profecía más, sino en una profecía sobre el fin de de los tiempos.

No vamos a citar todo el mensaje de La Salette, solo tomaremos los pasajes más relevantes y decisivos, para que resalte su contenido eminentemente profético y apocalíptico.
Recordemos que toda profecía contiene una visión (o conocimiento) de un suceso de algo oculto para los hombres que encierra una predicción o anuncio de cosas futuras, para su edificación.
«Acercaos hijos míos, no tengáis miedo. Yo estoy aquí para anunciaros una gran noticia(…) Si mi pueblo no quiere someterse, me veré obligada a dejar caer el brazo de mi Hijo. Es tan fuerte y tan pesado que no puedo sostenerlo más» (Abate Gouin, Profecías de Nuestra Señora de La Salette, Madrid, 1977, p. 70).

En cuanto al secreto tenemos: «Melania, esto que yo te voy a decir ahora no será siempre un secreto; puedes publicarlo en 1858.» (Ibid. p. 71).
La corrupción clerical es espantosa y abominable haciéndose eminente un gran castigo: «Los sacerdotes, ministros de mi Hijo, los sacerdotes, por su mala vida, por sus irreverencias y su impiedad al celebrar los santos misterios; por su amor al dinero, a los honores y a los placeres, se han convertido en cloacas de impurezas(…) Dios va a castigar al mundo de una manera sin precedentes» (Ibid p. 71).
El pez se pudre por la cabeza, el mal viene de la cúspide, de la jerarquía misma de la Iglesia: «los jefes, los guías del pueblo de Dios, han descuidado la oración y la penitencia, y el demonio ha ofuscado sus inteligencias; se han convertido en estrellas errantes que la antigua serpiente arrastrará con su cola para hacerlos perecer.(…) La sociedad está en vísperas de la más terrible calamidad y de los más grandes acontecimientos» (Ibid p. 71).

La fe se perderá. Es otro de los sucesos profetizados por La Salette: «En el año 1864 (que nosotros debemos desplazar unos 100 años más, por el plazo que se le concedió a Satanás, según la visión del Papa León XIII, como más adelante veremos; dandonos así la fecha de 1964, es decir en pleno Concilio Vaticano II), Lucifer con un gran número de demonios, serán desatados del infierno. Abolirán la fe poco a poco, aún entre personas consagradas a Dios; las cegarán de tal manera que, a menos de una gracia particular, esas personas tomarán el espíritu de esos malos ángeles. Muchas casas religiosas perderán completamente la fe y se perderán muchísimas almas.» (Ibid. p. 72).
Y lo más grave y difícil de creer, pero es la Santísima Virgen quien lo dice, para que estemos alertas y vigilantes: «Roma perderá la fe y se convertirá en la sede del Anticristo.» (Ibid. p.75). Jamás se oyó decir algo semejante, ni se pudo imaginar algo parecido. Que la fe se pierda al extremo inimaginable de afectar hasta la misma Roma, Cátedra de Pedro, Sede del Vicario de Cristo en la tierra, para convertirse en la sede del Anticristo, en Cátedra de Satanás; convertida de cátedra de la Verdad en cátedra del error y de las tinieblas, obscureciéndose la luz de la fe que debe irradiar para iluminar el mundo entero; es algo que humanamente no cabe en la cabeza de ningún fiel católico. Pero siendo la Virgen quien lo dice y profetiza, estamos obligados a creerlo y admitirlo, salvo que neguemos de plano la aparición de La Salette, cosa que solo puede hacerlo un ignorante o un impío.
Por dramático e imposible que parezca a nuestro frágil pensamiento, estamos obligados a admitir y a creer en que los anuncios de La Salette son proféticos y como tales superan el entendimiento humano, requiriéndose así la luz sobrenatural de la fe para aceptarlos.

La Salette exige, como todas las cosas de Dios, un acto de fe, so pena de nada comprender o peor aún de mal entender, con explicaciones mediocres que, en resumidas cuentas, nada dicen; y que no hacen más que obstaculizar la verdad.
Nuestra tierna y dulce Madre del Cielo, con infinita misericordia y compasión, por nosotros sus hijos más queridos, más que las pupilas de sus vírginales ojos, nos advierte para que no perezcamos envueltos en la mayor y más espantosa Apostasía, que jamás se haya y habrá visto.
Por esto, por amor a nosotros, todos sus hijos, nos anuncia lo impensable para un fiel católico, hijo de la Santa Madre Iglesia, única arca de Salvación; algo tremendo pero desgraciadamente muy cierto: «La Iglesia será oscurecida, el mundo quedará consternado». (Ibid p.76). Más aún: «Roma pagana desaparecerá» (Ibid. p.76). Sí, es tremendo, verdaderamente apocalíptico, una cosa así.
La antigua Roma pagana era la capital y centro universal del Imperio Romano de la cual San León Magno decía como leemos en el Breviario en la Fiesta de San Pedro y San Pablo (29 de Junio): «Pero esta ciudad (Roma) ignoraba la altura de su elevación; gobernando casi todas las naciones, era la esclava de todas las naciones, era la esclava de todos los errores de todas esas naciones; y le parecía poderse atribuir muchas religiones, porque no rechazaba ninguna, pero entre más la tenía fuertemente encadenada el demonio, más maravillosamente ha sido librada por Cristo» (Maitines Lect. VI).

Sí, la Roma Imperial y Pagana, que dominaba el mundo, cobijaba en su seno todas las falsas religiones de los pueblos que gobernaba. Se vanagloriaba de poseer en su fabuloso Panteón el culto y las divinidades de todos los pueblos paganos; lo cual la convirtió en una segunda y más abyecta Babilonia, como la llega a llamar el mismo San Pedro: «Os saluda la Iglesia que está en Babilonia» (1 Pet. 5,13).
Tanto Scio como Straubinger comentan al respecto diciendo el primero: «Los padres entienden aquí a Roma bajo el nombre de Babilonia a causa de la inmensa población de aquella ciudad; y así mismo por la multitud y confusión de sus ídolos. También S. Juan en el Apocalipsis XVII. 5, XVIII. 10, comprende a Roma gentil bajo la misma palabra.» Y el segundo: «Por Babilonia se entiende Roma, que constituía el centro del paganismo. La Roma pagana significaba para los cristianos el mismo peligro que antes Babilonia para los judíos. También S. Juan usa el mismo término para designar a Roma y predice su destrucción (Ap. 14,8; 17,5; 18,2 y 10).»
La Roma pagana (grande por su idolatría), convertida en Roma Cristiana por la fe, volverá al fin de los tiempos, según lo anunciado por La Salette, a ser el centro de la fornicación y de la idolatría. Esto es lo que las profecías de La Salette predicen, en plena concordancia con las Sagradas Escrituras como veremos más adelante.
La caída apocalíptica de Roma bajo el nombre de Babilonia está profetizada para los últimos tiempos por las Sagradas Escrituras, en plena concordancia con las profecías de La Salette: «Ha caído, ha caído Babilonia, la grande, la cual abrevó a todas las naciones con el vino de su enardecida fornicación»(Ap. 14,8). Y leemos en la nota 8 de Straubinger correspondiente a este versículo: «Babilonia, nombre simbólico de Roma, como se ve en los caps. 17 – 18 y en 1 Ped. 5,13. El nombre de Babilonia simboliza el reino anticristiano, así como el de Sión o Jerusalén el reino de Dios».
Scio comenta al respecto: «El segundo ángel anuncia, que está por el suelo aquella soberbia Babilonia que había hecho idolatrar a todas las naciones, moviendo contra sí la cólera de Dios por semejante prostitución y apostasía.» (Ap. 14,8 nota 1).

Roma cristiana paganizada, vuelta a su antigua prostitución e idolatría, cobijando en su seno todos los falsos cultos y religiones, cae como la antigua Babilonia por abrevar a todas las naciones que fueron católicas (la Cristiandad) con el vino de su enardecida fornicación, es decir la falsa caridad ecuménica, su ardor frenético en aunar a los hombres sin distinción de credos ni dogmas, consumando su adulterio.
Babilonia como dice San Jerónimo es la Roma adulterada: «La gran ramera Babilonia es representante del mundo anticristiano (S. Agustín), en particular la ciudad de Roma (S. Jerónimo) , levantada sobre siete montes (v.9) como la bestia sobre la cual se asienta la ramera grande (v.3). En tiempo de S. Juan ella era la capital del mundo y centro de la corrupción pagana» (Straubinger Ap. 17-1 nota 1).
Fornicación en lenguaje bíblico significa precisamente la unión adúltera de la verdadera religión y de su culto con las falsas religiones, con sus respectivos cultos idolátricos.
En este sentido señala Mons. Straubinger en varias ocasiones en sus notas y comentarios sobre la fornicación y el adulterio empleados en la Biblia: «En el lenguaje de la Biblia la apostasía se llama adulterio, porque la unión del alma con Dios es como un matrimonio, y el esposo que ama de veras es necesariamente celoso» (Nota 4, Stgo 4,4). El culto idolátrico y sus vicios son según las Escrituras las abominaciones; pues «abominaciones -indica Staubinger- en la Sagrada Escritura, es el término para señalar la idolatría y los vicios que proceden del culto a los ídolos» (Nota 3, Apoc. 17,4).
Scio dice lo mismo al referirse a la fornicación: «del mismo modo debe entenderse figurativamente de la idolatría, lo que aquí se llama prostitución o fornicación. Esta es una expresión, que usan frecuentemente los profetas, para explicar la apostasía o abandono, que se hace del Dios verdadero, para convertirse a los dioses falsos o a los ídolos. Muchos intérpretes antiguos , con San Jerónimo, han entendido por esta mujer a Roma pagana e idólatra, perseguidora del verdadero Dios y de su Cristo» (Nota 2 Ap. 17,1).

Resumen de las 33 profecías de la Virgen de la Salette

1. Melanie, lo que voy a decirte ahora no permanecerá siempre en secreto. Podrás publicarlo en 1858.

2. Los sacerdotes, ministros de mi Hijo, los sacerdotes, por su mala vida, por sus irreverencias y su impiedad al celebrar los santos misterios, por amor del dinero, por amor del honor y de los placeres, los sacerdotes se han transformado en cloacas de impureza.

Sí, los sacerdotes reclaman venganza, y la venganza está suspendida sobre sus cabezas. ¡Desdicha de los sacerdotes y las personas consagradas a Dios que por sus infidelidades y su mala vida crucifican de nuevo a mi Hijo!

Los pecados de las personas consagradas a Dios claman al cielo, y llaman la venganza,y he aquí que la venganza está a sus puertas, pues no hay más nadie para implorar misericordia y perdón para el pueblo.

No hay más almas generosas, no hay más persona digna de ofrecer la Víctima sin mancha al Eterno en favor del mundo.

3. Dios va a golpear de una manera sin ejemplo.

4. ¡Desdichados los habitantes de la tierra! Dios va a agotar su cólera, y nadie podrá sustraerse a tantos males reunidos.

5. Los jefes, los conductores del pueblo de Dios, han descuidado la oración y la penitencia, y el demonio ha oscurecido sus inteligencias.

Se han convertido en esas estrellas errantes que el viejo diablo arrastrará con su cola para hacerlos perecer.

Dios permitirá a la antigua serpiente poner divisiones entre los que reinan, en todas las sociedades y en toda las familias; se sufrirán penas físicas y morales.

Dios abandonará los hombres a sí mismos y enviará castigos que se sucederán durante más de treinta y cinco años.

6. La sociedad está en la víspera de las plagas más terribles y de los más grandes acontecimientos; hay que esperar ser gobernado por una vara de hierro y beber el cáliz de la cólera de Dios.

7. Que el Vicario de mi Hijo, el Soberano Pontífice Pío IX, no salga más de Roma después del año 1859.

Pero que sea firme y generoso, que combata con las armas de la fe y del amor; yo estaré con él.

8. Que desconfíe de Napoleón; su corazón es doble y cuando querrá ser a la vez Papa y emperador, enseguida Dios se retirará de él.

Él es esa águila que, queriendo siempre elevarse, caerá sobre la espada con que deseaba servirse para obligar a los pueblos a elevarle.

9. Italia será castigada por su ambición al querer sacudirse el yugo del Señor de los Señores; también ella será entregada a la guerra, la sangre correrá por todas partes.

Las iglesias serán cerradas o profanadas; los sacerdotes, los religiosos serán expulsados; se los hará morir y morir de una muerte cruel.

Muchos abandonarán la Fe y será grande el número de los sacerdotes y religiosos que se apartarán de la verdadera religión; entre estas personas habrá incluso Obispos.

10. Que el Papa se cuide de los hacedores de milagros pues ha llegado el tiempo en que los prodigios más asombrosos tendrán lugar sobre la tierra y en los aires.

11. En el año 1864, Lucifer con un gran número de demonios serán soltados del infierno: abolirán la fe poco a poco, incluso en las personas consagradas a Dios.

Los cegarán de tal manera, que, a menos de una gracia particular, estas personas tomarán el espíritu de esos ángeles malos.

Muchas casas religiosas perderán enteramente la fe y perderán muchas almas.

12. Los malos libros abundarán sobre la tierra y los espíritus de las tinieblas extenderán en todas partes un relajamiento universal para todo lo que concierne al servicio de Dios.

Tendrán un gran poder sobre la naturaleza; habrá iglesias para servir a estos espíritus.

De un lado a otro serán transportadas personas por estos malos espíritus e incluso sacerdotes, pues ellos no se habrán conducido según el buen espíritu del Evangelio, que es espíritu de humildad, de caridad y de celo por la gloria de Dios.

Se resucitará a muertos y a justos [es decir que esos muertos tomarán la figura de almas justas que han vivido sobre la tierra, con el fin de seducir mejor a los hombres; éstos que se dicen muertos resucitados, que no serán sino el demonio bajo sus figuras, predicarán otro Evangelio contrario al del verdadero Cristo-Jesús, negando la existencia del cielo o aún las almas de los condenados.Todas estas almas parecerán unidas a sus cuerpos] (nota de Melanie).

Habrá en todas partes prodigios extraordinarios puesto que la verdadera fe se ha extinguido y la falsa luz ilumina al mundo. Desdichados los Príncipes de la Iglesia que sólo se hayan ocupado en acumular riquezas sobre riquezas, en salvaguardar su autoridad y en dominar con orgullo.

13. El Vicario de mi Hijo tendrá mucho que sufrir, pues, por un tiempo, la Iglesia será librada a grandes persecuciones.

Esto será el tiempo de las tinieblas; la Iglesia tendrá una crisis terrible.

14. Olvidada la santa fe de Dios, cada individuo querrá guiarse por sí mismo y ser superior a sus semejantes. Se abolirán los poderes civiles y eclesiásticos, todo orden y toda justicia serán pisoteados; sólo se verán homicidios, odio, celos, mentira y discordia, sin amor por la patria ni por la familia.

15. El Santo Padre sufrirá mucho. Yo estaré con él hasta el fin para recibir su sacrificio.

16. Los malvados atentarán muchas veces contra su vida sin poder dañarle; pero ni él ni su sucesor… verán el triunfo de la Iglesia de Dios.

17. Los gobiernos civiles tendrán todos un mismo designio, que será abolir y hacer desaparecer todo principio religioso para hacer lugar al materialismo, al ateísmo, al espiritismo y a toda clase de vicios.

18. En el año 1865 se verá la abominación en los lugares santos; en los conventos, las flores de la Iglesia se pudrirán y el demonio se hará como rey de los corazones.

Que los que están a la cabeza de las comunidades religiosas tengan cuidado con las personas que deben recibir, pues el demonio hará uso de toda su malicia para introducir en las órdenes religiosas personas entregadas al pecado, ya que los desórdenes y el amor de los placeres carnales serán extendidos por toda la tierra.

19. Francia, Italia, España e Inglaterra estarán en guerra; la sangre correrá en las calles, el francés combatirá con el francés, el italiano con el italiano; luego habrá una guerra general que será espantosa.

Por un tiempo Dios no se acordará de Francia ni de Italia, puesto que el Evangelio de Jesucristo no se conoce ya más. Los malvados desplegarán toda su malicia; se matará, se masacrará mutuamente hasta en las casas.

20. Al primer golpe del rayo de su espada las montañas y la tierra entera temblarán de pavor puesto que los desórdenes y los crímenes de los hombres traspasan la bóveda de los cielos.

París será quemada y Marsella será engullida por el mar, muchas grandes ciudades serán sacudidas y engullidas por terremotos: se creerá que todo está perdido.

Sólo se verán homicidios, sólo se oirán estrépito de armas y blasfemias.

Los justos sufrirán mucho; sus oraciones, sus penitencias y sus lágrimas subirán hasta el Cielo y todo el pueblo de Dios pedirá perdón y misericordia, y pedirá mi ayuda y mi intercesión.

Entonces Jesucristo, por un acto de su justicia y de su misericordia, ordenará a sus ángeles que todos sus enemigos sean ejecutados.

De pronto, los perseguidores de la Iglesia de Jesucristo y todos los hombres entregados al pecado perecerán, y la tierra será como un desierto. Entonces se hará la paz, la reconciliación de Dios con los hombres.

Jesucristo será servido, adorado y glorificado; en todas partes florecerá la caridad. Los nuevos reyes serán el brazo derecho de la Santa Iglesia que será fuerte, humilde, piadosa, pobre, celosa e imitadora de las virtudes de Jesucristo.

El Evangelio será predicado en todas partes, y los hombres harán grandes progresos en la fe, porque habrá unidad entre los obreros de Jesucristo y los hombres vivirán en el temor de Dios.

21. Esta paz entre los hombres no será larga; veinticinco años de abundantes cosechas les harán olvidar que los pecados de los hombres son causa de todas las aflicciones que acontecen sobre la tierra.

22. Un precursor del anticristo con sus ejércitos de varias naciones combatirá contra el verdadero Cristo, el único Salvador del mundo; derramará mucha sangre y querrá aniquilar el culto de Dios para hacerse tener como un Dios.

23. La tierra será golpeada por toda clase de plagas (además de la peste y el hambre, que serán generales).

Habrá guerras hasta la última guerra, que será hecha por los diez reyes del anticristo, que tendrán todos un mismo designio, y serán los únicos que gobernarán el mundo.

Antes que esto acontezca habrá una especie de falsa paz en el mundo; sólo se pensará en divertirse.

Los malvados se entregarán a toda clase de pecados, pero los hijos de la Santa Iglesia, los hijos de la fe, mis verdaderos imitadores, crecerán en el amor de Dios y en las virtudes que me son más queridas.

Dichosas las almas humildes conducidas por el Espíritu Santo. Yo combatiré con ellas hasta que lleguen a la plenitud del tiempo.

24. La naturaleza reclama venganza para los hombres, y, esperando lo que debe ocurrir a la tierra manchada de crímenes, se estremece de pavor.

25. Tiembla, tierra, temblad vosotros, los que hacéis profesión de servir a Jesucristo y que por dentro os adoráis a vosotros mismos.

Pues Dios va a entregaros a su enemigo, puesto que los lugares santos se hallan en la corrupción.

Muchos conventos no son más las casas de Dios sino pasturas de Asmodeo y los suyos.

26. Será durante este tiempo que nacerá el anticristo, de una religiosa hebrea, de una falsa virgen que tendrá comunicación con la antigua serpiente, el señor de la impureza; su padre será Ev.

Al nacer vomitará blasfemias, tendrá dientes; será, en una palabra, el diablo encarnado; lanzará gritos terribles, hará prodigios, sólo se alimentará de impurezas.

Tendrá hermanos que, aunque no sean demonios encarnados como él, serán hijos del mal.

A los doce años se señalarán por sus valientes victorias, pronto estará cada uno a la cabeza de ejércitos asistidos por legiones del infierno.

27. Las estaciones se alterarán, la tierra sólo producirá malos frutos, los astros perderán sus movimientos regulares, la luna sólo reflejará una débil luz rojiza.

El agua y el fuego darán al orbe de la tierra movimientos convulsivos y horribles terremotos que engullirán montañas, ciudades, etc.

28. Roma perderá la fe y se convertirá en la sede del anticristo.

29. Los demonios del aire con el anticristo harán grandes prodigios sobre la tierra y en los aires, y los hombres se pervertirán cada vez más.

Dios cuidará de sus fieles servidores y de los hombres de buena voluntad; el Evangelio será predicado en todas partes,

¡Todos los pueblos y todas las naciones tendrán conocimiento de la verdad!

30. Yo dirijo un apremiante llamado a la tierra; llamo a los verdaderos discípulos de Dios viviente y reinante en los cielos.

Llamo a los verdaderos imitadores de Cristo hecho hombre, el único y verdadero Salvador de los hombres.

Llamo a mis hijos, mis verdaderos devotos, aquellos que se han entregado a mí para que los conduzca a mi Hijo divino, aquellos que, por así decir, llevo en mis brazos; aquellos que han vivido de mi espíritu.

Llamo en fin a los apóstoles de los últimos tiempos, los fieles discípulos de Jesucristo que han vivido en desprecio del mundo y de sí mismos, en la pobreza y en la humildad, en el desprecio y en el silencio, en la oración y en la mortificación, en la castidad y en la unión con Dios, en el sufrimiento y desconocidos del mundo.

Es tiempo de que salgan y vengan a iluminar la tierra. Id y mostraos como mis hijos queridos, yo estoy con vosotros y en vosotros con tal vuestra fe sea la luz que os ilumine en estos días de infortunio.

Que vuestro celo os haga como hambrientos de la gloria y del honor de Jesucristo. Combatid, hijos de la luz, vosotros, los pocos que veis, pues he aquí el tiempo de los tiempos, el fin de los fines.

31. La Iglesia será eclipsada, el mundo se hallará en la consternación.

Pero he aquí a Enoch y Elías llenos del Espíritu de Dios; ellos predicarán con la fuerza de Dios, y los hombres de buena voluntad creerán en Dios, y muchas almas serán consoladas.

Harán grandes progresos por virtud del Espíritu Santo y condenarán los errores diabólicos del anticristo.

32. ¡Desdichados los habitantes de la tierra!

Habrá guerras sangrientas y hambres, pestes y enfermedades contagiosas; habrá lluvias de un espantoso granizo de animales, truenos que sacudirán las ciudades, terremotos que engullirán países.

Se oirán voces en los aires, los hombres se darán de golpes con su cabeza en los muros; llamarán a la muerte y, por otro lado, la muerte hará su suplicio, la sangre correrá por todas partes.

¿Quién podrá vencer si Dios no disminuye el tiempo de la prueba?

Por la sangre, las lágrimas y las oraciones de los justos Dios se dejará doblegar.

Enoch y Elías serán matados; Roma pagana desaparecerá.

El fuego del cielo caerá y consumirá tres ciudades; todo el universo será sacudido de terror, y muchos se dejarán seducir porque no han adorado al verdadero Cristo viviente entre ellos.

Es el momento; el sol se oscurece; sólo la fe vivirá.

33. He aquí el tiempo; el abismo se abre.

He aquí el rey de los reyes de las tinieblas.

He aquí a la bestia con sus súbditos, diciéndose salvador del mundo.

Se elevará con orgullo en los aires para ir hasta el cielo; será ahogado por el soplo de San Miguel Arcángel.

Caerá, y la tierra, que desde hace tres días estará en continuas evoluciones, abrirá su seno lleno de fuego, él será sumergido para siempre con todos los suyos en los abismos eternos del infierno.

Entonces el agua y el fuego purificarán la tierra y consumirán todas las obras del orgullo de los hombres y todo será renovado: Dios será servido y glorificado.

LA GRAN TRIBULACIÓN

La pérdida de la fe llevará a Roma a su antiguo paganismo convirtiéndose en Panteón de todas las falsas religiones, esto es lo que La Salette profetiza y así nos advierte que: «el sol oscurece; sólo la fe vivirá» (Ibid. p.76).

Esto es ni más ni menos que, La Gran tribulación (Tribulatio Magna), del Evangelio: «Porque habrá, entonces, grande tribulación, cual no la hubo desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá más.» (Mt. 24,21).
Santo Tomás comentando este pasaje dice: «Habrá, entonces, una gran tribulación, porque habrá una perversión de la doctrina católica, a causa de la propagación de una falsa doctrina. Y si no fuesen abreviados aquellos días, a saber, por el testimonio de la doctrina, a causa del refuerzo de la verdadera doctrina, nadie se salvaría, pues, todos abrazarán la falsa doctrina» (In. Mat. c.24 Ed. Marietti, Taurini 1925 p. 318). Además, señala Santo Tomás refiriéndose al sol oscurecido, que: «por el sol se designa la Iglesia; pues la Iglesia por causa de las tribulaciones no se la verá relucir» (Ibid. p. 312).

Es claro y evidente que para el Doctor Angélico la Gran Tribulación de que hablan las Escrituras, consistirá en una cuestión de doctrina, que sacudirá hasta los cimientos mismos de la Iglesia Católica Apostólica Romana, reducida prácticamente a unos pocos que permanecerán por gracia de Dios firmes en la fe y conservando la verdadera doctrina católica.

Y tal como expone Orígenes citado por Santo Tomás unos renglones más arriba con relación a los días acortados: «Así pueden referirse al advenimiento de Cristo a causa de su Iglesia, y así decía Orígenes que tal como la palabra del Evangelio se divulgó para su venida, así la falsa doctrina se divulgará para la venida del Anticristo».
En plena concordancía con las Escrituras y Santo Tomás, La Salette advierte: «Se predicará una falsa doctrina, un anti-Evangelio …predicarán otro Evangelio contrario al del verdadero Cristo Jesús» (p.72).
La confusión y el error llegará a grados inimaginables y el culto de Dios quedará relajado tal como acontece hoy con la nueva Misa: «Los libros malos abundarán en la tierra, y los espíritus de las tinieblas extenderán por todas partes un relajamiento universal en todo lo relativo al servicio de Dios, obtendrán un poder extraordinario sobre la naturaleza» (Ibid. p.72). Y esto por pérdida de la Fé: «Y se verán por doquier prodigios extraordinarios, porque la verdadera fé se ha extinguido y la falsa luz alumbra al mundo» (Ibid. p.72-73).

Ay de la jerarquía que farisaicamente se preocupa por su autoridad y prestigio y deja envenenar los manantiales puros de la doctrina y de la fe; a ella están dirigidas estas palabras: «¡Ay de los príncipes de la Iglesia que se hayan dedicado únicamente a atesorar riquezas sobre riquezas, a poner a salvo su autoridad y a dominar con orgullo!» (Ibid. p. 73), mientras ofrecen un culto abominable (nueva misa), el cáliz lleno de abominaciones, sumergiendo la Iglesia en la abominación de la desolación, más grande e inimaginable, de un culto prostituido bajo las apariencias de piedad, mientras excomulgan al verdadero y único culto de Dios: la Santa Misa de siempre, cumpliéndose al pie de la letra las profecías de Daniel, para estos últimos tiempos.

Daniel anuncia profética y apocalípticamente la abolición del culto verdadero a Dios, es decir: del Sacrosanto Sacrificio de la Misa y la implantación de un falso culto en su lugar, es decir la Nueva Misa o abominación en lugar santo.
Veámoslo: «Y a la mitad de la semana hará cesar el sacrificio y la oblación; y sobre el santuario vendrá una abominación desoladora, hasta que la consumación decretada se derrame sobre el devastador» (Dan. 9,27). «Sus tropas vendrán y profanarán el santuario de la Fortaleza; harán cesar el sacrificio perpetuo y pondrán allí la abominación del devastador» (Dan. 11,31). «Desde el tiempo que será quitado el sacrificio perpetuo y entronizada la abominación desoladora, pasarán mil doscientos noventa días» (Dan. 12,11).

Scio reconoce al citar a San Jerónimo que será abolida la Santa Misa: «Por sacrificio, perpetuo entienden aquí los padres con San Jerónimo, el de la Eucaristía, y todo el culto solemne, que ninguno osará ofrecer públicamente» (Dan. 12, 11 nota 17). Lo cual ocurre hoy al pie de la letra, pues los únicos que osan decir la Misa tridentina son perseguidos, ultrajados y hasta excomulgados.

Mons. Straubinger comenta en sus notas estos tres pasajes: «Las palabras abominación desoladora (Vulgata: abominación de la desolación) se refieren según los intérpretes antiguos al ídolo de Júpiter que erigió Antíoco Epífanes (cf. I Mac. 1,57) o a la imagen del Cesar con que Pilato profanó el templo o a una profanación semejante. A este pasaje alude Jesús en su gran discurso escatológico (Mt. 24,15), enseñando que volverá a cumplirse en los tiempos que El anuncia. De ahí que no todos los Padres apliquen esta profecía a la destrucción de Jerusalén, sino más bien a los tiempos del fin. El mismo doctor máximo admite que puede tratarse del Anticristo, lo que entre otros, sostiene San Hipólito (en un fragmento cóptico, publicado en ‘Sefard’, 1946, p. 356), San Cirilo de Jerusalén y San Atanasio.» (Dan. 9,27 nota 27). «La abominación es el culto idolátrico, pues Antíoco erigió en el templo una estatua de Júpiter» (Dan. 11,31 nota 31). Y por último en concordancia con Scio expresa: «Por sacrificio perpetuo entiende aquí San Jerónimo con otros Padres el culto de la Eucaristía y todo el culto solemne de la Iglesia, que en los tiempos del Anticristo será obstaculizado. Abominación desoladora: se refiere al Anticristo» (Dan. 12, 11 nota 11).

Monseñor Lefebvre actualiza la profecía de La Salette cuando afirma que: «Roma ha perdido la fe, Roma está en la Apostasía. Estas no son palabras en el aire, es verdad: Roma está en la Apostasía» (Conferencia Retiro Sacerdotal 14 Sept. 1987, Ecône).

La concordancia entre esta afirmación de Mons. Lefebvre y la profecía de Nuestra Señora de La Salette sobre la Apostasía de Roma, no puede ser mayor. Mons. Lefebvre es sin duda junto con Mons. de Castro Mayer, uno de los más grandes Apóstoles de los últimos tiempos, tal como San Luis María Grignion de Montfort de algún modo señaló.
La Iglesia obscurecida (eclipsada) tal como lo indica la divisa, de San Malaquías, que corresponde al actual Pontificado, De labore solis (el eclipse del sol). El sol que según el mismo Santo Tomás designa a la Iglesia: «Por el sol se designa a la Iglesia; por lo cual, a causa de las tribulaciones la Iglesia no se la verá brillar» (In Mat. c.24, v29)
Si, «el sol se oscurece, solo la fe vivirá», la Iglesia quedará eclipsada oscurecida, según La Salette. Y es más, Dom Gaspar Lefebvre, en su comentario al tiempo de pentecostes, dice en su Misal, trayendo una frase del gran San Agustín que da una gran luz, para el tema que nos trae: «… y la Iglesia, lo mismo que su divina Cabeza, se verá entonces vencida y clavada en cruz aunque ella ganará la victoria decisiva. ‘El cuerpo de Cristo, que es la Iglesia, lo mismo que el cuerpo humano, fue en un tiempo joven, aunque al fin del mundo tendrá una apariencia de caducidad’ (S. Agustín)» (Misal Diario, Ed. Desclée De Brouwer, Brujas – Bélgica, 1938, p.714).
«¿Quién podrá triunfar, si Dios no disminuye el tiempo de la prueba? (La Salette p.76).

La Iglesia será desolada; «La Iglesia tendrá una crisis espantosa (Ibid p.73). Y esto por causa de la pérdida de la fe y de la doctrina: «Dado el olvido de la Santa fe de Dios…» (Ibid. p.73).
«En el año 1865 (léase 1965 por el desface de 100 años del tiempo acordado a Satanás en la visión de León XIII), se verá la abominación en los lugares santos. En los conventos, las flores de la Iglesia estarán corrompidas y el demonio se convertirá en rey de los corazones» (Ibid. p.73)

El verdadero culto de Dios, la Santa Misa que es su centro, será fuertemente combatido: «Un precursor del Anticristo,… pretenderá aniquilar el culto del Creador para que se le considere a él como Dios» (Ibid p.74).
Habrá una falsa paz antes de que el mundo sea castigado por su crímenes y pecados: «La tierra será castigada… Antes de que esto suceda habrá una especie de falsa paz en el mundo.» (Ibid. p.74).
En verdad no puede haber un designio más profético y apocalíptico que todo esto que ha sido vaticinado por La Salette.

 

Los mensajes de La Salette (1846) y de Fátima (1917) son profecías de carácter apocalíptico (profecías apocalípticas) es decir concernientes a los últimos tiempos.
Su objetivo es señalar con el dedo el Misterio de la Iniquidad en su culmen, es decir la pérdida de la fe, por obra de la defección de la alta jerarquía de la Iglesia, en el cumplimiento de su sublime e insigne misión, convirtiéndose en instrumento bajo las garras de Satanás.

La corrupción de la religión a causa del fariseismo más sutil y atroz, es algo abominable que Nuestro Señor detesta.
La Salette y Fátima son profecías apocalípticas de suma esperanza, pues al fin el Corazón Inmaculado triunfará. Triunfo de Cristo Rey en la tierra sobre todas las Naciones y sus pueblos, triunfo de la Iglesia, bajo el reino de paz y prosperidad de los Sagrados Corazones de Jesús y María, donde habrá un solo pastor y un sólo rebaño, según las profecías Vetero y Neo testamentarias, que por desgracia han sido obscurecidas con el correr de los años dando ocasión a grandes herejías de parte de los malos y a falsas interpretaciones de parte de los buenos. No obstante es nuestro deber y obligación estar a la altura histórica en la que estamos inmersos, forjando con la gracia de Dios nuestra propia y beata eternidad.

No podemos andar por el mundo ciegos como si no tuviéramos luz. La luz siempre la tendremos, Dios, la da, la luz sobrenatural que es la fe, que ilumina nuestro camino hacia la eternidad. Luz que por muy eclipsada hoy en día por las tinieblas espesas del error, el engaño, la mentira, por el fariseismo y la Apostasía actual, será siempre como un faro celestial que nos guía en la tenebrosa obscuridad.