Como es posible

Imagina hojear un libro escrito en 1726, mucho antes de que los telescopios revelaran los secretos más sutiles del sistema solar, y encontrarte con un pasaje que parece extrañamente profético. En el tercer viaje de los Viajes de Gulliver, Jonathan Swift describe cómo astrónomos en la isla flotante de Laputa descubrieron dos lunas orbitando Marte. Detalla sus distancias al planeta e incluso su velocidad de rotación, notablemente cercanas a las características reales de Fobos y Deimos. Pero aquí está el giro: esas lunas marcianas no se descubrieron hasta 1877, 151 años después de que Swift escribiera su historia. Y las mediciones precisas de sus órbitas llegaron incluso después. ¿Cómo pudo Swift describir algo que no se vería durante generaciones? ¿Fue pura imaginación, o un indicio de algo extraño, como visiones a través de sueños, pérdida de conocimiento antiguo o incluso… susurros de viajes en el tiempo? El misterio persiste, proyectando una curiosa sombra a través de los siglos.