Computadoras del Antiguo Egipto: ¿Por qué un recipiente de granito de 5.000 años desafía nuestra comprensión de la tecnología antigua y sus capacidades?
Se cree que una antigua vasija de granito egipcia tiene más de cinco mil años de antigüedad, anterior a las primeras dinastías faraónicas. Este artefacto es notable no solo por su antigüedad, sino también porque fue elaborado a partir de un único bloque de granito rojo con una precisión notable.
Un examen con escáner láser de luz estructurada reveló que la precisión de fabricación de la nave rivaliza con los estándares industriales modernos. La construcción del artefacto, incluidas las superficies externas e internas y su interrelación, cuenta con una precisión que supera la centésima de milímetro.
Este nivel de detalle es comparable al diez por ciento del grosor de un cabello humano. Las intrincadas características del recipiente, como el interior y las asas, están diseñadas para evitar la rotación durante el procesamiento, pero esta precisión persiste en todo momento.
La creación de esta vasija, especialmente en una época en la que el torno de alfarero no estaba muy extendido y era desconocido en Egipto, es sorprendente. Pero lo más sorprendente es que está hecha de granito, uno de los materiales más duros que existen.
Análisis posteriores han demostrado que la geometría y los parámetros matemáticos de esta antigua embarcación sugieren el uso de métodos de diseño especializados, posiblemente con procesos computacionales similares a los de las computadoras modernas. A pesar de su antigüedad y de los signos de desgaste, la embarcación mantiene proporciones notablemente precisas.
En un primer momento, el equipo del proyecto Wayscan, que incluía metrólogos expertos, examinó el artefacto. Un análisis independiente realizado por Marjan Marcis, topógrafo de la Universidad Tecnológica de Eslovaquia, reveló más tarde que los contornos exteriores del vaso se desvían del ideal en menos de un tercio del grosor de un cabello humano. Esta precisión plantea la pregunta de si las pequeñas imprecisiones detectadas se deben al desgaste del vaso o a errores en el modelo del escáner.
El diseño de la embarcación también indica que giraba alrededor de un eje calibrado con gran precisión, casi perfectamente perpendicular a la superficie superior. El descubrimiento de curvas sutiles en las superficies, que cambian suavemente con una desviación mínima, representa un nivel extraordinario de precisión para una forma tan compleja.
El análisis de Marjan Marcisz reveló que la vasija se aleja de las formas geométricas perfectas, como conos o elipsoides, y no es simétrica verticalmente. Las superficies de la vasija son casi rectas, aunque con curvas sutiles, y se ven marcas de herramientas, especialmente en las superficies internas.
Estas observaciones han provocado un debate entre los investigadores sobre si ciertas fases fueron elaboradas manualmente o si el artefacto fue producido por maquinaria, lo que sugiere el uso de una tecnología distinta, aunque desconocida. Por ejemplo, un examen de la sección superior de la vasija mostró que aproximadamente el 60% de las puntas eran casi perfectamente planas, con desviaciones que ascendían a solo un cuarto del grosor de un cabello humano, una hazaña casi imposible de lograr sin herramientas de precisión.
Además, la investigación indicó que el artefacto estuvo firmemente asegurado durante su elaboración, probablemente en un aparato giratorio. La consistencia en la alineación de las superficies exterior e interior del recipiente fue notablemente precisa en toda su longitud, independientemente de la proximidad al cuello, logrando una precisión similar a un margen de error del grosor de un cabello en un tramo de 10 metros.
Esta precisión sugiere un proceso de fabricación meticuloso con un alto nivel de control sobre las mediciones. Marjan Marcis observó que el recipiente muestra una simetría horizontal significativa, lo que indica rotación durante su creación. Sin embargo, la precisión cerca de las asas plantea interrogantes, ya que la mera rotación se vería obstaculizada por las asas. El método para lograr tal precisión en secciones curvas, en particular con herramientas de piedra y madera, sigue siendo un enigma.
Las asas de la vasija podrían haberse originado a partir de una forma toroidal formada durante la rotación. Las desviaciones de esta forma ideal son mínimas y las mediciones de precisión revelan una asombrosa exactitud de alineación. Estas desviaciones son aproximadamente un tercio del grosor de un cabello humano. Cabe destacar que si este artefacto fue elaborado hace más de cinco mil años, podría ser anterior a la invención de la rueda, dependiendo únicamente de herramientas básicas. Marjan Marcisch dedujo que para lograr tal precisión y simetría, el artefacto debe haber sido fijado a un aparato giratorio.
Para reproducir esta precisión en la actualidad se necesitan componentes como guías lisas, cojinetes de precisión y tornillos similares a los de los tornos contemporáneos. De hecho, se necesitaría un equipo equivalente al de los tornos modernos. La idea fundamental de Marjan Marcisch es que la alta precisión de la embarcación no podría haber sido obra de simples herramientas manuales como cinceles y martillos.
En teoría, incluso un simple armazón de madera podría resultar inadecuado, ya que carecería de la robustez necesaria. Para lograr una precisión comparable, el armazón necesitaría un refuerzo sustancial, sobre todo en componentes como los cojinetes. Además, dicha maquinaria tendría que ser considerable y pesada para garantizar la resistencia y precisión necesarias del proceso.
Curiosamente, algunos elementos de diseño de la embarcación sugieren que ni siquiera los tornos de la época podían dilucidar todos los aspectos de su creación. Mark Quist y su equipo adoptaron un enfoque distinto y se concentraron en el diseño de la embarcación. Se preguntaron si el diseño era rudimentario o intrincado en función de la interacción entre sus componentes.
Su razonamiento era que si un objeto podía ser replicado sin esfuerzo utilizando reglas o patrones fundamentales, significaría un diseño intuitivo por parte del artesano. Por el contrario, si los componentes del objeto estaban vinculados a través de una red sofisticada de interrelaciones, denotaría un diseño meticulosamente planificado. Para determinar los principios de diseño de la vasija, el equipo de Quist examinó sus características, observando patrones, uniformidad de dimensiones y proporciones notables.
La investigación descubrió numerosas regularidades que indicaban formulaciones matemáticas exactas. Identificaron lo que denominaron un «patrón radial de intersección», una configuración de círculos o arcos que delinean los elementos principales del artefacto. Estos círculos están interconectados con notable precisión, lo que sugiere el empleo de intrincadas fórmulas matemáticas en la concepción del diseño.
La investigación indicó que numerosos elementos de la vasija se alinean con patrones geométricos específicos y círculos simétricos, conocidos como la “flor de la vida” o geometría sagrada. Estos diseños contribuyeron a las proporciones armoniosas del objeto. Los creadores de la vasija probablemente poseían amplios conocimientos de álgebra y geometría, lo que sugiere que el artefacto fue diseñado y elaborado meticulosamente utilizando cálculos matemáticos exactos.
El equipo de Quist descubrió que las proporciones del objeto estaban estrechamente relacionadas y que un solo cambio en los parámetros de diseño podía alterar toda la estructura. Identificaron al menos 15 niveles de interconexión, sincronizados con precisión a nivel microscópico. Esto implica que la forma y la estructura de la vasija probablemente se derivaron de diseños calculados en lugar de una artesanía aleatoria, y se asemejaban más a un mapa matemático que a una artesanía tradicional.
La creación de un modelo CAD basado en un sistema matemático demostró que dicho modelo podía reproducir la antigua vasija de piedra con tolerancias estándar de la industria de las máquinas. Esto sugiere que se aplicaron fórmulas y ecuaciones matemáticas complejas con una precisión que superaba las capacidades humanas o naturales. La única entidad capaz de procesar datos de entrada, ejecutar operaciones y producir un resultado con tanta precisión es una computadora. Por lo tanto, Quist supuso que la elaboración del diseño de este artefacto no habría sido posible sin un sistema informático programable.
La idea de que existan ordenadores antiguos puede parecer descabellada, ya que solemos equiparar los ordenadores con los dispositivos electrónicos modernos. Sin embargo, la idea de que existan máquinas capaces de realizar cálculos complejos no es un desarrollo reciente. El mecanismo de Antikythera es un ejemplo de un antiguo ordenador analógico anterior a los dispositivos contemporáneos.
Los creadores de este artefacto probablemente utilizaron herramientas de precisión similares a las de hoy, lo que garantizaba un mínimo de errores en el procesamiento del granito. La precisión constante en sus superficies curvas y su alineación sugiere que el artefacto se fabricó mediante un procedimiento singular e ininterrumpido. Mark Quist dedujo que esta tecnología sofisticada es la única explicación plausible de la precisión del artefacto, lo que dio lugar a importantes investigaciones sobre sus orígenes.
Teniendo en cuenta estos hallazgos, se podría especular que el artefacto es un engaño elaborado. Sin embargo, su procedencia documentada respalda su legitimidad como un artefacto antiguo.
Cabe destacar que se han descubierto más de 40.000 objetos con una precisión similar, la mayoría de ellos en museos con registros arqueológicos impecables. Una vez escaneados y verificada su precisión, el fenómeno será innegable. La maquinaria moderna no siempre garantiza la precisión en el producto final.
En estos casos, la precisión debe ser parte del proceso o haber sido lograda intencionalmente por el creador, lo que es poco probable dada la antigüedad del artefacto. Es plausible que un innovador de la antigüedad lo haya creado con herramientas especiales. Esta teoría está respaldada por dos análisis independientes que comparan artefactos de piedra mecanizados antiguos y modernos.
La comparación que hizo Marian Marcis entre un jarrón antiguo y un artefacto moderno fabricado en granito reveló que el primero era diez veces más preciso. El proyecto VS-Scan corroboró esto con un jarrón de mármol, y arrojó resultados similares. Estudios posteriores sobre seis vasijas antiguas de granito demostraron que su precisión era comparable a la de la fabricación moderna por control numérico computarizado, un estándar alcanzado con equipos de alta precisión.
Estos notables hallazgos ponen en tela de juicio nuestra comprensión histórica. ¿Quién fabricó estos artefactos? ¿Eran humanos? Algunos especulan con la ayuda extraterrestre debido a la precisión. Sin embargo, antes de considerar tales teorías, deben explorarse todas las posibilidades de innovación humana antigua. Si bien no tenemos respuestas definitivas, se destacan dos hipótesis.
En primer lugar, la precisión del artefacto podría significar la pérdida de técnicas de fabricación avanzadas. En segundo lugar, los patrones matemáticos y la precisión de los artefactos podrían indicar algún tipo de error.
El diseño del frasco se parece al conjunto de Cantor, un fractal básico del ámbito de las matemáticas y la informática. Esto implica que estos conceptos matemáticos podrían haberse entendido en el antiguo Egipto. Por ejemplo, un relieve del Templo de Isis muestra un diseño similar a la estructura binaria del conjunto de Cantor.
Estas representaciones antiguas sugieren que las matemáticas estaban más profundamente arraigadas en el mundo antiguo de lo que comúnmente se creía. La etnomatemática Marcia Asher observó que las pinturas de arena de algunas culturas antiguas también incorporaban principios matemáticos, lo que dio lugar a investigaciones sobre la naturaleza de las matemáticas antiguas en diferentes sociedades.
Estas prácticas, hoy reconocidas como artes visuales tradicionales, forman parte fundamental del conocimiento sobre el mundo espiritual y natural. Estos hallazgos, junto con la aplicación de principios matemáticos por parte de numerosas civilizaciones antiguas, ponen en tela de juicio nuestra percepción de su capacidad intelectual.
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